viernes, 29 de abril de 2022

La Verdad Que Nos Hace Libres - Estudio de Lucas II (Lc 4:14 a 5)

(Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos que se están estudiando (identificados al pie de cada párrafo, versión RVR60); los textos en cursiva son los comentarios que surgen respecto de esos textos. Para ir al respaldo bíblico y/o de apoyo, hacer click en los enlaces.)



EL MESÍAS INICIA SU MINISTERIO


Lleno del poder del Espíritu Santo, Jesús retornó a Galilea, y su fama se difundió rápidamente. Se dedicó a enseñar en las sinagogas, y todo el mundo lo glorificaba. Un día de reposo, estando en Nazaret, donde había crecido, entró a la sinagoga, y se levantó a leer como era la costumbre. Le pasaron el libro de Isaías, y comenzó a leer el versículo que dice: "El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor". Enrollando el libro, lo entregó al ministro, y mientras los ojos de todos se posaban sobre él, se sentó y dijo: "Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros". (4:14-21)

* A través de nuestro estudio de la Palabra de Dios, hemos descubierto que cada evento profetizado tiene un cumplimiento en el ámbito terrenal, pero, más tarde o más temprano, también se cumple en el ámbito espiritual. Así mismo, al profundizar en los evangelios, concluimos que los milagros de sanidad que protagonizó Jesús tenían por finalidad principal evidenciar que era el Mesías, pues, al ver algo tan extraordinario, nadie podría dudar que Él había sido enviado por Dios; y si eran instruidos en las Escrituras, reconocerían en Jesús al Ungido anunciado por los profetas, que vendría a dar vista a los ciegos, oído a los sordos, voz a los mudos, que haría que los cojos caminaran, y que sacaría de sus prisiones a los oprimidos.
 
Sanar de enfermedades físicas es algo maravilloso, sin embargo, lo realmente milagroso era lo que comenzaba a suceder en el corazón de las personas, porque Jesús vino a revelar la Verdad, que es la luz de los hombres; que convierte el alma, y hace que los simples nos volvamos sabios, y comencemos a vivir para la gloria de Dios, que es para lo cual fuimos creados.


Y LOS SUYOS NO LE RECIBIERON

Aunque los nazarenos tenían un buen concepto de Jesús, y reconocían que las palabras que salían de su boca eran llenas de gracia, se decían unos a otros: "¿No es este el hijo de José?". Entonces Jesús les dijo: "Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo", y sabiendo que le pedirían hacer allí los milagros que se comentaba había hecho en Capernaum, agregó, "de cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra". Les recordó lo que decían las Escrituras, cuando no llovió por tres años y medio, y Elías fue enviado, no a una viuda de Israel, que había muchas, sino a una viuda de Sarepta de Sidón, una mujer gentil; asimismo, habiendo muchos leprosos en Israel, en tiempos de Eliseo, el único leproso que recibió sanación fue un general sirio, de nombre Naamán, otro gentil. Cuando oyeron esto los de la sinagoga, se airaron y echaron fuera a Jesús, queriendo arrojarlo por un precipicio, pero Jesús se escabulló en medio de ellos, y se fue. (4:22-23)

* Para los nazarenos Jesús se había convertido en un predicador extraordinario, pero no creían que Él fuera el Hijo de Dios que anunciaban las Escrituras, porque ellos esperaban que el Mesías fuera un hombre de aspecto imponente; pero Jesús era humilde, lo habían visto crecer, y conocían a su sencilla familia, por tanto, en su limitada percepción, Jesús desvariaba al hacer suyas las palabras del profeta Isaías, y hería su orgullo hebreo oírle declarar que, en el pasado, un par de gentiles (es decir, que no eran judíos) habían sido considerados más merecedores de un milagro de YHWH que muchos en Israel. 
 
De hecho, en más de una ocasión Jesús se maravilló de la fe de algunos gentiles, al punto que en una oportunidad llegó a declarar: "...ni aun en Israel he hallado tanta fe".

 

JESÚS Y LOS DEMONIOS


Estando en Capernaum de Galilea, Jesús enseñaba en los días de reposo, y todos se admiraban de su doctrina porque les hablaba con autoridad. En la sinagoga se encontraba un hombre que tenía un espíritu inmundo, que exclamó en voz alta: "Déjanos; ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios". Jesús le reprendió, diciendo: "Cállate, y sal de él". Y el espíritu derribó al hombre, y salió de él sin hacerle daño. Todos quedaron maravillados, porque con autoridad y poder mandaba a los espíritus inmundos, y salían. Y la fama de Jesús se difundía por todos los lugares. (4:31-37)

Entonces Jesús salió de la sinagoga, y se fue hasta la casa de Pedro, y encontró que la suegra del discípulo estaba enferma. Jesús se inclinó hacia ella, y reprendió a la fiebre y la fiebre la dejó. Así que se levantó sana, y comenzó a servirles. Al ponerse el sol, le trajeron muchos enfermos a los cuales sanaba, poniendo sus manos sobre ellos. También expulsó demonios de muchos, y salían diciendo: "Tú eres el Hijo de Dios", pero Él los reprendía, y no les dejaba hablar, porque sabían que Él era el Mesías. (4:38-41)

* ¿Por qué Jesús no permitía a nadie revelar que Él era el Ungido de Dios? Probablemente, porque no había llegado la hora de que así fuera; además, aunque los espíritus inmundos no entendían lo que el Hijo de Dios había venido a hacer; su único interés era entorpecer su ministerio, pero quizás el motivo más importante, es que saber que  Jesús es el Cristo es una revelación que el Espíritu Santo da por gracia al corazón del creyente. En el mundo espiritual, todos saben quién es Jesús, pero en el terrenal, tal revelación viene por fe, y la fe, por oír la Palabra. Cuando Pedro declaró que Jesús era el Hijo de Dios, el Señor lo bendijo, diciendo: "Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos" (Mt 16:17). Luego Jesús lo llamó la piedra sobre la cual su iglesia se levantaría, no porque él fuera el cimiento, porque no hay otro cimiento que Jesús, sino porque Simón Pedro fue el primero de millones en recibir tal revelación del Espíritu Santo, y la iglesia se edifica con piedras escogidas, que son los que, como Pedro, confiesan que Jesús es el Hijo de Dios, pues, todo aquel que crea y confiese a Jesús como Señor tiene entrada a la Jerusalén celestial, y gozará de vida eterna, ya que la muerte no tiene potestad sobre los nacidos de Dios.

