jueves, 5 de marzo de 2020

La Palabra Alumbra Nuestro Entendimiento - Estudio de MATEO IV - (Mt 7 y 8)

(Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos estudiados (identificados al pie de cada párrafo); los textos en cursiva son los comentarios hechos por mí respecto de esos textos. Para ir al link de respaldo bíblico o de apoyo, hacer click en los enlaces.)

[Empezar en Mateo Primera Parte]


QUITANDO LAS TINIEBLAS DE NUESTRO CORAZÓN


Nuestro Señor nos dijo que no debemos juzgar a los demás, para que no seamos juzgados nosotros mismos, pues la misma medida con que juzguemos será usada para medirnos a nosotros. Además, tendemos a mirar la paja en el ojo ajeno, sin advertir que en el nuestro hay una gran viga. Dejemos la hipocresía, y quitemos primeramente la viga de nuestro ojo, a fin de que podamos ver y sacar la paja del ojo de nuestro prójimo. (7:1-5)

* Jesús nos llama a reconocer nuestros errores, y cambiarlos. Solemos ver en qué se equivocan los demás, o qué nos desagrada de ellos. Juzgamos la vanidad, la codicia, la avaricia, el egoísmo, la arrogancia, la prepotencia, la lujuria, y tantos otros defectos en los demás, pero ¿Cuánto de eso tenemos nosotros también? Sólo Cristo puede limpiarnos de todas nuestras miserias, por tanto, antes de juzgar, vengamos a Cristo para que nos muestre cuánto pecado hay en nosotros, y así podamos quitarlo de nuestro corazón, reemplazándolo por frutos dignos de un hijo de Dios, de modo que podamos ayudar a nuestro prójimo en sus debilidades adecuadamente.

Dijo también que no demos lo santo a los perros, ni echemos nuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y nos despedacen. (7:6)

* Jesús hizo este comentario en el contexto de juzgar a los demás, por tanto, quizás una interpretación correcta de estas palabras sería que, antes de compartir nuestros tesoros espirituales, debemos ser cuidadosos y aprender a discriminar entre un terreno que parece infértil, pero que podrá ser sembrado con la palabra, y una tierra árida, endurecida, donde la semilla de la Palabra no tiene esperanza de germinar. Porque muchos se habrán convertido en personas codiciosas, vanidosas, egoístas, debido a que no han sido enseñados en la Verdad y, en consecuencia, estaban llenando con cosas del mundo ese espacio que sólo Dios puede ocupar. Otros, en primera instancia rechazarán el evangelio a causa de las tristes circunstancias que han atravesado durante su vida, y parecen endurecidos, con una postura inquebrantable, pero podemos ver que actúan así por la desesperanza que hay en sus corazones. Todos ellos son tierra fértil para sembrar la semilla de la Palabra, y quizá no inmediatamente, pero más temprano que tarde, la semilla les impulsará a buscar la luz de la Verdad. En cambio, los soberbios y arrogantes que se enorgullecen de ser ateos, y que sienten que no necesitan a nadie ni nada, son los cerdos que pisotearán nuestras perlas preciosas, y harán un festín de nuestras fe, porque para ellos el evangelio es debilidad y necedad.

ENTRAR POR LA PUERTA ANGOSTA


El Señor dijo: "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá".  Jesús dijo que el Padre que está en los cielos está atento a nuestras oraciones, y que Él nos dará lo que pidamos, pues, si un padre terrenal da pan a su hijo cuando éste le pide pan, "¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?", de modo que, dijo el Señor, debemos hacer con los demás lo mismo que nosotros esperamos que ellos hagan con nosotros, porque en eso se resumen la ley y los profetas. (7:7-12)

* Para no caer en interpretaciones erróneas, bueno es buscar la misma porción en los otros evangelios. En el de Lucas, por ejemplo, el evangelista especifica: "¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?". Así que, si bien es cierto, Dios oye, y da a los justos lo que desean; muchos pidenpero no obtienen, porque piden mal, pensando en satisfacer sus apetitos desordenados; en especial, aquellos que, equivocadamente, han venido a Cristo, porque lo ven como el genio de la lámpara, en vez de como el Salvador de sus almas. Pero las Escrituras son claras: amar las cosas del mundo demuestra que el amor del Padre no está en ese corazónPor tanto, podemos concluir que estas palabras de Cristo se refieren, principalmente, a la salvación y a la búsqueda de la Verdad: al que pida ser redimido de este mundo malo, Dios lo salvará; al que busque a Dios y su justicia, hallará al Señor, y le será dada luz sobre los misterios del Reino; y al que llame a las puertas del Reino, Dios lo dejará entrar. 

