(Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos estudiados (identificados al pie de cada párrafo); los textos en cursiva son los comentarios que surgen respecto de esos textos. Para ir al link de respaldo bíblico o de apoyo, hacer click en los enlaces.)
[Empezar en Mateo Primera Parte]
DIOS SIEMPRE ESTÁ MIRANDO
* Muchos dan dádivas para calmar sus sucias conciencias. Creen que, por hacerlo, Dios pasará por alto sus pecados. Pero Dios no está interesado en las limosnas, sino en las intenciones que hay en el corazón del que da. Solemos impresionarnos con una millonaria ofrenda de algún célebre filántropo, y aplaudimos ese "bondadoso corazón", pero sólo Dios ve lo que los hombres no podemos ver, y sólo Él sabe cuánta oscuridad o luz hay en ese corazón. Por lo demás, cualquiera que ofrenda públicamente demuestra que su interés verdadero no está en beneficiar a otros, sino en exaltarse a sí mismo.
La Oración
* Por lo general, los creyentes ignoramos lo que realmente necesitamos como hijos de Dios, pero el Espíritu Santo que mora en nuestro interior lo sabe muy bien, y Él mismo intercede por nosotros ante Dios, a fin de que recibamos lo que nos conviene para crecer en santidad. Muchas veces pensamos que, si obtenemos algo que nuestro corazón desea ardientemente, seremos realmente plenos, sin embargo, sólo el Espíritu, que escudriña en lo más profundo del ser, sabe lo que es mejor, pues, engañoso es el corazón. Por tanto, si oramos por algo y no lo recibimos, debemos confiar en que el Espíritu sabe lo que es mejor, aun cuando su decisión sea contraria a nuestros deseos.
* Éste es el modelo perfecto de oración que el mismo Hijo de Dios nos enseñó para tener comunión con nuestro Dios y Padre. No es necesario recitarlo de memoria, pues, se trata de una manifestación que, honesta y puramente, comienza a brotar cuando el corazón es regenerado. De hecho, podemos usar nuestras propias palabras, y agregar todo aquello que necesitamos decir; sin embargo, bueno es respetar el orden de las peticiones que Jesús nos enseñó, por el significado que encierran. Además, aunque esta oración no lo dice, porque Jesús aún no había sido glorificado cuando la enseñó, nuestra oración debe ser siempre dirigida al Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, porque Jesucristo hombre es el único intercesor entre Dios y Sus criaturas, y porque Dios sujetó todo al Hijo.
En los siguientes párrafos, analizaremos cada una de estas peticiones y profundizaremos en su significado:
En primer lugar, podemos apreciar que las primeras cuatro expresiones reflejan la existencia de una relación entre el Creador y su criatura, la cual sólo es posible cuando el Santo Espíritu de Dios viene a morar, por la fe, en el corazón del creyente. Esa unión lo hace uno con el Señor y, a partir de entonces, su mayor deseo, aunque muchas veces, al comienzo de su nueva vida espiritual, el creyente no está consciente de aquello, es complacer a Su Redentor. Un verdadero hijo de Dios nada anhela más que santificar el Nombre de Dios y que Su Voluntad sea hecha, no sólo en su vida, sino en todo el mundo, pues, ya no vive para sí, sino para servir al que lo salvó, quien no sólo desea redimir a algunos, sino que todos procedan al arrepentimiento para salvación eterna. Ésa es la razón por la cual Jesús nos mandó: "id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado" (Mt 28:19-20).
Examinemos estas primeras cuatro expresiones:
- "Padre nuestro que estás en los cielos". El primer paso es reconocer la superioridad, majestad y santidad de Aquél a quien estamos dirigiéndonos: Él es nuestro Padre que está en los cielos; no es nuestro padre terrenal; Él no está a la misma altura que estamos los vivientes en la tierra, que es el estrado de sus pies; sus pensamientos no son nuestros pensamientos, ni nuestros caminos sus caminos, "como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos" (Is 55:8-9), dijo el Señor.
Sin embargo, Él, siendo el Soberano del universo, el Todopoderoso, nos ama con amor indescriptible, y quiere que le conozcamos y que entremos en comunión con Él, y nos ha dado a su Hijo amado "para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Jn 3:15). Por todo esto y más, debemos amar al Señor nuestro Dios y Padre con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas, e inclinarnos ante Él en adoración y reverencia.
- "Santificado sea tu nombre". El Nombre de Dios no debe ser tomado en vano. En la Biblia el nombre no es simplemente una forma de individualizar a una persona; habla de quién es esa persona, de sus propósitos para la vida, y de los atributos que tiene. Cuando Moisés preguntó a Dios cómo debía llamarlo, él respondió "YO SOY EL QUE SOY" ("ehyeh" en hebreo, también traducido como Yo Seré, que deriva en YHWH o Jehová), Nombre que habla del carácter de Dios, su inmutabilidad, su autoexistencia, su eternidad. El nombre del Señor debe ser tenido como lo más sagrado, porque encierra todos Sus atributos.