Cuando se hizo de día, Jesús salió y se fue a un lugar desierto, pero la gente lo buscaba, y le pedía que no se fuera, mas él contestaba: "Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado", y continuó con su predicación en todas las sinagogas de la región de Galilea. (4:42-44) 


PESCADOR DE HOMBRES

Mientras Jesús predicaba la palabra junto al lago de Genesaret, se reunió en torno a Él una gran multitud. En la playa había dos barcas, cuyos pescadores habían descendido para lavar sus redes. Subiendo Jesús a la barca de Simón, le pidió que la alejara un poco de la playa, para dirigirse a la gente desde allí. Al terminar de enseñar, dijo a Simón que remara mar adentro para echar sus redes y pescar, a lo que Simón contestó: "Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red". Hicieron tal como Jesús les dijo, y sus redes comenzaron a llenarse de peces hasta casi romperse, por lo que necesitaron pedir ayuda a los de la otra barca. Tantos peces había que las barcas casi se hundían. Viendo el milagro, Pedro se postró ante Jesús, diciendo: "Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador". Tanto Simón como sus compañeros, y los hermanos Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban allí, se llenaron de temor ante lo que sus ojos veían.  Pero Jesús dijo a Simón: "No temas; desde ahora serás pescador de hombres". Cuando trajeron a tierra las barcas, dejaron todo para seguir a Jesús. (5:1-11)

*Éste es un texto tan rico, que hay que desmenuzarlo para descubrir cuánto esconde: 

Simón dijo que habían trabajado toda la noche, sin pescar nada. Antes de Jesús, la humanidad estaba sumida en las tinieblas, por tanto, por más que se esforzara, sus obras eran infructuosas, y la muerte seguía siendo el único destino para la creación caída. Pero Jesús, la luz del mundo, vino para rescatarnos de las tinieblas, llevarnos a su reino de luz, y darnos vida eterna. La pesca milagrosa no sólo se estaba produciendo en las redes de estos pescadores, sino que la tierra misma iba a comenzar a proveer para las redes del reino celestial, porque de la Luz comenzaron a asomar las primicias: hijos e hijas que nacieron, no de voluntad humana, sino del Espíritu Santo por la fe

- Una interpretación a la expresión "en tu palabra echaré la red" podría ser: "porque creo en tu palabra, obedeceré". Lo primero que debemos recordar es que Jesús es el Logos, la Palabra de Dios encarnada. Él es el reflejo de la gloria de Dios encarnada, y Él sustenta todas las cosas por la palabra de su poder, dice el autor de la carta a los Hebreos. Por tanto, echar la red en la palabra que Jesús habló es estar dispuesto a someterse a su perfecta voluntad, que es la perfecta voluntad del Padre, expresada en las Escrituras, porque sabemos que el Señor sólo tiene planes de bien para nosotros, para darnos un futuro de esperanza. 

Otro significado que podemos darle - que no anula, sino que enriquece aún más lo dicho en el párrafo anterior- tiene que ver con el trabajo, y se refiere en forma especial a Pedro, (pero aplica a todo seguidor de Jesús), quien, al decir que iba a echar la red, (su herramienta de trabajo), en la palabra de Jesús, sin saberlo, estaba anunciando que, a partir de ese encuentro con Cristo, se consagraría a servir al Señor.

Ni Pedro, ni ninguno de los que con él estaban, iban a seguir siendo los mismos pescadores; a partir de ese momento, se iban a convertir en pescadores de hombres. Los peces ya no serían los extraídos del mar de Galilea, sino un incontable número de hombres y mujeres que, por las siguientes generaciones, (y hasta que el Señor vuelva), iban a comenzar a llenar las redes del reino, tras recibir la Verdad que transforma vidas para la eternidad. La red está echada, y la luz está llamando. Sólo hay que buscarla mientras puede ser hallada.

- Los pescadores dejaron todo, y "le siguieron". Jesucristo es el primero de millones de hermanos en resucitar para vida eternaCuando Jesús vino al mundo, lo hizo como un ser humano, de carne y sangre, pero sin pecado. Antes de ser exaltado por Dios, el segundo Adán, es decir, Jesús, debía ser probado; primero, siendo sometido a tentaciones, según su naturaleza humana, y después a padecimientos, como el menosprecio, el sufrimiento en la carne, y una horrenda muerte, no sólo porque era dolorosa, sino porque era indigna. Pero Él resistió todas las pruebas, porque no tenía su propia vida en mayor estima que aquello para lo cual el Padre lo había enviado: dar su impecable vida como propiciación por los pecados del mundo, para que el que en Él cree tenga vida eterna. Humanamente hablando, Jesús se angustiaba de pensar lo que debía padecer, pero no echó pie atrás. Consecuentemente, habiendo cumplido cabalmente su misión, Dios lo glorificó resucitándolo de los muertos, y ascendió a los cielos, y ahora está sentado a la diestra de la Majestad en las alturas. Él fue el primer hombre en dejarlo todo para entrar a la gloria de Dios, y por su obediencia, ahora puede arrastrar con Él a todo el que cree. El llamado que se nos hace es a abandonar todo, (es decir, que nada ocupe un lugar más preponderante que Dios en nuestras vidas) para seguir a Cristo, no sólo como nuestro Señor, sino haciendo lo que el Hijo del Hombre hizo, tomando nuestra propia cruz para morir a nuestra vida terrenal en ella, y renacer a la vida espiritual.


ÉL SANA NUESTRAS ENFERMEDADES 

Un día, estando en una de las ciudades, se acercó a Jesús un hombre lleno de lepra, quien se postró ante Él, diciendo: "Señor, si quieres, puedes limpiarme". Y Jesús, extendiendo su mano, lo tocó, y le dijo: "Quiero; sé limpio", y al instante su lepra desapareció. Jesús le dijo que no lo contara a nadie, sino que fuera hasta el sacerdote, llevando la ofrenda por su purificación. Pero la fama de Jesús seguía creciendo, y mucha gente se acercaba para oírle, y para que les sanase de sus enfermedades, pero Él se apartaba a lugares desiertos, y oraba. (5:12-16) 

* La lepra representa el pecado en la humanidad, que heredamos de Adán. El hombre de este relato estaba cubierto de lepra, pero creyó que Jesús lo podía limpiar si ésa era su voluntad. El Señor, no sólo confirmó que estaba dispuesto a limpiarlo, sino que lo tocó con su mano, lo que nadie se hubiese atrevido a hacer, por la contagiosidad y lo desagradable que la lepra es a la vista y al olfato.

Jesús salió de Dios, para cumplir la voluntad de su Padre, y limpiarnos de la lepra inmunda que nos invade desde nuestra concepción, y así reconciliarnos con Dios, y darnos nueva vida. Él aún sigue con sus brazos abiertos, acogiendo a todo el que, como este leproso, viene humillado para recibir sanidad.

