miércoles, 22 de enero de 2020

Las Tinieblas Comienzan a Disiparse - Estudio de MATEO II - (Mt 4 y 5)

(Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos estudiados (identificados al pie de cada párrafo); los textos en cursiva son los comentarios hechos por mí respecto de esos textos. Para ir al link de respaldo bíblico o de apoyo, hacer click en los enlaces.)

[Empezar en Mateo Primera Parte]


INICIA EL MINISTERIO DE JESÚS EN LA TIERRA


Mateo dice que, cuando Jesús oyó que Juan Bautista había sido apresado por Herodes Antipas, volvió a Galilea, (donde gobernaba Antipas), pero no se quedó en Nazaret, sino que, (yendo más al norte), llegó hasta Capernaum, ciudad marítima, ubicada en la región de Zabulón y Neftalí, "para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentilesEl pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región de sombra de muerte, luz les resplandeció". A partir de entonces, Jesús comenzó a predicar, diciendo: "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado". (4:12-17)

* Antes de introducir cualquier comentario, quiero llevar su atención a notar que el primer llamado que Jesús hizo, fue al arrepentimiento. La fe que viene por oír la Palabra de Dios conduce al arrepentimiento, mas si no hay arrepentimiento, sólo creer en Dios no salva, pues, dice el apóstol Santiago que "También los demonios creen, y tiemblan" (Stg 2:19), pero su convicción de que Dios existe y de que Jesús es el Ungido de Dios no los liberará de la condenación, porque no hay en ellos ni el deseo ni la necesidad de ser transformados para obedecer al Señor.

** Jesús era el enviado del reino de los cielos. Cuando decía que el reino de los cielos se había acercado, estaba refiriéndose a sí mismo, y a la buena noticia que venía a anunciar, porque por medio de Él se abrió el camino que conduce al trono de Dios, no sólo para judíos, sino también para los gentiles (los que no son judíos). No hay otro nombre en que podamos ser salvos; sólo en el nombre de Jesús. Creo que es tiempo de ponerse serios, y considerando que, por sobre las tradiciones, es la vida de muchas almas la que está en juego, es necesario decir fuertemente: ¡Basta de engañar a la gente, asegurándoles que la madre de Jesús salva almas!, o que sus virtudes alcanzan para que los hombres tengan salvación en ella, o en otros hombres considerados santos. Eso es un engaño perverso que Satanás usa para desviar la atención de los que tienen hambre y sed de justicia. La Biblia nunca habla de otros intermediarios, aparte de Jesucristo, para tener vida eterna. Creer otra cosa sólo demuestra la ignorancia que hay entre los que se dicen cristianos, porque son perezosos y no leen por sí mismos la Palabra de Dios, por tanto, son fácilmente engañados. Jesús advirtió que no todo el que le llama Señor entrará al reino de los cielos. ¡Eso es aterrador!

Profecías en cumplimiento:
  • Is 9:1-2: La luz llegó para disipar las tinieblas de la ignorancia; para que el mundo vea, y sepa que hay salvación disponible para los que creen.
  • Dn 2:40-44: El reino que no será jamás destruido comienza a sentar sus bases.

Caminando por las orillas del mar de Galilea, Jesús encontró a los hermanos Simón, llamado Pedro, y Andrés, que eran pescadores, y estaban echando la red al mar. Jesús los llamó a seguirle, pues Él los haría pescadores de hombres. Mientras caminaban, vieron a Jacob y a Juan, hijos de Zebedeo, quienes estaban en la barca con su padre, a quienes Jesús también llamó. Ambos dejaron al instante la barca y a su padre, y le siguieron. (4:18-22)

* En el evangelio de Juan aprendemos que el nombre Pedro fue puesto por Jesús. En griego es "Cefas"; Pedro proviene del arameo "Petros". Más adelante, cuando Dios revela a Pedro que Jesús es el Hijo de Dios, el Maestro dijo que sobre esa roca (petras) edificaría su iglesia, queriendo decir que todo aquel que crea y confiese que Jesús es el Hijo de Dios, como lo hizo Pedro, será salvo. También Juan nos dice que Andrés, hermano de Pedro, ya conocía a Jesús, pues había sido discípulo de Juan Bautista, y era uno de los que habían decidido seguirle, cuando Juan dijo de Él: "He aquí el Cordero de Dios". Como podemos ver, los evangelios se complementan unos con otros, y de ese modo, tenemos una visión más exacta de cómo sucedieron los hechos.

