viernes, 7 de febrero de 2020

La Intimidad con Dios - Estudio de MATEO III - (Mt 6)

(Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos estudiados (identificados al pie de cada párrafo); los textos en cursiva son los comentarios hechos por mí respecto de esos textos. Para ir al link de respaldo bíblico o de apoyo, hacer click en los enlaces.)


[Empezar en Mateo Primera Parte]



DIOS SIEMPRE ESTÁ MIRANDO


Jesús llama a no hacer ostentación ante los hombres cuando hagamos el bien, porque no obtendremos más recompensa que la pasajera admiración que provoquemos al hacerlo. Pero si, por ejemplo, damos limosna en secreto, sin que nadie lo sepa, el Padre que ve en lo secreto, recompensará públicamente nuestras buenas obras. (6:1-4)

* Muchos dan dádivas para calmar sus sucias consciencias. Creen que por hacerlo, Dios hará vista gorda ante sus pecados. Pero Dios no está interesado en las limosnas, sino en el corazón de los hombres. Solemos impresionarnos con una millonaria ofrenda de algún célebre filántropo, y aplaudimos ese "bondadoso corazón", pero sólo Dios ve lo que los hombres no podemos ver, y sólo Él sabe cuánta oscuridad o luz hay en ese corazón. Por lo demás, cualquiera que ofrenda públicamente demuestra que su interés verdadero no está en beneficiar a otros, sino en exaltarse a sí mismo.

La Oración


Con respecto a la oración, Jesús aconseja hacerlo en privado, no como para ser visto por los hombres,  sino por Dios. Cuando oremos, debemos entrar en nuestra habitación, a puerta cerrada, y orar al Padre que está en lo secreto; y Él, que ve en los secreto, nos recompensará en público. Además, Jesús dice que no necesitamos usar muchas palabras, pretendiendo impresionar a Dios, pues nuestro Padre sabe de qué tenemos necesidad antes de que se lo pidamos. (6: 5-8)

Por lo general, los hombres ignoramos de qué tenemos necesidad, pero cuando el Espíritu Santo mora dentro del creyente, Él mismo intercede por nosotros ante Dios, a fin de que recibamos lo que nos conviene para superar nuestras debilidades, y para afirmarnos en nuestra fe. Muchas veces creemos que si obtenemos algo que nuestro corazón desea ardientemente, seremos realmente plenos, sin embargo, sólo el Espíritu, que escudriña en lo más profundo de nuestro corazón, sabe lo que es bueno para nosotros, y qué nos perjudica; y conforme a ese conocimiento intercederá ante Dios, para que nos dé o retenga según sus propósitos para nuestras almas.


Cuando oremos, dice el Señor, lo debemos hacer de la siguiente manera: "Padre nuestro que estás en los cielos (1), santificado sea tu nombre (2). Venga tu reino (3). Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra (4). El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy (5). Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores (6). Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal (7); porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos (8). Amén." (6:9-13)


* Éste es el modelo perfecto de oración que el mismo Hijo de Dios nos enseñó, para que entremos en comunión con nuestro Dios y Padre. No se trata de recitar (rezar) como si fuera un conjuro mágico, sin prestar atención a lo que estamos diciendo, sino de una manifestación que, honesta y puramente, brota del corazón. Incluso podemos usar otras palabras, pero bueno es respetar el orden en que Jesús nos enseñó a dirigirnos al Padre:

  1. En primer lugar, reconocer la superioridad de Aquél a quien estamos dirigiéndonos: "Padre nuestro que estás en los cielos": Como podemos ver, la oración está dirigida al Padre que está en los cielos. Él no está a la misma altura que estamos los vivientes de la tierra, que es el estrado de sus pies. Eso nos habla de un Soberano a quien le debemos respeto reverencial. Si bien es cierto, Dios es omnipresente, lo que quiere decir que está en todas partes, su trono está en el cielo. Asimismo, aunque este modelo de oración no lo dice, porque Jesús aún no había sido glorificado, nuestra oración debe ser siempre dirigida al Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, porque Jesucristo hombre es el único intercesor entre Dios y sus criaturas
  2. El Nombre de Dios no debe ser tomado en vano. En la Biblia el nombre no es simplemente una forma de individualizar a una persona; habla de quién es esa persona, de sus propósitos para la vida, y de los atributos que tiene. Cuando Moisés preguntó a Dios cómo debía llamarlo, él respondió "YO SOY EL QUE SOY". El nombre del Señor debe ser tenido como lo más sagrado, porque encierra todo lo que Él es.  La persistente rebeldía de Israel provocó que el nombre de Dios fuera profanado entre las naciones, y por eso fueron dispersados. Hoy mismo, su Santo Nombre continúa siendo blasfemado, porque los que se dicen cristianos actúan igual o peor que los ateos. La mejor forma de Santificar el nombre de Dios es a través de lo que, como hijos de Dios, mostramos ante el mundo. Jesús dijo que la gente sabrá que somos sus discípulos cuando vean el amor que tenemos los unos por los otros. Pero el amor es sólo una de esas manifestaciones; también están la integridad, la mansedumbre, la amabilidad, etc., todo lo que Jesús era, sus discípulos debemos mostrarlo, y de esa forma el nombre de Dios y del Cordero serán santificados. Dijo Jehová: "Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos" (Ez 36:23).
  3. "Venga tu reino" se refiere a la esperanza de que pronto el reino de Dios se establezca definitivamente en la tierra, y las tinieblas desaparezcan para siempre. La Luz del reino de Dios comenzó a alumbrar la tierra cuando se hizo carne, y vino a redimir a los que creyeron en su nombre. Ahora la luz brilla a través de los que verdaderamente han sido santificados por el Espíritu Santo, y se entregaron para servir al Dios Altísimo, llevando la luz del Evangelio al mundo que está en tinieblas. Nuestro anhelo es que el reino de Dios se establezca, para que, por fin, se haga su perfecta Voluntad en la tierra como es en el cielo.
  4. Aunque la Tierra y todo lo que en ella hay son de Dios, este mundo está bajo la influencia de SatanásPor ahora, la Luz de Dios brilla a través de los que han sido redimidos por la sangre de Jesucristo, número que cada día crece más y más, gracias a que el Evangelio está siendo predicado en todas partes, pero no ha sido fácil, no sólo porque Satanás pone tropiezo para que esto ocurra, sino porque muchos que se dicen cristianos se dejan llevar por la corriente del mundo. Que se establezca el Reino de Dios en la tierra, y se haga su Voluntad como es en el cielo es el deseo de todo hijo de Dios, para que así termine el sufrimiento, y gobierne la Verdad, y las tinieblas y la muerte sean destruidas para siempre, lo cual ocurrirá con la segunda venida de Jesús en gloria y majestad. Entonces terminará el mundo como lo conocemos, con toda su corrupción; el reino será restaurado, y reinará la paz para siempre.