** Con todo, los que hemos sido salvados por la gracia de Dios, podemos estar confiados en que, si permanecemos en Cristo, y sus palabras permanecen en nosotros, podemos pedir lo que deseemos, y nos será dadoporque cuando hemos sido regenerados por el Espíritu Santo, nuestras prioridades cambian, y nuestros deseos tienen más que ver con las cosas que realmente importan. La Palabra dice que, cuando permanecemos en Cristo, comenzamos a dar mucho fruto duradero, y el Padre es glorificado cuando damos mucho fruto. Por tanto, si hacemos las cosas que son agradables delante del Señor, podemos pedir lo que queramos, y nos será hechoPermanecer en el amor de Cristo significa que guardamos sus mandamientos, y sus mandamientos son: amar a Dios el Padre con todo el corazón, y con toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas, y que nos amemos los unos a los otros como Él nos ha amado; y ¿cómo demostramos ese amor? haciendo al prójimo lo que quisiéramos que hicieran con nosotros.

Jesús continúa su prédica diciendo a los discípulos que busquen entrar por la puerta estrecha; porque la puerta que lleva a la perdición es ancha y el camino espaciosoy muchos son los que entran por esa puerta; pero  la puerta que lleva a la vida es estrecha y  el camino es angosto, y pocos la hallan. (7:13-14)

* El camino es uno: Jesucristo. No tenemos otra vía por la cual entrar al Reino de los cielos. No hay que agregar nada más al único Camino que Dios señaló para llevarnos hasta Él. Sólo a Jesucristo tenemos que oír y seguir para tener vida eterna. Satanás marea al mundo a través de una amplia oferta de caminos alternativos que llevarían a la plenitud al ser humano, y le ofrece todo tipo de atractivos que exacerban su codicia, dominando la voluntad de los hombres, provocando que estos rechacen o se desvíen del único camino a la Verdad. En ese estado de embotamiento, los hombres persiguen lo que no lleva a ningún lado, excepto a la perdición.

FALSOS MAESTROS


Nuestro Señor dice que debemos guardarnos de los falsos profetas, que vienen disfrazados de ovejas, pero que no son, sino lobos rapaces. Que nos fijemos en sus frutos para reconocerlos, porque cuando el árbol es bueno da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. "No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos". El árbol que no dé buenos frutos será cortado y echado en el fuego. (7:15-20)

* Desde siempre han existido los falsos profetas y los falsos pastores que, en vez de rescatar ovejas perdidas, se sirven de ellas. Si bien es cierto, el pastor tiene derecho a vivir de su trabajo como guía de las ovejas, en estos tiempos abundan aquéllos que se enriquecen a costa del rebaño, porque, en vez de predicar el verdadero evangelio, que incluye el arrepentimiento y morir a los que somos, sólo hablan de prosperidad y sanidad a cambio de las ofrendas. Ellos mantienen al rebaño engañado, predicando una fe no bíblica, que es como la engañosa "ley de la atracción", que dice que obtendrás lo que deseas o lo que temes, según la "calidad" de tu fe, fomentando en las ovejas la codicia y el amor a las riquezas de este mundo. Lo peor es que el concepto de "santidad" sólo se menciona en sus sermones como una consecuencia de haber sido apartados para Dios por la sangre de Cristo, lo que es correcto, pero se ignora el mandamiento que dice que debemos ser santos (purificarnos) como Dios es SantoJehová, por medio del profeta Ezequiel, condena a los pastores que se apacientan a sí mismos, y se comen a la ovejas, en vez de sanarlas, y guiarlas por sendas de justicia.

