sábado, 14 de agosto de 2021

Hay que Morir para poder Vivir - Estudio del evangelio de MARCOS IV (Mr 8:27 - 10 )

 (Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos que se están estudiando (identificados al pie de cada párrafo); los textos en cursiva son los comentarios que surgen respecto de esos textos. Para ir al link de respaldo bíblico o de apoyo, hacer click en los enlaces.)


(Comenzar en el Estudio de Marcos I)


JESÚS ES EL MESÍAS


Yendo de camino por las aldeas de Cesarea y Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Quién dicen los hombres que soy yo?". Y respondieron que algunos decían que él era Juan Bautista, otros, Elías, y otros que uno de los profetas. Y luego les preguntó directamente: "Y vosotros, ¿quién decís que soy?", y respondiendo Pedro, dijo: "Tú eres el Cristo". Oyéndole, Jesús les mandó que no lo dijeran a nadie. (8:27-30)

* El Evangelio según San Mateo ahonda más en la reacción de Jesús tras la confesión de Pedro, haciendo ver a sus discípulos que tal confesión no provenía del hombre, sino que era una revelación dada  por Dios, y que sobre esa piedra se fundaría su iglesia; porque creer y confesar que Jesús es el Ungido que Dios prometió para salvar a su pueblo es una revelación que se recibe sólo por el Espíritu, según lo predeterminado por Dios. Formar parte de la congregación de los santos (ekklesía en griego), cuya piedra angular es Jesucristono es un acto de iniciativa humana, sino una decisión suprema de Dios, que es quien llamaEl que oye el llamado, sólo tiene que rendirse ante Aquél que lo llama y, dejando de mirar a quien lo esclavizaba, esto es, a Satanás, fijar los ojos en Cristo, y declarar con convicción en el corazón que Jesucristo es a quien debe obediencia. Habiendo oído y acatado el llamado, el Señor nos toma para sí, dándonos de su Espíritu. Ya no servimos al que tiene sometido al mundo bajo su influencia, sino que ahora somos libres para obedecer la voz de Jesucristo, nuestro SEÑOR, y seguirle.

 

Y comenzó a decirles que era necesario que el Hijo del Hombre padeciera mucho; que iba a ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y escribas, y que le iban a dar muerte, pero que resucitaría después de tres días. Al oír esto, Pedro lo tomó a un lado, y trató de convencerlo de que no permitiera que semejantes cosas le sucedieran, pero Jesús, volviéndose, y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: "Quítate de delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres". (8:31-33)

Aquí vemos a Pedro siendo tentado por Satanás no mucho tiempo después de haber sido llamado bienaventurado, debido a que había recibido revelación de Dios sobre la identidad de JesúsEs impresionante ver de qué manera en la persona de Pedro se nos muestra la permanente lucha entre el bien y el mal en los creyentesDel mismo modo en que Satanás engañó a Eva para que persuadiera a Adán de probar el fruto que Jehová les había prohibido comer, valiéndose de argumentos engañosos, con aparente buenas intenciones, lo vemos ahora usando a Pedro para disuadir al Hijo de Dios de dar cumplimiento al propósito para el cual había sido enviadoRecordemos que Jesús fue enviado por el Padre, precisamente para ofrendarse y morir en nuestro lugar, a fin de liberarnos de la condena a muerte en el fuego eterno, y hacernos aptos para la vida eternaLa buena noticia es que aquél que ha renacido del Espíritu ahora puede escoger a quién escuchar y obedecer, porque antes de la regeneración sólo podíamos escuchar la voz de Satanás.


MORIR PARA VIVIR 


En seguida, dirigiéndose a la gente y a sus discípulos, dijo: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará". E insistió diciendo que de nada le sirve al hombre ganarse todo el mundo si pierde su alma, y que nadie puede pagar una recompensa a cambio de su alma. Concluyó diciendo que si alguno de esta generación adúltera y pecadora se avergonzare del Hijo del Hombre o de sus palabras, Él también se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con sus santos ángeles. (8:34-38)

* ¿Cuál es el significado de "negarse a sí mismo y tomar su propia cruz"? No siempre se ha dado una correcta interpretación a la expresión "cargar la cruz", pero de las mismas palabras de Jesús se puede extraer su verdadero significado. Tomar la cruz significa hacer morir en nuestro corazón al viejo hombre que éramos; ése que se dejaba llevar fácilmente por las pasiones engañosas de la carne, para comenzar a vivir una nueva vida, en obediencia a nuestro Señor. A eso se refiere el Señor cuando dice que el que pierda su vida por causa de Él y del evangelio se salvará, pues, para ser salvos, es necesario morir a lo que éramos, dejando de hacer lo que antes solíamos hacer, a causa de que éramos ignorantes sobre lo que nos convenía, cuando en nuestra mente entenebrecida sólo pensábamos en satisfacer nuestra naturaleza pecaminosa con sus pasiones descontroladas, y comenzar a ser hacedores de la Voluntad de DiosEse es el verdadero bautismo en Jesucristo; es decir, por fe, morimos en su cruz, y en su resurrección renacemos a una nueva vida para servir a Dios en el espíritu.
  

