jueves, 22 de octubre de 2020

Señales del Fin del Mundo - Estudio de MATEO XI - (Mt 24 y 25)

(Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos estudiados (identificados al pie de cada párrafo); los textos en cursiva son los comentarios hechos por mí respecto de esos textos. Para ir al link de respaldo bíblico o de apoyo, hacer click en los enlaces.)

[Empezar en Mateo Primera Parte]



LAS SEÑALES DEL FIN


Cuando salían del templo, los discípulos mostraron a Jesús los edificios del templo, y comentaron sobre la belleza de éstos. Entonces Jesús les dijo: "¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada". Luego, hallándose sentados en el Monte de los Olivos, los discípulos pidieron a Jesús que les dijera cuándo sucederían estas cosas; y qué señal habría de su venida, y del fin del mundo. (24:1-3)

* Es importante poner atención en que los discípulos hicieron tres preguntas: 1) ¿cuándo sucedería la destrucción del templo?; 2) ¿qué señal habría de su segunda venida?; y 3) ¿qué señal marcaría el fin del mundo?

Jesús comenzó a responder, advirtiéndoles que no se dejaran engañar, porque vendrán muchos diciendo "yo soy el Cristo", y engañarán a muchos. Dijo que también habrá guerras y rumores de guerra, pero no hay que entrar en pánico, porque es necesario que todas estas cosas ocurran, pero no significa que ya sea el fin, porque lo cierto es que se levantará reino contra reino, nación contra nación, habrá pestes y hambre, y terremotos, pero eso no es más que el principio de los dolores que es necesario padecer antes del fin. Los seguidores de Cristo serán perseguidos, torturados y matados por causa de su Nombre. Habrá muchos que cederán a las presiones, y comenzarán a entregarse unos a otros. También se levantarán falsos profetas que engañarán a multitudes. Al ver la creciente maldad, el amor de muchos se enfriará, sin embargo, el que persevere hasta el final será salvo. El fin vendrá cuando el Evangelio se haya predicado en todo el mundo. (24:4-14)

* En estas primeras palabras, Jesús entrega una visión general de lo que estaba por suceder, pero todavía no responde específicamente a cada pregunta. Todos estos eventos profetizados por el Señor comenzaron a suceder tan pronto Jesucristo ascendió a los cielos, y han seguido ocurriendo, y seguirán pasando durante todo el tiempo que transcurra entre la primera y segunda venida del Señor: persecución a la iglesia, con mayor o menor grado de agresividad; desastres naturales, falsos profetas, enfermedades (pestes, pandemias), hambrunas, maldad creciente, guerras, etc.

Los hijos de Dios no estamos exentos de sufrir todo lo que Jesús anunció a sus discípulos. Fuimos sellados con el Espíritu Santo, lo que garantiza nuestra salvación y vida eterna, pero no nos libera de doloresHay falsos pastores que, tergiversando la Verdad, no enseñan que a veces es necesario padecerLa falta de entendimiento y el amor a las cosas del mundo se ha cobrado muchas víctimas entre los que se dicen cristianos, mas el día vendrá en que se tendrán que alejar avergonzados de la presencia del Señor, porque recibieron un evangelio falso, el cual no cuestionaron, porque fueron atraídos a él por la ambición de obtener de Jesús todo lo que sus codiciosos y entenebrecidos corazones deseaban, no entendiendo que lo que de Jesús recibimos es un tesoro para vida eterna que no perece ni se deteriora. Muchas de esas personas se frustran cuando ven que sus deseos mundanos no son cumplidos, y abandonan la búsqueda espiritual, lo que revela que nunca fueron salvos.

** ¿Por qué es necesario que ocurran todas estas cosas que nos producen tanta inquietud? Creo que Dios permite que estas cosas sucedan, para llamar la atención de los que no han renacido espiritualmente, a ver si reconocen su pequeñez, y buscan a Dios. En cuanto a los hijos del reino, Dios no nos libera de sufrirlas, porque a través de las pruebas y tribulaciones se desarrolla el fruto del Espíritu: "Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios", dijo el Apóstol Pablo (Hch 14:22). Las Escrituras dicen que Jehová disciplina a todo al que recibe como hijo. Desde los tiempos antiguos, se anuncia que Jehová será como fuego purificador, como jabón para quitar la inmundicia que traemos de nuestra vida pasada, de modo de sacar a la luz toda la belleza que procede de la transformación que Cristo produce en nosotros. Muchas veces este proceso de limpieza y purificación involucra dolor, porque significa perder algo que antes amábamos, pero la paz que trae consigo desprenderse de un peso que nos estorbaba supera con creces el dolor que atravesamos mientras nos desprendíamos de él.