** Los hijos de Zebedeo dejaron la barca y a su padre para seguir a Jesús. El Señor dijo que, ninguno que no deje padre ni madre, y venga en pos de él, puede ser discípulo suyo. Cuando YHWH llamó a Abraham, le dijo: "Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tus padres, a la tierra que te mostraré". La primera muestra de fe de Abraham fue que, oyendo el llamado de Dios, obedeció sin siquiera saber a dónde iba. Él simplemente creyó en Aquél que le había hecho la promesa de hacer de él una nación grande, y que en él serían benditas todas las familias de la tierra. Los primeros discípulos de Jesús también mostraron esa fe, y dejando la vida que llevaban hasta entonces, decididamente fueron tras el Maestro, pues creyeron que Jesús era Aquél que les mostraría el camino a la vida eterna. Así como cuando un hombre y una mujer se casan, dejan padre y madre, y se entregan el uno al otro, convirtiéndose en un solo ser (una sola carne), cuando nosotros nos unimos a Cristo, somos un espíritu con Él. Jesús no estaba haciendo un llamado a abandonar la familia, sino a que la familia no se convirtiera en tropiezo para la salvación de las almas. Nuestra fidelidad debe estar primeramente con el Señor de nuestras almas.

La fama de Jesús trascendió Galilea, y se difundió por todas partes, porque él iba por todo el contorno del Jordán predicando el evangelio del reino, enseñando en las sinagogas, sanando toda enfermedad, y toda dolencia en el pueblo, por lo que se hizo popular incluso en Siria, nación gentil, de donde le traían personas con diversas dolencias, enfermedades, endemoniados, atormentados, lunáticos y paralíticos, y a todos los sanaba. (4:23-25)

Profecías en cumplimiento:
  • Is 61:1-4: El Mesías, sobre quien reposa el Espíritu de Dios, llegó para anunciar las buenas nuevas de la salvación, libertar a los cautivos del pecado, y sanar a los que padecen por su causa.
  • Is 29:18; 35:3, 5-6; 42: 7, 18: Jesús sana todo tipo de enfermedades.
  • Gn 22:18: En la simiente de Abraham, que es Jesucristo, son benditas todas las naciones, no sólo el pueblo judío.


SERMÓN DEL MONTE


* Cuando la Biblia fue escrita, no tenía títulos o subtítulos. Lamentablemente, al insertar esas divisiones (que sin dudas facilitan la búsqueda), muchas veces el mensaje también quedó separado en partes. Lo recomendable es siempre seguir leyendo, lo que permitirá comprender el mensaje en su contexto, en especial, cuando el párrafo siguiente, comienza con un conector, como, por ejemplo: "por tanto", "y", "así que", "entonces", "porque", etc., lo que indica que lo que sigue está ligado a lo anterior.  Los capítulos 5, 6 y 7 de Mateo son las palabras que Jesús dirigió a sus discípulos para que abrieran sus ojos a la Verdad, y recibieran luz sobre el reino de Dios y su justicia, por lo cual, se sugiere leerlo como un solo discurso.

Los bienaventurados de la tierra


Al ver la multitud, Jesús subió al monte y, sentándose, comenzó a enseñar a todos los que le seguían. Sus primeras palabras tenían la intención de resaltar quiénes realmente deben considerarse dichosos en este mundo: (1) los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos; (2) los que lloran, porque recibirán consolación; (3) los mansos, porque ellos recibirán la tierra en herencia; (4) los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados; (5) los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia; (6) los de corazón limpio, porque verán a Dios; (7) los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios; (8) los que sean perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos será el reino de los cielos; (9) los que sean vituperados o perseguidos, por causa de Cristo, porque les espera un gran galardón en el cielo, ya que del mismo modo persiguieron a los profetas que vinieron en el pasado. (5:1-12)