  5. Jesús dijo: "No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosasMas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas". Nuestra prioridad siempre debe ser buscar el alimento que permanece para vida eterna, no el que perece, el cual no faltará, si hacemos lo primero. Los hijos de Dios no somos llamados a abandonar nuestras obligaciones laborales y familiares, sino a hacerlas compatibles con nuestro alimento espiritual, que es conocer a Dios y al Hijo a través de la BibliaCuando los hijos ponemos por prioridad conocer al Señor, Él nos bendice en nuestros trabajos y labores diarias, por lo que no faltará el pan sobre nuestra mesa, y además seremos fortalecidos para enfrentar los desafíos en nuestras vidas terrenales.
  6. Por medio de Jesús, el Padre ya perdonó todos nuestros pecados, pero lo cierto es que necesitamos venir día a día ante el Señor a solicitar su misericordia, para que perdone los pecados en que incurrimos a diario, porque aún somos imperfectos. Bendito nuestro Dios, porque sus misericordias se renuevan día a día, y Él no sólo nos perdona, sino que, por medio de su Espíritu Santo en nosotros, somos ayudados a triunfar sobre nuestras debilidades que pueden hacernos tropezar. Por otra parte, así como Dios nos perdonó por medio de Jesucristo, es un mandato que nosotros también perdonemos a quienes nos han causado dolor y perjuicio, porque si no lo hacemos, tampoco Dios nos perdonará, dijo el Señor. Nosotros hemos sido llamados a imitar a Jesús, a fin de alcanzar su perfección. Por tanto, así como Él obtuvo perdón para todos nosotros a través de su ofrenda, y oró incluso para que Dios diera perdón a los que le torturaron y crucificaron, nosotros debemos perdonar a nuestros enemigos, y orar para que la luz les alumbre a ellos también.
  7. Sabemos que Dios no tienta a nadie, sino que cada uno es tentado de sus propios pensamientos pecaminosos; (quizá una mejor traducción sería: "no permitas que sucumbamos a las tentaciones"). Lamentablemente, mientras estemos en estos cuerpos carnales, donde mora el pecado, seguiremos siendo expuestos a las tentaciones. Dios no nos exime de ser tentados, porque Él ya nos liberó del poder que el pecado ejercía sobre nuestra voluntad, mas Él permite que enfrentemos las pruebas a fin de que aprendamos a poner bajo control nuestros deseos desordenados; a desarrollar continencia y autocontrol; y a vivir conforme a nuestra nueva vida en el Espíritu. Con todo, Dios nunca abandona a sus hijos atribulados, porque junto con la llegada de una prueba, Él dará la salida
  8. La oración perfecta cierra glorificando al Dios Altísimo, reconociendo su Soberanía. Todo lo que sucede en el mundo está sujeto a la perfecta voluntad de Dios, y cada vez que atravesamos por pruebas y tribulaciones hay un propósito superior que está llevándose a cabo. A veces es porque necesitamos aprender o corregir algo que obrará a favor de nuestra vida espiritual, otras, son por motivos que no comprenderemos mientras estemos en estos cuerpos, pero que por fe debemos aceptar sin cuestionar, porque Dios no se equivoca, y sin dudas, hay algo superior gestándose tras esas pruebas. Dios da y Dios quita según sus propósitos a favor del ReinoEl rey David, habiendo puesto a disposición grandes tesoros para la construcción del templo para Dios, oró diciendo: "Bendito seas tú, oh Jehová, Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo. Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos". Así David reconocía que nada procede de nuestros esfuerzos, sino que todo pertenece al Señor, y Él provee o retiene según nuestras necesidades espirituales.