Lo anterior, no debe producir temor en los que están recién comenzando a caminar en Cristo, porque a la verdad, sin Cristo los sufrimientos son aún más profundos, y no sólo pueden matar el cuerpo, sino también el alma; en cambio, los padecimientos en los hijos de Dios siempre obrarán para bien, porque forman parte del crecimiento. En el Sal 34:19, leemos que "Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová". Dijo el Señor, por medio del salmista: "Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador..." (Sal 43:2-3). Con seguridad, cuando la vida eterna sea una realidad, y miremos atrás, daremos gracias a nuestro Señor, porque conoceremos que tras cada sufrimiento, Dios cumplió un propósito superior

Por lo demás, nunca olvidemos que ningún dolor, ni tribulación, ni problema, ni siquiera la muerte puede separarnos de Dios, ni tampoco puede quitarnos la salvación, porque estamos sujetos a Jesucristo, a quien el Dios y Padre puso por Señor y Rey de su casa, y nada puede arrebatarnos de sus manos, de modo que nuestra victoria está garantizada en los cielos, lo que debe traernos mucha paz.


LA DESTRUCCIÓN DEL TEMPLO

Continúa Jesús su respuesta, diciendo que, por lo tanto, cuando vean "en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel", dondequiera que estén, no vuelvan para rescatar sus bienes, sino huyan. Jesús expresa su lamento por las que estén encinta, o estén criando cuando esto ocurra. Además, los exhorta a orar para que esto no suceda en invierno, ni en un día de reposo. (24:15-20)

* Estas palabras de Jesús están dando respuesta a la pregunta de cuándo será la destrucción del templo. Tenemos esa convicción gracias al relato que Lucas hace de los hechos. Lucas no usa la expresión "abominación desoladora", que suele confundirnos, sino que dice: "cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado", luego de lo cual, hace el mismo relato que nos muestra la versión de Mateo que estamos estudiando.

Según la profecía de Daniel, escrita alrededor del año 535 a.C., la abominación desoladora viene después de que se quita la vida al Mesías. Entonces el pueblo de un príncipe, que aun no nacía cuando la profecía fue dicha, vendría a destruir la ciudad y el santuario. La destrucción del segundo templo, anunciada por Jesús, ocurrió entre los meses de abril y septiembre del año 70 d.C., casi cuarenta años después de su muerte, cuando el santuario y la fortaleza fueron profanados y destruidos por el ejército romano, al mando del comandante Tito Flavio Vespasiano, hijo del emperador Vespasiano, en respuesta a la sublevación de los judíos, lo que culminó con el templo saqueado y destruido, la ciudad incendiada, y los judíos dispersos por todo el mundo.


LA GRAN TRIBULACIÓN  

El Señor continúa su respuesta, diciendo que "habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados". Por tanto, Jesús insiste en aconsejar que no creamos cuando escuchemos decir que Cristo ya vino, y que está en tal o cual lugar, porque lo cierto es que se levantarán muchos falsos mesías y falsos profetas que incluso mostrarán señales, y harán milagros, tanto que incluso los escogidos podrían ser engañados. Sin embargo, cuando el Hijo del Hombre venga, no habrá preámbulo, sino que será como relámpago que sale del oriente y se ve hasta el occidente. Hay que estar alerta, porque si nos adormecemos, hay muchos que acechan, como las aves de carroña en torno a un cadáver, esperando a que empecemos a cabecear.  (24:21-28)

* Aquí, el Señor comienza a hacer mención de su segunda venida, cuando venga en gloria y majestad a rescatar a su iglesia, antes de que se derrame la ira de Dios sobre el mundo, pero previamente menciona la gran tribulación. 

En este pasaje Jesús expresa claramente lo que muchos se niegan a ver: los hijos de Dios aún estaremos en el mundo cuando la gran tribulación comience, y será por causa de los escogidos que los días de la gran tribulación serán acortados. En el Apocalipsis, se describe a los hijos de la fe como "los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero" (Ap 7:13-14)