  1. Los pobres de espíritu son los que carecen de arrogancia y soberbia. Dios aborrece la soberbia y la arrogancia, los ojos altaneros, pero ama al quebrantado, a los contritos de espíritu, a los que se humillan ante Él y su Palabra. Ellos serán salvos de la ira venidera. Si hiciéramos el esfuerzo de leer todos los días su Palabra, veríamos que en todo momento, Jehová está llamando a humillarse ante Él para ser exaltados. Nadie puede venir a Cristo si no se ha humillado ante Él primeramente, esto es, reconociendo que somos pecadores y que necesitamos del Señor para ser salvos.
  2. El llanto es resultado de distintos tipos de emociones. Lloramos por alegría, lloramos por impotencia, lloramos por tristeza, y por causa de las injusticias, y también lloramos cuando reconocemos nuestra condición de miseria espiritual. Pablo dice que la tristeza que viene de Dios produce arrepentimiento para salvación. Jehová sabe cómo hacernos entrar en razón, y muchas veces llama nuestra atención a través de situaciones de aflicción, pero Él siempre dará la salida, porque todo lo hace para santificación de nuestras almas, a fin de que tengamos vida eterna. Jesús vino a cambiar el llanto en esperanza, tomando nuestro lugar en la cruz, pagando nuestra condena, a fin de que nosotros tuviéramos vida eterna en el reino de los cielos. Nuestro consuelo está en esa esperanza que no se desvanece, porque Dios es fiel, y su palabra permanece para siempre. 
  3. Los mansos son aquellos que, sin importar por lo que estén atravesando, descansan en la Soberanía de Dios, y aceptan sus circunstancias, sin reclamar, sino confiados en que Dios lo ha permitido por alguna razón que, aunque parezca incomprensible en el momento, tiene por finalidad guiarnos a la santidad. No todo es por disciplina a causa de nuestros errores; muchas veces Dios quiere llevarnos a un nivel superior en nuestro andar en Cristo. Lo importante, es que los hijos nos mantengamos en oración, pidiendo sabiduría para hacer frente a la situación, y también para ser fortalecidos en la prueba, de modo de salir airosos de ella.
  4. La palabra "justicia" en la Biblia tiene significados distintos dependiendo del contexto: muchas veces tiene que ver con hacer lo correcto (ser "justos"), en conformidad con la Voluntad de Dios. Lo que el mundo llama justicia, por lo general, tiene más una connotación egoísta, que tiende a la venganza. En cambio, la justicia de Dios es perfecta, que se lleva a cabo en medio del amor, y tiene por fundamento el mandamiento que dice: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". En cuanto a la venganza, el Señor nos llama a no tomar la justicia en nuestras manos, sino a dejarla en Él. Sin embargo, en este versículo, creo que Jesús está hablando, más bien, de la profunda necesidad que tiene el ser humano de ser perdonado y libertado del pecado que lo domina. Él vino precisamente para calmar la sed y saciar gratuitamente el hambre de justicia de todos los que le pidan. En otras palabras, cuando hablamos de la "justicia en Cristo" o  que "somos justificados en Él", estamos diciendo que, por gracia, somos absueltos de condena, porque Jesús ya pagó por nosotros en la cruz. ¡Cómo no alegrarnos de recibir tan inmerecido regalo!
  5. Por misericordia, Dios perdonó nuestros pecados por medio de Jesucristo. De gracia nos salvó, para que tuviéramos vida eterna. Así como Jehová perdonó nuestras rebeliones, y ha dado un tiempo indefinido esperando a que todos se arrepientan y se vuelvan a Élnosotros también debemos mostrar misericordia, y perdonar a nuestros enemigos mientras aguardamos la segunda venida de Cristo. Y no sólo eso; también debemos orar por ellos, a fin de que también conozcan el camino que lleva a la salvación. Dios hace llover sobre justos y pecadores; nuestro deber es llevar el nombre de Jesús, y bendecir también a justos y a pecadores.
  6. El ser humano nace con un corazón con predisposición al pecado, y no tiene la capacidad de cambiar esa inclinación por sí solo. Necesita ser rescatado para que su corazón pase de estar dominado por el pecado a la libertad de escapar de su poder. Sólo la fe en la sangre de Jesucristo vuelve un corazón de piedra en un corazón blando, receptivo a la Voluntad de Dios, y capaz de obedecer al Señor para ser santificado. Un corazón puro es el resultado de la regeneración que produce la Palabra de Dios en el creyente que oyó el llamado, y obedeció, sometiendo su corrupta voluntad a la perfecta Voluntad de Dios, por medio de Jesucristo.
  7. Los pacificadores son los que se esfuerzan por mantener la paz en todo momento. El que es capaz de refrenar su lengua ante una situación difícil; el que no se aíra fácilmente, sino que busca el consenso; el que no devuelve mal por mal, ni maldición por maldición, sino que bendice incluso a sus enemigos, y que ora por ellos para que también sean iluminados. Un heredero de las promesas resiste el mal haciendo el bien. 
  8. Padecer persecución por causa de la justicia se puede entender de dos formas: primero, el ser objeto de burla por no seguir la corriente del mundo; o bien, ser objeto de maltratos, porque creemos en la justicia que hemos recibido por medio de la sangre de Jesucristo, dicho de otra manera, por confesar nuestra fe en la salvación a través de Cristo. Cualquiera sea el sentido de estas palabras, la Biblia nos llama siempre a estar preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que nos demande razón de la esperanza que hay en nosotros, a fin de que sean avergonzados los que calumnian nuestra buena conducta en Cristo.
  9. Hay países en que ser cristiano es contra las leyes, y los hijos de Dios son perseguidos, maltratados, encarcelados o asesinados por su fe. Todos los que perseveran, y no niegan su fe, tendrán gran galardón en los cielos. A escala menor, muchas veces somos objeto de burlas en el medio en que nos desenvolvemos, por confesar a Jesucristo. No debemos avergonzarnos del Evangelio, porque es lo único verdadero en este mundo corrupto, sino resistir, perseverando en oración con acción de gracias para que Cristo también alumbre el entendimiento de los que están en tinieblas. Pedro dijo que, si somos vituperados por causa del nombre de Cristo, debemos sentirnos orgullosos, y glorificar a Dios en medio de ese sufrimiento, sabiendo que la blasfemia de nuestros enemigos no es contra nosotros, sino contra el Espíritu que mora en nosotros. Limitémonos a encomendar nuestras almas al fiel Creador y sigamos haciendo el bien (1 Pe 4:12-19).