Pero nuestro buen Pastor también aclara que "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos". Y aquel día, muchos le dirán: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?". Pero el Señor les dirá: "Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad". (7:21-23)

* En Lc 6:46, dirigiéndose a algunos de sus seguidores, el Señor les preguntó: "¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?". El nombre "Señor" es la forma usada por un siervo para dirigirse a su amo, por tanto, si llamamos "Señor" a Jesús es, porque le debemos obediencia. Nuestro Señor es la Palabra de Dios encarnada, y lo que Jehová declaró en el Antiguo Testamento, el Hijo lo reiteró, de diversas formas, durante su ministerio terrenal: "... qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios". 

Antes de llevar a cabo cualquier acción, bueno sería preguntarnos ¿A quién estamos obedeciendo: al que llamamos Señor, o al que domina al mundo?


EL FUNDAMENTO SÓLIDO


Por último, el Señor concluye su prédica en el monte diciendo que, cualquiera que escucha estas palabras, y las pone en acción, es como un hombre prudente, que edifica su casa sobre la roca: "Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca". Pero el que oye estas palabras, y las ignora, se puede comparar con el insensato, que edifica su casa sobre la arena; "y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina". (7:24-27).

* La roca es nuestro amado Señor Jesucristo, sobre quien se edifica la ciudad celestial, y nosotros, que hemos recibido el privilegio de ser hechos hijos de Dios, somos como piedras vivas con las cuales se levantan los muros de la Jerusalén de Cristo. Cada piedra ha de ser pulida para que no tenga asperezas, ni fisuras que debiliten la estructura que se está edificando. Jesucristo es la piedra angular, sobre la cual, peritos arquitectos como los apóstoles y profetas han puesto los fundamentos, y sobre ese fundamento, nosotros trabajamos para que el edificio se levante firme y coordinadamente, sabiendo que, al mismo tiempo, cada uno de nosotros está también siendo edificado como morada de Dios. Por tanto, cada palabra que salió de la boca del Señor es un mandato para nosotros, a fin de que estemos firmes, y permanezcamos firmes en Cristo cuando vengan los días de prueba.

Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la gente quedó admirada de su doctrina; porque les enseñaba con autoridad, y no como los escribas. (7:28-29)

* Jesús es la Palabra de Dios encarnada. Él dijo que no hablaba sus propias ideas, sino las que el Padre de los Cielos le mandaba decir. Dios estaba en Jesucristo salvando al mundo de la corrupción en que había caído por causa de la desobediencia de Adán, el primer hombre, la raíz podrida de quien procede toda la humanidad; y el mensaje que Jesús expresaba era lo que salía del seno de Dios, el mismo mensaje que quedó plasmado en las Escrituras, escrito por hombres que fueron inspirados por Dios. Pero Jesús no era como esos hombres inspirados, que nacieron de hombre y mujer, y que traían en su naturaleza el pecado de Adán; Jesús había nacido de una mujer, pero provenía de la simiente del Espíritu Santo, por tanto, no había pecado en Él. Él era el Hijo del Hombre que, aunque había salido de Dios, no se aferró a esa gloria divina que tenía, sino que se humilló haciéndose igual a nosotros, de carne y sangre, a fin de tomar nuestro lugar, y pagar en su carne toda la condena que nuestros pecados merecían, y así eximirnos de la muerte eterna, para presentarnos limpios ante el trono de Dios.


LOS MILAGROS DEL MESÍAS


La Lepra del Pecado


Luego de este sermón, Jesús comenzó a hacer muchos milagros: El primer milagro que registra Mateo es el de un leproso que vino hasta Jesús, y le dijo: "Señor, si quieres, puedes limpiarme". Jesús extendió su mano, y respondió: "Quiero; sé limpio"; e inmediatamente la lepra desapareció. En seguida, Jesús le dijo que no lo dijera a nadie, sino que fuera hasta el sacerdote, y presentara su ofrenda, según lo indicado en la ley. (8:1-4)

* Como hemos dicho en otros estudios, cada acontecimiento que quedó registrado en las Escrituras está allí, porque esconde un misterio espiritual. No estamos diciendo que los hechos no ocurrieron, porque sí sucedieron, y hubo muchos que creyeron gracias a esas evidencias. Decimos que, lo que quedó escrito, el Espíritu lo usa para entregar un mensaje espiritual a los que han recibido a Cristo en el corazón, para que puedan entender las profundidades de la Palabra de Dios.