La persistente rebeldía de Israel provocó que el nombre de Dios fuera profanado entre las naciones, y por eso fueron dispersados. Hoy mismo, su Santo Nombre continúa siendo blasfemado, porque los que dicen ser cristianos actúan igual o peor que los ateos. Santificamos el nombre de Dios cuando andamos como Jesús anduvo, "el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia..." (1Pe 2:22-24). Para eso Dios nos llamó en Cristo; para que seamos hechos conforme a Su imagen. Dijo Jehová: "Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos" (Ez 36:23).
- "Venga tu reino". Se refiere a la esperanza cierta, y al profundo anhelo de los creyentes, de que pronto el reino de Dios se establezca definitivamente en la tierra; que las tinieblas desaparezcan, y que todo sea restaurado a como era antes del pecado original, cuando vio Dios que todo lo que había hecho, "he aquí que era bueno en gran manera" (Gn 1:31).
Después de la caída del hombre, las tinieblas dominaron al mundo, pero, cuando el Hijo de Dios se hizo carne, la Luz del reino comenzó a iluminar la tierra, porque Su Luz alumbró el entendimiento de los primeros que le recibieron y, a través de ellos, esa Luz creció, alumbrando los corazones de quienes creen por la predicación del evangelio. El mensaje para la iglesia dice: "Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria" (Is 60:1-2); también dice: "La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz" (Ro 13:12).
Nuestro anhelo es que Jesús regrese, y con Él, se instaure el reino de Dios en la tierra para que, por fin, Su perfecta Voluntad sea hecha aquí como en el cielo.
- "Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra". Aunque la Tierra y todo lo que en ella hay son de Dios, este mundo está bajo la influencia de Satanás. Que se establezca el Reino de Dios en la tierra, para que Su perfecta Voluntad sea hecha, es el deseo de todo aquél que ha renacido por Su Gracia. Cuando Jesucristo regrese por su iglesia, destruirá el reino de las tinieblas con su resplandor y la espada de la Verdad; así terminará el mundo como lo conocemos. Ya no habrá más sufrimiento; la esclavitud de la corrupción a la cual la creación fue sujeta será suprimida, y la Verdad se impondrá; entonces, la tan anhelada paz reinará para siempre.
Las tres peticiones que siguen hablan de las necesidades del creyente durante el proceso de santificación, que se lleva a cabo en su interior por obra del Espíritu Santo; el Ayudador que hace posible la transformación del entendimiento del nuevo hijo de Dios, cuyo propósito es ir formando el carácter de Cristo en él, a fin de que ya no viva conforme al mundo, sino para hacer la Voluntad de Dios.
- "El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy". Jesús dijo: "No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mt 6:25-34). También dijo el Señor: "No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4:4; Dt 8:3). Por tanto, nuestra prioridad siempre debe ser buscar el alimento que permanece para vida eterna, no el que perece, el cual no faltará, si hacemos lo primero.
Los hijos de Dios no somos llamados a abandonar nuestras obligaciones laborales y familiares, sino a hacerlas compatibles con nuestro alimento espiritual, que es conocer a Dios y al Hijo a través de la Biblia. Cuando los hijos ponemos por prioridad conocer al Señor, Él nos bendice en nuestros trabajos y labores diarias, por lo que, además de no faltar el pan sobre la mesa, seremos fortalecidos para enfrentar los desafíos en nuestras vidas terrenales.
- "Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores". Por medio de Jesús, el Padre ya perdonó todos nuestros pecados, pero lo cierto es que necesitamos venir día a día ante el Señor a solicitar su misericordia, para que perdone los pecados en que incurrimos a diario, porque aún somos imperfectos. Bendito nuestro Dios, porque sus misericordias se renuevan día a día, y Él no sólo nos perdona, sino que, por medio de su Espíritu Santo en nosotros, somos ayudados a triunfar sobre nuestras debilidades que pueden hacernos tropezar. Por otra parte, así como Dios nos perdonó por medio de Jesucristo, es un mandato que nosotros también perdonemos a quienes nos han causado dolor y perjuicio, porque si no lo hacemos, tampoco Dios nos perdonará, dijo el Señor. Nosotros hemos sido llamados a imitar a Jesús, a fin de alcanzar su perfección. Por tanto, así como Él obtuvo perdón para todos nosotros a través de su ofrenda, y oró incluso para que Dios diera perdón a los que le torturaron y crucificaron, nosotros debemos perdonar a nuestros enemigos, y orar para que la Luz les alumbre a ellos también.