En una ocasión en que Jesús enseñaba, se encontraban presentes fariseos y doctores de la ley, venidos de todos los lugares para ver y oír a Jesús; y el Señor estaba lleno de poder para sanar. Y aconteció que unos hombres intentaban llevar hasta Jesús un paralítico, pero, por causa de la multitud, se les hizo imposible pasar; entonces subieron sobre la casa, y por el tejado lo bajaron en su lecho, logrando ponerlo en medio, delante de Jesús. Al ver la fe de ellos, el Señor dijo al paralítico: "Hombre, tus pecados te son perdonados". Al oír a Jesús perdonar pecados, los  fariseos y escribas comenzaron a preguntarse entre ellos "¿Quién es este que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?". Sabiendo Jesús lo que comentaban, les dijo: "¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados" y, dirigiéndose al paralítico, le dijo: "A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa", y el paralítico se levantó, y se fue alabando a Dios. (5:17-26)

* La iglesia es el cuerpo de Cristo, el cual está formado por muchos miembros, cada uno con sus funciones particulares, según el don que cada creyente ha recibido, para que el cuerpo funcione y crezca de manera armónica. Hay miembros que parecen más destacados, y otros que aparentan ser más débiles, pero todos son importantes para que el cuerpo se mantenga sano. En esta escena se nos presenta a un grupo de personas que se unieron para traer a Jesús un lisiado, porque confiaban que el Señor lo sanaría. Al ver la fe de ellos, dice Lucas, Jesús sanó al enfermo.  

La oración eficaz del justo es muy poderosa, dice Santiago en su epístola, por lo cual, si vemos a alguien que parece incorregible, que escoge andar por veredas torcidas, oremos por él constantemente, y no perdamos la oportunidad de llevarle hacia Jesús. A veces, la percepción que tenemos sobre ciertas personas nos impide actuar a favor de ellos, sin embargo, no debemos desechar a nadie que a nuestros ojos ya esté perdido, porque para Dios nada es imposible.  El Señor hablará a su corazón, y si esa perniquebrada es una de sus ovejas, con toda seguridad, oirá su voz, y será sanada, y traída al redil

** Los fariseos y escribas se resistían a la idea de que Jesús, ese hombre humilde, hijo del carpintero, anduviera perdonando pecados, y sanando gente, pero Dios, en su soberanía, dispuso que en Cristo, el Logos encarnado, nuestros pecados fueran perdonados, y fuéramos sanados de todos los males que nos impedían vivir sabiamente. Él fue enviado para abrir nuestro entendimiento, y para que pudiéramos ver, oír, hablar, y caminar correctamente, pues sólo estando en Él dejaremos de tropezar, y de dar palos de ciegos, hablando vanidades, improvisando en todo, como hace el mundo, que corre tras sus propias visiones, y  socava los fundamentos de la vida, dictando leyes contra la Verdad eterna

 

LOS QUE NECESITAN SER SANADOS

Cuando salió de allí, vio a un publicano sentado en el banco de los tributos públicos, y le dijo: "sígueme", y el publicano lo siguió, dejando todo. Leví era su nombre (a quien conocemos con el nombre de Mateo, escritor del evangelio del mismo nombre). Leví ofreció un banquete, al cual asistían otros publicanos y gente considerada de mala reputación. Entonces los escribas y fariseos murmuraban en contra de los discípulos, diciendo: "¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores?", a lo que Jesús respondió: "Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento." (5:27-32) 

* Jesús es el Médico que todo hombre necesita para sanar la lepra que pudre su corazón. El arrepentimiento es la medicina que el Doctor Celestial prescribe una vez que nos diagnostica de todos nuestros males. El que no toma la medicina, seguirá sufriendo las consecuencias de su enfermedad, pero el que sigue el tratamiento prescrito, con toda seguridad, será salvo.

** Como dijimos anteriormente, no debemos desechar a nadie que a nuestros ojos sea un pecador empedernido, porque, así como sólo el Alfarero sabe qué forma dará al barro según sus propósitos, sólo el Señor sabe cuál será el destino de cada persona. Nosotros, en vez de juzgar, más bien, debemos considerar a cada persona extraviada el campo misionero donde sembrar la semilla del Evangelio, porque el crecimiento no depende de nosotros, sino del Señor.


Los líderes judíos también preguntaron a Jesús: "¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, y asimismo los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben?", a lo que Jesús contestó: "¿Acaso los invitados de una boda ayunan mientras festejan con el novio? Por supuesto que no; pero un día el novio será llevado, y entonces sí ayunarán" (NTV). Luego, les habló en parábolas, diciendo que no se pone remiendo de tela nueva en un vestido viejo, porque el tejido nuevo tira del viejo y lo rompe. Asimismo, nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo reventaría el cuero viejo, y se perdería el vino junto con los odres, en cambio, si se pone vino nuevo en odres nuevos ambos se conservarán. Nadie que prueba vino añejo quiere el vino nuevo, porque dicen que el añejo sabe mejor. (5:33-39) 

* Jesús es el novio, y la iglesia es la prometida. Jesús estaba reunido con algunos de los escogidos que iban a ser fundadores de la iglesia, la cual no se iba a edificar con piedras ya pulidas, sino con materia prima que debía ser sometida a tratamiento antes de ser usada. Muchos de los invitados a las bodas estaban con el novio; por tanto, no era tiempo de ayunar. Sin embargo, el novio no estaría para siempre entre ellos; iba a ser arrebatado, y sólo entonces los invitados a las bodas iban a comenzar el ayuno. El novio regresará por su novia, pero mientras espera, la prometida permanece ayunando, para presentarse gloriosa, radiante al momento de celebrar las bodas del Cordero.

** Lo nuevo y lo viejo. Jesús es el fin de la ley, es decir, al encontrarse presente el Hijo de la promesa hecha a Abraham, se daba por cumplido el objetivo por el cual se había dado la ley. Se acercaba el tiempo de poner en vigencia el nuevo pacto, anunciado por Jeremías, que Jesús estaba por refrendar con su sangre. Él sabía que estos religiosos de la ley no aceptarían de buena gana lo que estaba por suceder, porque en ellos, el nuevo pacto tendría el mismo efecto que tiene el haber probado vino añejo antes de uno nuevo; lo iban a rechazar, y seguirían aferrados a la ley. 

El nuevo pacto es superior al antiguo, no sólo porque fue instituido con la sangre del Hijo de Dios, (a diferencia de la ley, que se instituyó con la sangre de animales), sino porque es menos gravoso que el anterior: no exige obras, sino sólo fe. Demasiado simple como para ser cierto, deben haber pensado los judíos. Lamentablemente, muchos religiosos de este tiempo siguen sin creer que basta creer y arrepentirse para ser salvos, y continúan enseñando que hay que hacer obras para ser salvos. Lo que no entienden, es que las obras piadosas son la consecuencia y no la causa de haber sido salvo por fe, porque la nueva criatura que surge del bautismo comienza, milagrosamente, a hacer buenas obras (lo que antes era imposible para cualquier persona en sus propias fuerzas), y esto es, porque ahora cuenta con el Ayudador, el Espíritu Santo, quien toma las riendas de las vidas de los hijos, y comienza, Él mismo, a producir en el renacido el querer como el hacer, y a inquietarlo cada vez que está desviándose del camino.