Con respecto a este milagro, el mensaje es que Jesús vino para sanarnos de toda nuestra inmundicia, dándonos la oportunidad de tener vida eterna, y así purificar para Dios el Padre un pueblo celoso de buenas obras. La lepra es una enfermedad muy contagiosa, y de pronóstico muy nefasto. Se trata de una bacteria (Mycobacterium Leprae) que consume de a poco la carne a través de la putrefacción, y los enfermos huelen muy mal. Cuando alguien era diagnosticado de lepra en aquellos tiempos, era inmediatamente alejado del resto de la congregación, y nadie podía acercarse a un leproso, y  ellos tenían prohibido acercarse al pueblo. Sin embargo, aquí vemos que, a pesar de la condición del enfermo, Jesús no tuvo problemas en acercarse a él, tocarlo, y sanarlo, porque el leproso espiritualmente nos representa a todos, que nacemos infectados del pecado. Pero nuestra lepra puede ser curada, y quitada la inmundicia de nuestra enfermedad, cuando Cristo sale a nuestro encuentro dispuesto a tocarnos y sanarnos, porque vinimos a Él con un corazón humillado, clamando: "Señor, lávame de mi maldad, y límpiame de mi pecado".  

** ¿Por qué Jesús pedía no divulgar los milagros? Es probable que en el caso del leproso, y de otros que recibieron milagros, se tratara de una estrategia para evitar a los curiosos que sólo irían para ver un espectáculo. De hecho, Marcos, en su evangelio, amplía la información sobre este milagro, diciendo que el leproso no se contuvo, y lo contó a todo el que quería oír, y "ya Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera en los lugares desiertos; y venían a él de todas partes". Con todo, atendiendo a las palabras de Jesús, que dice que no lo cuente a nadie, sino que vaya al sacerdote y presente su ofrenda, creo que esto también encierra una enseñanza, y es que la regeneración de nuestro espíritu no es algo que deba ser anunciado a los cuatro vientos, sino demostrado a través de los frutos de santificación que somos capaces de producir. Jesucristo es nuestro Sumo Sacerdote, ante quien debemos llevar nuestras ofrendas, que son las obras santas que evidencian que hemos sido sanados de nuestra lepra de pecado.
 
Por otra parte, no pocas veces Jesús pidió a la gente que no divulgaran lo que Él hacía; incluso, cuando los demonios trataban de exponerlo, Él los reprendía y hacía callar. Esto era, porque, como veremos más adelante, saber quién es Jesús es una revelación que se recibe por el Espíritu Santo. La iglesia se edifica sobre esa revelación, que no se origina en el intelecto, sino que proviene de Dios.

La Verdadera Fe



El segundo milagro que Mateo registra sucedió cuando, entrando en Capernaúm, se le acercó un centurión que le rogó: "Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado". Y Jesús le contestó: "Yo iré y le sanaré".  Sin embargo, el centurión no se consideró digno de que Jesús entrara en su casa, y le dijo que solamente bastaba que Jesús dijera la palabra y su siervo sanaría, pues él sabía, por su propia experiencia como autoridad, que le bastaba dar una orden para que los siervos le obedecieran. Jesús quedó sorprendido al oír lo que decía ese gentil (es decir, que no era judío), y dijo a sus discípulos que, "ni aun en Israel he hallado tanta fe". También anunció que muchos gentiles se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino, pero que también muchos hijos de Israel serán echados a las tinieblas, donde habrá mucho llanto y rechinar de dientes. Entonces, despidió al centurión, diciéndole: "Ve, y como creíste, te sea hecho", y el siervo fue sanado en ese instante. (8:5-13)

* Aquí Mateo nos presenta las primeras manifestaciones de fe en los gentiles. Jesús fue enviado para rescatar de las tinieblas a las ovejas descarriadas de Israel, pero hubo muchos gentiles que también aguardaban la venida del Mesías de Israel, y muchos de ellos, romanos, samaritanos, asirios, etc., reconocieron que en Jesús estaba el Espíritu del Dios de Israel, y confiaron en Él, al punto que, antes que cualquier judío lo supiera, ellos reconocieron la autoridad de Jesús, que no necesitaba estar presente para hacer un milagro, sino sólo bastaba que diera la orden y las cosas serían hechas. 