Finalmente, les dijo: "hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder". (9:1)

* Muchos interpretan que, de entre los que escuchaban a Jesús, había algunos que no morirían, sino hasta el regreso de Jesús en gloria, sin embargo, no es lo que Jesús quiso decir. El Señor está haciendo alusión a los hechos que estaban por suceder unos pocos días después...


UN ANTICIPO DE JESUS GLORIFICADO

Seis días después, Jesús condujo a Pedro, Jacobo y Juan hasta un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve y, junto a Él, aparecieron Elías y Moisés, quienes hablaban con Jesús. Pedro, impresionado por lo que sus ojos veían, ofreció construir tres enramadas, una para cada uno, pero aún no terminaba de hablar, cuando una nube cubrió todo, y se oyó una voz decir: "Este es mi Hijo amado; a él oíd". Cuando volvieron a mirar, sólo vieron a Jesús junto a ellos. Mientras descendían, Jesús les mandó que no comentaran con nadie la experiencia, sino hasta después de que Él resucitara de los muertos. Ellos no comentaron con nadie lo vivido, sin embargo, entre ellos se preguntaban qué quería decir el Maestro cuando hablaba de resucitar de los muertos. (9:2-10)

La ley mandaba que, para confirmar un testimonio, era necesaria la presencia de dos o tres testigosHasta antes de Jesús, la vida de los judíos había sido guiada por la ley y los profetas, representados por Moisés, y por Elías, los dos varones que aparecen junto a Jesús en el monte de la transfiguración; pero ahora estos tres discípulos estaban siendo testigos no sólo de la imagen gloriosa de Jesús junto a los profetas, sino que, además, estos tres hombres, criados bajo la ley, oyeron la voz del cielo decir: "Este es mi Hijo amado", palabras con las cuales Jehová les estaba confirmando que Jesús era el descendiente prometido a David, que se sentaría en el trono, del cual dijo por boca del profeta Natán: "Yo le seré por padre, y él me será por hijo", (por esta profecía, todo judío entendía perfectamente que la expresión "Hijo de Dios" era sinónimo de decir "el Mesías"); y al agregar: "a él oíd", también estaba señalando a Jesús como el profeta anunciado por medio de Moisés, a quien debían escuchar para no ser cortados de su pueblo.
 
Es interesante ver que después que la voz del cielo dijo: "Este es mi Hijo amado; a él oíd", los discípulos sólo vieron que Jesús quedaba con ellos. Ya no estaban Moisés ni Elías, con lo cual se hace evidente que la voz estaba señalando sólo a Jesús como el profeta a quien debía prestar atención. Esto es porque Jesús es el Siervo de Dios en quien las promesas del Antiguo Testamento son sí y amén. A Él Jehová lo exaltó a lo sumo, confirmándole como Cristo, y poniéndolo por Señor de toda su casa, al resucitarle, por causa de su obediencia hasta morir en la cruz. Ahora reina sentado a la diestra de Jehová, donde permanecerá hasta que todo quede sometido bajo sus pies. Sólo entonces todas las cosas serán restauradas, como está escrito.
  
Una y otra vez es necesario insistir en el énfasis que ponen las Escrituras en proclamar que NO HAY OTRO NOMBRE en el cual podamos ser salvos para vida eterna. Todo el que ignore a Jesucristo, o se deje engañar por religiones que relegan a Jesucristo a un lugar secundario; o que enseñan que se puede tener salvación por medio de otros, a los que llaman "profetas", o por la intercesión de vírgenes, o de ángeles, está en rebelión contra Dios, y corre serio riesgo de no hallarse inscrito en el libro de la vida por su falta de diligencia.
 
** En su segunda epístola, Pedro recuerda este evento de la transfiguración de Jesús para recalcar que, cuando hablaba del poder y la Majestad de Jesús, no lo hacía repitiendo historias fantásticas, sino como testigo de su gloria, aquel día en el monte santo, cuando el Dios y Padre les demostró que Jesús era el Hijo amado en quien se complacía, el cual traería justicia a las naciones, de acuerdo con lo anunciado por las profecías.


ELÍAS YA VINO

Los discípulos preguntaron a Jesús por qué los escribas decían que Elías debía venir primero. El Maestro les contestó que, efectivamente, Elías debía venir para restaurar todas las cosas; pero les recordó que, así como está escrito que el Hijo del hombre debía padecer, y ser menospreciado, cuando Elías vino (porque ya había venido) hicieron lo que quisieron con él, como lo habían predicho las Escrituras. (9:11-13)

* La palabra "primero" con la que cierra la pregunta de los discípulos ("¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?") quiere decir "...antes de la venida del Mesías". Su curiosidad se basaba en que, habiendo recibido desde el cielo confirmación de que Jesús era el Mesías, era lógico preguntarse si los escribas habrían estado equivocados en su interpretación de las Escrituras, en lo referente al tiempo en que Elías vendría, pues ellos no tenían antecedentes de que Elías hubiera venido antes que Jesús. 