Es necesario aclarar esta confusión que ha hecho que muchos estudiosos saquen conclusiones erradas en cuanto a los tiempos de los eventos escatológicos: la gran tribulación de que hablan las Escrituras no es lo mismo que la ira de Dios que se derramará sobre el mundo. De acuerdo al relato de Jesús en este capítulo, es claro que el primer evento, es decir, la gran tribulación, es antes de la resurrección de los muertos, y de lo que se conoce como "el arrebatamiento" o "el rapto". En cambio, las siete copas de la ira de Dios, destinadas a castigar la maldad en el mundo, se derramarán después que la iglesia sea sacada. Los hijos de Dios, es decir, los creyentes, fuimos salvados de recibir las copas de la ira, cuando creímos en nuestro corazón que Cristo tomó nuestro lugar en la cruz, y pagó por nuestros pecadosquitando de nosotros la condena que pesaba sobre nuestras cabezas  

** Ahora bien, no podemos descartar, por los preocupantes eventos que han estado sucediendo de un tiempo a esta parte, que es muy posible que ya estemos en medio de la gran tribulación. Basta con mirar cuánta convulsión ha habido este último tiempo, causando pánico, ansiedad, e incertidumbre en la gente: de un momento a otro, nos vimos golpeados por una pandemia que paralizó al mundo entero, la cual no sólo ha causado miles de muertes, sino que arrastró consigo una debacle económica global. En medio de todo, se han sucedido grandes desastres naturales, y otros provocados por el hombre, en tanto que se han desatado innumerables protestas y manifestaciones, en prácticamente todos los países, donde se aprecia mucha violencia y odio; todo esto agravado por guerras y amenazas de guerra en distintas partes del orbe. Sin dudas, todo esto está provocando gran tribulación en los habitantes de la tierra.

En cuanto a la proliferación de falsos mesías y engañadores, en este tiempo es mucho más fácil para ellos llegar a gran cantidad de personas, debido a los avances tecnológicos que se han alcanzado. En consecuencia, los que están siendo llamados deben estar atentos, y preocupados de alimentarse adecuadamente de la Palabra de Dios, de lo contrario, fácilmente podrán ser llevados por los vientos huracanados de todo tipo de falsas doctrinas que se están desatando, arriesgando la salvación que Dios les ofrece, en caso de que no hayan aún recibido el Espíritu Santo que los sella y guarda para vida eterna


LA PARUSÍA DEL SEÑOR

Jesús continuó diciendo que "después de la tribulación de aquellos días", el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. "Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria", y enviará a sus ángeles para juntar a sus escogidos desde todos los rincones de la tierra. (24:29-31).

* Las palabras de Jesús "después de la tribulación de aquellos días" confirman lo que afirmábamos unos párrafos atrás: la iglesia se salva de la ira de Dios, pero aún está en la tierra durante la gran tribulaciónAhora bien, entre la gran tribulación y la segunda venida (o parusía) de Jesucristo, hay un episodio que no sabemos cuánto durará (quizás días; quizás las mismas tres horas que duraron la tinieblas cuando Jesús fue crucificado; o quizás sólo minutos, no sabemos), que habla de señales en el cielo y el mar. Lucas, en su versión del evangelio, lo dice de esta manera: "habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria." (Lc 21:25-27). Luego, en el siguiente versículo, para tranquilidad de los escogidos, Lucas agrega: "Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca." (Lc 21:28).

Si lo entendemos tal cual está escrito, Lucas nos está haciendo ver que, después de la gran tribulación, cuando veamos todas estas señales en el cielo (el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo), y se oiga el bramido del mar y las olas, los hijos de Dios, en vez de angustiarnos por el temor de lo que sobrevendrá, debemos estar tranquilos, porque ellas anuncian que Jesús ya viene para llevarnos con Él, antes de que llegue el día grande y espantoso de Jehová, lleno de indignación y ardor de ira sobre la tierra (Jl 2:31; Is 13:9-10). 

Como dijimos, no sabemos cuánto tiempo durarán estas señales en los cielos, pero debemos considerar que, cuando es de día en el hemisferio norte, en el otro es de noche, por tanto, tratándose de un solo evento que será visto en todo el globo terrestre, no tenemos que pensar que todos seremos testigos del oscurecimiento del sol, y de la luna, sino que, dependiendo del horario que esté atravesando cada hemisferio, será lo que los habitantes de cada región presenciarán, lo que puede durar incluso sólo algunos minutos. Estando todo en oscuridad, será imposible no ver la venida de Jesucristo "como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente" (Mt 24:27 RVR).

