miércoles, 22 de enero de 2020

MATEO II - Las Tinieblas Comienzan a Disiparse (Mt 4 y 5)

(Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos estudiados (identificados al pie de cada párrafo); los textos en cursiva son los comentarios hechos por mí respecto de esos textos. Para ir al link de respaldo bíblico o de apoyo, hacer click en los enlaces.)

[Empezar en Mateo Primera Parte]


INICIA EL MINISTERIO DE JESÚS EN LA TIERRA


Cuando Jesús oyó que Juan Bautista había sido apresado (por Herodes Antipas), volvió a Galilea, (donde gobernaba Antipas), pero no se quedó en Nazaret, sino que se fue a vivir a Capernaum (más al norte), ciudad marítima, ubicada en la región de Zabulón y Neftalí, "para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías (Is 9:1-2), cuando dijo: Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentilesEl pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región de sombra de muerte, luz les resplandeció". A partir de entonces, Jesús comenzó a predicar, diciendo: "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado". (4:12-17)

* Antes que todo, quiero que notemos que el primer llamado que Jesús hizo fue al arrepentimiento. La fe que viene por oír la Palabra de Dios conduce al arrepentimiento, pero, si no hay arrepentimiento, no basta con sólo creer en Dios para ser salvo, pues, dice el apóstol Santiago que "también los demonios creen, y tiemblan" (Stg 2:19), mas su convicción de que Dios existe y de que Jesús es el Ungido de Dios no los libera de la condenación, porque no hay en ellos el deseo de ser transformados, ni están dispuestos a someterse al Señorío del Hijo de Dios, que es señal inequívoca de un verdadero arrepentimiento.
 
Cuando Dios llama, nos muestra que somos esclavos por causa de nuestras rebeliones, pero no sólo eso, "Despierta además el oído de ellos (nosotros) para la corrección, y les dice que se conviertan de la iniquidadSi oyeren, y le sirvieren, acabarán sus días en bienestar, y sus años en dicha. Pero si no oyeren, serán pasados a espada, y perecerán sin sabiduría" (Job36:9-12), es decir, si no hay arrepentimiento, la ira de Dios no se aparta de los rebeldes

** Jesús fue enviado por Dios el Padre para anunciar la buena noticia de la salvación por Gracia. Cuando decía que el reino de los cielos se había acercado (v.17), estaba refiriéndose al cumplimiento de las profecías que hablaban del Mesías que vendría a salvar a Israel de sus pecados, al concederle arrepentimiento y fe para ser justificado ante Dios por medio del Hijoporque por medio de Jesucristo se abrió el camino que conduce al trono de Dios, no sólo para judíos, sino también para los gentiles (que no son judíos). 
 
El final está cerca, y más temprano que tarde llegará el día del juicio. Ya no hay tiempo que perder, y considerando que, por sobre las tradiciones y sensibilidades, está en juego la vida de muchas almas, es necesario decir fuerte y claro que "en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hch 4:11); "Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1Ti 2:5). La Biblia nunca enseña que hay otros intermediarios, aparte de Jesucristo, para tener vida eterna¡Basta de dejarse engañar, creyendo que la vida de algunos santos o que la madre de Jesús salvará sus almas! Eso es un engaño perverso que Satanás usa para desviar la atención de los que buscan paz espiritual, pero que no se esfuerzan por conocer al Dios de la Biblia. La ignorancia y la pereza de muchos que dicen ser cristianos les convierte en presa fácil de esos engaños, debido a que no se hacen el tiempo para leer por sí mismos la Palabra inspirada por Dios, que es la única "útil para enseñarnos lo que es verdad y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto" (2Tim 3:16 NTV).
 
Jesús advirtió: "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad" (Mt 7:21-23).
 

Profecías en cumplimiento:
  • Is 9:1-2: La luz llegó para disipar las tinieblas de la ignorancia; para que el mundo vea, y sepa que hay salvación disponible para los que creen.
  • Dn 2:40-44: El reino que no será jamás destruido comienza a sentar sus bases.