En el relato que hace Mateo de estos eventos, Jesús confirma a sus discípulos que Juan Bautista era el Elías que debía venir para restaurar todas las cosas, en cumplimiento a la profecía que dice:"Yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible" (Mal 4:5). 

Al parecer, los judíos esperaban que Elías, de cuya muerte no hay registro, sino sólo de que fue llevado en medio de un torbellino al cielo, se presentara ante ellos anunciando la venida del Mesías. Pero la profecía no habla de la persona de Elías, sino del espíritu y poder de Elías, que estarían presentes en aquel que prepararía el camino al Hijo de Dios, lo cual se cumple en Juan Bautista, cuyo ministerio consistía en preparar un pueblo bien dispuesto para la venida de Salvador de Israel, llamando a los rebeldes a que se volvieran a Dios antes del día de Jehová, grande y terrible. El espíritu de Elías lo podemos ver en acción en el libro de 1 Reyes, cuando el profeta vuelve a Samaria, después de tres años de sequía, para demostrar al pueblo de Israel, que se había corrompido siguiendo a Baal, que  sólo YHWH era el Dios verdadero

** El día de Jehová grande y terrible, como lo describe Malaquías, es, probablemente, el tiempo en que se derramarán las copas de la ira de Jehová sobre la tierra, evento que debería suceder después que Jesucristo saque a su iglesia de la tierra, porque las Escrituras afirman que los renacidos en Cristo no sufriremos la ira de Dios. Considerando que Jesús señala a Juan Bautista como el Elías mencionado por el profeta, podemos concluir que estamos viviendo en medio de esta profecía: porque el tiempo de rescate es ahora, y nuestro Salvador es el Señor Jesucristo, en quien Dios está reuniendo a su pueblo escogido para salvaciónDice la Palabra "que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y si crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo" (...) "Porque todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo". (Ver Ro 10:9-13; Jl 2:31-32). 


MUCHA ORACIÓN Y AYUNO

Al llegar donde estaban los discípulos, vio a una gran multitud alrededor, y escribas que discutían con ellos. Cuando el gentío vio venir a Jesús, corrió hacia Él, y de en medio de la multitud, salió un hombre que le contó que había traído a su hijo que tenía un espíritu mudo, para que lo expulsara, pero que sus discípulos no habían tenido éxito intentándolo. El hombre relató que el espíritu tomaba a su hijo en los momentos más inesperados, y lo sacudía, haciendo que el joven echara espuma por la boca y crujiera los dientes, y que su hijo se estaba consumiendo. Al escuchar, Jesús dijo: "Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo". Cuando le trajeron al joven, al ver a Jesús, el espíritu inmundo sacudió con violencia al muchacho, quien cayó al suelo, revolcándose y echando espuma por la boca. El padre contó que esto venía sucediendo desde que su hijo era un niño. Que había ocasiones en que el espíritu lo empujaba al fuego, otras, al agua, intentando matarle. Entonces, el padre pidió a Jesús misericordia, y que si algo podía hacer por él, que lo hiciera. Jesús le respondió: "Si puedes creer, al que cree todo le es posible". El padre clamó: "Creo; ayuda mi incredulidad". Cuando Jesús vio que la gente se agolpaba, reprendió al espíritu, diciendo: "Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él". En ese momento, el espíritu, clamando y sacudiendo con violencia al muchacho, salió de él. El joven quedó tirado como muerto, y muchos pensaron que había muerto, pero Jesús le tomó de la mano y lo levantó. Cuando entraron en la casa, los discípulos le preguntaron por qué ellos no habían podido echarle fuera. Jesús respondió: "Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno". (9:14-29)

Parecen duras las palabras del Señor, cuando dijo: "Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar?". Sin embargo, no es primera vez que vemos a Jesús reprender a los discípulos por su falta de fe (Estudio de Marcos III, versículos Mr 8:14-21).

La pregunta retórica de Jesús: "¿Hasta cuándo os he de soportar?", no significa que se estuviera lamentando de tener que seguir conviviendo con ellos, pues, "soportar" aquí debe entenderse en el sentido de "cargar"; es decir, Jesús constataba que, después de todo el tiempo que había estado con sus discípulos, enseñándoles sobre las cosas del Reino, tenía que seguir "cargándolos" como quien lleva a un niño en brazos, pues aún no aprendían a andar sólo por la fe.