Los hijos de Dios: sal y luz del mundo


A sus discípulos, dijo Jesús: "Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿Con qué será salada?" (5:13).

* Marcos complementa estas palabras, diciendo: "tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros" (Mr 9:50). Lucas complementa: "Si la sal se hiciere insípida (...) ni para el muladar es útil; la arrojan fuera" (Lc 14:34-35).

** Ir al Antiguo Testamento podrá ayudarnos a comprender mejor el porqué Jesús dice que los discípulos son la sal de la tierra. En 2 R 2:19-22, encontramos la historia del profeta Eliseo quien, estando en Jericó, fue abordado por los habitantes del lugar, quienes le dijeron que, a pesar de que la ciudad estaba en un buen territorio, "las aguas son malas, y la tierra es estéril". Entonces Eliseo pidió que le llevaran una vasija nueva, y que pusieran sal en ella. Eliseo tomó la vasija, y fue con ella a los manantiales y vació la sal en ellos, diciendo: "Así ha dicho Jehová: Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad". Y esas aguas fueron sanadas para siempre. Concluimos entonces que, la sal en vasija nueva se relaciona con el evangelio del nuevo pacto de la Gracia que salva por fe, cuyo mediador es Jesucristo. La ofrenda del Hijo de Dios fue suficiente propiciación para expiar los pecados del mundo, y reconciliar, de una vez y para siempre, al Creador con sus criaturas que estaban bajo maldición, porque Jesús cargó en la cruz todas nuestras rebeliones, sanándonos de todas nuestras dolencias espiritualesYa no se necesitan las ceremonias del pacto mosaico para estar en buena relación con Dios, las cuales sólo tenían un efecto temporal. Por medio de Jesucristo, recibimos el Espíritu Santo como garantía de nuestra salvación; Él es el manantial de aguas salutíferas que sanan al mundo, y toda alma viviente que nadare en ese río vivirá; y recibirá sanidad y tendrá vida. Cada uno de los discípulos del Señor es un embajador de Jesucristo para reconciliar al hombre con su Creadornuestra misión es llevar el evangelio sanador a toda la tierra, para que  los hombres oyendo, tengan fe, y reciban el regalo de la vida eterna. Tras la ofrenda del Hijo de Dios en la cruz, y gracias a los que anuncian esas buenas noticias, comienzan a nacer los hijos de la otrora estéril Jerusalén celestial


