sábado, 2 de enero de 2021

MATEO XIII - El Día en que Cristo Hizo Expiación (Mt 27:32-66; 28)

(Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos estudiados (identificados al pie de cada párrafo); los textos en cursiva son los comentarios hechos por el blogger respecto de esos textos. Los textos en café son citas bíblicas textuales, principalmente de la RVR60; si es otra versión, se especifica con las siglas correspondientes. Para ir al link de respaldo bíblico o de apoyo, hacer clic en los enlaces.)


[Ir al principio: Mateo Parte I]


CAMINO AL ALTAR DE SACRIFICIO


Cuando iban hacia el lugar de la crucifixión, los soldados obligaron a un hombre llamado Simón, procedente de Cirene, a que llevase la cruz; y cuando llegaron a Gólgota, que quiere decir "Lugar de la Calavera", dieron de beber a Jesús vinagre mezclado con hiel, quien, luego de probarlo, lo rechazó. Los que lo crucificaron, tomaron sus ropas, y echaron suerte sobre ellas para repartírselas, cumpliéndose así la profecía, que dice: "Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes". Luego, pusieron en la cruz, sobre su cabeza, un letrero que decía: "Éste es Jesús, el Rey de los Judíos". Junto a Jesús, crucificaron a dos ladrones, uno a la derecha y el otro, a la izquierda. Todos los que pasaban por ahí, meneaban la cabeza e injuriaban, diciendo: "Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz". Incluso los líderes judíos se burlaban, diciendo: "A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él. Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios". Aun los malhechores crucificados a su lado le injuriaban. (27:32-44)

En su versión de estos hechos, Juan no menciona a Simón de Cirene, sólo dice que Jesús "cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera", pero no hay contradicción entre Juan y los otros evangelistas (Mateo, Marcos y Lucas), sino que, como sucede en otros pasajes, los escritores se complementan entre sí. Lo que podemos inferir es que Jesús, efectivamente, salió hacia el Gólgota cargando su cruz, pero, dada su condición física, tras las duras torturas a que fue sometido, probablemente ya no tenía las fuerzas para completar el trayecto cargando solo la cruz, entonces, los soldados, viendo que esto atrasaba la procesión, quitaron la cruz de los hombros de Jesús, y la cargaron sobre los de Simón, quien estaba presenciando lo que ocurría.

El nombre Simón significa "el que oye", "el que escucha", "el que obedece". No podemos pensar que haya sido casualidad que tres de los cuatro evangelistas hayan escrito sobre la participación de este cireneo cargando la cruz camino al calvario; con mayor razón, si el Señor ya había dicho: "Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga" (Lc 9:23 NVI). Porque todos los que hemos oído el evangelio de la salvación debemos ser como Simón, que no sólo escucha, sino que también obedece, y voluntariamente se dispone a cargar también la cruz. Pues, para que haya regeneración, es necesario que cada creyente tome su cruz y crucifique en ella a su viejo hombre, "para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado" (Ro 6:6), porque el que, por fe, muere en la cruz de Cristo "queda liberado del pecado" (Ro 6:7 NVI). Pues, ya que Cristo, "habiendo resucitado de entre los muertos, no volverá a morir; la muerte ya no tiene dominio sobre Él" (Ro 6:9 NBLA), y si nosotros "hemos muerto con Cristo, confiamos en que también viviremos con él" (Ro 6:8 NVI). "Cuando Cristo murió, murió de una vez por todas al poder del pecado; pero ahora vive para Dios. Así también ustedes (esto es para nosotros los creyentes), considérense muertos a la vieja naturaleza pecadora, y vivan para Dios unidos a Cristo Jesús nuestro Señor" (Ro 6:10-11 NBV).

Ninguno que ame más esta vida podrá heredar las cosas de la vida eterna. Si alguien ama más las cosas del mundo sin incomodarse, probablemente es que aún no ha experimentado la regeneración que da el Espíritu cuando hay verdadero arrepentimiento

** Es impresionante ver con qué fidelidad se iban cumpliendo las profecías que hablaban de los padecimientos del Mesías, en la medida que se acercaba el final del ministerio terrenal de Jesús: 

  • "Me pusieron además hiel por comida, y en mi sed me dieron a beber vinagre" (Sal 69:21); 

  • "Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes" (Sal 22:18); 

  • "fue contado con los pecadores" (Is 53:12); 

  • "Todos los que me ven me escarnecen; estiran la boca, menean la cabeza, diciendo: Se encomendó a Jehová; líbrele él; sálvele, puesto que en él se complacía" (Sal 22:7-8); 

  • "Yo he sido para ellos objeto de oprobio; me miraban, y burlándose meneaban su cabeza" (Sal 109:25). 


EL SACRIFICIO DEL CORDERO DE DIOS

Desde el mediodía hasta las tres de la tarde las tinieblas cubrieron toda la tierra. Alrededor de las tres, Jesús clamó con voz fuerte: "Elí, Elí, ¿lama sabactani?", lo que se traduce como "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?". Algunos pensaron que llamaba a Elías. En ese momento, uno de los que estaban allí, corrió, tomó una esponja, y la empapó de vinagre y, poniéndola en la caña, le dio de beber, mientras los otros se mofaban diciendo: "Deja, veamos si viene Elías a librarle".  Fue entonces que Jesús, luego de dar un fuerte grito, entregó el espíritu. (27:45-50)

¿Por qué Jesús sintió que fue abandonado por Dios?

Las Palabras que pronunció el Hijo de Dios en la cruz son proféticas, y las encontramos en el Sal 22:1 "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?".

Uno de los atributos de Dios más mencionados en las Escrituras es su Santidad. Al respecto, dice la Escritura: "Son tan puros tus ojos que no puedes ver el mal" (Hab 1:13 NVI); también dice sobre nosotros: "Son las iniquidades de ustedes las que los separan de su DiosSon estos pecados los que lo llevan a ocultar su rostro para no escuchar" (Is 59:2 NVI); y sobre Jesús dice: "Al que no conoció pecado, (Dios) lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él" (2Co 5:21).

Conociendo estas Escrituras, podemos entender que Dios no abandonó a Su Hijo; fue la carga de nuestros pecados, que Jesús llevaba sobre sí, los que produjeron una separación momentánea entre el Santísimo Padre y el Hijo, la cual iba a permanecer hasta que Jesús, como sustituto nuestro, saldara completamente nuestra deuda con la justicia de Dios; es decir, Jesús debía padecer hasta morir, para poder librarnos de la condena perpetua, y darnos vida eterna en Él. Pero sabemos que, luego de resucitar, y habiendo consumado lo que había venido a hacer, "fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios" (Mr 16:19 NVI). 

** Mientras Jesús estuvo en la cruz, a pesar de que era pleno día, hubo tres horas de tinieblas en la tierra. 

Probablemente, aquél fue el momento en que las tinieblas se manifestaron con mayor fuerza en el mundo: el día en que dieron muerte a la Luz del mundo; el Hijo de Dios encarnado. Es muy similar a lo que encontramos en los primeros versículos del Génesis, cuando en la tierra "reinaba el caos y (...) el abismo estaba sumido en la oscuridad" (Gn 1:2 PDT). Pero Dios, de la misma forma en que cuando creaba el mundo dijo: "Sea la luz; y fue la luz" (Gn 1:3), después de tres días, resucitó a Jesucristo, trayendo, no sólo la luz de la esperanza a todo el cree en Él, sino también la luz de la Verdad, que es la Palabra de Dios en nosotros, para que ya no seamos como los que no creen, que andan "en la vanidad de sus mentes, teniendo el entendimiento entenebrecido, alejados de la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos, debido a la dureza de su corazón" (Ef 4:17-18 RVA). Recordemos que el Señor dijo: "he venido al mundo, para que todo el que cree en Mí no permanezca en tinieblas" (Jn 12:46); y "el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8:12). 