Por otra parte, la falta de madurez de los discípulos quedó expuesta no por su incapacidad de echar al demonio, sino debido a que el demonio no los reconoció como autoridad a la cual obedecer; hecho que se confirma con la explicación de Jesús, de que esa clase sólo sale con mucha oración y ayuno. Dicho de otra manera, para que nuestra luz surja en medio de las tinieblas, y realmente seamos temidos por los demonios, debemos vaciarnos de nosotros mismos, y comenzar a  vivir como hijos de Luz, de modo que seamos llenos del Espíritu de Diosporque si intentamos expulsar demonios siendo nosotros mismo participantes de las obras de las tinieblas, no conseguiremos nada más que ser ridiculizados. Por eso, el creyente debe entender que ayunar no solamente significa privarse de alimentos, sino también significa negarse a sí mismo  y, a cambio, comenzar a practicar la piedad.

** En cuanto a la petición que hizo el padre a Jesús, diciendo: "ayuda mi incredulidad"; no creo que el hombre estuviera pidiendo a Jesús que le diera "más fe" para que el milagro pudiera ser hecho; más bien, le estaba diciendo "creo en ti, mas cuando vea el milagro mi fe se afirmará". Recordemos que los milagros que acompañaban el mensaje del evangelio tenían por finalidad que la gente creyera que Jesús era el Mesías.

Por otra parte, bueno es reiterar que la fe es como un músculo que debe ser ejercitado, y las pruebas son el medio para fortalecerla. En otras palabras, si estamos pensando pedir a Dios que aumente nuestra fe, tengamos por seguro que habrá pruebas de por medio, pues nuestra fe, que es más preciosa que el oro, igual como el metal precioso es sometido al fuego para extraer de él su mayor pureza, también necesita pasar por el fuego purificador de las pruebas. Pero no debemos temer, porque Dios no permitirá que seamos probados más allá de lo que podemos soportar, y siempre dará una salida

 

CRECER COMO DISCÍPULO

Saliendo de allí, caminaron por Galilea, pero Jesús quería pasar inadvertido, pues enseñaba a sus discípulos, y les decía que el Hijo del Hombre iba a ser entregado en manos de hombres que lo iban a matar, y que, después de tres días, iba a resucitar. Pero los discípulos no entendían todo lo que Jesús les hablaba, y no se atrevieron a preguntarle. (9:30-32)

* Los discípulos aún eran como niños en las cosas espirituales. Ellos llevaban tiempo compartiendo con el Espíritu Santo, pues, éste moraba en Jesucristo, pero ellos todavía no lo habían recibido, porque Jesús aún no había sido glorificado, y sabemos que las cosas espirituales sólo pueden discernirse por el Espíritu. Es por eso que, cada vez que Jesús hablaba en parábolas, después, en privado, les explicaba el significado de sus palabras. Con todo, en ocasiones Jesús les hablaba como a personas maduras espiritualmente, pues la palabra recibida de su parte debía ya estar dando sus frutos en ellos, pero no siempre recibió las respuestas que esperaba. La inmadurez espiritual de ellos queda reflejada, por ejemplo, en el siguiente relato:

Cuando llegaron a Capernaum, Jesús preguntó a los doce de qué discutían en el camino. Pero ellos guardaron silencio, pues, su discusión se centraba en quién de ellos era el más grande. Entonces, Jesús los reunió, y les dijo: "Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos". Entonces, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos, diciendo: "El que reciba en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió". (9:33-37)

* Muchos pueden pensar erróneamente que Jesús estaba advirtiendo a los que querían ser mayores, que su ambición los iba a conducir al último lugar, pero no es así; lo que el Señor estaba diciendo era que el más humilde es el más grande en el reino de Dios. De hecho, cualquiera que crea ser superior a sus hermanos está demostrando que aún es muy pequeño espiritualmente. No pocos son los versículos que nos hablan del valor de la humildad en contraposición con la soberbia, y de cuánto Jehová aborrece a los altivos, los cuales no quedarán sin su paga.

Es muy probable que la discusión sobre quién era el mayor tuvo su origen en que los más aventajados creían ser superiores a los más débiles. Al parecer, el estar recibiendo revelación de parte del Hijo de Dios, de cosas que ningún hombre había oído antes, estaba provocando envanecimiento en algunos de ellos. Jesús necesitaba rescatarlos de esa posición, enseñándoles que ninguno era más que el otro, así como tampoco debían despreciar a los más débiles espiritualmente, lo cual ejemplificó tomando al niño y poniéndolo en el centro, para que comprendieran que, el que recibiera a pequeños como ese niño estaba recibiendo a Dios. De hecho, las Escrituras muchas veces nos advierten que no todos alcanzan madurez al mismo tiempo, por lo cual, los más fuertes deben ser pacientes, y no condenar a los más débiles, sino acogerlos y corregirlos con amor. Porque todos llegamos a Cristo como niños indefensos, y el haber alcanzado cierto grado de madurez no es motivo de envanecimiento, sino motivo para glorificar al Señor, porque por su Gracia crecemos, para ser usados como colaboradores suyos a favor de la iglesia.