** En cuanto a la lamentación de todas las tribus de la tierra, parece poco probable que esté hablando de la lamentación de los hijos de Israel profetizada por Zacarías, sino que se refiere al "lloro y crujir de dientes" de todos los incrédulos (gentiles y judíos), quienes, viendo al Señor venir en las nubes, sabrán que Jesucristo es el Señor, al cual rechazaron mientras era tiempo, por tanto, no les queda más que recibir la paga por su pecado. Porque nadie podrá decir que no oyó hablar de la buena noticia de la salvación por la fe en Jesucristo; pero no quisieron prestar atención, y escogieron continuar sumergidos en los afanes de sus vidas mundanas, o prefirieron taparse los oídos, y seguir arrellanados en la mullida tradición religiosa que les impidió conocer la Verdad. El Señor está llamando ahora, por medio de la prédica del Evangelio, a todo el mundo para que sean salvos de la ira de Dios. No es tiempo de endurecer los corazones.

Con respecto a la lamentación de los hijos de Israel, se trata de un lloro de arrepentimiento, y no de desesperanza. Creo que en todo el mundo, diariamente,  hay judíos que,  al enfrentarse a la Verdad, quedan devastados al reconocer que dieron muerte al Hijo de Dios. Recordemos que, luego que Israel rechazó una y otra vez la buena noticia de que Jesús era el Mesías, fueron endurecidos y desechados parcialmente, y entonces se comenzó a predicar el evangelio a los gentiles para que también fueran salvos. Ahora es tiempo para que los gentiles entren al reino, pero, mientras entra la plenitud de ellos, muchos hijos de Israel también están oyendo que en Jesús se cumplió la profecía del Mesías; y es así cómo todo Israel (el Israel de la promesa) será salvoLa exclusión de la nación de Israel del reino no permanecerá si ellos se arrepienten de su incredulidad, pues si se humillan y buscan a Jesús el Mesías, ellos son sellados para vida eterna también.


QUE NO NOS TOME POR SORPRESA

Jesús enseña, entonces, que hay que aprender a discernir los tiempos, pues, del mismo modo en que, al ver la higuera con sus ramas tiernas y sus primeras hojas, se sabe que el verano está por llegar, cuando veamos el cumplimiento de todas estas cosas significa que la venida del Señor está cerca. Incluso, advirtió que "no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca". Dijo el Señor que podrán desaparecer el cielo y la tierra, pero sus palabras no dejarán de cumplirse.  En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, sólo Dios, pero la venida del Hijo del Hombre será como en los tiempos de Noé, en que todos veían que Noé preparaba el arca para el diluvio, pero lo ignoraron, y siguieron con sus vidas, comiendo, bebiendo, dándose en casamiento; incluso cuando Noé entró al arca, seguían sin entender, hasta que se inició el diluvio, y arrasó con todos. Así será cuando Jesucristo vuelva. (24:32-39)

* La palabra generación debe entenderse como un grupo de personas que, habiendo nacido en un tiempo específico, comparten cosas en común, y se comportan de manera afín. Probablemente, la generación a que hace referencia Jesús es la nacida en la era de la Gracia, los hijos del Espíritu, cuya gestación se produjo con la venida de Jesús, y comenzaron a nacer aquel día de Pentecostés, cuando se recibió el Espíritu Santo por primera vez. Hablamos de la iglesia que, desde la venida del Mesías, se está edificando con las piedras vivas que son los llamados por la fe (judíos y gentiles), y cuya construcción concluirá cuando el Señor regrese para sacarla del mundo, antes que se derramen las copas de la ira de Dios. De acuerdo a lo que hemos concluido en este capítulo, esa generación, que involucra a todos los nacidos del Espíritu (los que duermen (fallecieron), pero habían entregado su vida a Cristo y los que están con vida y son de Cristo), ha presenciado, y seguirá en el mundo, hasta que se cumplan todos estos eventos: la destrucción del templo (70 d.C), la gran tribulación, y la parusía de Jesucristo.


EL ARREBATAMIENTO

[Con respecto a lo que se conoce como el arrebatamiento], Jesús dijo que aquel día habrá dos hombres en el campo, uno será tomado y el otro dejado; que habrá dos mujeres moliendo trigo, y una será tomada y la otra dejada. Por tanto, llama a estar velando siempre, y a estar preparados, porque nadie sabe cuándo vendrá el Hijo del hombre. Dijo que hay que ser como el siervo fiel, a quien su amo puso al cuidado de su casa, para que se ocupase de mantener a todos bien alimentados. Ese siervo va a estar muy tranquilo si hace lo que se le ordenó, y va a estar muy feliz cuando llegue su amo, y vea que ha cumplido con lo que le había mandado. Su amo después le confiará todos sus bienes. Pero si el siervo no es leal, y creyendo que el amo tarda mucho en volver, comienza a maltratar a los que estaban a su cuidado, y él mismo se entrega a una vida desenfrenada, cuando llegue su amo, sin previo aviso, y lo sorprenda, será castigado sin misericordia, y el amo lo desechará para que reciba su merecido junto a los hipócritas. Allí se lamentará desconsoladamente . (24:40-51)