La siguiente es la misión que Jesús encomendó a Pablo, y por extensión, a todos los creyentes: "te envío, para que abras sus ojos (de todos los que no le conocen), para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados” (Hch 26:18).

 

ENTRADA AL LUGAR SANTÍSIMO

En cuanto Jesús exhaló su último aliento, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, y las rocas se partieron. "Se abrieron los sepulcros y muchos creyentes que habían muerto resucitaron. Salieron de los sepulcros y, después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos" (NVI). Por otro lado, el centurión y los hombres que quedaron a cargo de custodiar el cuerpo de Jesús, luego de presenciar el terremoto y todo lo ocurrido, sintiendo gran temor, comentaban entre sí: "Verdaderamente éste era Hijo de Dios". A lo lejos, había un grupo de mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle, que contemplaban todo lo que ocurría. Entre ellas, estaban María de Magdala, María la madre de Jacobo y de José, y Salomé. (27:51-56)

El velo del templo rasgado en dos era señal de que Jesús, al ofrendar su cuerpo, había abierto el camino que nos permite la entrada al Lugar Santísimo, que es el cielo, cuya entrada estaba impedida al ser humano después que éste se rebeló contra Dios en el huerto de Edén. Porque cuando Jesús hizo expiación por los pecados del pueblo de Dios, se convirtió en el precursor de los seres humanos glorificados que tienen entrada al paraíso, pues, siendo Él sin mancha, hizo entrada al cielo una vez y para siempre, y no con la sangre de animales puros, (como lo habían venido haciendo año tras año los sumo sacerdotes el día del perdón, para expiación antes de entrar al Lugar Santísimo del templo terrenal), "sino por medio de Su propia sangre, obteniendo redención eterna" (He 9:12 NBLA) para los que están siendo llamados para salvación. 

Si bien, con nuestro cuerpo terrenal aún no podemos entrar al Lugar más Santo, ya tenemos comunión con Dios, por medio de Jesucristo; así que "No digas: ¿Quién subirá al cielo?» (Es decir: para traer a Cristo a la tierra)" (Ro 10:6 PDT), porque los creyentes tenemos el Espíritu del Señor morando dentro de nosotros; por consiguiente, ya tenemos libertad para acercarnos al trono de Dios por ese camino invisible que Jesús abrió con su sangre; así que "entremos directamente a la presencia de Dios con corazón sincero y con plena confianza en él. Pues nuestra conciencia culpable ha sido rociada con la sangre de Cristo a fin de purificarnos, y nuestro cuerpo ha sido lavado con agua pura" (He 10:22 NTV).

Es maravilloso poder decir, con toda certeza, que, a la diestra de Dios, está sentado el primer ser humano con un cuerpo glorificado que no puede morir: Jesucristo, el Primogénito de la creación, que es el único mediador entre Dios y los hombres. Desde allí reina, y lo hará "hasta que haya puesto a todos Sus enemigos debajo de Sus pies. Y el último enemigo que será eliminado es la muerte" (1Co 15:25-26 NBLA). Entonces "el Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con la trompeta de Dios, y los muertos en Cristo se levantarán primero. Entonces nosotros, los que estemos vivos y que permanezcamos, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos con el Señor siempre" (1Ts 4:16-17 NBLA). Todo ocurrirá "en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final. Pues la trompeta sonará y los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos transformados" (1Co 15:52 NBLA).

** ¿No es llamativo que se produjeran resurrecciones luego que el velo se partiera en dos? (vv.51-53). Creo que ambas son señales al pueblo, que hablaban de lo que Jesús había conquistado en la cruz, y ambas señales van de la mano. 

Sobre el velo rasgado, acabamos de hacer mención. En cuanto a las resurrecciones, empezaremos yendo al libro de Isaías, donde leemos: "En este monte rasgará el velo con que se cubren todos los pueblos, el velo que envuelve a todas las naciones. Dios el Señor destruirá a la muerte para siempre..." (Is 25:7-8 RVC). También en la epístola a los Hebreos, leemos que los creyentes podemos entrar al Lugar Santísimo "por el camino nuevo y vivo que él (Jesús) nos abrió a través del velo, es decir, de su propio cuerpo" (He 10:20 RVC). En otras palabras, en el cuerpo de Jesús, que fue sacrificado en la cruz en representación de la vida de todos los creyentes, se estaba deshaciendo el poder que Satanás tenía sobre toda la humanidad a través de la muertePor medio de la cruz, Jesús el Hijo del Hombre, el ser humano sin pecado, no solamente abrió el cielo para aquéllos a quienes estaba sustituyendo, sino que venció en su carne a la muerte, de lo cual se dio señal a través de las resurrecciones temporales de algunos hombres santos que ya habían experimentado la muerte física. 

En consecuencia, puesto que Jesús hizo ese sacrificio como sustituto de los que creen para salvación, todos los que estamos siendo sellados con el Espíritu Santo para vida eterna, fuimos arrebatados de la potestad de la segunda muerte, que es lago de fuego y azufre, donde irán a parar aquéllos que no estén inscritos en el libro de la vida; esto es, "los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición" (2Ts 1:8-9). En otras palabras, los que fuimos sustituidos en la cruz ya tenemos vida eterna, gracias a que, en su cuerpo, Jesús anuló el poder de la muerte.

*** Habiéndose sacrificado la ofrenda por el pecado, y habiendo sido derramada la sangre para purificación, que ponía en vigencia el nuevo Pacto prometido por medio de los profetas, comenzaba la era de la salvación por Gracia, es decir, que Dios salva por fe, no por obras, para que nadie crea que se lo ganó. El nuevo Pacto de la "salvación por gracia" significa que, para tener vida eterna, sólo basta con creer la buena noticia de que Jesús pagó y murió como nuestro sustituto; y arrepentirse de haber vivido en rebelión contra Dios. Consecuentemente, el creyente se ofrece voluntariamente como sacrificio vivo para sujetarse al Señorío de Jesucristo. 

La salvación por gracia es un regalo del Señor, mas el que lo rechaza, sigue estando bajo condena

  

LA SEPULTURA


Cuando el día terminaba, antes de iniciar la preparación del día de reposo, vino hasta Pilato un hombre rico, procedente de Arimatea, llamado José, que se había convertido en discípulo de Jesús, para solicitar el cuerpo del Señor, a fin de darle sepultura, a lo cual el procurador accedió. Entonces, José envolvió el cuerpo en una sábana limpia, y lo puso en una tumba recién labrada en la roca, la cual cerró con una gran piedra que hizo rodar en la entrada, luego de lo cual se fue. Sentadas frente a la tumba, María Magdalena y la otra mujer de nombre María observaban todo esto. (27:57-61)

* Aquí se estaba cumpliendo la profecía de Isaías, que dijo: "... fue puesto en la tumba de un hombre rico" (Is 53:9 NTV).