EL SEÑOR SABE QUIÉNES SON SUS HIJOS

Entonces, Juan dijo al Señor que habían visto a uno que echaba fuera demonios en nombre de Jesús, y que ellos se lo prohibieron, porque no era discípulo. Jesús les dijo que no se lo prohibieran, porque cualquiera que hace milagros en su Nombre, es imposible que pueda hablar mal de Él, "porque el que no es contra nosotros, por nosotros es". También les dijo que cualquiera que les diera un vaso de agua por el hecho de ser un discípulo suyo, recibirá recompensa. (9:38-41)

En términos generales, los creyentes somos muy celosos de las religiones que profesamos, y tendemos a descalificar a las demás. Si bien es cierto, es pecado agregar doctrinas de hombres a la Palabra profética más segura, o intentar relegar el Nombre de Jesucristo a un segundo plano, siendo sólo Jesucristo intermediario válido entre Dios y los hombres, (como hacen algunas religiones que se definen como cristianas); nosotros no somos los llamados a condenarles, sino a mostrarles el evangelio. Sólo el Señor sabe quiénes son sus hijos dentro de esas congregaciones y Él mismo enderezará sus caminos, pues, con seguridad, hay mucho pueblo de Dios en medio de ellas. Con todo, los líderes de esas instituciones religiosas que tergiversan la Verdad serán juzgados, y recibirán la paga que su pecado merecepero no son los únicos responsables, pues no hay que desconocer la responsabilidad que cabe a los creyentes que caen en el engaño, debido a que, por su pereza, no conocen las Escrituras.

También dijo Jesús que, cualquiera que hiciera tropezar a uno de esos pequeñitos que creen en él, le sería mejor que le fuera atada una piedra en el cuello, y fuese arrojado al mar. Dijo también que, si una mano, un pie o un ojo nos fuera ocasión de caer, es mejor sacarlo de nosotros, y entrar mutilado a la vida, que ir al infierno con el cuerpo completo, donde el fuego no puede ser apagado, y donde el gusano de los malvados nunca muere, y dijo: "porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal", y agregó: "buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis?". Terminó diciendo: "Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros." (9:42-50)

* ¿Qué significa la sal en las Escrituras? 

Encontramos diversos ejemplos que nos hablan del uso de la sal en los textos bíblicos: se habla, por ejemplo, que Jehová hizo con Israel un "pacto de sal", cuyos estatutos son perpetuos, y debían ser observados por todo el pueblo y por las generaciones venideras. También se dice que el profeta Eliseo purificó las aguas de la ciudad, que eran malas, y que provocaban que el suelo fuera estéril, vaciando en ellas la sal contenida en una vasija nueva, mientras decía las palabras que Jehová ponía en su boca: "Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad". Pablo dijo a los colosenses que debían andar sabiamente, y que la palabra que salía de sus bocas debía ser "sazonada con sal". 

Concluimos, entonces, que la sal es el celo con que, los que hemos sido limpiados, debemos conducirnos en medio de este mundo: sirviendo a nuestro Señor en amor, con reverencia, pasión y temblor, de modo que nuestra luz realmente brille en medio de las tinieblas, y el Nombre de Dios sea glorificado. La sal se hace insípida cuando, por falta de compromiso, andamos según nuestro parecer, carentes de la sabiduría de Dios, debido a que no hemos sido diligentes en buscarle. Nuestro Señor Jesucristo reprende a los creyentes de la iglesia de Laodicea por su tibieza, y les manda a comprometerse, santificarse y a limpiarse los ojos espirituales para que puedan ver de verdad.   

** La expresión hebrea que Jesús usa: "donde el gusano de ellos no muere" quiere decir que la mente malvada de los condenados nunca morirá.


MARIDO Y MUJER NO SON DOS SINO UNO

Estando en la región de Judea, llegaron los fariseos en medio del gentío que se reunía en torno a Jesús y, para tentarle, le preguntaron si era lícito al marido repudiar a su mujer. Jesús les preguntó qué decía Moisés al respecto. Le respondieron que había permitido dar carta de divorcio y repudiarla. Entonces Jesús les aclaró que eso no siempre fue así, y que Moisés lo hizo por causa de la dureza de sus corazones, pero que, en el principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios, por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que ya no son más dos, sino uno. Luego, estando a solas con sus discípulos, les aclaró que, cualquiera que repudia a su mujer, y se casa con otra, comete adulterio contra ella; y si la mujer repudia a su marido, y se casa con otro, comete adulterio. (10:1-12)