También dijo Jesús que sus discípulos son la luz del mundo; la cual debe alumbrar delante de los hombres, de modo que éstos vean las buenas obras de los hijos de Dios, y nuestro Padre que está en los cielos sea glorificado en ellas. (5:14-16)

La luz prevalece sobre las tinieblas. Cuando encendemos una lámpara en un cuarto oscuro, la luz proyectada no va dominando el cuarto de a poco, sino que lo hace por completo, de una vez, en cuanto presionamos el interruptor. Pues eso es lo que hace Cristo en nosotros, cuando viene a morar por medio de su Espíritu. Él ilumina toda la casa, exponiendo así toda la inmundicia que hemos guardado dentro. Por tanto, si al oír la Palabra de Dios, reconocemos cuánta basura hemos acumulado, y tomamos la decisión de limpiar la casa, es evidencia de que Cristo está en nosotros. La hermosura de la casa limpia será algo que otros querrán tener e imitar. Los hijos debemos resplandecer en medio de las tinieblas para que otros también sean iluminados. 

Un hijo de Dios se reconoce por sus frutos. El Apóstol Juan es muy insistente en decir que aquél que ha nacido de Dios no puede pecar, porque tiene dentro de sí la semilla de Dios, que es el Espíritu Santo con que fuimos regenerados; por tanto, habiendo nacido a una nueva vida espiritual, nuestro corazón ya no está al servicio de las tinieblas, como es el caso de todo hombre natural que no conoce a Dios, sino que tenemos dentro de nosotros la luz del mundo, que nos da poder para vencer esa parte residual de oscuridad que mora en nuestro cuerpo carnalDecimos que hemos renacido, porque nuestro bautismo en Cristo consistió en que nuestro ser carnal murió en la cruz de Cristo, y si ya murió, no tiene poder para dominarnos; pero no sólo que nuestro ser terrenal fue crucificado junto con Cristo, sino que también en la resurrección de Cristo, por fe, nosotros también resucitamos a una nueva vida, para andar según el Espíritu Santo, y no según la carne; hemos sido recreados en Cristo Jesús. Ya no somos de las tinieblas, sino somos hijos de luz. Concluimos entonces que, aunque seguimos en estos cuerpos que se deterioran y corrompen a causa del pecado que aún permanece en ellos, dentro de nosotros está la luz de la vida, que es más poderosa que el que gobierna este mundo, y que nos ayuda a vencer las concupiscencias que yacen en la carne, guiándonos en nuestro proceso de perfeccionamiento hacia la santidad. Los hijos de Dios dan frutos buenos. Si no hay fruto de santificación, es que el Espíritu Santo no está allí.

** Existen religiones que aíslan a sus discípulos del mundo; los encierran en claustros para que no sean tentados por las cosas del mundo, o les prohíben participar en actividades como la política, por ejemplo, porque se reconoce que en tales actividades existe corrupción. Pero la pregunta es: ¿cómo puede un hijo de Dios influenciar en las cosas del mundo, si no es siendo luz en medio de esas tinieblas?. Un hijo de Dios no debe esconderse del mundo, sino evitar ser corrompido por las cosas que los del mundo hacen, que sabemos son pecado. No tenemos que hacer lo que ellos hacen, sino sólo alumbrar en medio de ellos, para que, viendo la luz, deseen salir de las tinieblas, y venir a la VerdadLos hijos de Dios no somos del mundo, pero debemos ser luz en el mundo