 

Al día siguiente, después de la preparación del Shabat, los principales sacerdotes y fariseos fueron hasta Pilato, para decirle: "Señor, nos acordamos que cuando aquel engañador aún vivía, dijo: “Después de tres días resucitaré”" (NBLA), así que le pidieron: "Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Y será el postrer error peor que el primero". Pilato puso a disposición de los líderes una guardia, y les dijo que hicieran como estimaran mejor. Así que los líderes judíos fueron hasta el sepulcro, sellaron la entrada, y dejaron la guardia custodiando el lugar. (27:62-66)

* Como vemos, fueron los mismos líderes judíos quienes se encargaron de supervisar que el sepulcro quedara sellado de manera inviolable, y consiguieron que una guardia romana permaneciera custodiando en lugar. Sin embargo, lo que Dios dispone nada ni nadie lo puede estorbar. La resurrección de Jesús es la esencia del evangelio y del cristianismo, ¿Cómo hubieran podido, unos simples mortales, interferir contra los propósitos del Dios eterno?


LA RESURRECCIÓN


Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana [domingo para los judíos], vinieron María Magdalena y la otra mujer llamada María, a ver el sepulcro. Entonces se produjo un gran terremoto, porque un ángel del Señor descendió del cielo, y removió la piedra, y luego se sentó sobre ella. El ángel tenía el aspecto de un relámpago, y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Los guardias quedaron paralizados de miedo al verlo. El ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: "No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor". Luego les dijo que fueran a contarles a los discípulos que Jesús había resucitado de los muertos, y que fueran hasta Galilea para encontrarse con Él. Ellas corrieron a hacer lo que el ángel les había mandado, y cuando iban por el camino, se les apareció Jesús, quien les dijo: "¡Salve!". Entonces ellas se acercaron, abrazaron sus pies, y le adoraron. Jesús les dijo: "No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán". (28:1-10)

* Para los hebreos, cada día comienza al anochecer del día que le precede. Jesús fue apresado cuando iniciaba el viernes (últimas horas del jueves para los no judíos), y fue crucificado al rededor del mediodía de ese mismo día viernes. Ése es el día primero de la muerte del Hijo de Dios. Al anochecer de lo que para nosotros seguía siendo el viernes, para los judíos era el comienzo del sábado, el shabat, por tanto, no podían hacer ningún trabajo desde que la luz del día terminaba el viernes hasta el atardecer del sábado, porque era el día de reposo. El sábado fue el segundo día después de la muerte del Hijo de Dios. Cuando llegó el anochecer de ese día, comenzó el tercer día, es decir, el domingo, y ese tercer día (domingo), que es el primer día de la semana para los judíos, Jesús resucitó.


INTENTOS POR OCULTAR EL MÁS GRANDE MILAGRO

Mientras ellas iban a darles las buenas nuevas a los discípulos, algunos de la guardia fueron a avisar a los líderes judíos lo sucedido, pero éstos compraron su silencio, diciéndoles: "Digan esto: “Sus discípulos vinieron de noche y robaron el cuerpo mientras nosotros dormíamos”". Y agregaron: "si esto llega a oídos del gobernador, nosotros lo convenceremos y les evitaremos dificultades" (NBLA). Así que los hombres tomaron el dinero e hicieron lo que se les había instruido. Esta versión de los hechos es la que hasta el día de hoy se ha divulgado entre los judíos.   (28:11-15)

* A pesar de todas las estrategias de los líderes judíos, el maravilloso milagro de la resurrección de Jesús no pudo ser ocultado ni negado, porque no sólo las mujeres que fueron hasta la tumba, y los once discípulos más íntimos de Jesús, lo vieron resucitado, sino que hay testimonio en las Escrituras de que, además, se apareció a otros dos discípulos camino de Emaús; también a su hermano Jacobo (Santiago), y a unos quinientos discípulos que estaban reunidos, y por último, cuando la persecución a los discípulos del Señor se había convertido en una pesadilla para ellos, se le apareció al líder de los perseguidores, Saulo de Tarso, quien fue apabullado ante la visión del Señor, al punto de convertirse de perseguidor de cristianos a evangelizador, cambiando su nombre a Pablo, uno de los más importantes apóstoles del cristianismo, autor de al menos trece de las epístolas que forman el Nuevo Testamento. 

Al respecto, sabias fueron las palabras del maestro fariseo Gamaliel, quien, dirigiéndose a los líderes judíos, que buscaban formas de acabar con la creciente fuerza que tomaba el movimiento de los seguidores de Jesucristo, les aconsejó: "Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá; mas, si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios" (Hch 5:38-39). Nada más cierto. Si el evangelio hubiera sido una invención de los apóstoles, ya no existiría, sin embargo, han pasado casi dos mil años, y el número de creyentes sigue creciendo. Cada vez hay más personas que se identifican con el cristianismo en todo el mundo, a pesar de la poderosa resistencia que ha tenido a través de los siglos.

 

LA VERDAD DEBE SER ANUNCIADA

Los once discípulos fueron hasta Galilea, al monte señalado y, cuando vieron a Jesús, le adoraron, pero algunos dudaban. Jesús se les acercó, y les dijo: "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén." (28:16-20)

* La versión RVR60 dice: "cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban", lo cual nos puede llevar a pensar que algunos discípulos no estaban convencidos de que aquel hombre era efectivamente Jesús resucitado. La palabra griega "distazō" (διστάζω) se puede traducir como "dudar", pero también como "vacilar", en el sentido de titubear o estar indeciso. Quizás por temor o perplejidad, algunos discípulos vacilaron antes de adorar a Jesús resucitado. Con todo, debemos tener presente que los discípulos aún no tenían el Espíritu Santo morando en ellos, (hecho que ocurrió cincuenta días después de la crucifixión, durante la celebración de Pentecostés), que es quien da la fe y convence, por lo cual, ellos estaban experimentando esta vivencia con un corazón carnal, que no salía del asombro de enfrentarse al Maestro resucitado.

Recordemos que, previamente, Tomás también dudó, y no se convenció de la resurrección del Señor hasta que tocó sus heridas, luego de lo cual, él mismo le adoró, llamándolo "¡Señor mío, y Dios mío!". Asimismo, del relato de Lucas, entendemos que, cuando Jesús se les apareció, no pensaron que fuera el Señor resucitado, sino un espíritu, por lo cual, Jesús les pidió que miraran sus manos y pies, y que lo tocaran, para que vieran que era de carne y hueso.

Por último, nos quedamos con las palabras que Jesús refirió al escéptico Tomás, y que están dirigidas a todas las generaciones posteriores: "no seas incrédulo, sino creyente"; "bienaventurados los que no vieron, y creyeron" (Jn 20:27, 29).

 ** En cuanto a lo que se conoce como "la gran comisión", se trata del mandato que Jesucristo dejó a los creyentes, de continuar la tarea que Dios inició por medio de Él, durante su ministerio terrenal, de reconciliar consigo al mundo, no tomándole en cuenta los pecados, para así poder restaurar la comunión entre Creador y criatura que se rompió en el Edén. De modo que, cada uno de los renacidos es un embajador de Cristo, "como si Dios rogara por medio de nosotros, en nombre de Cristo les rogamos: ¡Reconcíliense con Dios!" (2Co 5:20 NBLA)

Muchos creyentes se excusan de que no tienen facilidad de palabra, sin embargo, no sólo se trata de predicar, sino de andar como Jesús anduvo, de modo que el Nombre de nuestro Dios y de su Hijo sea glorificado, y el mundo reconozca, sin mediar palabra, que somos cristianos, hijos del Altísimo. A veces las acciones convencen más que las palabras. 



(Continuar con Estudio del Evangelio Según San Marcos)


lunes, 7 de diciembre de 2020

MATEO XII - Los Padecimientos del Siervo de Dios (Mt 26 a 27:15-31)

(Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos estudiados (identificados al pie de cada párrafo); los textos en cursiva son los comentarios hechos por el blogger respecto de esos textos. Los textos en café son citas bíblicas textuales, principalmente de la RVR60; si es otra versión, se especifica con las siglas correspondientes. Para ir al link de respaldo bíblico o de apoyo, hacer clic en los enlaces.)