El Ayuno


Con respecto al ayuno, Jesús dice que no hay que hacerlo como para que todos lo sepan, sino en privado, para Dios. Los hipócritas se muestran miserables, como padeciendo por causa del ayuno, para que la gente los admire por su sacrificio, pero esa pasajera admiración es todo lo que recibirán, dice el Señor. Cuando ayunemos debemos hacerlo en secreto, donde sólo Dios lo vea, preocupándonos de lucir como cualquier día normal, y así Dios nos recompensará en público. (6:16-18)


* El ayuno se usa como un sacrificio para obtener el favor de Dios, y generalmente, se trata de la abstinencia de alimentos por algunas horas o días. Sin embargo, a pesar de ser una práctica muy común en el judaísmo, y actualmente entre muchos cristianos, muchos de los que lo practican, en el fondo, esconden una motivación equivocada, pues en vez de estar atentos a lo que Dios ve en sus corazones, están más interesados en que los hombres sepan cuán sacrificados y piadosos son. En Isaías 58, Jehová habla al pueblo de Israel, (y también a nosotros, los de la iglesia), sobre el ayuno que él espera de su pueblo. Dice el Señor: "¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Jehová? ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?".

** Complementando lo anterior, si los cristianos queremos ayunar, hagámoslo absteniéndonos de alimentar nuestras carnalidades. En otras palabras, ayunar no sólo tiene que ver con comidas o bebidas, sino con todo lo que nuestra naturaleza terrenal desea para satisfacer su ego, o sus desordenados apetitos. Por medio del Apóstol Juan, se nos reveló un nuevo mandamiento para la iglesia. Dijo el Apóstol: "No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo". Pedro también nos habló de abstenernos de esos deseos carnales que batallan contra el alma, llamándonos a cuidar cómo vivimos a los ojos de los incrédulos. Nuestro crecimiento espiritual va a depender de si escogemos alimentar nuestra carne o alimentar nuestro espíritu. No podemos escoger a ambos, porque los deseos de uno y otro se oponen entre sí


LA VERDADERA RIQUEZA



Jesús nos llama a no perder el tiempo en hacer tesoros en la tierra, porque todo lo terrenal se deteriora, y está expuesto a los ladrones que minan o hurtan; más bien, dice el Señor, debemos procurar juntar tesoros en el cielo, donde no existe corrupción que los corrompa ni que los mine, porque donde hayamos acumulado tesoros, allí estará nuestro corazón. (6:19-21)


* ¡Cuánta paz perdemos por causa de las cosas materiales! Ya sea que las tengamos, y no las queremos perder; o que las deseemos tanto, que no podamos dormir por causa de la codicia que anida en nuestro corazón. Para los que hemos sido esclavos de este pecado, recomiendo ir al libro de Eclesiastés, escrito por el hombre más sabio y rico que ha existido, el rey Salomón, hijo de David, quien llegó a la conclusión de que todo lo que se hace debajo del sol es vanidad; en otras palabras, no vale la pena padecer por ello. Sin embargo, el Predicador no dice que debemos abandonar nuestros esfuerzos diarios por proveer para nuestro sustento, sino que debemos hacerlo para agradar a Dios, y que disfrutemos del fruto de nuestro trabajo, porque esa es la Voluntad de Dios. Al final de sus palabras, Salomón concluye: "El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala"(Ec 12:13-14); dicho de otra manera, mientras transcurre nuestra peregrinación por este mundo, disfrutemos de lo que tenemos, haciendo todo para agradar a Dios, y así estaremos acumulando tesoros en el cielo.

** Los tesoros en el cielo son los frutos espirituales que vayamos produciendo mientras caminamos hacia la eternidad. Mientras más desapegados de los bienes materiales, más tesoros acumularemos en el cielo. Dios no nos llama a la pobreza, sino a no amar las cosas de este mundo. En su segunda epístola, Pedro exhorta a los miembros de la iglesia a añadir a la fe con que fueron bendecidos para salvación, la constante disposición a actuar conforme a la Voluntad de Dios. Para esto, debemos conocer cuál es esa voluntad, y no hay otra forma de conocer a Dios y lo que Él espera de nosotros que yendo a su Palabra, porque en su Palabra está la sabiduría que nos guiará por los caminos de justicia. Si buscamos hacer lo correcto, y desechamos lo que Dios aborrece, aprenderemos a desarrollar paciencia, autocontrol, misericordia, amor fraternal, humildad, paz, etc., y no caeremos jamás, sino que se nos abrirán ampliamente las puertas del cielo.

MIRAR A DIOS


Jesús enseña que los ojos son la lámpara del cuerpo. Si el ojo es bueno, todo el cuerpo estará lleno de luz; pero si es malo; el cuerpo estará lleno de tinieblas. (6:22-23)

* Es por medio de los ojos que entra la luz al corazón. Entonces debemos preguntarnos: ¿Hacia dónde estamos mirando? ¿Hacia las cosas del mundo o hacia las espirituales? Creo que los ojos son los reyes de los órganos de los sentidos. Es por la vista que tenemos nuestra más completa percepción ante cualquier evento. El resto de los sentidos (olfato, oído, gusto, tacto) reacciona, muchas veces, a lo que nuestros ojos ven. Por ejemplo, en la actualidad, pasamos gran parte del día frente a una pantalla, sea un televisor, un teléfono inteligente, una tablet, etc.  Una pantalla en sí no es mala ni buena, pero lo que vemos a través de ella tiene una influencia tremenda, para bien o para mal, sobre nuestro corazón. Lamentablemente la gente no ha advertido cuánto poder tiene sobre nosotros lo que consumimos a través de estos medios, y se hacen adictos a ellos, enfermando, porque absorben mucha información basura. Es más, el aumento de las enfermedades mentales, sean éstas depresiones, crisis de pánico, ansiedad, etc. es proporcional a la calidad de la información a la que las personas se exponen a diario. Los hijos de Dios debemos aprender a filtrar lo que vemos y oímos, permitiendo pasar sólo lo que nos ayudará a crecer espiritualmente