El Mesías vino a cumplir la Ley mosaica


Dijo Jesús que todo lo que está escrito en la ley se cumplirá"hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido". Que nadie piense que Él vino a abrogar la ley, pues Él vino a cumplirla. Y si alguien la quebranta en lo más mínimo, será tenido por muy pequeño en el reino de los cielos. Agregó que, a menos que nuestra justicia supere a la de los maestros de la ley y fariseos, no entraríamos al reino de Dios. (5:17-20)

* La ley de Moisés involucra los cinco primeros libros del Antiguo Testamento, conocidos también como el Pentateuco (cinco rollos), a la cual los judíos llaman "Torah". Se trata de un conjunto de reglas y preceptos, tanto morales como ceremoniales que YHWH dio a Israel, con la finalidad de enseñarles lo que era bueno y lo que era abominación a los ojos del Señor, a fin de que aprendieran a conducirse según ella, y para familiarizarlos también con la forma en que su Mesías salvaría la vida del pueblo escogido, al establecer el sacrificio de animales puros para expiar los pecados del pueblo con su sangre, ritos que llevaban a cabo periódicamente, aun cuando, probablemente, no entendían en profundidad el porqué lo hacían. La ley era como un tutor, cuyo objetivo era llevar a Israel hasta su Mesías, a fin de introducirlos a la era de la gracia, para que fueran salvos por fe, y heredaran las promesas hechas al patriarca Abraham. La buena noticia es que la ley ya cumplió ese objetivo, pues Jesús es el Cristo o Mesías quien, por la fe, nos salvó de la ira que será derramada sobre los pecadoresal reconciliarnos con Dios, de una vez y para siempre, por medio de su sangre, como un cordero sin mancha, y así regalarnos la vida eterna.  

** Jesús en sus prédicas se ocupó de aclarar muchos puntos de la ley que, debido a la manipulación de los líderes judíos, que agregaron más indicaciones a fin de no caer en el más mínimo error que los indujera a pecar contra ella, la habían convertido en imposible de poner en práctica por la comunidad judía. Jesús puso acento en todos aquellos aspectos que estaban pasando inadvertidos, y que eran esenciales para, efectivamente, cumplir la ley que Jehová les había entregado, la cual tenía como base el AMOR verdadero, pues la ley se resume en dos preceptos principales: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y amarás a tu prójimo como a ti mismo.


La Profundidad de la Ley


Entonces, el Señor comenzó a dar luz sobre aspectos de la Ley mosaica que no se estaban entendiendo en su profundidad. Por ejemplo, el mandato que dice: "No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio" (Ex 20:13; Dt 5:17) tiene un alcance mucho mayor, al punto que, señala Jesús, cualquiera que se enoje contra su hermano quedará sujeto a juicio; o si lo llama "necio" (idiota), podría verse enfrentado al tribunal, o "fatuo", arriesga exponerse al fuego eterno. Así que, si yendo de camino al altar para presentar ofrenda, alguien recuerda tener cosas no resueltas con otro, debe ir y arreglar las diferencias con su adversario, para así evitar tener cuentas pendientes con nadie, y no tener que verse enfrentado al juez, arriesgando ser echado a la cárcel, de donde no saldrá hasta que salde toda su deuda. (5:21-26)

* No pienso que Jesús está refiriéndose a juicio, cárcel o pérdida de bienes según el mundo, sino a la disciplina de Dios, quien da a cada uno según las obras que hace. En varias oportunidades, Jesús nos habló en parábolas sobre el Reino de los cielos, y en una ocasión, lo comparó con un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos, y perdonó  a uno todas sus millonarias deudas. Sin embargo, éste, una vez liberado, y yendo de regreso, encontró a uno que le debía a él mucho menos, al cual no le perdonó la deuda y, a pesar de los ruegos, lo echó a la cárcel. Al saber esto, el rey lo mandó llamar, diciéndole: "Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?".  Y lo entregó a sus verdugos hasta que pagase todo lo que debía. Jesús concluye su parábola, diciendo: "Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas". A nosotros los hijos de Dios, por gracia, se nos perdonó todo el pecado que habíamos acumulado en nuestras vidas terrenales; por tanto, mientras vamos de camino a la vida eterna, nuestro deber es perdonar a todos los que han pecado contra nosotros también. Si no lo hacemos, estamos pecando contra Dios, porque perdonar es un mandamiento, y la desobediencia sin arrepentimiento tiene condena.