- "Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal". Sabemos que Dios no tienta a nadie, sino que cada uno es tentado de sus propios pensamientos pecaminosos; (quizá una mejor traducción sería: "no permitas que sucumbamos a las tentaciones"). Lamentablemente, mientras estemos en estos cuerpos carnales, donde mora el pecado, seguiremos siendo expuestos a las tentaciones. Dios no nos exime de ser tentados, porque Él ya nos liberó del poder que el pecado ejercía sobre nuestra voluntad, mas Él permite que enfrentemos las pruebas a fin de que aprendamos a poner bajo control nuestros deseos desordenados; a desarrollar continencia y autocontrol; y a vivir conforme a nuestra nueva vida en el Espíritu. Con todo, Dios nunca abandona a sus hijos atribulados, porque junto con la prueba, Él dará la salida.
Por último, la exaltación debida a Dios el Padre:
- "Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos". La oración perfecta cierra glorificando al Dios Altísimo, reconociendo su Soberanía. Todo lo que sucede en el mundo está sujeto a la perfecta voluntad de Dios, y cada vez que atravesamos por pruebas y tribulaciones hay un propósito superior que está llevándose a cabo. A veces, es porque necesitamos aprender o corregir algo, otras, por motivos que no llegaremos a comprender mientras estemos en estos cuerpos, pero que, por fe, debemos aceptar sin cuestionar, porque Dios no se equivoca, y sin dudas, hay algo superior gestándose tras esas pruebas. Dios da y Dios quita según sus propósitos a favor del Reino.
El rey David, habiendo puesto a disposición grandes tesoros para la construcción del templo para Dios, oró diciendo: "Bendito seas tú, oh Jehová, Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo. Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos". Así David reconocía que nada procede de nuestros esfuerzos, sino que todo pertenece al Señor, y Él provee o retiene según nuestras necesidades espirituales.
El Ayuno
* El ayuno, por lo general, se usa como un sacrificio para agradecer a Dios, o para obtener Su favor. Comúnmente, se trata de la abstinencia de alimentos por algunas horas o días. Sin embargo, muchos de los que lo practican, caen en el pecado del orgullo, y, en vez de hacerlo sólo para agradar a Dios, lo hacen también para ganar una buena opinión entre los hombres, lo que se evidencia cuando dan a conocer a los otros que están ayunando.
En Isaías 58, Jehová habla al pueblo de Israel, (y también a nosotros, los de la iglesia), sobre el ayuno que él espera de su pueblo. Dice el Señor: "¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Jehová? ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?".** Complementando lo anterior, si los cristianos queremos ayunar, hagámoslo absteniéndonos de alimentar nuestras carnalidades. En otras palabras, ayunar no sólo tiene que ver con comidas o bebidas, sino con todo lo que nuestra naturaleza terrenal desea para satisfacer su ego, o sus desordenados apetitos.
Por medio del Apóstol Juan, se nos reveló un nuevo mandamiento para la iglesia. Dijo el Apóstol: "No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo". Pedro, en su primera epístola (1 Pe 2:11-17), también nos habló de abstenernos de esos deseos carnales que batallan contra el alma, llamándonos a cuidar cómo vivimos a los ojos de los incrédulos. Nuestro crecimiento espiritual va a depender de si escogemos alimentar nuestra carne o alimentar nuestro espíritu. No podemos escoger a ambos, porque los deseos de uno y otro se oponen entre sí, (ver Ga 5:16-25).
LA VERDADERA RIQUEZA
* ¡Cuánta paz perdemos por causa de las cosas materiales! Ya sea, porque las tenemos y no queremos perderlas; o porque las deseamos tanto, pero no podemos conseguirlas. Para los que hemos sido esclavos de este pecado, recomiendo ir al libro de Eclesiastés, escrito por el hombre más sabio y rico que ha existido, el rey Salomón, hijo de David, quien llegó a la conclusión de que todo lo que se hace debajo del sol es vanidad. Sin embargo, el Predicador no dice que debemos abandonar nuestros esfuerzos diarios por proveer para nuestro sustento, sino que disfrutemos del fruto de nuestro trabajo, porque esa es la Voluntad de Dios. En otras palabras, debemos trabajar para vivir, y gozar del fruto de nuestro trabajo, pero que no se nos vaya la vida procurando enriquecernos, pues, eso traerá agobio. Dice el Predicador: "Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia" (Ec 5:12).
Al final de sus palabras, Salomón concluye: "El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala"(Ec 12:13-14).
** Para hacernos tesoros en el cielo, debemos aprender a desapegarnos de los bienes materiales. Dios no nos llama a la pobreza, sino a que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos, "porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores" (1 Tim 6:9-10). Por tanto, no amemos las cosas de este mundo, porque "el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre" (1Jn 2:17).
"Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra" (Col 3:1-2).