* Pablo, en sus epístolas a las iglesias de Corinto y Tesalónica, nos da una visión más detallada del arrebatamiento:

El Apóstol dijo que, dado que el cuerpo terrenal que hoy tenemos no es digno del reino de los cielos, todos los hijos seremos transformados, para que tengamos la misma imagen de Jesucristo, en un cuerpo celestial que no se corrompe ni puede morir. Cuando suene la última trompeta (probablemente esté hablando de la séptima trompeta del Apocalipsis), Jesús vendrá en las nubes, con sus arcángeles, y comenzará a llamar a su pueblo: los que hayan muerto siendo de Jesucristo, esto es, que entregaron sus vidas al Señor cuando estaban vivos, resucitarán primero, en cuerpos de gloria, y subirán para encontrarse con el Señor en el aire; y aquellos que sean de Cristo, pero que aún estén con vida a su venida, serán arrebatados al cielo, y sus cuerpos serán transformados en cuerpos glorificados mientras suben a reunirse con el Señor en las nubes.


¡SED LLENOS DEL ESPÍRITU SANTO!

Jesús continuó diciendo que el reino de los cielos será como la historia de las diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron a recibir al prometido en casamiento. Cinco de ellas eran prudentes, y llevaron, junto con sus lámparas, vasijas de aceite; las otras cinco eran insensatas, y no llevaron consigo aceite para sus lámparas. El novio se demoró en regresar, entonces las vírgenes comenzaron a cabecear y a quedarse dormidas. A medianoche se oyó un clamor, anunciando que el prometido había llegado, y todas salieron a recibirle, pero las insensatas, al ver que sus lámparas se apagaban, pidieron aceite a las prudentes, pero éstas les dijeron que, si les daban, no tendrían suficiente para mantener sus propias lámparas, así que les aconsejaron ir a comprar. Mientras éstas iban a comprar, vino el novio, y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas, y se cerró la puerta. Cuando llegaron las insensatas, pidieron que les abriesen la puerta, pero él respondió que no las conocía. Jesús concluyó su parábola, diciendo: "Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir". (25:1-13)

* En las Escrituras, vemos que la prudencia es sinónimo de sabiduría, entendimiento, conocimiento, cordura. El hombre natural no posee ninguna de estas cualidades de manera correcta; al menos no con el verdadero significado que cada uno de estos atributos tiene en el reino de los cielos; por tanto, para llegar a ser prudentes, sabios, entendidos, tener juicio y conocimiento es necesario que el Espíritu Santo obre en el corazón del hombreConsecuentemente, el aceite de las lámparas podemos relacionarlo con ser llenos del Espíritu Santo, o crecer espiritualmente, lo que se hace evidente en los frutos de santificación que cada persona desarrolla. 

La salvación no se puede perder, por tanto, las que quedaron fuera de la fiesta de bodas son aquellos que nunca fueron sellados con el Espíritu Santo, pues, el sello del Espíritu se recibe como garantía de salvación, y nada puede romperlo

Para entenderlo mejor, diremos que las vírgenes insensatas simbolizan a todos los que oyen la Palabra, la reciben, pueden entusiasmarse al principio, pero los afanes del mundo, las riquezas, las aflicciones, etc., los distraen y no se dedican a buscar el reino de Dios y su justicia, y quedan sin conocimientoTodos dicen que creen, pero como no hay entendimiento, no tienen la convicción de que les sobran motivos para arrepentirse, por tanto, no se someten al Señorío de Jesucristo. Al no haber arrepentimientoel Espíritu Santo no puede morar en ellos; y si el Espíritu no está en ellos, no son de Cristo, sino que siguen siendo hijos de las tinieblas, por lo cual siguen haciendo, sin incomodarse, las obras de las tinieblas

** El verdadero cristiano aguarda con entusiasmo y temor reverente la segunda venida del Señor. Es una promesa que nos da gran esperanza, pero también nos hace estar alerta para no resbalarCuando un verdadero creyente, un hijo de Dios, peca, no tarda mucho en sentirse incómodo, y se arrepiente, porque el Espíritu Santo que mora dentro de él es el que lo constriñe para hacerlo volver al camino. En cambio, cuando el falso creyente peca, no hay en él sentimiento de culpa que lo guíe a arrepentirse, sino que sigue disfrutando de su pecado, lo que prueba que la regeneración nunca se llevó a cabo. 