[Empezar en Mateo Primera Parte]



LA PASCUA


Cuando Jesús terminó de hablar sobre las señales del final de los tiempos, dijo a sus discípulos: "Como ya saben, faltan dos días para la Pascua y el Hijo del hombre será entregado para que lo crucifiquen" (NVI). En ese mismo instante, los principales sacerdotes, escribas y ancianos del pueblo estaban reunidos en el patio del sumo sacerdote Caifás, para ponerse de acuerdo en cómo prender con artimañas a Jesús y matarlo, pero decidieron que no lo harían durante la fiesta; "no sea que se amotine el pueblo", decían. (26:1-5)

* En los libros del Pentateuco, aprendemos que Jehová había ordenado a Israel celebrar todos los años la pascua el día 14 del primer mes hebreo, (en el Pentateuco se habla del mes de Abib. A partir de Nehemías, se habla del mes de Nisan), que correspondería a alguna fecha entre finales de marzo y los primeros días de abril de nuestro actual calendario, ocasión en que un cordero sin manchas debía sacrificarse por familia. 
 
Pero la pascua que estaba por celebrarse ese año no iba a ser como las anteriores, porque en esa oportunidad el Cordero que iba a ser sacrificado era el Hijo Unigénito de Dios, también llamado el Hijo del Hombre, que es el Verbo de Dios encarnado. Unigénito significa único en su clase, porque no hubo ni habrá otro como Jesús, quien, por amor a sus criaturas, siendo igual al Dios, renunció a sus privilegios divinos, y tomó forma humana. Procedente de la eternidad, Él vino al mundo, y nació de una mujer, como un hombre mortal de carne y sangre, "pues, sólo como ser humano podía morir y solo mediante la muerte podía quebrantar el poder del diablo" (He 2:14: NTV). Leemos en la Escritura que "la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados" (He 10:4); y esto, debido a que las únicas criaturas hechas a imagen y semejanza de Dios son los seres humanos, de modo que, sólo la sangre de un hombre sin pecado tiene el poder de expiar los pecados perpetuamente. En consecuencia, debido a que, después del pecado de Adán, sólo el Hijo de Dios hecho hombre nació sin pecadonadie más que Jesús podía dar su vida en propiciación por los pecados de la humanidad.
 
La conmemoración de la pascua recordaba la noche en que la muerte tomó la vida de los primogénitos de Egipto, pero no pudo matar a los primogénitos hebreos, porque, para que la muerte no tocara sus hogares, a los hijos de Israel, Jehová les había dado mandato de pintar los dinteles de sus casas con la sangre de un cordero sin mancha. Ahora podemos entender que, tal ceremonia hacía referencia a la salvación que Dios tenía preparada para proveerla más de mil años después del éxodo, a través de la sangre de Su Hijo, que, como la sangre de un perfecto cordero pascual, iba a ser derramada para expiar los pecados de los escogidos de Dios; liberarlos de la condena a muerte, y darles vida eterna.

 

LA UNCIÓN 

Estando en Betania, en casa de Simón el leproso, vino una mujer con un frasco de alabastro que contenía un perfume de mucho valor, y lo derramó sobre la cabeza de Jesús, quien estaba sentado a la mesa. Los discípulos se escandalizaron, por lo que consideraban era un gran desperdicio, "porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres", decían. Entonces Jesús, entendiendo lo que hablaban, les dijo que no molestaran a la mujer, pues, ella había hecho una buena obra con él. Y les dijo: "siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis". Por otro lado, dijo: "al derramar ella este perfume sobre Mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura". Y terminó diciendo: "Les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se predique este evangelio, se contará también, en memoria de esta mujer, lo que ella hizo" (NVI). (26:6-13)

* Por el relato que hace el apóstol Juan, sabemos que este evento se llevó a cabo seis días antes de la conmemoración de la pascua. También sabemos que la mujer era María, la hermana de Lázaro, el hombre a quien Jesús resucitó, y que el discípulo que recriminó a María fue Judas Iscariote, no porque tuviera interés en los pobres, dijo Juan, "sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella" (Jn 12:6).

El relato de Juan también nos permite descubrir que Mateo no escribió cronológicamente, pues, el párrafo que precede al que estamos estudiando, comienza diciendo que faltaban dos días para la celebración de la pascua. 


LA TRAICIÓN

Entonces, uno de los doce, llamado Judas Iscariote fue hasta los principales sacerdotes, y les dijo: "¿Qué están dispuestos a darme para que yo les entregue a Jesús?" (NBLA); y ellos le asignaron treinta piezas de plata. Desde entonces, comenzó a buscar una oportunidad para entregarle. (26:14-16)

* Aquí vemos el cumplimiento de la profecía de Zacarías, donde dice: "Y les dije: Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata" (Zac 11:12 RVR).


EL APOSENTO ALTO

El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, dos discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle dónde quería que prepararan la cena de la pascua. El Señor les dijo que fueran a la ciudad, a la casa de cierto hombre, y le dijeran: "El Maestro dice: ‘Mi tiempo ha llegado y comeré la cena de Pascua con mis discípulos en tu casa". Cuando llegó la noche, mientras cenaban, el Señor les anunció: "De cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar". Entristecidos, le preguntaban "¿soy yo, Señor?". Jesús respondió: "El que mete la mano conmigo en el plato, ése me va a entregar". Luego, agregó: "Es cierto, voy a morir como está profetizado, pero pobre del hombre que me traiciona. Habría sido mejor si no hubiera nacido" (NBV). Cuando Judas, el que lo iba a traicionar, preguntó si era él, Jesús le respondió: "tú lo has dicho". (26:17-25)

* Judas Iscariote no fue una víctima en manos de Dios. Los seres humanos, en cuyos corazones aún no habita Cristo, somos personas con natural inclinación al pecado. A muchos les cuesta aceptar que ninguno de nosotros merecía el perdón que recibimos por nuestros pecados. Dicen las Escrituras que Jehová miró desde los cielos para ver si había uno que hiciera lo bueno, pero concluyó: "todos se desviaron, a una se han corrompido; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno" (Sal 14:3). Si Dios no hubiera tenido misericordia de nosotros, ninguno podría salvarse. Él soberanamente escogió a quienes salvar, cambiando nuestro corazón (el de los escogidos) por uno capaz de recibir su Palabra de vida, la cual produce en nosotros la fe que nos guía al arrepentimiento. Sin la intervención de Dios, nosotros sólo tendemos a contradecirlo y, aunque tenemos ciertos atisbos de "buenas obras", ninguna de ellas alcanza el estándar de excelencia exigido en el reino de Dios

La traición de Judas no fue una acción cometida bajo manipulación divina; él tenía plena consciencia y responsabilidad sobre sus actos. Es más, Judas tuvo la oportunidad de ser transformado, pues, no sólo participó de todas las enseñanzas que Jesús compartió con sus discípulos, las que produjeron grandes cambios en el resto de ellos; además, presenció y participó de las obras del Espíritu Santo hechas por medio de Jesús, y él mismo, junto a los otros apóstoles, recibió poder para sanar enfermos, limpiar leprosos, resucitar muertos, y echar fuera demonios. Pero, por lo visto, la palabra del Señor no tuvo cabida en el corazón de Judas, como para disuadirlo de cometer el horrendo pecado de entregar en manos de sus enemigos al Hijo de Dios. Él simplemente hizo lo que su entenebrecido corazón le dictaba hacer y, llevado por la envidia y codicia, permitió dar cumplimiento a lo que estaba profetizado: que, antes de entrar en su gloria, el Mesías debía padecer.