PESCADORES DE HOMBRES


Caminando por las orillas del mar de Galilea, Jesús encontró a los hermanos Simón, llamado Pedro, y Andrés, que eran pescadores, y estaban echando la red al mar. Jesús los llamó a seguirle, para convertirse en pescadores de hombres. Mientras caminaban, vieron a Jacob y a Juan, hijos de Zebedeo, quienes estaban en la barca con su padre, a quienes Jesús también llamó. Ambos dejaron al instante la barca y a su padre, y le siguieron. (4:18-22)

* En el evangelio de Juan aprendemos que el nombre Pedro fue puesto por Jesús. En griego es "Cefas"; Pedro proviene del arameo "Petros". Más adelante, veremos que cuando Dios reveló a Pedro que Jesús era el Hijo de Dios, para que lo confesara en medio de los discípulos, el Maestro anunció que sobre esa roca (petras) edificaría su iglesia, queriendo decir con esto que, la confesión que acababa de hacer el apóstol, de que Jesús era el Cristo, era el cimiento de la casa de Dios en la tierra; que no es un edificio material, como el templo de los judíos, sino una casa espiritual, aún más esplendorosa, que se edifica con piedras vivas, que son cada uno de los llamados que, creyendo y confesando que Jesucristo es Señor, es adoptado en la familia de Dios. Dice la Escritura: "... vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria". (Ef 1:13-14) 
 
También Juan nos dice que Andrés, hermano de Pedro, ya conocía a Jesús, pues, había sido discípulo de Juan Bautista, y era uno de los que habían decidido seguirle cuando Juan Bautista dijo de Él: "He aquí el Cordero de Dios". Como podemos ver, los evangelios se complementan unos con otros, y de ese modo, tenemos una visión más completa de cómo sucedieron los hechos.

** Los hijos de Zebedeo dejaron la barca y a su padre para seguir a Jesús. El Señor dijo que, ninguno que no deje padre ni madre, y venga en pos de él, puede ser discípulo suyoAsí como cuando un hombre y una mujer se casan, dejan padre y madre, y se entregan el uno al otro, convirtiéndose en un solo ser (una sola carne), cuando nosotros nos unimos a Cristo, somos un espíritu con Él. Jesús no está llamando a abandonar la familia, sino, más bien, a que ninguno de nuestros familiares ocupe el lugar de Dios en nuestro corazón; si alguien (hijo(a), padre, madre, hermano(a), esposo(a), etc.) tiene un lugar de preponderancia mayor que Dios en nuestra vida, esa persona se ha vuelto un ídolo para nosotros, y eso es pecado. También significa que, si la familia se opone a nuestra vida como creyente, "es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hch 5:29). El Señor dijo: "no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a Aquél que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno" (Mt 10:28). 
 
Cuando YHWH llamó a Abraham, le dijo: "Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tus padres, a la tierra que te mostraré" (ver Gn 12:1-4). La primera muestra de fe de Abraham fue que, oyendo el llamado de Dios, obedeció sin siquiera saber a dónde iba. Él simplemente creyó en Aquél que le había hecho la promesa de hacer de él una nación grande, y que en él serían benditas todas las familias de la tierra. Los primeros discípulos de Jesús también mostraron esa fe, y dejando la vida que llevaban hasta entonces, decididamente fueron tras el Maestro, pues, creyeron que Jesús era Aquél que les mostraría el camino a la vida eterna. 


La fama de Jesús trascendió Galilea, y se difundió por todas partes, porque él iba por todo el contorno del Jordán predicando el evangelio del reino, enseñando en las sinagogas, sanando toda enfermedad, y toda dolencia en el pueblo, por lo que se hizo popular incluso en Siria, (nación gentil), de donde le traían personas con diversas dolencias, enfermedades, endemoniados, atormentados, lunáticos y paralíticos, y a todos los sanaba. (4:23-25)

Profecías en cumplimiento:
  • Is 61:1-4: El Mesías, sobre quien reposa el Espíritu de Dios, llegó para anunciar las buenas nuevas de la salvación, libertar a los cautivos del pecado, y sanar a los que padecen por su causa.
  • Is 29:18; 35:3, 5-6; 42: 7, 18: Jesús sana todo tipo de enfermedades.
  • Gn 22:18: En la simiente de Abraham, que es Jesucristo, son benditas todas las naciones, no sólo el pueblo judío.


SERMÓN DEL MONTE


* Cuando la Biblia fue escrita, no tenía títulos o subtítulos. Lamentablemente, al insertar esas divisiones (que sin dudas facilitan la búsqueda), muchas veces el mensaje también quedó separado en partes. Lo recomendable es siempre seguir leyendo, lo que permitirá comprender el mensaje en su contexto, en especial, cuando el capítulo o párrafo siguiente, comienza con un conector, como, por ejemplo: "por tanto", "y", "así que", "entonces", "porque", etc., lo que indica que lo que sigue está ligado a lo anterior.  Los capítulos 5, 6 y 7 de Mateo son un solo sermón que Jesús dirigió a sus discípulos en la ladera de una montaña (conocido como el sermón del monte), para que abrieran sus ojos a la Verdad, y recibieran luz sobre el reino de Dios y su justicia.

