sábado, 29 de enero de 2022

El Hijo de Dios Nace de Una Hija de Hombre - Estudio de Lucas I (Lc 1 - 4:1-13)

(Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos que se están estudiando (identificados al pie de cada párrafo, versión RVR60); los textos en cursiva son los comentarios que surgen respecto de esos textos. Para ir al respaldo bíblico y/o de apoyo, hacer click en los enlaces.)



DATOS GENERALES



Título del Libro: LUCAS (Lc)
N° de Capítulos: 24
Autor : Lucas, discípulo del Apóstol Pablo.
Fecha: Alrededor del 60 d.C.
Clasificación: Nuevo Testamento. Tercer libro de los conocidos como "los evangelios". (Los otros son los libros de Mateo, Marcos y Juan).
Tema: Ministerio del Hijo del Hombre.



INTRODUCCIÓN


El Evangelio según san Lucas es uno de los tres libros del Nuevo Testamento que se conocen como "evangelios sinópticos", porque siguen una esquema similar (los otros dos son Mateo y Marcos).

Aunque el texto original no tiene firma, ni la identificación del escritor, la tradición dice que fue Lucas, un médico gentil (no judío), procedente de Antioquía, quien acompañó al Apóstol Pablo durante gran parte de su ministerio.

El Evangelio según san Lucas es el primero de dos tratados escritos por el mismo autor (inspirado por el Espíritu Santo, por cierto), pues, consta que el libro de los Hechos es la continuación de este primer escrito, ambos dirigidos a un mismo destinatario, que el autor identifica como Teófilo.

Sin duda, la disciplina adquirida durante su formación como médico es la que llevó a Lucas a hacer una exhaustiva investigación, recurriendo a diversas fuentes, consultando con testigos confiables, entre ellos, sin dudas, su maestro el Apóstol Pablo, para poder exponer de manera comprensible los eventos que, por esos días, comenzaban a revolucionar el pensamiento religioso en palestina, y que se propagaría después al mundo entero. Su diligente esfuerzo le permitió no sólo exponer de forma ordenada los eventos conocidos sobre la vida de Jesús, sino, además, enterarse y poder relatar, con detalle, hechos que sólo encontramos en este evangelio.




ESTUDIO



LOS HECHOS EN ORDEN


Lucas explica a Teófilo, a quien escribe, que, dado que muchos habían comenzado a compilar un relato de los hechos que habían sucedido hacía poco tiempo, de lo cual no cabía duda de que eran acontecimientos reales, él mismo se propuso investigar con diligencia, a fin de exponer en orden lo ocurrido desde el origen, tal como lo contaron quienes desde un principio lo vieron con sus propios ojos, y sirvieron a la Palabra, de modo que Teófilo pudiera conocer con exactitud la verdad de todo aquello en que estaba siendo instruido. (1:1-4

* Es posible que Teófilo haya sido alguien que estaba siendo enseñado en el evangelio, sin embargo, parece más probable que este tratado haya sido pensado no para una persona en particular, sino para todos los que están iniciando su vida en el evangelio, pues "Teófilo", no sólo es un nombre propio, sino también una palabra compuesta, de origen griego, que significa "amigo de Dios", que también puede traducirse como "amado por Dios", o "el que ama a Dios". 


EL PRECURSOR DEL MESIAS

Lucas inicia su evangelio, remontándose a la época en que Herodes el Grande era rey de Judea. Había entonces un sacerdote llamado Zacarías, casado con una mujer de nombre Elisabet, descendientes de Leví. Eran una pareja de edad avanzada, justos ante Dios, que no habían tenido hijos, porque ella era estéril. Un día en que Zacarías entró al santuario para ofrecer incienso, en su papel como sacerdote, según le había correspondido por sorteo, y mientras la multitud oraba en el exterior, sucedió que se le apareció el ángel Gabriel, parado a la derecha del altar del incienso. Zacarías se turbó, pero el ángel del Señor le dijo: "Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan". Agregó: "será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre". También dijo que él "hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto". Zacarías reaccionó con incredulidad ante el anuncio del ángel, por lo cual, éste lo sentenció a permanecer mudo hasta que todo lo anunciado se cumpliera. Todos los que esperaban afuera, al ver a Zacarías imposibilitado de hablar, comprendieron que había tenido una visión. El anuncio se hizo realidad, y Elisabet concibió. Por cinco meses, se recluyó en casa, agradecida de que el Señor hubiera quitado su vergüenza por no poder tener hijos. (1:5-25)

* El nombre Juan, Yôḥānnān en hebreo, significa "hombre fiel a Dios". Probablemente, se le dio ese nombre, porque Juan fue consagrado a Dios desde su fecundación, de la forma en que los nazareos eran apartados para servir a Jehová, para lo cual debía abstenerse de vino y sidra, de acuerdo a lo que mandaba la ley. Jesús dijo "que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista" (Lc 7:28). Juan era aquél de quien habló Jehová por medio del profeta Malaquías diciendo: "He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí" (Mal 3:1). Nótese que dice "delante de mí", lo que confirma que Jesús era Dios con nosotros; Jehová estaba en Jesús a fin de reconciliar consigo al mundo.