 

EL NUEVO PACTO

Mientras cenaban, Jesús tomó el pan, lo bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos diciendo: "Tomad, comed; esto es mi cuerpo". Luego, tomó la copa de vino y, habiendo dado gracias, la dio a sus discípulos, diciendo: "Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados". Por último, les dijo: "Ésta es la última vez que bebo de este vino con ustedes. Pero cuando estemos juntos otra vez, en el reino de mi Padre, entonces beberemos del vino nuevo" (TLA) (26:26-29).

* Como dijo Jesús, el pan simboliza su cuerpo, que iba a ser ofrendado en la cruz como propiciación por los pecados de los que ponen su fe en Dios; es decir, de los verdaderos descendientes de Abraham a quienes fue hecha la promesa, a los cuales el Hijo de Dios vino a salvar. 

En el evangelio de Juan, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo" (Jn 6:51). También dijo: "les aseguro que, si ustedes no comen mi cuerpo ni beben mi sangre, no tendrán vida eterna. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, tendrá vida eterna. Cuando llegue el fin del mundo, yo lo resucitaré. Mi cuerpo es la comida verdadera, y mi sangre es la bebida verdadera. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, vive unido a mí y yo vivo unido a él" (Jn 6:53-56 TLA).

Comer el pan y beber la sangre de Cristo significa creer que la ofrenda de su cuerpo en la cruz, y la sangre que Él derramó pagaron completamente nuestra deuda de justicia ante Dios. Es el bautismo de fe en la muerte y resurrección de Jesucristo, "porque por el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, para que, así como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva" (Ro 6:4 RVC). Es decir que, como Jesucristo saldó nuestra deuda de justicia, los que hemos puesto nuestra fe en Él, fuimos reconciliados para siempre con nuestro Creador

El autor de la carta a los Hebreos nos enseña que con la ofrenda que Jesús hizo de su vida en la cruz, se puso fin a los sacrificios que año tras año celebraban los hebreos, "pues la voluntad de Dios fue que el sacrificio del cuerpo de Jesucristo nos hiciera santos, una vez y para siempre" (He 10:10 NTV); de modo que, "con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los santificados" (He 10:14 RVA). Esto no quiere decir que dejaremos de pecar, pues, nuestra naturaleza adánica sigue viva en nosotros, pero ahora, con la ayuda del Espíritu de Cristo en nosotros, tenemos poder para vencer el pecado"Ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí. Y la vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a la muerte por mí" (Ga 2:20 DHH). 

Por eso, "amados hermanos, gracias a la sangre de Jesucristo podemos entrar libremente en el Lugar Santísimo. Jesús nos ha abierto un camino nuevo y vivo a través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo. Además, en él tenemos un gran sacerdote que está al frente de la familia de Dios. Y puesto que es así, acerquémonos a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, ya que en nuestro interior hemos sido purificados de una mala conciencia y exteriormente hemos sido lavados con agua pura" (He 10:19-22 NVB).

** En cuanto al nuevo pacto por el cual Jesús derramó su sangre (v.28), se refiere al pacto anunciado por Jeremías, quien dijo: "He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá".  "Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo" (Jer 31:33); luego de lo cual agregó: "perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado" (Jer 31:34). 

El pacto antiguo o primer pacto es el pacto mosaico, que se originó en el monte Sinaí, luego de que Jehová, por medio de Moisés, liberó a Israel de la esclavitud en Egipto. En esa oportunidad, Jehová les entregó sus mandamientos escritos en tablas de piedra (la ley), y les mandó cumplir cada uno de ellos. También les dijo que la obediencia a su ley los conduciría a la prosperidad en todas las áreas de sus vidas. Lo contrario, les significaría muchos dolores. No obstante, debido a que el hombrepor su naturaleza caída, tiende a rechazar todo lo que es de Dios, y es incapaz de sujetarse a su ley, en vez de salvar a Israel, la Ley lo condenaba

Sin embargo, el nuevo pacto, cuyo mediador es Jesucristo, es un regalo de misericordia de Dios, porque, junto con darnos vida eterna, no por obras que hayamos hecho, sino sólo por la fe en la sangre de Jesús que nos lava, nos da su Espíritu Santo para guiarnos en el proceso de santificación. Por eso, además de anunciar el nuevo pacto, Dios también prometió: "Pondré dentro de ustedes Mi espíritu y haré que anden en Mis estatutos, y que cumplan cuidadosamente Mis ordenanzas" (Ez 36:27 NBLA). Es decir que, por Su Espíritu, como dice la Escritura: "Dios es quien produce en ustedes (nosotros los creyentes) tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad" (Fil 2:13 NVI). Ahora bien, para que el Espíritu de Dios pueda obrar en nosotros, debemos, primeramente, estar dispuestos a someternos al Señorío de Jesucristo.

  

UN ANUNCIO QUE PASÓ INADVERTIDO

Una vez que terminaron de cantar el himno, salieron al monte de los olivos, y Jesús les dijo: "esta noche ustedes se alejarán de mí desilusionados, porque las Escrituras dicen que Dios herirá al pastor y las ovejas del rebaño se dispersarán" (NBV); pero, agregó: "después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea". Entonces Pedro se acercó al Señor, y le dijo: "aunque los demás te abandonen, yo jamás te abandonaré" (NBV), a lo que Jesús respondió: "De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces". Pedro insistió, diciendo "¡Aunque me cueste la vida, no te negaré!" (NBV). Y el resto de los discípulos dijeron lo mismo. (26:30-35)

* En el último capítulo del libro de Mateo, vemos el cumplimiento de la promesa que Jesús hizo a sus discípulos de que, una vez que resucitara, iría delante de ellos a Galilea, para encontrarlos allá (v.32). Cuando Jesús les dijo esto, ellos estaban apesadumbrados por la noticia de que estaban viviendo las últimas horas con su Maestro, que iba a ser traicionado y abandonado por ellos mismos. Al parecer, ni siquiera prestaron atención al anuncio de que su muerte no era el final, pues, como estaba profetizado, Jesús no iba a quedar cautivo de la muerte, sino que iba a resucitar (v.32). 

De hecho, es lamentable que muchos que dicen ser cristianos siguen viendo un Jesús derrotado en la cruz, sin considerar que la buena noticia (el evangelio) es que Jesús resucitó; y que en su resurrección derrotó a Satanás, quien tenía poder sobre los hombres a través de la muerte, porque el pecado se paga con la muerte, y ningún descendiente de Adán nace sin pecadoLa cruz fue el instrumento usado por Jesús para abrir el camino que conduce hacia el Trono de Dios, el cual había sido clausurado en el principio de la creación, cuando Adán y Eva se rebelaron contra Dios. "Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la Ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz. Desarmó a los poderes y a las autoridades y, por medio de Cristo, los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal" (Col 2:13-15 NVI). "Por medio de la sangre de Su cruz" (Col 1:20 NBLA), el Hijo del Hombre reconcilió con Dios a los que creen. 

* El himno a que hace referencia Mateo (v.30) se trataría de lo que conocemos como el Salmo 118, el cual nos habla de la infinita misericordia de Jehová, que oyó las oraciones del pueblo oprimido, y envió su salvación. Tradicionalmente la comunidad judía lo entona cuando se conmemora la pascua.