(Continuar en Estudio Lucas - Parte III - [En construcción]

 

 

 

 


 

 







sábado, 29 de enero de 2022

El Hijo de Dios Nace de Una Hija de Hombre - Estudio de Lucas I (Lc 1 - 4:1-13)

(Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos que se están estudiando (identificados al pie de cada párrafo, versión RVR60); los textos en cursiva son los comentarios que surgen respecto de esos textos. Para ir al respaldo bíblico y/o de apoyo, hacer click en los enlaces.)



DATOS GENERALES



Título del Libro: LUCAS (Lc)
N° de Capítulos: 24
Autor : Lucas, discípulo del Apóstol Pablo.
Fecha: Alrededor del 60 d.C.
Clasificación: Nuevo Testamento. Tercer libro de los conocidos como "los evangelios". (Los otros son los libros de Mateo, Marcos y Juan).
Tema: Ministerio del Hijo del Hombre.



INTRODUCCIÓN


El Evangelio según san Lucas es uno de los tres libros del Nuevo Testamento que se conocen como "evangelios sinópticos", porque siguen una esquema similar (los otros dos son Mateo y Marcos).

Aunque el texto original no tiene firma, ni la identificación del escritor, la tradición dice que fue Lucas, un médico gentil (no judío), procedente de Antioquía, quien acompañó al Apóstol Pablo durante gran parte de su ministerio.

El Evangelio según san Lucas es el primero de dos tratados escritos por el mismo autor (inspirado por el Espíritu Santo, por cierto), pues, consta que el libro de los Hechos es la continuación de este primer escrito, ambos dirigidos a un mismo destinatario, que el autor identifica como Teófilo.

Sin duda, la disciplina adquirida durante su formación como médico es la que llevó a Lucas a hacer una exhaustiva investigación, recurriendo a diversas fuentes, consultando con testigos confiables, entre ellos, sin dudas, su maestro el Apóstol Pablo, para poder exponer de manera comprensible los eventos que, por esos días, comenzaban a revolucionar el pensamiento religioso en palestina, y que se propagaría después al mundo entero. Su diligente esfuerzo le permitió no sólo exponer de forma ordenada los eventos conocidos sobre la vida de Jesús, sino, además, enterarse y poder relatar, con detalle, hechos que sólo encontramos en este evangelio.




ESTUDIO



LOS HECHOS EN ORDEN


Lucas explica a Teófilo, a quien escribe, que, dado que muchos habían comenzado a compilar un relato de los hechos que habían sucedido hacía poco tiempo, de lo cual no cabía duda de que eran acontecimientos reales, él mismo se propuso investigar con diligencia, a fin de exponer en orden lo ocurrido desde el origen, tal como lo contaron quienes desde un principio lo vieron con sus propios ojos, y sirvieron a la Palabra, de modo que Teófilo pudiera conocer con exactitud la verdad de todo aquello en que estaba siendo instruido. (1:1-4

* Es posible que Teófilo haya sido alguien que estaba siendo enseñado en el evangelio, sin embargo, parece más probable que este tratado haya sido pensado no para una persona en particular, sino para todos los que están iniciando su vida en el evangelio, pues "Teófilo", no sólo es un nombre propio, sino también una palabra compuesta, de origen griego, que significa "amigo de Dios", que también puede traducirse como "amado por Dios", o "el que ama a Dios". 


EL PRECURSOR DEL MESIAS

Lucas inicia su evangelio, remontándose a la época en que Herodes el Grande era rey de Judea. Había entonces un sacerdote llamado Zacarías, casado con una mujer de nombre Elisabet, descendientes de Leví. Eran una pareja de edad avanzada, justos ante Dios, que no habían tenido hijos, porque ella era estéril. Un día en que Zacarías entró al santuario para ofrecer incienso, en su papel como sacerdote, según le había correspondido por sorteo, y mientras la multitud oraba en el exterior, sucedió que se le apareció el ángel Gabriel, parado a la derecha del altar del incienso. Zacarías se turbó, pero el ángel del Señor le dijo: "Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan". Agregó: "será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre". También dijo que él "hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto". Zacarías reaccionó con incredulidad ante el anuncio del ángel, por lo cual, éste lo sentenció a permanecer mudo hasta que todo lo anunciado se cumpliera. Todos los que esperaban afuera, al ver a Zacarías imposibilitado de hablar, comprendieron que había tenido una visión. El anuncio se hizo realidad, y Elisabet concibió. Por cinco meses, se recluyó en casa, agradecida de que el Señor hubiera quitado su vergüenza por no poder tener hijos. (1:5-25)

* El nombre Juan, Yôḥānnān en hebreo, significa "hombre fiel a Dios". Probablemente, se le dio ese nombre, porque Juan fue consagrado a Dios desde su fecundación, de la forma en que los nazareos eran apartados para servir a Jehová, para lo cual debía abstenerse de vino y sidra, de acuerdo a lo que mandaba la ley. Jesús dijo "que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista" (Lc 7:28). Juan era aquél de quien habló Jehová por medio del profeta Malaquías diciendo: "He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí" (Mal 3:1). Nótese que dice "delante de mí", lo que confirma que Jesús era Dios con nosotros; Jehová estaba en Jesús a fin de reconciliar consigo al mundo.

También fue Malaquías quien profetizó: "He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición". (Mal 4:5-6). Los judíos esperaban que el profeta Elías se manifestara en cuerpo presente ante ellos, antes de la venida del Mesías, sin embargo, la profecía se refería a Juan Bautistael cual fue el precursor de Jesús, el Hijo de Dios, quien sería movido por el mismo espíritu de Elías, quien hizo que los hijos de Israel, que se habían hecho idólatras, se volvieran a Jehová, y reconocieran que fuera de Él no hay Dios.


EL ANUNCIO DEL NACIMIENTO DEL MESÍAS

Al sexto mes de embarazo de Elisabet, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, para hablar a una virgen de nombre María, comprometida con un varón de la casa de David, llamado José. Al llegar el ángel la saludó, diciendo: "¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres". Al ver la turbación de María, el ángel le dijo que no temiera, pues ella había hallado gracia delante de Dios, y agregó: "concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin". María preguntó cómo sería eso posible, pues, ella no había conocido varón. El ángel respondió: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios". También le informó que su parienta Elisabet, a la que llamaban estéril, tenía un embarazo de seis meses, porque nada hay imposible para Dios. Entonces María respondió: "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra". Luego el ángel se marchó. (1:26-38)

* El nombre Jesús en hebreo es "Yahoshúa", que significa "Jehová salva". El diminutivo es  "Yahshúa", que fue traducido al griego "Isóus", lo que derivó en "Jesús" al traducirlo al español, sin embargo, existe la polémica de si no es una transgresión haberlo traducido del hebreo, dada la connotación espiritual que la palabra en el idioma original tiene: "Yahweh es liberación", significado que se pierde en otros idiomas. Con todo, aunque muchos tienen por nombre Jesús, uno solo es Jesucristo.