Los bienaventurados de la tierra


Al ver la multitud, Jesús subió al monte y, sentándose, comenzó a enseñar a todos los que le seguían, diciendo: (5:1-12)
  1. "Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos". Los pobres de espíritu son los humildes, es decir, aquéllos que tienen conciencia de sus propias limitaciones o debilidades, y obran en consecuencia. Lo opuesto a la humildad es la soberbia. El hombre sin Cristo es orgulloso por naturaleza, pero cuando Dios despierta su oído para recibir la Palabra, es capaz de ver que ése es su mayor pecado, y el motivo principal por el cual rechaza al Señor. Dios aborrece los ojos altaneros, pero ama al quebrantado, a los contritos de espíritu, a los que se humillan ante Él y su Palabra. Ellos serán salvos de la ira venidera. "Así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados" (Is 57:15). Nadie puede ser de Cristo si no se ha humillado ante Él primeramente, esto es, reconociendo su pecado y su necesidad de depender, ya no de sí mismo, sino del Señor
  2. "Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación". El llanto es resultado de distintos tipos de sentimientos. Lloramos por alegría, lloramos por impotencia, lloramos por tristeza, y por causa de las injusticias, y también lloramos cuando somos quebrantados y reconocemos nuestras limitaciones. Pablo dice que la tristeza que viene de Dios produce arrepentimiento para salvación. Jehová sabe cómo hacernos entrar en razón, y muchas veces llama nuestra atención a través de situaciones de aflicción, pero Él siempre dará la salida, porque Él no quiere la muerte del impío, sino que se arrepienta para darle vida eterna. Para eso envió a Jesucristo: para que tomara nuestro lugar en la cruz, y pagara nuestra condena, a fin de que nosotros tuviéramos vida eterna en Él. ¡Benditas las aflicciones que nos hacen clamar a Dios, y nos conducen a la salvación de nuestras almas!
  3. "Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad". Los mansos son aquéllos que, sin importar por lo que estén atravesando, descansan en la Soberanía de Dios, y aceptan sus circunstancias, sin reclamar, sino confiados en que Dios lo ha permitido por alguna razón que, aunque parezca incomprensible en el momento, tiene por finalidad que demos mucho fruto. No todo es por disciplina a causa de nuestros errores; muchas veces Dios quiere llevarnos a un nivel superior en nuestro andar en Cristo. Dice la Escritura: "Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. Toda rama que en mí no da fruto la corta; pero toda rama que da fruto la poda para que dé más fruto todavía." (Jn 15:1-2 NVI). Lo importante, es que los hijos nos mantengamos en oración sin desfallecer, pidiendo sabiduría para hacer frente a la situación, y también para ser fortalecidos en la prueba, de modo que, cuando todo acabe, estar firmes.
  4. "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados". La palabra "justicia" en la Biblia tiene significados distintos dependiendo del contexto: muchas veces tiene que ver con hacer lo correcto (ser "justos"), en conformidad con la Voluntad de Dios. Lo que el mundo llama justicia, por lo general, tiene más una connotación egoísta, que tiende a la venganza. En cambio, la justicia de Dios es perfecta, que se lleva a cabo por medio del amor, y tiene por fundamento el mandamiento que dice: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". En cuanto a la venganza, el Señor nos llama a no tomar la justicia en nuestras manos, sino a dejarla en Él. Sin embargo, en este versículo, creo que Jesús está hablando, más bien, de la profunda necesidad que tiene el ser humano de ser perdonado y libertado del pecado que lo domina. Él vino precisamente para calmar la sed y saciar gratuitamente el hambre de justicia de todos los que le pidan. En otras palabras, cuando hablamos de la "justicia en Cristo" o  que "somos justificados en Él", estamos diciendo que, por gracia, somos absueltos de condena, porque Jesús ya pagó por nosotros en la cruz. ¡Cómo no alegrarnos de recibir tan inmerecido regalo!