*  La relación sexual entre un hombre y una mujer es la consumación de la decisión mutua entre dos personas que se aman, de unir sus vidas en una sola para construir un camino juntos, hasta que la muerte los separe; motivo por el cual, dicho acto debiera ser tenido como un regalo muy delicado y precioso, que debe ser protegido como un tesoro de gran valor dentro de la intimidad de la pareja. En las Escrituras leemos que, al unirse el hombre a su mujer dejan de tener autoridad sobre sus cuerpos, pues, en la relación íntima se funden ambos, convirtiéndose en uno solo. También dice que, en el vínculo del matrimonio, la unión entre un hombre y una mujer tiene por finalidad que nazcan hijos para Dios. Lamentablemente, el hombre caído ha transformado la relación sexual en un mero acto físico destinado a obtener placer y liberar tensiones. Habiéndose perdido el significado profundo que tiene la unión sexual entre un hombre y una mujer, la sociedad (civil y científica) justifica de mil maneras los pecados de fornicación y adulterio. 

En consideración a que no todos tienen el don de continencia, la Palabra aconseja (no manda) a los casados no negarse el uno al otro, sino cumplir con los deberes conyugales, en cuanto a las relaciones íntimas, a fin de evitar que, por no tener satisfechas esas necesidades del cuerpo carnal, alguno caiga en la tentación de buscar cómo satisfacerlas fuera del vínculo matrimonial. 

La Palabra de Dios es eterna e inmutable, y el Señor ha manifestado que aborrece tanto el divorcio como la fornicación, y que juzgará a los que no se arrepientan de vivir en esos pecados.


SER COMO NIÑOS PARA ENTRAR AL REINO

Muchos traían a sus niños para que Jesús los bendijera, pero los discípulos reprendían a quienes los presentaban. Indignado, Jesús les dijo: "Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él", y tomándolos en brazos, ponía sus manos sobre ellos, y los bendecía. (10:13-16)

* Recibir el reino de Dios como un niño significa presentarse ante Jesucristo como una hoja en blanco que necesita ser reescrita con la Verdad. Los niños dependen de sus mayores, y van a aprender de ellos. Jesús es nuestro ejemplo en todo, y debemos venir a Él dispuestos a ser transformados a su imagen y semejanza, que es la Voluntad de Dios para los hombres. 

** Nadie tiene derecho a rechazar a otro por considerarlo indigno de recibir el evangelio, porque quizá esa persona sea uno de estos "pequeños" llamados al reino, al cual se le están cerrando las puertas al cielo por su aparente insignificancia. Para el Señor nadie es insignificante.


LAS RIQUEZAS PUEDEN SER TROPEZADERO

Saliendo de allí, vino hasta Jesús un hombre rico que, hincando la rodilla, le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?". Jesús, antes de responder su pregunta, le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios",  y respondiendo, le mencionó los mandamientos: "No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre". El hombre le contestó que los había guardado todos desde su juventud. Jesús, mirándolo con amor, le dijo: "Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz". El hombre se afligió, y se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús comentó entre sus discípulos que difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas y confían en ellas. Los discípulos se asombraban, diciendo ¿Quién, pues, podría ser salvo? A lo que Jesús respondió: "Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios". También les dijo que no hay ninguno que haya dejado casa, familia o tierras por causa de él y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo, con persecuciones, y en el siglo venidero la vida eterna, pero que muchos de los que conocieron del reino primeramente, entrarán al final; y los últimos entrarán primero. (10:17-31)

* Llama la atención que Jesús, el ser humano perfecto, no aceptara el calificativo de "bueno", y lo dejara como un atributo sólo de Dios. Quizás es debido a que Él aún no había sido glorificado, exaltación que iba a recibir sólo si se mantenía en obediencia absoluta al Dios y Padre, lo cual cumplió a cabalidad, tras someterse a padecimiento, y humillarse a sí mismo, entregando su vida en la cruz para expiación de los pecados de muchos. 

** Las riquezas son una gran prueba para los hombres. La Biblia nos llama a no envidiar al que tiene riquezas, porque, aunque parece que nada le falta, si no tiene a Cristo en su corazón, es el más pobre y miserable de todos. El Salmo 73 nos hace comprender por qué hay soberbios que nunca han tenido que sufrir carencias materiales, a los cuales parece que en todo les va bien, mientras que otros, que son piadosos, parece que nunca dejan de sufrir. Angustiado por estos pensamientos, el salmista entra en el Santuario, y allí comprende que los ricos fueron puestos en deslizaderos, y que en algún momento caerán. Entonces, sacudiéndose de su necedad, alaba al Señor, porque se da cuenta de que, habiendo perseverado en la fe, el Señor siempre lo tomó de la mano para guiarlo según su Consejo, y que su riqueza era saber que tenía la esperanza cierta de que finalmente iba a ser recibido en gloria en el Reino de los cielos. Entonces dijo: "¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? y fuera de ti nada deseo en la tierraMi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre". Ese es el pensamiento correcto de un verdadero hijo de Dios.