Las Escrituras siempre nos están exhortando a ser llenos del conocimiento de Dios y de la obra que Jesucristo hizo por nosotros. La Palabra es el alimento diario que un hijo de Dios debe procurar más que cualquier otra cosa en esta vida, porque va renovando nuestro entendimiento, haciéndonos comprender la anchura, longitud, profundidad y altura del reino de Dios, lo que nos hace sabios y nos convence de hacer sólo lo que nos conviene como hijos santos del Dios Santo que nos llamó.


AL QUE TIENE, SE LE DARÁ MÁS

También Jesús compara el reino de los cielos con un hombre que, yéndose lejos, entregó a sus siervos sus bienes para que los administraran.  A uno dio cinco talentos; a otro, dos; y a otro, uno, conforme a la capacidad de cada uno. El que recibió cinco, negoció y ganó cinco más; el que recibió dos, también ganó dos más; pero el que recibió uno, lo tomó, y lo escondió bajo tierra. Después de mucho tiempo, volvió su Señor, y quiso ver qué habían hecho con los talentos. El que recibió cinco, tenía cinco más, por tanto, fue felicitado por su Señor, quien le dijo: "Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor".  Lo mismo dijo a aquel que había ganado dos talentos sobre los dos recibidos. Llegando el turno del que había recibido un talento, éste le dijo: "Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo".  El señor se enojó, y le dijo que al menos debió darlo a los banqueros para haber recibido los intereses; así que hizo que le quitaran el único talento que tenía, y se lo diesen al que tenía diez, porque "al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado". El siervo inútil fue echado fuera a las tinieblas, donde será el lloro y crujir de dientes. (25:14-30)

* Cuando Jesús ascendió a la diestra del Padre, nos envió su Espíritu Santo por medio del cual repartió dones a los miembros de la iglesia, con el fin de perfeccionar a los santos para llevar a cabo la obra de Dios, y así edificar la casa de Dios en la tierra, la iglesia, el cuerpo de Cristo. Este proceso es continuo, y seguirá en funcionamiento hasta que todos los miembros de la iglesia alcancemos la unidad de la fe y del conocimiento de Jesucristo, de modo que seamos hechos a la medida exacta de la plenitud del primogénito de la creación. Cada miembro de la iglesia es un importante eslabón en la cadena de formación y crecimiento de los hijos de Dios, y sólo trabajando unidos, unos por otros, según el don que cada uno ha recibido, obedeciendo a la Verdad, lograremos crecer como un solo cuerpo, hasta funcionar en perfecta coordinación con la cabeza, que es nuestro Señor Jesucristo. Así, ya no seremos inmaduros, ni seremos arrastrados de un lado a otro ni empujados por cualquier corriente de nuevas enseñanzas, ni nos dejaremos llevar por personas que intenten engañarnos con mentiras tan hábiles que parezcan la verdad

Si uno de los miembros del cuerpo falla, los demás se duelen, y es posible que ese miembro defectuoso bloquee o haga que otros miembros funcionen deficientemente, afectando al cuerpo entero. Todos recibimos dones para el perfecto funcionamiento del cuerpo de Cristo,  y es nuestro deber ponerlos al servicio de la edificación de la iglesia; no quedarnos con ellos para provecho personal, sino ministrarlo con amor, para que cumpla el objetivo por el cual lo recibimos: glorificar el nombre de nuestro Dios y Padre, y de nuestro Señor Jesucristo.

Quizá estimamos que nuestro don es muy insignificante, sin embargo, es muy importante para el buen funcionamiento de todo el cuerpo. Dijo el Señor que al que tiene, se le dará más si lo administra correctamente. No menospreciemos lo que podemos hacer con nuestros dones. Cuando Pablo dijo que procuremos los dones mejores,  probablemente, quiso decir que, en la medida que hagamos buen uso del don que nos fue dado, seguiremos recibiendo más gracia para realizar otros dones que parecen de mayor relevancia.