  5. "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia". Por misericordia, Dios perdonó nuestros pecados por medio de Jesucristo. De gracia nos salvó, para que tuviéramos vida eterna. Así como Jehová perdonó nuestras rebeliones, y ha dado un tiempo indefinido esperando a que todos se arrepientan y se vuelvan a Élnosotros también debemos mostrar misericordia, y perdonar a nuestros enemigos mientras aguardamos la segunda venida de Cristo. Y no sólo eso; también debemos orar por ellos, a fin de que también conozcan el camino que lleva a la salvación. Dios hace llover sobre justos y pecadores; nuestro deber es llevar el nombre de Jesús, y bendecir también a justos y a pecadores.
  6. "Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios". El ser humano nace con un corazón inclinado al pecado y no puede cambiar esa tendencia por sí solo. Necesita ser redimido por Cristo para que su corazón, antes dominado por el pecado, alcance la libertad de su influencia. Solo la fe en la sangre de Jesucristo puede transformar un corazón endurecido en uno receptivo a la voluntad de Dios. Un corazón limpio es fruto de la regeneración que la Palabra de Dios produce en aquél que oye su llamado y somete su voluntad a la perfecta Voluntad de Dios por medio de Jesucristo.
  7. "Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios". Los pacificadores son los que resisten el mal haciendo el bien. Aquéllos que se esfuerzan por mantener la paz en todo momento. El que es capaz de refrenar su lengua ante una situación difícil; el que no se aíra fácilmente, sino que busca el consenso; el que no devuelve mal por mal, ni maldición por maldición, sino que bendice incluso a sus enemigos, y que ora por ellos para que también sean iluminados. Con todo, un pacificador también es aquél que, obedeciendo el mandato que nos dejó Jesucristo, lleva el mensaje del evangelio de la paz al mundo, porque "Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios" (2Co 5:19-20).  
  8. "Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos". Aquí el término "justicia" se refiere a la Verdad de Dios, que es la Palabra de Dios, encarnada en JesúsHay países donde ser cristiano es contra las leyes y tradiciones, y los hijos de Dios son perseguidos, maltratados, encarcelados y asesinados por su fe y por querer compartir la buena noticia con los demás. Una de las características que describe a alguien que conoce verdaderamente a Dios es su valentía, dice J.I.Packer, en su libro "Conocer a Dios", pues, "el pueblo que conoce a su Dios se mostrará fuerte y actuará" (Dn 11:32 NBLA). Packer ejemplifica su afirmación recordando a los tres amigos del profeta Daniel, que no se amedrentaron ante las amenazas de Nabucodonosor, de echarlos al horno de fuego si no se inclinaban ante su imagen. Ellos, sin un dejo de soberbia, sino sabiendo a quién habían creído, respondieron: "He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado" (Dn 3:17-18). Quizás no seremos librados de suplicios por confesar nuestra fe, o de la misma muerte, como sucedió con estos tres hombres, pero ante situaciones como éstas no debemos temer, sino más bien mantener en mente que "los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada" (Ro 8:18 NBLA) cuando Cristo regrese. Por lo demás, estamos convencidos de que, habiendo sido sellados por el Espíritu de la Gracia, "ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro" (Ro 8:38-39 NBLA). 
  9. "Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros". No pocas veces somos vituperados por hacer lo correcto, por no seguir la corriente del mundo, o simplemente por confesar que Jesucristo es el Señor. Pero no debemos avergonzarnos del Evangelio, sino resistir, perseverando en oración con acción de gracias para que Cristo también alumbre el entendimiento de aquéllos que están en tinieblas, como lo hizo con nosotrosLas Escrituras exhortan a los creyentes a estar "siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo. Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal" (1Pe 3:15-17). Pedro también dijo: "Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventuradosporque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado" (1Pe 4:14). Y agregó: "Los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien" (1 Pe 4:19).