También fue Malaquías quien profetizó: "He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición". (Mal 4:5-6). Los judíos esperaban que el profeta Elías se manifestara en cuerpo presente ante ellos, antes de la venida del Mesías, sin embargo, la profecía se refería a Juan Bautistael cual fue el precursor de Jesús, el Hijo de Dios, quien sería movido por el mismo espíritu de Elías, quien hizo que los hijos de Israel, que se habían hecho idólatras, se volvieran a Jehová, y reconocieran que fuera de Él no hay Dios.


EL ANUNCIO DEL NACIMIENTO DEL MESÍAS

Al sexto mes de embarazo de Elisabet, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, para hablar a una virgen de nombre María, comprometida con un varón de la casa de David, llamado José. Al llegar el ángel la saludó, diciendo: "¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres". Al ver la turbación de María, el ángel le dijo que no temiera, pues ella había hallado gracia delante de Dios, y agregó: "concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin". María preguntó cómo sería eso posible, pues, ella no había conocido varón. El ángel respondió: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios". También le informó que su parienta Elisabet, a la que llamaban estéril, tenía un embarazo de seis meses, porque nada hay imposible para Dios. Entonces María respondió: "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra". Luego el ángel se marchó. (1:26-38)

* El nombre Jesús en hebreo es "Yahoshúa", que significa "Jehová salva". El diminutivo es  "Yahshúa", que fue traducido al griego "Isóus", lo que derivó en "Jesús" al traducirlo al español, sin embargo, existe la polémica de si no es una transgresión haberlo traducido del hebreo, dada la connotación espiritual que la palabra en el idioma original tiene: "Yahweh es liberación", significado que se pierde en otros idiomas. Con todo, aunque muchos tienen por nombre Jesús, uno solo es Jesucristo.


El Encuentro de María y Elisabet

Vino María hasta la ciudad de Judá, a  casa de Zacarías. Cuando Elisabet oyó el saludo de María, la criatura en su vientre saltó, y ella fue llena del Espíritu Santo, y dijo: "Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor". Y María respondió: "Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, y su misericordia es de generación en generación a los que le temen. Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos. Socorrió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia de la cual habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para siempre". María permaneció en casa de Elisabet por tres meses, y después volvió a su casa. (1:39-56)

* María fue escogida probablemente por su humildad. Ella reconocía que sería la madre del Hijo de Dios, lo que le valdría que todos la llamaran "bienaventurada", por las maravillas que el Todopoderoso estaba haciendo en ella. Por esa misma razón, es muy probable que ella no estaría de acuerdo con la exaltación que se hace de su imagen en estos tiempos, casi como haciéndola competir con Aquél que había sido enviado por Dios para salvar a la humanidad, y usan su nombre como si también fuera intercesora por los hombres ante Dios, cuando las mismas Escrituras hacen ver que sólo hay un intermediario entre Dios y los hombres, y su nombre es Jesucristo. De hecho, María misma reconoce que ella necesitaba, igual que todos nosotros, de un Salvador, al decir "mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador", porque ella era una descendiente de Adán, también heredera de su pecado, por tanto, condenada a la muerte eternaCualquier otra enseñanza, ya sea, de María intercesora, o ascendiendo al cielo en cuerpo y alma, no es bíblica, consecuentemente, es una herejía. María, la madre del Hijo de Dios (es un error llamarla madre de Dios) descansa en paz, y será resucitada para vida eterna, junto al resto de los que hayan muerto en Cristo, cuando el Señor venga a rescatar su iglesia antes del derramamiento de las copas de la ira de Jehová.