EL JUICIO 

Jesús continuó diciendo a sus discípulos que, cuando venga el Hijo del Hombre en su gloria y todos sus ángeles con Él, se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones, y apartará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. A las ovejas las pondrá a su derecha, y a los cabritos a su izquierda. Entonces el rey dirá a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo", y justificará su decisión, diciendo: "Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí". Y los justos se preguntarán cuándo hicieron todo aquello por el Señor, y el Rey les dirá: "De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis". Luego, dirigiéndose a los de su izquierda, les dirá: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles", y argumentará: "Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis". Y los impíos preguntarán, ¿cuándo no te servimos?; y el rey responderá: "De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis". Estos últimos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna. (25:31-46)

* Los hijos del reino no estamos en la tierra para juzgar, ni para rechazar a nadie, porque si lo hacemos, estamos rechazando a Jesús. El Señor dijo que no debemos menospreciar a los pequeños, "Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido" (Mt 18:11), y a nosotros nos dio la misión de continuar su ministerio terrenalComo ya hemos dicho, Jesús llama "pequeños" a los más necesitados; entre ellos, las personas que son nuevas en la fe, porque, al tener poco conocimiento, pueden ser fácilmente desviadas del camino; también se considera pequeños a los adictos, los rechazados y condenados por la sociedad; los despojados, los pobres, los enfermos, etc, Todos ellos, sin excepción, necesitan oír y conocer en profundidad el Evangelio de la salvación

** En estos capítulos, Jesús no ha hablado de resurrección, sin embargo, por las palabras de Pablo, sabemos que los que serán arrebatados al cielo no precederán a los que resucitarán, es decir, primero será la resurrección, y luego el arrebatamiento. En cuanto a la resurrección, el profeta Daniel dijo que, "muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua" (Dn 12:2). Por su parte, según el evangelio de Juan, Jesús dijo que "todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación" (Jn 5:28-29). Poniendo todos los argumentos sobre la mesa: lo que dice Jesús en los versículos que estamos estudiando; las palabras del apóstol Pablo sobre el tema; la profecía de Daniel, y lo dicho por Jesús en el evangelio según san Juan, entendemos que la secuencia de estos eventos es: primero, desde las nubessentado en su trono de gloria, el Señor juzgará, y apartará las ovejas de los cabritos, luego, llamará a los escogidos (los que habían muerto resucitarán, y los otros, sin haber probado la muerte, serán arrebatados y transformados mientras ascienden a reunirse con Cristo) y, finalmente, enviará al resto a condenación eterna.

Si ésta es la secuencia correcta, lo que sigue es el derramamiento de las siete copas de la ira de Dios sobre los que no fueron sacados de la tierra, quienes, a pesar del gran tormento que recibirán al derramarse las copas, no se arrepentirán de su pecado, y continuarán blasfemando el Nombre de Dios. En medio de este catastrófico escenario, bajo el gobierno de la bestia, engañados por un falso profeta, se organizarán para pelear contra el Cordero, quien vendrá con su miríadas de ángeles para herir a las naciones, y pisar el lagar del vino del furor de la ira de Dios sobre los inicuos. Esa batalla final será ganada por el Cordero, quien los vencerá con la espada que sale de su boca, y serán echados al lago de fuego que arde con azufre. Será el fin, la destrucción total del mundo como lo conocemos hoy, y el comienzo de la vida nueva, en la tierra nueva, bajo un cielo nuevo, cuando Dios sea todo en todos. 

*** En una ocasión, alguien me preguntó: ¿qué va a pasar con aquellos que nunca oyeron el evangelio, (como podría ser el caso de tribus que viven en condiciones muy primitivas, escondidas en medio de la nada, o esos pueblos cuyas autoridades les restringen absolutamente qué deben ver u oír), se perderán sus almas por no haber estado expuestos a la Palabra de Dios? 

Lo primero que podemos decir es que, si Jesús dijo que, antes del fin, el evangelio será predicado en todas partes del mundo, así será, porque para Dios nada es imposible. Con todo, en el caso de que alguien no reciba la buena noticia (la promesa es que será predicado "en todo el mundo", no "a cada individuo"), esa persona será juzgada igual que aquellos que perecieron antes de que Jesucristo se convirtiera en nuestro único Salvador, de lo cual nos da testimonio el capítulo 11 de la carta a los Hebreos: es decir, serán juzgados por su fe.

El argumento para que afirmemos esto, lo da el Apóstol Pablo, quien enseña que, "cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres". Si a estas palabras agregamos las dichas por el mismo Apóstol, en el sentido que la existencia de un Dios Creador, su magnificencia, su eterno poder y deidad se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, aquellos que, contemplando la creación, y todo lo que sus ojos puedan ver, creen que es la obra de un Dios Todopoderoso, y no lo atribuyen a falsos ídolos, y además, por reverencia y temor a ese Dios, hacen por naturaleza lo que es según la Voluntad perfecta del Creador, serán salvos, porque su fe en el Dios Omnipotente les hace andar en temor y reverencia, de acuerdo a lo que la ley escrita en sus corazones les dicta

Distinto será para aquellos que, habiendo oído el evangelio, lo rechazan, porque aman más las tinieblas que la luz, y no quieren venir a Jesús para que sus obras no sean cuestionadas.