** En cuanto a las palabras del centurión: "Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo", en el ámbito espiritual, nos habla de la humillación que debe mostrar el hombre que busca la salvación; porque para ser salvo es necesario, primero, reconocer cuán indignos somos de recibir a Cristo en la casa, que es nuestro corazón. Mas la misericordia de Dios es infinita, y cuando reconocemos nuestra miseria, Él nos concede, por fe, el favor de sanarnos del tormento que el pecado nos produce; una fe igual a la de este centurión, a quien sólo le bastaba la palabra de Jesús de que su siervo sería salvo, para que el siervo sanara.

Él es el Salvador


Estando Jesús en la casa de Pedro, vio que la suegra de Pedro estaba postrada, y tenía mucha fiebre; Jesús se le acercó, tocó su mano, y la fiebre la dejó. Entonces ella se levantó para servirles. Luego, cuando cayó la noche, llegó una gran muchedumbre trayendo endemoniados; entonces Jesús expulsó con su palabra a muchos demonios, y sanó a muchos enfermos, para que se cumpliera la Palabra dicha por Isaías: "El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias". (8:14-17)

* Las versiones sobre este hecho narradas por Marcos y Lucas complementan la narración de Mateo: Lucas, por ejemplo, dice que Jesús "reprendió a la fiebre; y la fiebre la dejó". En cuando a la expulsión de los demonios, Marcos y Lucas coinciden diciendo que Jesús expulsaba a los demonios, y no les permitía hablar, porque los demonios sabían que Él era el Cristo, y lo ponían en evidencia diciendo: "Tú eres el Hijo de Dios", por lo cual Jesús los reprendía y hacía callar. Como ya hemos aclarado, no hay contradicción entre un evangelio y otro, sino que se complementan, porque cada escritor, de conformidad a la voluntad del Espíritu Santo que los inspiró, pusieron énfasis en distintos aspectos de los hechos narrados. El objetivo de Mateo es destacar el cumplimiento de la profecía anunciada por Isaías, que certifica que Jesús era el Mesías.

**Profecía en cumplimiento: 
  • Is 53:4:  El Mesías llegó para liberar a los hombres de la esclavitud del espíritu del mal, y sanar las enfermedades que los invalidaban para ver la Verdad.


El Verdadero Discípulo


Habiéndose formado una gran multitud, Jesús mandó a sus discípulos pasar al otro lado del mar. Estando allí, se le acercaron algunos manifestando su interés en seguirlo; entre ellos, un escriba que dijo: "Maestro, te seguiré adondequiera que vayas", pero Jesús le respondió: "Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza". Luego, otro discípulo le dijo: "Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre", al cual Jesús le contestó: "deja que los muertos entierren a sus muertos". (8:18-22)

Al mirar este episodio desde una perspectiva espiritual, podemos observar en estos hombres lo que día a día ocurre a las diferentes personas a las que les es anunciado el evangelio de la salvación. Muchos se acercarán a Jesucristo por lo que podrían, eventualmente, obtener de Él, pero el llamado de Cristo es a tomar la cruz, y crucificar en ella a nuestro viejo hombre, porque, para tener vida en Cristo, antes debemos morir a lo que somos. La decisión de seguir a Cristo significa dejar de alimentar nuestra carne; negarnos a nosotros mismos y comenzar a vivir para la gloria de Dios. Jesús podía ver el corazón de quienes se acercaban a Él y, probablemente, el escriba, un hombre acostumbrado a las comodidades que su posición le permitía, se acercó a Jesús creyendo que podría tener las riquezas terrenales que poseía más las riquezas del reino que Jesús le ofrecía, pero no se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas. No lo podemos afirmar, pero con seguridad, el escriba evaluó que seguir a Jesús sin las comodidades que él tenía no era tan conveniente, y se retractó.