El Encuentro de María y Elisabet

Vino María hasta la ciudad de Judá, a  casa de Zacarías. Cuando Elisabet oyó el saludo de María, la criatura en su vientre saltó, y ella fue llena del Espíritu Santo, y dijo: "Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor". Y María respondió: "Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, y su misericordia es de generación en generación a los que le temen. Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos. Socorrió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia de la cual habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para siempre". María permaneció en casa de Elisabet por tres meses, y después volvió a su casa. (1:39-56)

* María fue escogida probablemente por su humildad. Ella reconocía que sería la madre del Hijo de Dios, lo que le valdría que todos la llamaran "bienaventurada", por las maravillas que el Todopoderoso estaba haciendo en ella. Por esa misma razón, es muy probable que ella no estaría de acuerdo con la exaltación que se hace de su imagen en estos tiempos, casi como haciéndola competir con Aquél que había sido enviado por Dios para salvar a la humanidad, y usan su nombre como si también fuera intercesora por los hombres ante Dios, cuando las mismas Escrituras hacen ver que sólo hay un intermediario entre Dios y los hombres, y su nombre es Jesucristo. De hecho, María misma reconoce que ella necesitaba, igual que todos nosotros, de un Salvador, al decir "mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador", porque ella era una descendiente de Adán, también heredera de su pecado, por tanto, condenada a la muerte eternaCualquier otra enseñanza, ya sea, de María intercesora, o ascendiendo al cielo en cuerpo y alma, no es bíblica, consecuentemente, es una herejía. María, la madre del Hijo de Dios (es un error llamarla madre de Dios) descansa en paz, y será resucitada para vida eterna, junto al resto de los que hayan muerto en Cristo, cuando el Señor venga a rescatar su iglesia antes del derramamiento de las copas de la ira de Jehová.

 

EL NACIMIENTO DE JUAN BAUTISTA

Llegó el momento en que Elisabet dio a luz, y todos se regocijaron, pues, reconocían que grande era la misericordia del Señor para con ella. Cuando llegó el octavo día, para circuncidar al bebé,  todos pensaron que se llamaría Zacarías como su padre, pero la madre dijo: "se llamará Juan", lo que causó la extrañeza de todos, pues, no había otro con ese nombre en toda la parentela. Entonces Zacarías confirmó, escribiendo en su tablilla: "Juan es su nombre". Al instante, recuperó el habla, y comenzó a bendecir a Dios. Lo acontecido provocó gran admiración y temor de los asistentes, y la noticia corrió por toda Judea, y la gente se preguntaba: "¿Quién, pues, será este niño?", y la mano del Señor estaba con él. (1:57-66)

* Todo lo que hemos visto hasta ahora del capítulo 1 de este evangelio, es fruto de la exhaustiva investigación llevada a cabo por Lucas. Podemos fácilmente imaginar al discípulo entrevistando a todos los que, no sólo habían compartido con Jesús durante su vida terrenal, sino a aquéllos que fueron testigos oculares de los eventos acontecidos antes del nacimiento del Mesías, y durante su niñez. Personalmente, creo que María fue una de las entrevistadas por Lucas, pues este evangelio es el único que da detalles sobre conversaciones que fueron privadas; como, por ejemplo, el diálogo entre el ángel Gabriel y Zacarías, de lo cual, sin dudas, María se enteró durante su permanencia con Elisabet; o los detalles de lo que el ángel Gabriel dijo a la misma María; o el diálogo entre Elisabet y María, cuando se encontraron por primera vez, después del anuncio. Es claro que todo lo escrito en este evangelio fue inspirado por el Espíritu Santo, pues, "toda la Escritura es inspirada por Dios" (2 Tim 3:16), pero, sin dudas, Dios guio los pasos de Lucas para escoger a los testigos correctos. 

Las Escrituras no especifican si María se quedó con Elisabet hasta después del nacimiento de Juan, lo que es probable, ya que regresó a su casa tres meses después, es decir, cuando Elisabet había cumplido los nueve meses de embarazo. Por tanto, tal vez María fue testigo de lo ocurrido durante la ceremonia de circuncisión de Juan también.

Entonces, Zacarías, lleno del Espíritu Santo, comenzó a profetizar: "Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, y nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo, como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio; salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron; para hacer misericordia con nuestros padres, y acordarse de su santo pacto; del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, que nos había de conceder que, librados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días". (1:67-75)

* Estas primeras palabras hablan del Mesías que estaba por nacer, dando cumplimiento a las promesas hechas a Abraham, a quien le dijo que en su simiente, es decir, en Jesús, serían benditas todas las naciones, y a las profecías que anunciaban al salvador del mundo, quien nos libraría de los enemigos de nuestras almas que nos tenían cautivos y condenados.

"Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados, por la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó desde lo alto la aurora, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por camino de paz". Y el niño crecía y se fortalecía espiritualmente, y anduvo por el desierto, hasta el día de su manifestación a Israel. (1:76-80)

*Cuando los sacerdotes y levitas preguntaron a Juan si él era el Mesías, éste respondió que no, y aclaró: "Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías" (Jn 1:23). La venida de Juan, para preparar los caminos al Señor, haciendo volver a los judíos de sus malos caminos, de modo que estuvieran preparados para recibir a su Mesías, fue anunciada por Malaquías e Isaías.

 

EL NACIMIENTO DE JESÚS


Por ese tiempo, se promulgó un edicto de parte de Augusto César, emperador romano, de que todos fueran censados, para lo cual, los que estaban lejos de su familia de origen, debían volver a sus ciudades para ser empadronados. Siendo José de la casa de David, tomó a su mujer María, que estaban encinta, y viajó de Nazareth a Belén de Judea, la ciudad de David. Estando en Belén, llegó el tiempo en que María daría a luz. Debido a que no había alojamiento disponible, el niño nació en una pesebrera. (2:1-7)

* La fecha de nacimiento de Jesús no está claramente definida. Sin embargo, no habría sido el 25 de diciembre, como dice la tradición. Los estudiosos señalan que Jesús nació entre los meses de septiembre y octubre, en tiempo de la celebración de la fiesta de los tabernáculos, lo que habría motivado que no hubiera alojamiento disponible en la ciudad de David.
 