La Ley dice: "No cometerás adulterio" (Ex 20:14; Dt 15:18). Pero Jesús hace ver que, cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, dice Jesús, si un ojo, o una mano o un pie nos hace caer en tentación, mejor nos lo amputemos, porque más vale perder uno de los miembros del cuerpo, a que todo el cuerpo sea echado en fuego del infierno. (5:27-30)

* No olvidemos que Dios ve nuestro corazón. El pecado reside en los miembros de nuestro cuerpo, y se enseñorea de aquellas personas que no han sido regeneradas en su espíritu, pero los que tenemos el Espíritu del Señor morando dentro de nosotros, ya no somos esclavos del pecado que reina en nuestros miembros, y tenemos el poder para ponerlo bajo sujeción. La regeneración significa que hemos sido recreados al momento de venir y ponernos bajo el Señorío de Jesucristo. Somos nueva criatura, por tanto, ya no somos esclavos de nuestra naturaleza carnal, aunque debemos cuidarnos de ella, porque tiene aún influencia, aunque no autoridad, sobre nuestras decisiones. Las Escrituras nos mandan a cuidar de nuestro corazón, porque de él mana la vida, y no se refiere al órgano que bombea sangre, sino al centro de nuestra mente, donde nacen nuestros pensamientos, porque es en nuestro corazón donde se almacena aquello a lo que prestamos atención. Por tanto, ya que hemos sido rescatados de nuestra vana manera de vivir, ahora debemos poner atención a las cosas espirituales, alimentándonos de la Palabra de Verdad, a fin de que la luz llene nuestro corazón, y las tinieblas que en él había, vayan desapareciendo.


La Ley permitía al hombre dar carta de divorcio a la mujer, cuando el marido veía en ella algo indeseable (Dt 24:1-4); pero Jesús aclara que, aquél que repudia a su mujer, a menos que sea a causa de que ella ha tenido relaciones íntimas con otro hombre, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada también comete adulterio. (5:31-32)

* Jesús fue consultado en otra ocasión por qué Moisés mandó dar carta de divorcio y repudiar a la mujer. El Señor contestó que no siempre fue así, pero que Moisés lo permitió debido a la dureza de corazón del pueblo. Sin embargo, el Señor recuerda a sus discípulos que el mandamiento original para el matrimonio dice: "dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne" (Gn 2:24); esto quiere decir que, una vez que se ha consumado la unión sexual, deberían ser el uno para el otro, inseparables, como si fueran un solo cuerpo. Sin embargo, por causa de nuestra naturaleza pecaminosa, este mandato se corrompió al punto que, hoy en día, se pregona la libertad sexual, convirtiendo al sexo en una forma más de entretención. No obstante,  aunque los del mundo reclamen el derecho a hacer con su cuerpo lo que ellos estimen, los creyentes, sabiendo que Dios no cambia, ni tampoco sus mandamientos, debemos tener presente que la fornicación, esto es, sexo fuera del matrimonio, siempre ha sido y seguirá siendo pecado, principalmente, porque Cristo nos compró con su sangre para Dios, y fuimos hechos templo del Altísimo. Ya no somos nuestros, sino de Dios.


La Ley prohibía jurar en falso (perjurar); y mandaba cumplir los votos hechos a Jehová (Lv 19:12; Nm 30:2; Dt 23:21); pero Jesús mandó no jurar en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del Gran Rey (Is 66:1; Mt 23:17-22; Sal 48:2; Stg 5:12), ni jurar por nuestra cabeza, sino que si decimos sí, que sea sí; o si decimos no, que sea no; porque cualquier cosa que agreguemos procede del mal. (5:33-37)

* Ser cristiano significa ser una persona cuya palabra vale. Todo compromiso hecho dentro de la Voluntad de Dios para nuestras almas, debe ser cumplido, no obstante, cualquier compromiso que viole los mandamientos de Dios debe ser deshecho, porque "es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres". Consecuentemente, es mejor no prometer, que prometer y no cumplir, especialmente, cuando la promesa se hace a Dios.