En cuanto al hombre que pidió a Jesús que le permitiera enterrar a su padre antes de seguirle, si nos remitimos al relato sobre este evento hecho por Lucas en su evangelio, Jesús le respondió: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve, y anuncia el reino de Dios". Este hombre quería hacer duelo por su padre y después seguir al Señor, sin embargo, no se daba cuenta que él también estaba muerto en sus delitos y pecados, así como todos los del mundo que, mientras no hagan una decisión por Cristo, continuarán estando muertos. Nuestros muertos ya han trazado su destino eterno, y nada podemos hacer para cambiar aquello, pero los que aún respiramos, debemos procurar con diligencia ser redimidos para no sufrir la muerte eterna y, una vez confirmados, llevar a otros al conocimiento del evangelio.  La vida está en Jesucristo, y a Él debemos oír. Que nada ni nadie de este mundo impida que sigamos a Jesús, porque eso significa muerte.

Lucas, además agrega a un tercer personaje, que le dijo a Jesús: "Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa", al cual Jesús le respondió: "Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios". El deseo de este hombre nos habla de un corazón puesto en el lugar incorrecto. La sabia respuesta del Señor está haciendo ver que la prioridad de ese hombre no es Cristo, sino la familia. Los ídolos no sólo son dioses hechos por manos humanas, también son aquellas cosas o personas que anteponemos a Dios y a su Hijo. Cuando decimos seguir a Cristo, pero le damos un lugar secundario, estamos cayendo en idolatría. Mirar atrás significa que seguimos atados a las cosas de este mundo, las cuales nos quitarán tiempo o nos impedirán buscar las cosas que realmente importan, que son las que no se ven

Muchos querrán seguir a Cristo como algo accesorio en sus vidas, pero el llamado del Señor es a buscar PRIMERAMENTE el Reino de Dios y su JusticiaTodo lo demás será bendecido si el reino de Dios y su justicia están en primer lugar.

La Autoridad de Jesús


Entonces entró en la barca, y los discípulos lo siguieron; y de pronto, se levantó una tempestad enorme, y las olas cubrían la barca, pero Jesús dormía, y los discípulos fueron a despertarlo, diciéndole: "¡Señor, sálvanos, que perecemos!", y Él les respondió: "¿Por qué teméis, hombres de poca fe?", y levantándose, reprendió al viento y las olas, e inmediatamente todo volvió a la calma. Maravillados, los discípulos se decían: "¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?". (8:23-27)

* En este episodio, Jesús demuestra que en Él estaba toda la Deidad. En las Escrituras podemos ver cómo los elementos de la naturaleza son dominados por su Creador: "El que sosiega el estruendo de los mares, el estruendo de sus ondas, y el alboroto de las naciones" (Sal 65:7); "Tú tienes dominio sobre la braveza del mar; cuando se levantan sus ondas, tú las sosiegas" (Sal 89:9); "Entonces claman a Jehová en su angustia, y los libra de sus aflicciones. Cambia la tempestad en sosiego, y se apaciguan sus ondas" (Sal 107:28-29); "¿Quién encerró con puertas el mar, cuando se derramaba saliéndose de su seno, cuando puse yo nubes por vestidura suya, y por su faja oscuridad, y establecí sobre él mi decreto, le puse puertas y cerrojo, y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante, y ahí parará el orgullo de tus olas?" (Job 38:8-11). Jesucristo es el Logos creador de Dios.

** Entrar en la barca con Jesús simboliza el momento en que somos sacados de las tinieblas y conducidos a su luz Admirable. Una vez en la barca, no estaremos exentos de enfrentar tempestades, pero debemos confiar en que nuestro Señor es el Soberano de la Creación, y ningún torbellino es una sorpresa para Él, pero permite que lo atravesemos a fin de que seamos fortalecidos en nuestro carácter como hijos de Dios, que ya no andamos por vista, sino por la fe de Jesucristo. Además, debemos tener la tranquilidad y confianza en que Él nos ha prometido que no seremos probado más allá de nuestras fuerzas, y que con la prueba, siempre dará la salida

Expulsión de los Espíritus Diabólicos


Luego, llegaron al otro lado de Galilea, a la región de los gadarenos, donde les salieron al encuentro dos endemoniados que vivían en los sepulcros, ambos muy feroces, por lo que nadie podía pasar cerca de ellos. Y dijeron a Jesús: "¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?". Cerca del lugar, había un hato de cerdos paciendo, entonces los demonios que habían poseído a los dos hombres, pidieron a Jesús que, ya que había venido a expulsarlos, que les permitiera entrar en los cerdos. Jesús accedió y, en cuanto los espíritus inmundos entraron en los cerdos, estos, que eran unos dos mil, se precipitaron al mar y perecieron ahogados. En tanto, los hombres encargados de apacentar a los cerdos, huyeron y fueron a contar lo sucedido a los habitantes de la ciudad, quienes vinieron a constatar lo que habían escuchado y, viendo a los dos hombres libres de los demonios, sanos, le rogaron a Jesús que se fuera del lugar. (8:28-34)