Los hijos de Dios son sal y luz del mundo


A sus discípulos, dijo Jesús: "Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿Con qué será salada?" (5:13).

* Marcos complementa estas palabras, diciendo: "tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros" (Mr 9:50). Lucas agrega: "Si la sal se hiciere insípida (...) ni para el muladar es útil; la arrojan fuera" (Lc 14:34-35).

Ir al Antiguo Testamento podrá ayudarnos a comprender mejor por qué Jesús dice que los discípulos son la sal de la tierra. En 2 R 2:19-22, encontramos la historia del profeta Eliseo quien, estando en Jericó, fue abordado por los habitantes del lugar, quienes le dijeron que, a pesar de que la ciudad estaba en un buen territorio, "las aguas son malas, y la tierra es estéril". Entonces Eliseo pidió que le llevaran una vasija nueva, y que pusieran sal en ella. Eliseo tomó la vasija, y fue con ella a los manantiales y vació la sal en ellos, diciendo: "Así ha dicho Jehová: Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad". Y esas aguas fueron sanadas para siempre.
 
En la Biblia hay pasajes en los cuales se simboliza a las multitudes con muchas aguas, sean mares, ríos, olas. Por ejemplo, entre otras Escrituras, en Apocalipsis leemos: "Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas" (Ap 17:15). 
 
Concluimos entonces que la sal en vasija nueva se relaciona con la salvación que Dios proveyó a la humanidad por medio del nuevo pacto, cuyo mediador es Jesucristo, quien nos salva por Gracia, y nos da nueva vida por la fe. Por medio de Él, también recibimos el Espíritu Santo que nos sella para vida eterna en la nueva tierra, donde "ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron" (Ap 21:4).
 
Cada uno de los discípulos del Señor es un embajador de Jesucristo enviado para reconciliar al hombre con su CreadorNuestra misión es llevar el evangelio sanador a toda la tierra, para que los hombres oyendo, tengan fe, y reciban el regalo de la vida eterna. Tras la ofrenda del Hijo de Dios en la cruz, y gracias a los que anuncian esas buenas noticias, comienzan a nacer los hijos de la otrora estéril Jerusalén celestial


También dijo Jesús a sus discípulos; "Vosotros sois la luz del mundo", y agregó que la luz no se debe esconder, sino que debe ubicarse en un lugar que ilumine toda la casa, entonces dijo: "así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos". (5:14-16)

La luz prevalece sobre las tinieblasLos hijos de la Luz debemos resplandecer en medio de las tinieblas para que otros también sean iluminados. El Apóstol Pablo, escribiendo a los filipenses, dijo: "Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; asidos de la palabra de vida..." (Fil 2:14-16).
 
Un hijo de Dios se reconoce por sus frutosJesús, la Luz del mundo, dijo: "...todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis" (Mt 7:17-20).
  
Al respecto, el Apóstol Juan enfatiza que, "ninguno que haya nacido de Dios practica el pecado, porque la semilla de Dios permanece en él; no puede seguir pecando, porque ha nacido de Dios" (1Jn 3:9 NVI). Juan, sin embargo, no niega que un creyente pueda pecar; más bien está afirmando que, si alguien peca deliberadamente sin arrepentirse es porque no tiene la simiente de Dios en él. De hecho, el mismo apóstol Juan, reconociendo nuestra debilidad ante el pecado, dice que, si confesamos nuestras faltas al Señor, Él nos perdona. Por su parte, el apóstol Pablo afirmó: "los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros (los creyentes) no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él" (Ro 8:8-9). Son las mismas escrituras las que afirman que, aun habiendo sido regenerados, hay pecado remanente en nuestro cuerpo carnal, el cual siempre estará asechando para que cedamos a las tentaciones, y muchas veces conseguirá hacernos caer; pero también dice que hay algo que diferencia al hombre natural del que ha renacido espiritualmente, y es que el que ha nacido a una nueva vida por la simiente del Espíritu ya no es esclavo de las tinieblas como para que tenga que obedecerle; además, ya no lucha solo contra el pecado, pues, el Espíritu de Cristo, que mora en él, le ayuda a preservarse irreprensible para la venida del Señor, convenciéndole de pecado y dándole poder para ponerlo bajo sujeción. En consecuencia, un verdadero hijo de Dios no sólo tiene el deber, sino también el poder para brillar como luminaria en medio de esta generación en tinieblas.

** Existen religiones que encierran a sus discípulos en claustros para que no sean tentados por las cosas del mundo, o les prohíben participar en actividades seculares, como la política, por ejemplo, porque se reconoce que en tales actividades existe corrupción. Pero la pregunta es: ¿cómo puede un hijo de Dios influir en las cosas del mundo, si no es siendo luz en medio de esas tinieblas?. Un hijo de Dios no debe esconderse del mundo, sino evitar ser corrompido por cosas que los del mundo hacen que sabemos son pecado. No tenemos que hacer lo que ellos hacen, sino sólo alumbrar en medio de ellos, para que, viendo nuestra luz, deseen salir de las tinieblas y venir a la VerdadLos hijos de Dios no somos del mundo, pero debemos ser luz en el mundo