Jesús puso a este hombre rico ante una encrucijada que todos los que hemos sido impactados por el evangelio en algún momento debemos enfrentar, donde debemos escoger qué camino seguir; decidir por uno significa que estamos rechazando el otro: o seguimos viviendo conforme al sistema del mundo, o comenzamos a servir a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, y con toda nuestra mente, porque lo cierto es que "nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro." (Mt 6:24 NVI). 

Aunque Jesús dice que "Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios", también dice que "para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios". En otras palabras, si Dios escogió salvar a un rico, Él despertará su oído para que oiga el llamado; y si el rico obedece, y se arrepiente, el Espíritu Santo hará la obra transformadora en él, de la misma forma en que Zaqueo fue convertido tras escuchar a Jesús hablar.  

Con todo, hay que aclarar que Dios no está contra las riquezas; de hecho, muchos de los héroes de la fe del antiguo testamento llegaron a ser inmensamente ricos, porque Jehová les bendecía. El problema no son las riquezas, sino el amor que se tenga a ellas. En la Biblia no se manda a los ricos a desprenderse de sus riquezas, sino a no depender de ellas, y a ser generosos con lo que recibieron de Dios. 

*** Desde ningún punto de vista la salvación es fruto de las obras de los hombres, porque el hombre que no ha recibido a Cristo en su corazón no puede sujetarse a la Voluntad de Dios, por tanto, vive separado de Dios. Todo el proceso de redención es obra de Dios, y lo único que demanda el Señor es que crean en lo que Él hizo por medio de Jesucristo su Hijo. La Palabra dice que, si no fuera por la misericordia de Dios, ya habríamos sido todos consumidos. El Apóstol Pablo se lamentaba de que sus hermanos israelitas intentaban ser salvos "perfeccionando" la ley de Dios, agregando más y más preceptos a ella, a fin de no correr el riesgo de errar en lo más mínimo, porque no entendían (y muchos aún no entienden) que la ley no fue dada para que se salvaran por ella, sino para guiarlos hasta su Mesías. Pablo argumentaba diciendo que nadie, por mucho que se esforzara, tenía cómo hacer venir del cielo al Mesías, ni tampoco tenía el poder de hacerlo volver de la muerte para ser salvo; y que sólo hay que confesar que Jesús es el Señor, y creer que Dios lo resucitó.

**** Aquí nuevamente Jesús habla de las aflicciones de los hijos de Dios. Él dice que el que deje todo en la tierra por seguirle a Él, recibirá cien veces lo que ha dejado, pero agrega "con persecuciones", y la vida eterna en el siglo venidero, lo que contradice absolutamente a los falsos evangelistas que afirman que los hijos del reino no deberían padecer pruebas y tribulaciones en esta vida.


EL BAUTISMO CONSISTE EN MORIR PARA VIVIR

De camino a Jerusalén, Jesús iba delante, y los que le seguían se maravillaban, y sentían temor. Entonces, Jesús tomó aparte a los doce, y les comenzó a decir todo lo que estaba por suceder: "He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles; y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará". (10:32-34)

Entonces, se acercaron al Señor los hijos de Zebedeo, Jacobo y Juan, para pedirle que, en su gloria, les concediera el sentarse uno a su derecha y el otro a su izquierda. Jesús les respondió que no sabían lo que estaban pidiendo; y les preguntó si estaban dispuestos a beber del vaso que él debía beber; o ser bautizados con el bautismo con que él sería bautizado. Ellos respondieron que sí, y Jesús confirmó que efectivamente beberían de su vaso y serían bautizados con su bautizo, pero que no le correspondía a Él conceder esa petición, pues esas posiciones ya estaban asignadas. Los otros discípulos se airaron contra los hermanos, y Jesús les dijo que en el mundo, los que tienen puestos de liderazgo se enseñorean de los que están bajo su gobierno, pero que no es así en el reino de los cielos, porque allí el mayor es el que está dispuesto a servir a los demás, por tanto, si alguno quería ser el primero tenía que aprender a servir a los demás, así como "el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos". (10:35-45)

* La inmadurez espiritual de los discípulos hasta entonces se hacía evidente incluso en un momento tan sensible como el que acababan de vivir. Jesús venía de anunciarles todo el sufrimiento que le aguardaba en Jerusalén, y que resucitaría al tercer día, pero los hijos de Zebedeo parecían no haber escuchado nada; probablemente, porque en su interior seguían atónitos tras haber sido testigos de la gloria del Señor en el monte, y de haber escuchado la voz del cielo que confirmaba al Maestro como el Hijo amado de Dios a quien debían escuchar, e irrumpieron de manera destemplada para pedirle un lugar privilegiado cuando llegara el momento de su exaltación. 