MIRAR A DIOS
Jesús enseña que los ojos son la lámpara del cuerpo. Si el ojo es bueno, todo el cuerpo estará lleno de luz; pero si es maligno, el cuerpo estará lleno de tinieblas. "Así que, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande será la oscuridad!" (NBLA), dijo el Señor. (6:22-23)
* Es por medio de los ojos que entra la luz al corazón. Entonces debemos preguntarnos: ¿Hacia dónde estamos mirando? ¿Hacia las cosas del mundo o hacia las espirituales? Creo que los ojos son los reyes de los órganos de los sentidos. Es por la vista que tenemos nuestra más completa percepción ante cualquier evento. El resto de los sentidos (olfato, oído, gusto, tacto) reacciona, muchas veces, a lo que nuestros ojos ven. Por ejemplo, en la actualidad, pasamos gran parte del día frente a una pantalla, sea un televisor, un teléfono inteligente, una tablet, etc. Una pantalla en sí no es mala ni buena, pero lo que vemos a través de ella tiene una influencia tremenda, para bien o para mal, sobre nuestro corazón. Lamentablemente la gente no ha advertido cuánto poder tiene sobre nosotros lo que consumimos a través de estos medios, y se hacen adictos a ellos, enfermando, porque absorben mucha información basura. Es más, el aumento de las enfermedades mentales, sean éstas depresiones, crisis de pánico, ansiedad, etc. es proporcional a la calidad de la información a la que las personas se exponen a diario. Los hijos de Dios debemos aprender a filtrar lo que vemos y oímos, permitiendo pasar sólo lo que nos ayudará a crecer espiritualmente.
LA PRIORIDAD PARA NUESTRAS VIDAS
* Este versículo no se debe leer independiente del que sigue. En la versión RVR60, están separados por un subtítulo, pero las primeras palabras del versículo 25 dicen: "por lo tanto", lo que quiere decir que, lo que precede es la base para el comentario que sigue. Si lo leemos de corrido, Jesús dijo: "Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Por lo tanto, ..." [continúa leyendo]
* El cristiano debe vivir sabiamente, equilibrando su vida espiritual, a la cual debe dar prioridad, con sus obligaciones que, como miembro de una familia y de la sociedad, debe cumplir. Se trata de establecer el orden correcto de las prioridades, observando que, cualquier cosa o actividad a la que estemos dando mayor importancia que a estar tiempo en comunión con el Señor, se ha vuelto un ídolo en nuestro corazón.
El ídolo que más amenaza la vida espiritual es el dinero, por eso Jesús menciona las riquezas. Pensamos que, mientras más dinero tengamos, más cosas podremos obtener, y así seremos más felices, entonces nos afanamos por conseguirlo. Sin embargo, eso sólo demuestra que el objeto de nuestro amor no es Dios, sino las cosas que están en el mundo: "los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida", cosas que no provienen del Padre, sino del mundo, y que, aunque no permanecen, tienen el pavoroso poder de llevar almas a la perdición. Como dice Juan: "el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre" (1Jn 2:15-17).
Debemos examinarnos a diario para, honestamente, ver qué está amando más nuestro corazón, y no permitir que las cosas del mundo nos alejen de Dios. Seamos intencionales en buscar conocer a Dios y a Jesucristo, de manera que aprendamos a hacer Su Voluntad, para que nos vaya bien. A eso se refiere Jesús, cuando dice: "buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mt 6:33).
** Aquí también encontramos un mensaje para aquellos supersticiosos que aseguran que, dentro de ellos hay poder para hacer realidad todo lo que desean. La sabia respuesta de Jesús dice que nadie "podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo".
Es muy pretencioso y destructivo creer que cada ser humano es capaz de cambiar sus circunstancias a través de "visualizar", "decretar" o "declarar", como enseña la nueva era. Otros, que se llaman a sí mismos "cristianos", toman algo de eso y lo mezclan con la fe de la cual habla la Biblia, y se afanan por "creer positivo" para hacer realidad sus deseos, que mayormente tienden a satisfacer su "codicia"; y se esfuerzan por no "creer negativamente", porque eso haría que sus sueños se esfumaran. Estas falsas creencias, finalmente, conducen a esas personas a la frustración, porque al ver que no logran sus deseos, se culpan a sí mismos de no tener la suficiente fe positiva, o de haber sentido temor en vez de fe. Además, son recriminados por aquéllos que comparten sus creencias, de estar haciendo algo malo que impidió que sus deseos se cumplieran.
Lo que dice la Biblia es: "Lo que el impío teme, eso le vendrá; pero a los justos les será dado lo que desean" (Pr 10:24). Como podemos ver, la Escritura no dice que depende del impío o del justo obtener una u otra cosa, sino de Dios, quien da o quita, según Sus perfectos propósitos.