El Mesías vino a cumplir la Ley mosaica


Dijo Jesús que todo lo que está escrito en la ley se cumplirá"hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido". También dijo que nadie debe pensar que Él vino a abrogar la ley, pues, Él vino a cumplirla.; y si alguien la quebranta en lo más mínimo, será tenido por muy pequeño en el reino de los cielos. Agregó que, a menos que nuestra justicia supere a la de los maestros de la ley y fariseos, no entraremos al reino de Dios. (5:17-20)

* La Ley de Moisés comprende los cinco primeros libros del Antiguo Testamento, también conocidos como el Pentateuco, a los que los judíos se refieren como "Torá". Consiste en un conjunto de normas y mandamientos, tanto morales como ceremoniales, que YHWH entregó a Israel. El propósito era instruirles sobre lo que era justo y lo que era abominable ante los ojos del Señor, para que aprendieran a vivir de acuerdo a Su Voluntad. Además, buscaba hacerles entender cómo su Mesías salvaría al pueblo elegido, a través del sacrificio de animales sin defecto para expiar los pecados del pueblo con su sangre, rituales que realizaban periódicamente, aunque posiblemente no comprendían completamente su significado. La ley actuaba como un tutor que guiaba a Israel hacia su Mesías, con el fin de introducirlos en la era de la gracia, para que fueran salvados por la fe y heredaran las promesas hechas al patriarca Abraham. La buena noticia es que la ley cumplió su propósito, ya que Jesús es el Cristo o Mesías, quien, por la fe, nos ha salvado de la ira venidera sobre los pecadores, reconciliándonos con Dios de una vez por todas mediante su sangre, como un cordero inmaculado, otorgándonos así la vida eterna.

La Profundidad de la Ley


* En sus enseñanzas, Jesús se dedicó a esclarecer y profundizar en muchos aspectos de la ley que no se habían comprendido. Nuestra inclinación es a enfocarnos en lo que dice el mandamiento, sin embargo, Jesús enseñó que el mandamiento es más que el enunciado, es decir, que lo que realmente importa es lo guardamos en nuestro corazón, que tiene el potencial de hacernos pecar contra otra persona. Por ejemplo, el mandamiento "no matarás", no sólo involucra el hecho de asesinar a alguien, sino que abarca todos los sentimientos y pensamientos que pueden llevar a una persona a asesinar a otra. Quizás nunca llegaremos al punto de quitarle la vida a alguien, pero Dios ve en nuestro corazón, y no pasará por alto si encuentra en él pensamientos oscuros. 

El espíritu de la Ley mosaica estaba centrado en el amor verdadero; de hecho, la Escritura dice que toda la ley se resume en dos mandamientos: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente" y "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mt 22:37,39). Entonces no debe extrañarnos que Su Palabra también diga: "Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino, y ustedes saben que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él." (1Jn 3:14-15, RVA 2015). Por tanto, hagamos un autoexamen para saber qué pensamientos albergamos sobre los demás, que no guardan armonía con lo que el Señor manda.

Sobre cuidar el corazón, hay muchos versículos. Entre otros, citamos: 
  • "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras" (Jer 17:9-10); 
  • "Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias" (Mt 15:19); 
  • "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón" (Mt 6:19-21); 
  • "Por sobre todas las cosas cuida tu corazónporque de él mana la vida" (Pr 4:23 NVI). 
El resto de los mandamientos sobre los cuales habló Jesús tratan de lo mismo; es decir, de que estemos atentos a lo que estamos guardando en nuestro corazón, para no pecar contra Dios.


Entonces, Jesús comenzó diciendo: "Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio." (ver Éx 20:13; Dt 5:17). En seguida, Jesús explicó que quien se enoje con su hermano será sujeto a juicio; si lo insulta llamándolo "necio", podría ser llevado a juicio; y si le llama "fatuo", corre el riesgo de condenación eterna. Así que, si uno va al altar a presentar una ofrenda y recuerda que tiene un conflicto con alguien, debe reconciliarse primero con esa persona. De esta forma, evitará conflictos pendientes y el peligro de ser juzgado y echado a la cárcel, de donde no saldrá hasta que salde toda su deuda. (5:21-26)

* Como dijimos, el segundo mandamiento más importante es "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (ver Mt 22:36-40). Asimismo, Jesús dijo: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame" (Lc 9:23). También enseñó el Señor que "nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos" (Jn 15:13).  
 