Es conmovedor pensar que mientras nuestro Redentor cantaba el salmo aquella noche, ya estaba cumpliéndose la profecía de este canto, que dice: "La piedra que los constructores rechazaron se ha convertido en piedra angular. ¡Esto es obra del Señor, y nos deja maravillados! Éste es el día que ha hecho el Señor; regocijémonos y alegrémonos" (Sal 118 22-24 NBV). Porque Jesús es la piedra fundamental sobre la que se edifica la Casa de Dios en la tierra: la Jerusalén del cielo, que comenzaría a levantarse con piedras vivas escogidas por el mismo Creador


LA ANGUSTIA DEL HIJO DEL HOMBRE 

Luego de esto, fueron a un lugar llamado Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos que lo esperaran sentados mientras Él iba a orar aparte. Pidió a Pedro y a los hijos de Zebedeo (Juan y Jacobo) que lo acompañaran, y les dijo: "Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo". Alejándose un poco, se postró y oró al Padre diciendo: "Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú". Volvió a donde estaban sus discípulos, y los halló durmiendo, entonces les dijo: "¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil". Nuevamente se alejó de ellos, y volvió a orar al Padre, pidiendo: "Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad". Vino otra vez hacia los discípulos, y los encontró durmiendo nuevamente, pues sus ojos se caían de sueño. Volvió a alejarse de ellos, y regresó para orar al Padre pidiendo lo mismo por tercera vez, luego de lo cual, fue de nuevo hacia sus discípulos, y los dejó dormir y descansar un poco más. Luego les dijo: "He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega". (26:36-46)

* Lucas dice que esto aconteció en el monte de los olivos. No hay contradicción, pues, Getsemaní es un Jardín ubicado a las faldas del monte de los olivos. También Lucas nos amplía los detalles sobre la gran angustia de nuestro Señor antes de ser apresado; de cómo, mientras oraba intensamente, "Su sudor se volvió como gruesas gotas de sangre, que caían sobre la tierra" (Lc 22:44 NBLA). 

La descripción de Lucas nos permite ver la humanidad de nuestro Señor. Él no era impasible como argumentan algunos, que dicen que, por su origen divino, Él podía evitar sentir dolor; sin embargo, sabemos que cuando salió de Dios, y vino al mundo, se despojó de toda su divinidad, y tomó la forma de un hombre de carne y sangre, sujeto a todos los dolores, necesidades, tentaciones, y molestias que nos produce nuestra naturaleza humana. Él debía hacerse a la semejanza de aquéllos por los cuales venía a ofrendarse. Si bien es cierto, el Espíritu de Dios estaba en toda su plenitud en Cristo, y era posible ver la gloria de Dios en Él, Él era un ser humano. Aparte de la llenura del Espíritu, la única diferencia entre Jesús y cualquiera de nosotros era que en el Hijo del Hombre nunca hubo pecado, porque no fue engendrado por simiente de hombre, sino por el Espíritu Santo.

Pero ¿por qué era necesario que padeciera tanto dolor? Porque cuando Jesús aceptó cargar nuestros pecados sobre sí, también estaba aceptando recibir la justa ira de Dios que nosotros merecíamos recibir por causa de esos pecados. Aunque sabía que iba a ser acusado injustamente, escarnecido, torturado, azotado, despreciado, escupido y crucificado, Jesús no estimó su vida en la tierra como un bien superior al cual aferrarse; más bien, sabiendo que su sacrificio significaría vida eterna para los hombres, Él se sujetó a lo que Dios le había enviado a hacer, y se entregó obedientemente como propiciación por los pecados nuestros. Habiéndose consumado todo según la perfecta voluntad del Padre, Jesús entregó su Espíritu, y murió, pero al tercer día Dios lo resucitó.

Por cuanto derramó su vida hasta la muerte por salvarnos, Dios lo exaltó a su diestra, haciéndolo Señor y Cristo, "y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre" (Fil 2:10-11)

** Dice la Escritura: "Dios es juez justo, y Dios está airado contra el impío todos los días" (Sal 7:11). La ira de Dios es una ira santa, que no es emocional, ni toma partido a conveniencia, como solemos hacer los seres humanos; por eso hablamos de la justa ira de Dios.

Con respecto a la justicia de Dios, éste es uno de Sus atributos que, entre otras cosas, implica "que de ningún modo tendrá por inocente al malvado" (Ex 34:7). La justicia de Dios exige que el culpable pague por lo que ha hecho; de lo contrario, Dios dejaría de ser justo, "Él no puede negarse a sí mismo(2Tim 2:13). Si Dios hubiera decidido simplemente perdonar nuestros pecados sin haber exigido propiciación, es decir, sin aceptar a cambio la ofrenda de un sustituto que pagara por nosotros, estaría faltando en uno de sus atributos, y eso es imposible que suceda, porque Dios "no cambia ni se mueve como las sombras" (Stg 1:17 NVI). Cada uno de Sus atributos es inherente a Su persona, y todos ellos conforman la integridad de Dios, por tanto, ninguno de ellos deja de ser o disminuye en intensidad o calidad. Los atributos de Dios son quien Él es: el inmutable "Yo Soy" (YHWH, Jehová, Yavéh).  

Pero Dios, además de ser justo, también es "Dios compasivo y misericordioso, lento para la ira y grande en amor y fidelidad" (Ex 34:6 NVI). Por eso, viendo que la rebelión de Adán y Eva había condenado a todos los seres humanos a padecer la muerte eterna en el lago de fuego que no se apaga, Él mismo anunció que iba a proveer el Sustituto (Su Hijo) para que pagara por nuestros pecados, y satisficiera su justicia, aplacando así Su santa ira: "Esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen. De hecho, no hay distinción (es para judíos y gentiles por igual), pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó. Dios lo ofreció como un sacrificio (propiciación) para obtener el perdón de pecados, el cual se recibe por la fe en su sangre" (Ro 3:22-25 NVI).

*** Es interesante ver que, incluso en los nombres de lugares escogidos por Dios, podemos extraer un significado en el ámbito espiritual. Por ejemplo, de acuerdo a las Escrituras, sabemos que los hijos de Dios son llamados "olivos", pues, Pablo, en su epístola a los Romanos, se refiere a los judíos como "olivo original", y a los gentiles como "olivo silvestre". Por su parte, la palabra "getsemaní" significa "prensa de aceite", es decir, donde las olivas (aceitunas) son aplastadas, presionadas para extraer de ellas el rico aceite.  

Los hijos de Dios somos comparables a las olivas, porque lo mejor de nosotros aflora en medio de las pruebas y tribulaciones. Como dijo nuestro Señor, su gracia se fortalece en nuestra debilidad. Mientras más quebrantado es nuestro ego, mayor es la gracia que nuestro Señor puede derramar sobre nosotros; en otras palabras, mientras más debilitada esté nuestra confianza en nosotros mismos para salir de las aflicciones, con mayor facilidad fluye el poder de Jesucristo para ayudarnos a transitar o liberarnos de ellas.


EL ARRESTO DE JESÚS

Mientras todavía hablaba, llegó Judas Iscariote, y con él mucha gente de parte de los principales sacerdotes y ancianos, portando espadas y palos. El traidor les había dado por señal: "Al que yo besare, ése es; prendedle". Así que se acercó a Jesús, diciendo: "¡Salve, Maestro!", y lo besó. En seguida apresaron a Jesús. Entonces uno de los apóstoles sacó su espada, y cortó la oreja a un siervo del sumo sacerdote. Mas Jesús lo reprendió diciendo: "Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán"; y agregó: "¿No sabes que podría pedirle a mi Padre que me enviara doce mil ángeles y me los enviaría al instante?" (NBV). Pero, si eso hiciera, dijo: "¿cómo se cumplirían las Escrituras que describen lo que ahora mismo está aconteciendo?" (NBV). Y dirigiéndose a los que le prendían, dijo: "¿Soy acaso un asesino tan peligroso que tienen que venir con espadas y palos a arrestarme? Todos estos días he estado enseñando en el templo y no me detuvieron" (NBV); sin embargo, agregó: "todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas". Cuando lo tomaron preso, los discípulos huyeron del lugar. (26:47-56)

* La profecía de Zacarías, quien dijo: "Hiere al pastor, y serán dispersadas las ovejas" (Zac 13:7), se estaba comenzando a cumplir en ese preciso momento, pues, los discípulos se perturbaron al ver que su Maestro, al que consideraban el Mesías, estaba siendo apresado, y entraron en pánico, olvidando la promesa que le habían hecho, pocos minutos antes, de que nunca lo abandonarían (vv.33-35).