No tenemos argumentos para juzgar lo que motivó la reacción airada de los otros diez discípulos, pero es muy probable que su indignación, hasta cierto punto, tuviera que ver con el hecho de que estos dos se les adelantaron a pedir un honor que ellos mismos hubieran deseado recibir. Pero Jesús les hace ver que en el cielo los lugares de privilegio están reservados, no para los que tienen un alto concepto de sí mismos, y deseen ocupar posiciones elevadas, sino para los que están dispuestos a humillarse sirviendo a los otros, de lo cual dio ejemplo cuando, siendo Señor y Maestro, se rebajó a lavar los pies de cada uno de sus doce discípulo antes de la pascua.

** Había un bautizo reservado para Jesús, (aparte del bautismo en agua que recibió de Juan Bautista). El Señor debía beber el cáliz de la ira de Dios por causa de nuestros pecados, y morir en nuestro lugar, porque para eso vino; para ofrendarse como sustituto nuestro, a fin de liberarnos de la ira que caerá sobre los que no se hayan arrepentido de estar rebeldía contra Dios. Jesús había manifestado la angustia que le producía pensar en el bautismo que le aguardaba, que tenía que ver con la crucifixión, y todas las torturas que la precederían, pero también sabía que todo aquello era necesario antes de su exaltación, pues tenía la seguridad de que, habiendo sido obediente a Dios toda su vida, su cuerpo no iba a permanecer en la tumba, ni se corrompería, sino que iba a ser transformado en un cuerpo de gloria al ser resucitado por el Espíritu Santo, convirtiéndose así en el primero (las primicias) de muchos hermanos en ser glorificado para vida eterna.

Efectivamente, no sólo Juan y Jacobo tendrían que beber de la copa amarga que Jesús iba a beber, porque lo cierto es que todos los discípulos de Jesús fueron martirizados, y muchos murieron por causa del Nombre del Señor, pero sólo la vida de Jesús valía para sustituirnos y pagar por nuestra redención, porque sólo Él era sin pecado, el Cordero sin mancha, ofrenda perfecta ofrecida a Dios como propiciación por nuestras iniquidades, y sólo su sangre impecable es poderosa para limpiar de obras muertas nuestras conciencias de una vez y para siempre. En cuanto al bautismo, todos los creyentes fuimos bautizados en su mismo bautismo cuando creímos en que Él, pues, por fe tomamos nuestra propia cruz y morimos junto con Cristo a nuestra vida de pecado, y en su resurrección, renacimos a una nueva vida al servicio del Señor, sólo que no fuimos escarnecidos como Jesús, porque esa ira dirigida a nosotros, la recibió Él.

Las Escrituras se refieren a Jesucristo como el primogénito de la creación, porque fue el primer ser humano en morir y resucitar en un cuerpo glorificado para vida eterna. Después le seguiremos los que hemos creído en Él: los renacidos en el EspírituNuestra redención se perfeccionará al final, cuando nuestro Señor vuelva por su iglesia en la nube, y los que hayan muerto en Cristo, resuciten en cuerpos glorificados, y sean llevados a encontrarse con su Señor en la nube, y aquellos que sean de Cristo y aún estén con vida, sean transformados sus cuerpos en cuerpos de gloria mientras ascienden al encuentro con el Señor. 


SÓLO EN JESÚS PODEMOS VER DE VERDAD

Después visitaron Jericó, y cuando ya salían, en medio de una gran multitud, junto al camino, estaba el ciego Bartimeo mendigando, y al oír que Jesús andaba cerca, comenzó a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!". Y a pesar de que muchos le reprendían, él insistía con más y más fuerzas. Jesús entonces se detuvo, y lo mandó llamar; y cuando lo fueron a buscar, le dijeron: "Ten confianza; levántate, te llama". Entonces Bartimeo se levantó, tiró su capa y vino hasta Jesús. El Señor le preguntó. "¿Qué quieres que te haga?". Él respondió: "Maestro, que recobre la vista". Y Jesús le respondió: "Vete, tu fe te ha salvado", y en seguida, recobró la vista, y comenzó a seguir a Jesús en el camino. (10:46-52)

* Es un milagro conmovedor, que parece imposible de presenciar en estos días, sin embargo, cada día son muchos los Bartimeos a quienes Jesús está llamando para darles la vista, y que puedan ver la Verdad. Todos los creyentes fuimos objetos de los milagros de Jesucristo. Él nos llamó, y abrió nuestros oídos para que oyéramos; nos dio luz para que viéramos; tocó nuestra lengua para comenzáramos a alabar al Dios eterno porque Él es el Soberano misericordioso, y todo se lo debemos a Él; enderezó nuestros pies para que ya no tropezáramos; tocó nuestras manos para que pudiéramos alzarlas hacia el cielo, en dependencia de nuestro Señor. Ninguno de nosotros era apto para entrar al Reino de Dios, pero en Jesucristo recibimos sanidad completa


 

(Continuar Estudio de Marcos V)