* Los evangelios de Lucas y Marcos complementan la historia, diciendo que el hombre que había sido liberado de los demonios (ellos relatan la historia de sólo uno de ellos), siguió a Jesús hasta la barca, y le rogaba que le permitiera ir con él, pero Jesús le respondió que volviera a su casa, a los suyos, y contara cuán grandes cosas el Señor hizo, y cómo había tenido misericordia de él. Y el hombre fue y comenzó a publicar en Decápoli, donde residía, lo que Jesús había hecho, y todos se maravillaban.

** Llama la atención que los gadarenos, en vez de alabar el maravilloso milagro hecho por Jesús y querer seguirlo, le rogaron que se fuera. 

Estos hechos nos muestran la constante lucha entre el mundo de las tinieblas y la luz: De la barca, que simboliza la salvación, Jesús y sus seguidores salieron a la región de los gadarenos, donde están los endemoniados, quienes son una muestra de los que no han recibido la gracia de la salvación, que aún viven bajo la influencia de Satanás: carentes de voluntad propia, inmundos y cegados por las tinieblas, y que habitan en medio de los sepulcros, un perfecto símbolo de lo que es el mundo: un cementerio de muertos que respiran, pero que carecen de vida. 

Los demonios saben que aún no es el fin, y que ellos aún pueden seguir actuando en este mundo dominado por Satanás, razón por la cual se quejaron ante Jesús de haber venido para atormentarlos antes de tiempo. Ellos no están a la altura de Jesucristo, y le deben obediencia al Hijo de Dios, por eso, ante la orden de Jesús de salir de esos hombres, ellos le rogaron que les permitiera ir a los cerdos. Aquel gran hato de cerdos representa a aquellos del mundo que tienen un corazón entenebrecido por las tinieblas, que rechazan la salvación de Jesucristo,  y que prefieren revolcarse en la inmundicia, porque están ebrios de los placeres sensuales que el mundo les ofrece. Jesús alguna vez dijo que, cuando un demonio sale de un hombre, busca un nuevo hogar donde morar, por tanto, debemos considerar que, mientras Jesús no regrese, cada vez que nace un nuevo hijo de Dios, hay uno o más espíritus que, saliendo del nuevo creyente, buscarán refugio en otros que rechazan la luz de Jesucristo. Mientras esos cerdos no sean convertidos en ovejas de Cristo, están destinados a perderse, como los cerdos que cayeron al mar.

Con respecto a los que apacentaban a los cerdos, y que pidieron a Jesús que abandonara el lugar, podemos deducir que son aquellos que sirven a Satanás, aunque ellos lo ignoren, pero que, por medio de sus obras, guían a la población ciega y sorda, hacia la condenación. Los podemos encontrar en la forma de individuos que abusan de otros para satisfacer sus entenebrecidos deseos; de falsos pastores que, disfrazados de ovejas, devoran el rebaño; de los poderosos que han hecho sus riquezas a costa de la salud y el bienestar de la gente, etc. Hay muchos ocultos bajo atuendos de legisladores, de políticos, de organismos internacionales que, bajo la fachada de instituciones a favor de la humanidad, promueven agendas contrarias a las Escrituras, bajo el lema de la libertad de los individuos y protección de la familia, como son las leyes pro aborto, matrimonio igualitario, identidad de género; sexo protegido, en lugar de abstinencia. En fin, la lista es larga, y sigue creciendo. A esos poderosos no les conviene que la luz de Cristo ilumine el corazón de los hombres, y harán todo lo posible por quitar a Jesús de en medio (y lo están logrando al sacar la Palabra de Dios de las enseñanzas en las escuelas, por ejemplo. Las consecuencias de desconocer la ley de Dios las podemos ver a diario en las noticias).