** Aquí transcribo algunas de las Escrituras de los profetas (v.56), que Jesús conocía muy bien, que debían cumplirse para darnos salvación:

  • "fueron nuestras debilidades las que él cargó; fueron nuestros dolores los que lo agobiaron. Y pensamos que sus dificultades eran un castigo de Dios, ¡un castigo por sus propios pecados! Pero él fue traspasado por nuestras rebeliones y aplastado por nuestros pecados. Fue golpeado para que nosotros estuviéramos en paz; fue azotado para que pudiéramos ser sanados" Is 53:4-5 NTV). 
  • "Fue oprimido y tratado con crueldad; sin embargo, no dijo ni una sola palabra. Como cordero fue llevado al matadero. Y como oveja en silencio ante sus trasquiladores, no abrió su boca" (Is 53:7 NTV). 
  • "Todos los que me ven se burlan de mí; sonríen con malicia y menean la cabeza mientras dicen: «¿Este es el que confía en el Señor? Entonces ¡que el Señor lo salve!  Si el Señor lo ama tanto, ¡que el Señor lo rescate!»" (Sal 22:7-8 NTV). 
  • "Mi vida se derrama como el agua, y todos mis huesos se han dislocado. Mi corazón es como cera que se derrite dentro de mí" (Sal 22:14 NTV). 
  • "Mis enemigos me rodean como una jauría de perros; una pandilla de malvados me acorrala. Han atravesado mis manos y mis piesPuedo contar cada uno de mis huesos; mis enemigos me miran fijamente y se regodean. Se reparten mi vestimenta entre ellos y tiran los dados por mi ropa" (Sal 22:16-18 NTV). 
  • "Les ofrecí la espalda a quienes me golpeaban y las mejillas a quienes me tiraban de la barba; no escondí el rostro de las burlas y los escupitajos" (Is 50:6 NTV). 



 JESÚS ANTE LOS LÍDERES JUDÍOS

Luego que prendieron a Jesús, lo llevaron al sumo sacerdotes Caifás, que estaba con los escribas y ancianos. Pedro lo seguía de lejos, y se quedó en el patio de la casa del sumo sacerdote para ver en qué terminaba todo. Los líderes religiosos buscaban alguna prueba falsa contra Jesús para darle muerte, pero no la hallaron, hasta que finalmente vinieron dos falsos testigos que dijeron: "Este hombre dijo: “Puedo destruir el Templo de Dios y reconstruirlo en tres días”". Caifás esperaba que Jesús se defendiera de las acusaciones, mas Él guardaba silencio. Entonces, el sumo sacerdote le dijo: "Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios". Y Jesús respondió: "Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo". Al oírlo, el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, y exclamó: "«¡Blasfemia! ¿Para qué necesitamos más testigos? Todos han oído la blasfemia que dijo. ¿Cuál es el veredicto?»." (NTV); y ellos respondieron: "¡Es reo de muerte!". En seguida comenzaron a escupirle en el rostro, a darle puñetazos, y a abofetearlo, mientras le decían: "Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó". (26:57-68)

* Como podemos ver, los hechos que estaban sucediendo iban dando cumplimiento, uno tras otro, a las profecías de las Escrituras antes citadas. 

Asimismo, podemos observar que, lo que más ofendió a los líderes, es que Jesús afirmó ser el Mesías, el Hijo del Hombre del que habló Daniel (v.64), que iba a venir en las nubes, a quien Dios le dio toda autoridad, gloria, y un reino que no tendrá fin. Éstas fueron las palabras del profeta: "he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido" (Dn7:13-14).

En cuanto a la acusación de los falsos testigos, que dijeron que Jesús había amenazado con derribar el templo, se trata de una tergiversación de los hechos ocurridos el día en que Jesús expulsó del templo a los comerciantes, que hacían sus ganancias a costa de las necesidades de la gente que venía para adorar. Cuando los líderes judíos, molestos por la intervención de Jesús, quien, les recriminó haber convertido el templo de Dios en una casa de mercado, le pidieron que mostrara alguna señal que indicara que Él tenía autoridad para hacer lo que estaba haciendo, Jesús les respondió: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré" (Jn 2:19). Sin embargo, "el templo al que se refería era su propio cuerpo" (Jn 2:21 NVI), aclaró Juan en su evangelio; y agregó: "Así, pues, cuando se levantó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron de lo que había dicho, y creyeron en la Escritura y en las palabras de Jesús" (Jn 2:22 NVI).


PEDRO NIEGA CONOCER A JESÚS

Estando Pedro sentado en el patio, se le acercó una criada que reconoció haberlo visto con Jesús, a lo que Pedro respondió: "No sé lo que dices". Yendo hacia la puerta, otra criada lo reconoció, y les dijo a los presentes que había visto a Pedro junto a Jesús; y Pedro respondió: "No conozco al hombre". No pasó mucho tiempo después, cuando un grupo de hombres lo intimidaron diciendo que efectivamente era uno de los discípulos de Jesús, pues incluso su forma de hablar lo delataba. Esta vez, Pedro empezó a maldecir y a jurar, diciendo: "No conozco al hombre". En seguida, el galló cantó, y Pedro recordó las palabras del Maestro cuando le dijo: "Antes que cante el gallo, me negarás tres veces", y saliendo, lloró amargamente. (26:69-75)

* Al parecer, desde donde Pedro se encontraba, podía ver a Jesús, pues Lucas, en su versión de estos hechos, dice que cuando el gallo cantó, "vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces" (Lc 22:61).

 

JESÚS ES LLEVADO ANTE PILATO

Cuando amanecía, los principales sacerdotes y ancianos se reunieron para deliberar sobre la mejor manera de lograr que las autoridades romanas condenaran a muerte a Jesús. Finalmente, lo condujeron atado hasta el gobernador Poncio Pilato, y lo pusieron a su disposición. (27:1-2)

* El evangelio según san Juan nos da un poco más de información sobre cómo ocurrieron los hechos, diciendo que los líderes judíos llevaron a Jesús al pretorio, pero no entraron para evitar contaminarse y así poder comer la Pascua. ¡Qué lamentable contradicción!, porque justamente estaban conduciendo al Cordero de Dios hacia el altar para ser sacrificado. Ya había empezado la verdadera Pascua, y ellos, cegados por Satanás, eran los protagonistas que, movidos por el odio, estaban dando cumplimiento a las Escrituras que hablaban de los padecimientos que el Mesías debía sufrir para llevar a la gloria a los descendientes de Abraham según la fe.

Juan también se encarga de dejar muy en claro que la intención de los líderes judíos era matar a Jesús, pues, cuando Pilato les dijo que juzgaran a Jesús según sus leyes, ellos respondieron: "A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie" (Jn 18:31).