Continuó Jesús diciendo que la Ley dice: "Ojo por ojo, y diente por diente" (Ex 21:24; Lv 24:20; Dt 19:21). Sin embargo, el Señor manda a no resistir al malo; que si nos golpean una mejilla, pongamos la otra; si nos quieren quitar la túnica; entreguemos también la capa; si alguien nos obliga a llevar carga  una milla; que la llevemos dos. Dijo que al que nos pida, le demos; y al que quiera tomar prestado, no le rehusemos. (5:38-42)

* La venganza es mía, dijo el Señor; "Yo pagaré". Nosotros no debemos resistir al malo de ninguna manera, que no sea con la Palabra de Verdad, y haciendo el bien. Cualquier otro tipo de acción de defensa puede acarrearnos consecuencias indeseables para nuestra vida en este mundo. Sin embargo, si en vez de maldecir, o resistir al enemigo, le hablamos en amor; si le dejamos tomar más de lo  que demanda, estaremos llevando a ese corazón en tinieblas tanta luz que querrá saber qué hay en nosotros que él no tiene, y comenzará a buscar.


También dijo que la Ley dice "amarás a tu prójimo" (Lv 19:18), y que debías aborrecer al enemigo; pero Jesús manda a amar a los enemigos, a bendecirlos y no a maldecirlos; a hacer el bien a quienes nos aborrecen; a orar por los que nos ultrajan y persiguen. Porque así actúa el Padre celestial: quien hace salir el sol y que caiga la lluvia sobre justos e injustos. Nosotros somos llamados a ser perfectos, como nuestro Padre que está en los cielos. (5:38-48)

* En los tiempos de Moisés, Israel debía luchar contra las amenazas de los pueblos paganos que enfrentaron en el desierto, y que habitaban la tierra que Dios había prometido darles en herencia, los cuales debían ser destruidos para evitar que el pueblo santo se contaminara con sus perversas costumbres. Esos pueblos  eran politeístas, y no conocían a Jehová, por lo que estaban llenos de maldad. No obstante esto, YHWH no permitía que se maltratara a los extranjeros que lo reconocían a Él como el único Dios viviente, y les dejaba convivir entre los hebreos, si se sometían a todo lo que la Ley mandaba. Sabemos que la Ley mosaica tenía por objetivo educar a Israel a fin de conducirlo hacia su Mesías, pero también buscaba que muchos de los que antes eran pueblos politeístas, viendo a Israel y las maravillas que Dios hacía por su pueblo, reconocieran que sólo hay un Dios Verdadero, YHWH, y quisieran tener lo que Israel teníaFue así cómo, cuando el tiempo se cumplió, y vino el esperado Ungido de Dios, el campo ya estaba preparado para la siega, pues muchos de esos pueblos paganos ahora ansiaban la llegada del Mesías, tanto como Israel. Cuando el llamado al arrepentimiento para vida eterna comenzó a pregonarse, no sólo lo oyeron los hijos de  Israel, sino todos los que esperaban la venida del Salvador. 

** A partir de la resurrección de Cristo, empiezan a nacer los verdaderos israelitas, el pueblo de Dios que no se limitaría sólo a los descendientes  de Abraham, Isaac y Jacob según la carne, sino a todo el que reconocía a YHWH como su Dios, y creía que Jesús era el enviado para liberar a los escogidos de la esclavitud del pecado. Aquéllos que reconocen que Jesús es el Redentor, reciben el Espíritu Santo dentro de su corazón, lo que los convierte en hijos de Dios, y tienen por misión reflejar esa luz en medio de las tinieblas que impiden a los hombres ver a Dios y a Jesucristo, su Ungido. A los incrédulos no debemos considerarlos nuestros enemigos, sino el campo donde sembrar la semilla de la Palabra. Sin embargo, muchos de ellos rechazarán que se les hable de Dios o Jesús, pero al ver el andar en amor y fe de un creyente regenerado por el Espíritu Santo, sin que se les hable, sabrán que en los cristianos hay una esperanza que ellos desconocen, y también querrán tenerla. Dijo Pablo: "si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza", significando con esto que, el amor que seamos capaces de proyectar al prójimo, es suficiente testimonio para encender en ellos el fuego de la pasión por conocer al autor de nuestra salvación, y seguirlo.

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