REFLEXIÓN

No quiero terminar los comentarios de los capítulos 24 y 25 de Mateo, sin detenerme un momento para reflexionar sobre lo estudiado y todo lo que ha acontecido este último tiempo. Sabemos que el mundo está bajo la influencia de Satanás, sin embargo, Dios reina en el universo que creó, y Él cumplirá todo lo que se ha propuesto, por tanto, nada de lo que acontece escapa de su control. Dios no causa el mal, pero cuando no lo frena, es porque hay un propósito mayor tras ese suceso. Es claro que la pandemia del Covid-19 forma parte de un plan del que los seres humanos, probablemente, tenemos sólo una comprensión parcial, pero nadie puede desconocer que su irrupción ha tenido un impacto sin precedentes en muchas áreas de nuestro diario vivir

El inminente riesgo de contagio nos ha obligado a permanecer más tiempo confinados en nuestros hogares, sacándonos de la rutina en que estábamos inmersos. La familia, aunque muchos no lo han valorado, ni aprovechado, ha tenido la oportunidad de reencontrarse, convivir, e incluso de conocerse más íntimamente, de maneras que, por los afanes de este mundo, ya no lo hacían. También nos ha obligado a buscar alternativas en qué ocupar un tiempo que antes gastábamos en diversión, paseos, compras, etc., cosas que no hacían más que distraernos de lo esencial. A muchos que ignoraban a Dios, los ha hecho mirar hacia arriba y buscarlo; en cuanto a los que estaban tibios en la fe, éste ha sido un tiempo de acercamiento a Dios, y de renovación en su vida espiritual. Por su puesto, también están los que no han sacado ninguna lección para sus vidas, y han seguido perdiendo el tiempo en banalidades.

Muchos de los que no éramos asiduos a las redes sociales, hemos comenzado a participar de ellas, porque las condiciones en que estamos nos obligan a hacerlo, ya sea, por trabajo, por mantener las relaciones con nuestros seres queridos, o para pasar el tiempo. Las empresas de telecomunicaciones han sido exigidas como nunca por la demanda de sus servicios. La mayoría de las personas tiene acceso a un teléfono inteligente, lo que les permite intercambiar todo tipo de información de manera instantánea. Los computadores, las tabletas, los televisores inteligentes se han masificado, lo que hace posible que nos mantengamos conectados a través de ellos, y compartamos los unos con los otros aquellas cosas que nos importan.

La iglesia cristiana no ha estado exenta de los efectos que esta pandemia trajo consigo, y al no poder reunirse personalmente, ha debido ser proactiva, y reinventarse, y ha recurrido al uso de Facebook, YouTube, Instagram, para poder seguir predicando el evangelio del reino a sus fieles. Muchas de estas iglesias eran pequeñas congregaciones, establecidas en localidades poco conocidas, y cuando empezaron a transmitir sus servicios a través de las redes, fueron gratamente sorprendidas cuando vieron que podían llegar a lugares tan lejanos, fuera de las fronteras de sus ciudades y países, de manera simultánea, con la predicación del Evangelio, como nunca imaginaron

Jesús dijo que el fin vendrá cuando se haya predicado el evangelio del reino en todo el mundo; pues, no podemos desconocer que este tiempo, gracias a la tecnología, ha sido propicio para llegar masivamente con el evangelio a casi todos los rincones del mundo donde es posible; y los que se excusaban diciendo que no tenían tiempo para escucharlo, ahora no pueden negar que han dispuesto de tiempo extra. Muchos de nosotros hemos compartido en nuestras redes las transmisiones que se hacen en nuestras congregaciones, y hemos sido bendecidos recibiendo enseñanzas desde el extranjero. Lamentablemente, hay quienes las siguen ignorando, o las rechazan abiertamente, pero lo importante es que ninguno de ellos podrá decir que nunca fue expuesto a la posibilidad de alcanzar salvación.

El final puede estar muy cerca, y Cristo está llamando ahora. Quizá ya no quede mucho tiempo para salvar más almas, y esta pandemia puede ser el último llamado de atención para hacer que los indecisos se arrepientan, y sean salvos de tener que enfrentar la condena eterna en el lago de fuego que no se apaga.

¡Maranata!, el Señor viene.