LA PRIORIDAD PARA NUESTRAS VIDAS



Jesús también declaró que nadie puede servir a dos señores, porque siempre habrá uno que será el favorito al cual seremos leales, y despreciaremos al otro. No se puede servir a Dios y a las riquezas de este mundo. (6:24)


* Este versículo no se debe leer independiente del que sigue. En la versión RVR60, están separados por un subtítulo, pero las primeras palabras del versículo 25 dicen: "por lo tanto", lo que quiere decir que, lo que precede es la base para el comentario que sigue. Si lo leemos de corrido, Jesús dijo: "Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Por lo tanto, ..." [continúa leyendo]

"No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir". Jesús hace ver a sus discípulos cómo Dios se preocupa de las aves y de las flores. Ellas no se afanan por conseguir el alimento; Dios se los provee; entonces, pregunta Jesús: "¿No valéis vosotros mucho más que ellas?"; "¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?".  El Señor dice que nadie, por mucho que se esfuerce, va a poder agregar un centímetro más a su estatura. Dios sabe de qué tenemos necesidad los hombres, por eso, no debemos preocuparnos por qué comeremos o vestiremos el día de mañana. Lo que sí debemos hacer es buscar el reino de Dios por encima de lo demás, y procurar andar en sus justos caminos, y todo lo demás Dios lo añadirá. Así que no debemos preocuparnos por el día de mañana, porque cada día traerá sus desafíos, y los que se nos presentan hoy son suficientes. (6:25-34)

* El cristiano debe vivir sabiamente, equilibrando su vida espiritual, a la cual debe dar prioridad, sin dejar de lado las obligaciones que como miembro de la sociedad tiene. Jesús no está llamando a dejar de trabajar; lo que Él está diciendo es que, afanarnos por conseguir lo que creemos que necesitamos para tener un buen pasar en este mundo no debe ser lo prioritario en nuestras vidas, sino buscar conocer a Dios y a Jesucristo. Muchos se pierden, porque no hacen espacio en sus ocupadas vidas para buscar a Dios, y argumentan que no tienen tiempo para esas cosas que les parecen irrelevantes, porque no las ven.  Pero si probaran, verían cuánta carga se sacarían de sus hombros, porque una vez que Dios entra en las vidas de los hombres, sus intereses cambian, y lo que antes les parecía imprescindible, se transforma en accesorio, y vice versa. A todo el que busca conocer a Dios y a su Hijo Jesucristo, a quien envió para salvarnos, Dios le añadirá todo lo que necesita para su sustento y contentamiento.

** Aquí también encontramos un mensaje para aquellos supersticiosos que aseguran que dentro de ellos hay poder para hacer realidad lo que no son o no tienen; la sabia respuesta de Jesús dice que nadie "podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo". Es muy pretencioso, y destructivo creer que cada ser humano es capaz de cambiar sus circunstancias a través de "decretar" o "declarar", como enseña la nueva era. Otros, que se llaman a sí mismos "cristianos", toman algo de eso y lo mezclan con la fe de la cual habla la Biblia, y se afanan por "creer positivo" para hacer realidad sus deseos, que mayormente tienden a satisfacer su "codicia"; y se esfuerzan por no "creer negativamente" o "pensar que no resultará", porque eso haría que sus sueños se perdieran. Finalmente, estas falsas creencias los lleva a la frustración, porque si no logran sus deseos, (y por lo general, no los logran) significa que no tuvieron la suficiente fe, y se culpan a sí mismos, recibiendo, además, la condena de los que participan también de esas creencias, que les recriminan que algo malo deben estar haciendo que impidió que sus objetivos se cumplieran. La Biblia no enseña eso; es más, lo que dice la Biblia es que "Lo que el impío teme, eso le vendrá; pero a los justos les será dado lo que desean", proverbio absolutamente coherente con la promesa de que, si buscamos el reino de Dios y su justicia, Dios añadirá.

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