** Según los datos históricos que se registran, el censo que menciona Lucas se habría llevado a cabo antes del inicio de la era cristiana. Sin embargo, no se trata de un error de Lucas, quien sólo pretende contextualizar el hecho de que José y María, que vivían en Galilea de Nazaret, se encontraban en Belén, (que queda a más de 100 km. de distancia), cuando llegó la fecha de alumbramiento, lo que llevó al cumplimiento de la profecía hecha por Miqueas, de que el Mesías iba a nacer en esa pequeña aldeaLa aparente inconsistencia de fechas, como expusimos al hacer el estudio del evangelio según san Mateo, se produjo por un error de Dionisio el Exiguo, el monje al que se le encomendó la tarea de tomar la fecha de nacimiento de Jesús como el acontecimiento de mayor importancia, a partir del cual la historia debía dividirse en antes y después. Al fijar la fecha, el monje se equivocó en unos cuantos años, lo que lleva a concluir, erradamente, que Jesús nació cuando Herodes el Grande, el rey que mandó matar a los bebés de Belén y sus alrededores, para terminar con la vida del recién nacido rey de los judíos, llevaba cuatro años muerto. Lo concreto es que se estima que Jesús nació entre los años 4 y 7 antes de la era cristiana. De hecho, todos los eventos relacionados con el anuncio, nacimiento y circuncisión de Juan y de Jesús son hechos ocurridos antes de lo que conocemos como la era cristiana; lo que se confirma con las palabras de Lucas, que inicia su relato diciendo: "Hubo en los días de Herodes, rey de Judea...", refiriéndose a Herodes el Grande, quien gobernó en la región desde el 37 a.C. al 4 a.C, año en que murió. (Lucas se preocupa de complementar su relato con datos históricos, que pueden fácilmente corroborarse en libros de Historia, lo que nos permite saber exactamente cuándo ocurrieron varios de los eventos sobre la vida de Jesús contenidos en la Biblia, y también desechar información que la tradición nos ha hecho creer que son verdaderos, como, por ejemplo, la edad que tenía Jesús cuando fue crucificado).
  

Dios Cumple su Promesa y Envía al Salvador

Dentro de la región, había unos pastores que guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño, y se les presentó un ángel del Señor, y los rodeó la gloria de Dios. El ángel les dijo que no temieran, pues, traía nuevas de gran gozo para todo el pueblo: "os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor", y agregó que reconocerían al bebé, pues, lo hallarían en un pesebre, envuelto en pañales. Repentinamente, apareció con el ángel una multitud de huestes celestiales que alababan a Dios, diciendo: "¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!". Una vez que los ángeles volvieron al cielo, los pastores decidieron ir hasta Belén, donde hallaron a José, María y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron la visión que habían tenido, y todos los que oían se maravillaban de lo que los pastores decían. María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se retiraron maravillados, alabando a Dios, tras haber constatado con sus propios ojos todo lo que se les había dicho. (2:8-20)

* Hace poco tiempo leí que el hecho de que Jesús fuera puesto en un pesebre, envuelto en pañales, era una forma de señalar que aquel pequeño bebé estaba destinado a convertirse en el Cordero sin manchas que iba a ser sacrificado para expiación de nuestro pecado. Decía el texto que era costumbre de los judíos de antaño que, cada vez que nacía un corderito perfecto, sin manchas, era inmediatamente apartado para estas ceremonias de purificación, que periódicamente se realizaban en el templo, y se le envolvía cuidadosamente en paños, y se le ponía en una pesebrera, para evitar que sufriera cualquier daño que imposibilitara usarlo como sacrificio. Quizás por eso, la señal dada a los pastores era que hallarían al Salvador en un pesebre, envuelto en pañales; porque ¿quién más que un pastor judío podía comprender lo que eso significaba?

** Lucas expresa que María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Como ya dijimos, es muy probable que la madre de Jesús haya sido uno de los testigos más cercanos al Señor, entrevistados por Lucas. Ningún otro, sino la madre del pequeño rey, o alguien muy cercano a la familia del Redentor, podía dar detalles sobre la visita de los pastores al lugar de nacimiento, o de su relato sobre la visión del ángel que les anunció el nacimiento del Mesías, o de las huestes de seres celestiales que alaban a Dios por haber tenido misericordia para con los hombres... O sobre los hechos que siguen a continuación:


LOS PRIMEROS AÑOS DEL REDENTOR 

Cumpliendo con la ley, el niño fue circuncidado al octavo día de nacido, y lo llamaron Jesús, conforme a lo dicho por el ángel Gabriel. Asimismo, cuando llegó el día de purificación, José y María llevaron a Jesús al templo para presentarlo al Señor, conforme a la ley, que mandaba que todo varón primogénito debía ser consagrado a Jehová. En la oportunidad, ellos ofrecieron un par de tórtolas (o dos palominos) para hacer expiación. (2:21-24)

* La situación económica de José y María no era de riqueza, lo cual se puede desprender del hecho de que ofrecieron un par de tórtolas (o palominos), que era la alternativa que la ley permitía a las personas que no tuvieran recursos suficientes como para ofrecer un cordero.

Se encontraba en el templo, un varón llamado Simeón, que había sido guiado por el Espíritu hasta allí, pues, le había revelado que no moriría sin antes ver al Ungido que iba a consolar a Israel. Cuando vio al niño Jesús, lo tomó en brazos, y bendijo a Dios, diciendo: "Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel". Ante el asombro de José y María por las cosas que se decían del niño, Simeón los bendijo, y dirigiéndose a la madre, continuó diciendo: "éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones". (2:25-35)

* Jesús fue enviado para dar esperanza a Israel, llamando a las ovejas que se habían descarriado, y para dar luz a los ojos de los gentiles, para que también pudieran ver la salvación que Jehová había preparado para todos los escogidos. Pero Jesús no sólo vino a traer salvación, también fue puesto como piedra de tropiezo para sacar a la luz lo que había en los corazones de muchos, que por fuera parecían perfectos, pero que estaban llenos de tinieblas.

** ¿Qué espada sería aquélla que traspasaría aun el alma de María? Muchos estudiosos han concluido que Simeón, probablemente, se refería a los padecimientos de Jesús, que culminaron con su crucifixión, de lo cual María fue testigo ocular. De hecho, así como los discípulos no entendieron hasta el final en qué consistía la salvación que traía Jesús, tal vez María nunca pensó que su hijo debía padecer hasta morir para redimir. A pesar de que la forma en que el Mesías terminó su vida terrenal estaba escrito en las profecías, un velo cubría ese misterio, el cual fue quitado después que los hechos fueron consumados, y revelado a los apóstoles para conocimiento del mundo entero.