REMORDIMIENTO Y MUERTE DE JUDAS


Cuando Judas vio que Jesús era condenado a muerte, sintió gran remordimiento, y fue a devolver las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y ancianos, diciendo: "Yo he pecado entregando sangre inocente", pero a los líderes judíos no les importó. Y arrojando las monedas dentro del templo, Judas salió de allí y se ahorcó. Entonces los sacerdotes recogieron las monedas, diciendo: "La ley no permite echar esto al tesoro, porque es dinero pagado para derramar sangre" (NVI), así que resolvieron usarlo para financiar la compra del campo del alfarero, el cual destinaron como cementerio para los extranjeros, motivo por el cual ese terreno es conocido como "campo de sangre". Esto ocurrió para que se cumpliera la profecía que dice: "Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, según precio puesto por los hijos de Israel; y las dieron para el campo del alfarero, como me ordenó el Señor". (27:3-10)

 * La profecía de Zacarías, que citó Mateo, según la versión Reina Valera 1960, dice: "...Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata. Y me dijo Jehová: Échalo al tesoro; ¡hermoso precio con que me han apreciado! Y tomé las treinta piezas de plata, y las eché en la casa de Jehová al tesoro" (Zac 11:12-13).  

La palabra hebrea "yatsar" (yô∙ṣēr), que la RVR60 tradujo como "tesoro", también puede traducirse como "alfarero". Otra traducción del mismo versículo dice: "...Y pesaron como mi salario treinta monedas de plata. Entonces el Señor me dijo: «Arrójalo al alfarero (ese magnífico precio con que me valoraron)». Tomé pues, las treinta monedas de plata y las arrojé al alfarero en la casa del Señor" (Zac 11:12-13 NBLA).

Los sacerdotes pagaron por Jesús treinta piezas de plata, la misma cantidad de monedas en que, según la ley, se tasaba el valor de un esclavo, queriendo el Señor mostrar con esto que Jesús, no obstante tener origen divino, para poder ofrendar su vida por nosotros, y reconciliarnos con nuestro Creador, se despojó de su divinidad, "tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y, estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Fil 2:7-8). 

Porque en su primera venida, Jesús no vino como rey, sino como el siervo de Dios. Así habló Jehová de Su Ungido por medio del profeta: "Este es mi siervo, a quien sostengo, mi escogido, en quien me deleito; sobre él he puesto mi Espíritu y llevará justicia a las naciones" (Is 42:1 NVI). También David, inspirado por el Espíritu, dijo "Sacrificio y ofrenda no te agrada; has abierto mis oídos..." (Sal 40:6). El salmista estaba hablando del Mesías como el siervo de Dios, que se ofreció voluntariamente para venir a rescatar a los escogidos, cumpliendo la perfecta voluntad de su Dios y PadreLa traducción correcta debiera ser "has horadado mi oreja", porque el Salmo está haciendo referencia a la ordenanza que decía que los esclavos hebreos debían ser dejados en libertad al séptimo año, sin embargo, si el siervo decidía seguir sirviendo a su Señor de forma voluntaria, "su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a la puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lesna, y será su siervo para siempre" (Ex 21:6). 

Para que la ofrenda de la vida de Jesús como sustituto nuestro fuera válida, como siervo fiel, Jesús debía mantenerse obediente a Dios hasta el final. A eso se refiere el autor del libro a los Hebreos, cuando dice: "Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia..." (He 5:8). No significa que Jesús haya sido desobediente, y que haya sido necesario corregirlo para que aprendiera a obedecer; sino que su obediencia debía ser probada, manteniéndose en la Voluntad de su Padre hasta llegar a morir por ello. Isaías lo había anunciado: "Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento" (...) "Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos"; (...) "por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos" (Is 53:10-12)

** En cuanto al "campo de Sangre", en el libro de los Hechos, Lucas relata que Judas Iscariote había comprado ese terreno con el dinero recibido por traicionar a Jesús, y que fue allí donde se suicidó, y su cuerpo (probablemente después de ahorcarse, se soltó de donde colgaba) cayó con fuerza a tierra, desangrándose, noticia que se esparció por toda Jerusalén, y por eso lo llamaron "campo de sangre". Mateo dice que los sacerdotes compraron el terreno, Lucas, que fue Judas quien lo adquirió. Quizás se trate de un error de interpretación, y lo que estos versículos quieren decir es que el dinero que recibió Judas por traicionar a Jesús, y que devolvió a los judíos, fue el que se usó para adquirir el campo del Alfarero, y que aquél era el mismo lugar donde Judas se ahorcó posteriormente, y luego se desangró, motivo por el cual se conocía el lugar con el nombre de "Campo de Sangre".

 

EL HIJO DE DIOS ES SENTENCIDO A MUERTE

Estando Jesús en pie delante de Pilato, éste le preguntó: "¿Eres tú el Rey de los judíos?", y Jesús le respondió: "Tú lo dices". Pilato se extrañaba de ver que Jesús no respondía a las acusaciones de los líderes judíos, y le preguntó si entendía los cargos que se levantaban contra él; pero Jesús seguía sin responder. (27:11-14)

 * Aquí vemos cumpliéndose la profecía de Is 53:7, que dice: "Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca".

Era tradición que, durante esas fiestas, el gobernador liberara a un prisionero escogido por el pueblo. En aquella ocasión, se encontraba en prisión Barrabás, un ladrón acusado de sedición y homicidio. Mientras Pilato estaba sentado en el tribunal reunido con el pueblo para que eligieran a quien liberar, si a Jesús, a quien sabía que lo habían llevado por envidia, o a Barrabás, su esposa le hizo llegar un mensaje diciendo: "No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él". Antes de que Pilato preguntara al pueblo a quién iban a escoger para liberar, ya los líderes judíos habían convencido a la gente que debían escoger a Barrabás, y que pidieran la crucifixión para Jesús. Viendo Pilato que nada podía hacer contra la determinación de esa multitud alborotada, tomó agua, y se lavó las manos, diciendo: "Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros", y el pueblo respondió: "Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos". Entonces Pilato liberó a Barrabás, mandó azotar a Jesús, y lo entregó para ser crucificado. De allí lo llevaron al pretorio, y reunieron ante él a toda la compañía de soldados, y desnudándole, pusieron sobre él un manto color escarlata, y sobre su cabeza, una corona de espinas. También pusieron en su mano derecha una caña; e hincando la rodilla ante él, le decían "¡Salve, Rey de los judíos!". Y escupiéndole, tomaban la caña, y le golpeaban en la cabeza. Después de haberlo torturado, le volvieron a poner sus ropas, y lo llevaron para crucificarlo. (27:15-31)

* Todo el Antiguo Testamento, y las ceremonias que la Ley ordenaba celebrar de forma periódica siempre hablaron de Jesús, el Mesías que iba a ser enviado a salvar al Israel de Dios. Porque, además de ser el Cordero cuya sangre expía nuestros pecados, y nos libera de la esclavitud del pecado y de la muerte (que es consecuencia del pecado), Jesús es también el macho cabrío, sobre cuya cabeza el sumo sacerdote ponía sus manos en el día de la expiación, en señal de estar traspasando todos los pecados y rebeliones de Israel sobre el animal, luego de lo cual, éste era conducido al desierto, para que llevara todas esas inmundicias a tierra inhabitadaLa dolorosa corona de espinas que fue puesta sobre la cabeza de Jesús (v.29) equivalen a esas manos que el sumo sacerdote ponía sobre la cabeza del animal, como señal de que Jesús estaba llevando sobre sí la carga despreciable de nuestras iniquidades, quitándolas de nosotros, para arrojarlas al fondo del mar

 


(Continuar en Mateo Parte Final)