Un auténtico hijo de Dios ama como Cristo nos amó, quien "se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Fil 2:8), a fin de darnos vida eterna a nosotros que no lo merecíamos. Esto no significa que nosotros debemos literalmente dar nuestra vida por otros, sino que debemos negarnos a nosotros mismos (cargar nuestra cruz) por el bien de los demás.   
 
Cada palabra que sale de nuestra boca tiene efectos sobre quien la recibe, ya sea para edificación o para destrucción. Jesús enseñó que "de la abundancia del corazón habla la boca" (Lc 6:45); por tanto, cuidemos de qué estamos llenando nuestro corazón, porque, dijo el Señor que, "de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio" (Mt 12:36).  
 
La nueva vida en Cristo implica morir al viejo hombre (o mujer) y ser revestidos del nuevo, "creado a imagen de Dios en verdadera justicia y santidad" (Ef 4:24). Esto se logra mediante la "renovación del espíritu de nuestra mente", según lo expresa Pablo en Ef 4:22-32No es meramente una opción, sino un mandato divino para el cual el Espíritu Santo nos ha equipado. Significa que no debemos permitir que nuestra mente siga bajo la influencia de las tendencias de este mundo, sino que, llenándonos de la Palabra de Dios, seamos transformados en nuestro entendimiento para alcanzar la madurez, y ser capaces de discernir entre el bien y el mal. 
 
El amor definido por las Escrituras "es paciente, es bondadoso. El amor no tiene envidia; el amor no es jactanciosono es arroganteNo se porta indecorosamenteno busca lo suyono se irritano toma en cuenta el mal recibido. El amor no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdadTodo lo sufretodo lo creetodo lo esperatodo lo soporta. El amor nunca deja de ser". (1Co 13:4-8 NBLA) 
 

La Ley dice: "No cometerás adulterio" (Ex 20:14; Dt 15:18). Pero Jesús enseña que, cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, dice Jesús:  "si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno". (5:27-30)

* El pecado habita en los miembros de nuestro cuerpo, y domina sin piedad a aquéllos que no han experimentado la regeneración espiritual; pero los que hemos recibido el Espíritu del Señor en nuestro interior, ya no somos esclavos del pecado que reina en nuestra carne, y tenemos poder para someterlo. Ser regenerados significa que fuimos sacados de las tinieblas y trasladados al Reino de Luz, para ser hechos a la imagen del Hijo de Dios, mediante la renovación de nuestro entendimiento. Si bien ahora somos una nueva creación, y, por ende, no estamos sujetos a nuestra naturaleza terrenal, debemos estar alerta ante ella, pues, sigue teniendo influencia, mas no autoridad, en nuestras decisiones.


La Ley permitía al hombre dar carta de divorcio a la mujer, cuando el marido veía en ella algo indeseable (Dt 24:1-4); pero Jesús explica que aquél que repudia a su esposa, excepto por el motivo de que ella haya sido infiel, la expone al adulterio; y quien se case con la mujer rechazada, también comete adulterio. (5:31-32)

* En otra ocasión, los fariseos preguntaron a Jesús por qué Moisés mandó dar carta de divorcio y repudiar a la mujer. El Señor contestó que no siempre fue así, pero que Moisés lo permitió debido a la dureza de corazón del pueblo. Sin embargo, el Señor recuerda a sus discípulos que el mandamiento original para el matrimonio dice: "dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne" (Gn 2:24). Esto quiere decir que, una vez que se ha consumado la unión sexual, son el uno para el otro, inseparables, como si fueran un solo cuerpo.
 
Lamentablemente, por causa del pecado imperante, hoy en día muchos consideran que este mandato está obsoleto, y se pregona la libertad sexual, convirtiendo al sexo en una forma más de entretención. No obstante, aunque los del mundo reclamen el derecho a hacer con su cuerpo lo que ellos estimen, los creyentes, sabiendo que Dios no cambia, ni tampoco sus mandamientos, debemos tener presente que la fornicación, esto es, sexo fuera del matrimonio, siempre ha sido y seguirá siendo pecado. Con mayor razón, debido a que Cristo nos compró con su sangre para Dios, y nos hizo templo del Altísimo. Ya no somos nuestros, sino del Dios; por tanto, no tenemos derecho a contaminar lo que es del Señor.