Aun cuando la interpretación anterior tiene mucho sentido, no debemos perder de vista lo que Simeón continúa diciendo: "... para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones". La Bíblia se interpreta a sí misma, por lo que, para discernir el significado de la espada que iba a traspasar el alma de María, sugiero que vayamos a la epístola escrita a los Hebreos, donde leemos: "... la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta" (He 4:12-13). Si bien es cierto, en el griego las palabras que se traducen como espada son distintas en ambos textos, el significado de los dichos de Simeón y de lo escrito a los hebreos es el mismo: se trata de un instrumento cortante usado para traspasar cualquier barrera, hasta llegar a lo más profundo del ser, y extraer aquello que permanecía oculto. 

María había sido escogida por Dios para anidar en su vientre al Salvador del mundo, pero ese privilegio no la eximía de que su alma, al igual que la de todos los vivientes, debía quedar expuesta, por medio de Aquél que entonces sólo era un pequeño niño que cargaba en sus brazos, pero que era nada menos que el Logos de Dios encarnado. 

La fe, dice la Biblia, viene por exponerse a la Palabra de Dios (Ro 10:17), es decir, el instrumento usado por Dios para abrir nuestros ojos y oídos espirituales es su Palabra (la espada cortante). María, la madre de Jesús, igual que todos los seres humanos, necesitaba que el Ungido de Dios, el Logos encarnado, le hiciera ver su pecado, y la necesidad que tenía de ser salvada por Él, pues, aunque ella lo llamaba "mi hijo", Jesús era esencialmente el enviado de Dios para salvar al mundo.

También estaba presente en esa hora en templo, Ana, una profetiza de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, que había enviudado hacía ochenta y siete años, y que no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día, con oración y ayuno. Ella daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén. Una vez que dieron cumplimiento a todo lo mandado por la ley, José, María y Jesús retornaron a Galilea en Nazaret, donde "el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él". (2:36-40)

Jesús a los Doce Años

Cada año, en la fiesta de la Pascua, José y María iban a Jerusalén. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron como de costumbre, y ocurrió que, terminada la fiesta, todos emprendieron el regreso a Galilea, creyendo que Jesús se encontraba en medio de los viajeros. Pero habiendo transcurrido un día, se dieron cuenta de que no había salido con ellos, así que se devolvieron a Jerusalén. Al tercer día, lo encontraron sentado en medio de los doctores de la ley, quienes se maravillaban de su inteligencia, y de lo que preguntaba y respondía. Su madre, al verlo, le llamó la atención por la angustia que les había hecho pasar, y el niño respondió: "¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?". José y María no comprendieron sus palabras, y lo llevaron con ellos a Nazaret, y Jesús se sujetaba a su autoridad. María guardaba todas estas cosas en su corazón. Así fue Jesús creciendo en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres. (2:41-52)

* Hasta aquí llega la única información que las Escrituras revelan sobre la niñez de Jesús. Como dijimos anteriormente, es muy probable, que estos detalles Lucas los haya obtenido de la propia madre del Salvador, pues, nuevamente, el autor comenta que María guardaba todas estas cosas en su corazón

** Podemos ver que, a los doce años, Jesús ya sabía que había salido de Dios;  pues, es claro que no se estaba refiriendo a José al decir: "en los negocios de mi Padre me es necesario estar". Además, es seguro que, desde niño, sus padres terrenales le habían transmitido las enseñanzas de la Torá, y, habiendo llegado a la edad en que, según la tradición judía, estaba por alcanzar la madurez (13 años), él comenzó a inmiscuirse en los negocios de su Padre, por lo cual, ahora se encontraba en medio de los eruditos de la ley, oyéndoles, y haciendo preguntas, para aprender de ellos, o quizás, midiendo cuánto entendían los doctores de la ley sobre las Escrituras. Con todo, aunque sabía que de Dios había salido, mientras crecía, no sólo en estatura, sino en sabiduría y gracia para con Dios y los hombres, él se sometía a la autoridad de aquéllos que Dios había señalado como responsables de su cuidado en la tierra.


INICIO DEL MINISTERIO DE JUAN BAUTISTA 

Cuando Tiberio César llevaba quince años como emperador de Roma; Poncio Pilato era gobernador de Judea; Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, y siendo sumo sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto, y comenzó a predicar, por toda la región contigua al Jordán, el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados, según estaba escrito en la profecía de Isaías, que dice: "Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas. Todo valle se rellenará, y se bajará todo monte y collado; los caminos torcidos serán enderezados, y los caminos ásperos allanados; y verá toda carne la salvación de Dios". La gente preguntaba a Juan qué debían hacer, y él les respondía que debían comenzar a dar frutos dignos de arrepentimiento, pues, si pensaban que su salvación estaba garantizada por ser descendientes de Abraham, lo cierto era que Dios podía levantar hijos a Abraham aun de las piedras. En consecuencia, ya que el hacha estaba lista para derribar todo árbol que no diera buen fruto, exhortaba a todos a hacer el bien, a preocuparse de los necesitados, y a compartir de lo que tenían. A unos publicanos que venían a bautizarse, los llamó a no cobrar más de lo debido; a unos soldados, a no extorsionar, ni calumniar, y a estar agradecidos con su remuneración.  (3:1-14)

* Tiberio César asumió en el año 14 d.C., por tanto, si Juan Bautista fue llamado por Dios a iniciar su ministerio quince años más tarde, esto habría ocurrido alrededor del año 29 d.C. 

** Ser descendiente de Abraham no es garantía de salvación, pues, la promesa que Jehová le hizo, de que en su simiente serían benditas todas las naciones, sólo está referida a la simiente de la cual nació su hijo Isaac, y cuya promesa se concretó en su descendiente Jesús. Además, no debemos olvidar que Abraham no sólo engendró a Ismael, el hijo que tuvo con la sierva de Sara, y a Isaac, el hijo de la promesa (padre de Jacob, quien fue después Israel), sino que, después que Sara murió, tuvo otra mujer, de nombre Cetura, con quien tuvo varios hijos. Tanto de Ismael, como de los hijos de Cetura salieron grandes pueblos, de los cuales no sabemos si algunos habrán vivido según la fe del patriarca, pero sí se sabe que muchos de ellos se volvieron politeístas. 

La gente estaba expectante sobre la venida del Mesías, y se preguntaba si Juan sería el Ungido, pero él aclaraba: "Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará".  (3:15-17)

* El bautismo de Juan consistía en hacer ver a los judíos su pecado, y llamarlos al arrepentimiento. De esa forma, Juan estaba preparando al pueblo de Israel para recibir a su Mesías, el cual bautizaría, ya no en agua, sino en Espíritu Santo y fuego. Si bien es cierto, el bautismo de Juan no era para salvación, el sumergirse en las aguas del río era una forma de dar testimonio público de que la persona que había oído el llamado, tenía una real aspiración de presentarse lavado, con una buena conciencia ante Dios

El bautismo en Espíritu Santo es el renacimiento del hombre que reconoce que Jesús es el enviado de Dios para redimir y, por la fe, lo recibe como Señor en su corazón, para que comience a enmendar sus caminos antes torcidos por el pecado. El fuego sería el fuego purificador, necesario para quitar las impurezas, y permitir que se manifieste la imagen y semejanza del creador en la criatura.

Juan anunciaba las buenas nuevas a Israel con todo tipo de exhortaciones. Entre aquellos a los que llamó al arrepentimiento, estaba Herodes el tetrarca, a quien, entre otros pecados, Juan le recriminaba el haber tomado a la mujer de su hermano Felipe como esposa. El rey añadió otra maldad a su larga lista: encarceló a Juan. (3:18-20)


El Bautismo del Hijo del Hombre

Un día en que Juan bautizaba en el Jordán, llegó Jesús. Mientras oraba, de pronto se abrió el cielo, y descendió el Espíritu Santo en forma de paloma sobre Él, y se oyó una voz desde el cielo, que le dijo: "Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia". (3:21-22) 

* Jehová estaba confirmando que Jesús era su Ungido, al que había enviado para traer justicia al mundo, conforme a la profecía de Isaías, que dice: "He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones" (Is 42:1). Jesús, habiéndose mantenido fiel a su Dios y Padre, fue lleno de su Espíritu Santo, para dar inicio a su ministerio terrenal. Pero antes iba a ser probado...


LA GENEALOGÍA DE JESUS SEGÚN LUCAS

En medio del relato sobre la unción y las pruebas de Jesús, Lucas inserta la genealogía del Hijo del Hombre; diciendo que, cuando inició su ministerio, Jesús tenía unos treinta años; que era hijo, "según se creía" de José, hijo de Elí. Y, haciendo un recorrido ascendente a través de las generaciones, señala que es descendiente de Natán, hijo de David, quien desciende de Judá, hijo de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abraham, y subiendo a través de las primeras generaciones, llega hasta Adán, a quien señala como "hijo de Dios". (3:23-38)

* Las genealogías presentadas por Mateo y Lucas tienen importantes diferencias. Mateo, al parecer, se centra en el árbol genealógico del cual procedía José, el padre adoptivo de Jesús, de quien el Hijo del Hombre hereda todos los derechos de primogenitura, como hijo mayor legalmente adoptado; en consecuencia, también el linaje de una larga lista de reyes que descendían de David a través de su hijo Salomón. Lucas, en cambio, estaría describiendo la genealogía de Jesús como hijo de María, descendiente de David, a través de su hijo Natán. 

Sin importar si las genealogías presentadas corresponden a José o María, en ambas se cumple la promesa de que el Mesías sería un descendiente de David. Sin embargo, lo que más llama la atención es que Mateo señala como el primero de la genealogía a Abraham, y Lucas, a Adán, hijo de Dios. 

Sabemos que el primer hombre fue Adán, y pecó, trayendo condenación a toda la humanidad, maldición que seguiría afectando a todos, si no fuera por la promesa que Jehová hizo a Abraham, de que en su simiente, es decir, Jesús, serían benditas todas las naciones.

Por tanto, mientras que la genealogía de Lucas se centra en Adán, el padre de los terrenales, que es lo primero, Mateo se centra en Abraham, el padre de la fe, porque por la fe nacen los espiritualesJesús es hijo de ambos, porque, aunque era igual a Dios, se despojó de su divinidad para nacer en carne y sangre, como aquéllos a los que venía a salvar, pero sin pecado. El Hijo de Dios se hizo siervo del Dios y Padre, a quien obedeció hasta la muerte, la cual no pudo retenerlo, y fue resucitado por el Espíritu Santo. Jesús es el primer ser humano en vencer al mundo, y ser glorificado, y ése es el destino de los hijos de la fe, que estamos siguiendo sus pasos, hasta que lleguemos a ser como Él.

** Lucas señala que Jesús "era como de treinta años" cuando inició su ministerio (nótese que no dice que tenía 30 años, sino alrededor de treinta). De acuerdo a lo que hemos estudiado, si Juan recibió el llamado a bautizar alrededor del año 29 d.C., y que hay un error al datar el año 1 d.C., como el nacimiento del Señor, podemos estimar que Jesús debe haber tenido unos 35 ó 36 años al iniciar su ministerio. La tradición dice que Jesús murió a los 33 años, información que no es bíblica. Es probable que se haya arribado a esa conclusión al interpretar erróneamente la estimación de Lucas de que "era como de treinta años", como una afirmación de que tenía treinta años, y tomar ese dato falso, y ponerlo junto a la información contenida en el evangelio de Juan, que registra la celebración de tres fiestas de pascua, o sea tres años, durante el ministerio terrenal de Jesús. Con todo, definitivamente, en ninguna parte de las Escrituras se afirma que Jesús tenía treinta años cuando comenzó a anunciar el evangelio, o que murió a los treinta y tres. Probablemente dio su vida antes de cumplir cuarenta.


SATANÁS TIENTA A JESÚS

Habiendo recibido el bautismo de Juan, Jesús, lleno del Espíritu Santo, es conducido por el Espíritu al desierto, donde permaneció cuarenta días y cuarenta noches sin probar alimento. Pasados esos días, sintió hambre, entonces vino Satanás para tentarlo, diciendo: "Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan", a lo que Jesús respondió: "Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios". Luego, el diablo lo llevó a un alto monte, y le mostró todos los reinos de la tierra, y le dijo: "A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos". Jesús le respondió: "Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás". Luego, el diablo lo llevó a Jerusalén, al pináculo del templo, y le dijo: "Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; porque escrito está: a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden; y, en las manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra". Entonces, Jesús le dijo: "Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios". Habiendo acabado  con toda tentación, el diablo se apartó de Jesús por un tiempo. (4:1-13)

* Jesús fue tentado en todo, como nosotros cada día, pero él no pecó, por eso, cuando llegó la hora de dar su vida, sabiendo que Satanás no tenía nada que cobrarle, confiaba en que su ofrenda iba a ser aceptada, y consecuentemente, sería resucitado y glorificado por Dios, y llevaría a multitudes a la gloria con Él.

** El conocimiento de la Palabra de Dios es un arma muy poderosa contra el enemigo. Jesús, ante toda tentación, citó las Escrituras, y el diablo, al no conseguir engañarlo, se fue. Satanás también es un hábil conocedor de las Escrituras, como podemos ver en las tentaciones, pero las usa a su favor, siempre pervirtiendo su sentido y significado. Jehová dijo: "Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento..." (Os 4:6). Por tanto, el llamado es a llenarse de la Palabra de Dios para tener argumentos que nos ayuden a resistir al tentador.



(Continuar estudio Lucas Segunda Parte)