También Jesús enseñó que, aunque la Ley prohibía jurar en falso (perjurar), y mandaba cumplir los votos hechos a Jehová (Lv 19:12; Nm 30:2; Dt 23:21), nosotros no debemos jurar en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del Gran Rey (Is 66:1; Mt 23:17-22; Sal 48:2; Stg 5:12), ni jurar por nuestra cabeza, pues, no podemos hacer que nuestro cabello se vuelva blanco o negro. "Baste con decir claramente “sí” o “no”. Pues lo que se aparta de esto, es malo" (Mt 5:37 DHH). (5:33-37)

* Ser cristiano significa ser una persona cuya palabra vale. Todo compromiso hecho dentro de la Voluntad de Dios debe ser cumplido; no obstante, cualquier compromiso que viole los mandamientos de Dios debe ser deshecho, porque "es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hch 5:29). Consecuentemente, es mejor no prometer, que prometer y no cumplir, especialmente, cuando la promesa se hace a Dios.


Continuó Jesús diciendo que la Ley dice: "Ojo por ojo, y diente por diente" (Ex 21:24; Lv 24:20; Dt 19:21). Sin embargo, el Señor manda a no resistir al malo: si nos golpean una mejilla, pongamos la otra; si nos quieren quitar la túnica; entreguemos también la capa; si alguien nos obliga a llevar carga una milla; que la llevemos dos. Dijo que al que nos pida, le demos; y al que quiera tomar prestado, no le rehusemos. (5:38-42)

* La venganza es mía, dijo el Señor; "Yo pagaré". Nosotros no debemos resistir al malo de ninguna manera que no sea con la Palabra de Verdad, y haciendo el bien. Cualquier otro tipo de acción de defensa puede acarrearnos consecuencias indeseables para nuestra vida en este mundo. Sin embargo, si en vez de maldecir o resistir al enemigo, le hablamos en amor; si le dejamos tomar más de lo  que demanda, estaremos llevando a ese corazón en tinieblas tanta luz que querrá saber qué hay en nosotros que él no tiene, y comenzará a buscar.


También dijo que la Ley dice "amarás a tu prójimo" (Lv 19:18), y que debes aborrecer al enemigo; pero Jesús manda a amar a los enemigos, a bendecirlos y no a maldecirlos; a hacer el bien a quienes nos aborrecen; a orar por los que nos ultrajan y persiguen. Porque así actúa el Padre celestial: quien hace salir el sol y que caiga la lluvia sobre justos e injustos. Nosotros somos llamados a ser perfectos, como nuestro Padre que está en los cielos. (5:38-48)

* En los tiempos de Moisés, Israel debía luchar contra las amenazas de los pueblos paganos que enfrentaron en el desierto, y que habitaban la tierra que Dios había prometido darles en herencia, los cuales debían ser destruidos para evitar que el pueblo santo se contaminara con sus perversas costumbres. Esos pueblos  eran politeístas, y no conocían a Jehová, por lo que estaban llenos de maldad. No obstante esto, YHWH no permitía que se maltratara a los extranjeros que lo reconocían a Él como el único Dios viviente, y les dejaba convivir entre los hebreos, si se sometían a todo lo que la Ley mandaba. Sabemos que la Ley mosaica tenía por objetivo educar a Israel a fin de conducirlo hacia su Mesías, pero también buscaba que muchos de los que antes eran pueblos politeístas, viendo a Israel y las maravillas que Dios hacía por su pueblo, reconocieran que sólo hay un Dios Verdadero, YHWH, y quisieran tener lo que Israel teníaFue así cómo, cuando el tiempo se cumplió, y vino el esperado Ungido de Dios, el campo ya estaba preparado para la siega, pues muchos de esos pueblos paganos ahora ansiaban la llegada del Mesías, tanto como Israel. Cuando el llamado al arrepentimiento para vida eterna comenzó a pregonarse, no sólo lo oyeron los hijos de Israel, sino todos los que esperaban la venida del Salvador. 

 
A los incrédulos no debemos considerarlos nuestros enemigos, sino el campo donde sembrar la semilla de la Palabra. Sin embargo, muchos de ellos rechazarán que se les hable de Dios o Jesús, pero al ver el andar en amor y fe de un creyente regenerado por el Espíritu Santo, sin que se les hable, sabrán que en los cristianos hay una esperanza que ellos desconocen, y también querrán tenerla. Dijo Pablo: "si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza" (Ro 12:20), significando con esto que el amor, que seamos capaces de proyectar al prójimo, será suficiente testimonio para encender en ellos el fuego del anhelo de conocer al Autor de nuestra salvación.