 

EL NACIMIENTO DE JUAN BAUTISTA

Llegó el momento en que Elisabet dio a luz, y todos se regocijaron, pues, reconocían que grande era la misericordia del Señor para con ella. Cuando llegó el octavo día, para circuncidar al bebé,  todos pensaron que se llamaría Zacarías como su padre, pero la madre dijo: "se llamará Juan", lo que causó la extrañeza de todos, pues, no había otro con ese nombre en toda la parentela. Entonces Zacarías confirmó, escribiendo en su tablilla: "Juan es su nombre". Al instante, recuperó el habla, y comenzó a bendecir a Dios. Lo acontecido provocó gran admiración y temor de los asistentes, y la noticia corrió por toda Judea, y la gente se preguntaba: "¿Quién, pues, será este niño?", y la mano del Señor estaba con él. (1:57-66)

* Todo lo que hemos visto hasta ahora del capítulo 1 de este evangelio, es fruto de la exhaustiva investigación llevada a cabo por Lucas. Podemos fácilmente imaginar al discípulo entrevistando a todos los que, no sólo habían compartido con Jesús durante su vida terrenal, sino a aquéllos que fueron testigos oculares de los eventos acontecidos antes del nacimiento del Mesías, y durante su niñez. Personalmente, creo que María fue una de las entrevistadas por Lucas, pues este evangelio es el único que da detalles sobre conversaciones que fueron privadas; como, por ejemplo, el diálogo entre el ángel Gabriel y Zacarías, de lo cual, sin dudas, María se enteró durante su permanencia con Elisabet; o los detalles de lo que el ángel Gabriel dijo a la misma María; o el diálogo entre Elisabet y María, cuando se encontraron por primera vez, después del anuncio. Es claro que todo lo escrito en este evangelio fue inspirado por el Espíritu Santo, pues, "toda la Escritura es inspirada por Dios" (2 Tim 3:16), pero, sin dudas, Dios guio los pasos de Lucas para escoger a los testigos correctos. 

Las Escrituras no especifican si María se quedó con Elisabet hasta después del nacimiento de Juan, lo que es probable, ya que regresó a su casa tres meses después, es decir, cuando Elisabet había cumplido los nueve meses de embarazo. Por tanto, tal vez María fue testigo de lo ocurrido durante la ceremonia de circuncisión de Juan también.

Entonces, Zacarías, lleno del Espíritu Santo, comenzó a profetizar: "Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, y nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo, como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio; salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron; para hacer misericordia con nuestros padres, y acordarse de su santo pacto; del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, que nos había de conceder que, librados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días". (1:67-75)

* Estas primeras palabras hablan del Mesías que estaba por nacer, dando cumplimiento a las promesas hechas a Abraham, a quien le dijo que en su simiente, es decir, en Jesús, serían benditas todas las naciones, y a las profecías que anunciaban al salvador del mundo, quien nos libraría de los enemigos de nuestras almas que nos tenían cautivos y condenados.

"Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados, por la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó desde lo alto la aurora, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por camino de paz". Y el niño crecía y se fortalecía espiritualmente, y anduvo por el desierto, hasta el día de su manifestación a Israel. (1:76-80)

*Cuando los sacerdotes y levitas preguntaron a Juan si él era el Mesías, éste respondió que no, y aclaró: "Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías" (Jn 1:23). La venida de Juan, para preparar los caminos al Señor, haciendo volver a los judíos de sus malos caminos, de modo que estuvieran preparados para recibir a su Mesías, fue anunciada por Malaquías e Isaías.

 

EL NACIMIENTO DE JESÚS


Por ese tiempo, se promulgó un edicto de parte de Augusto César, emperador romano, de que todos fueran censados, para lo cual, los que estaban lejos de su familia de origen, debían volver a sus ciudades para ser empadronados. Siendo José de la casa de David, tomó a su mujer María, que estaban encinta, y viajó de Nazareth a Belén de Judea, la ciudad de David. Estando en Belén, llegó el tiempo en que María daría a luz. Debido a que no había alojamiento disponible, el niño nació en una pesebrera. (2:1-7)

* La fecha de nacimiento de Jesús no está claramente definida. Sin embargo, no habría sido el 25 de diciembre, como dice la tradición. Los estudiosos señalan que Jesús nació entre los meses de septiembre y octubre, en tiempo de la celebración de la fiesta de los tabernáculos, lo que habría motivado que no hubiera alojamiento disponible en la ciudad de David.
 
** Según los datos históricos que se registran, el censo que menciona Lucas se habría llevado a cabo antes del inicio de la era cristiana. Sin embargo, no se trata de un error de Lucas, quien sólo pretende contextualizar el hecho de que José y María, que vivían en Galilea de Nazaret, se encontraban en Belén, (que queda a más de 100 km. de distancia), cuando llegó la fecha de alumbramiento, lo que llevó al cumplimiento de la profecía hecha por Miqueas, de que el Mesías iba a nacer en esa pequeña aldeaLa aparente inconsistencia de fechas, como expusimos al hacer el estudio del evangelio según san Mateo, se produjo por un error de Dionisio el Exiguo, el monje al que se le encomendó la tarea de tomar la fecha de nacimiento de Jesús como el acontecimiento de mayor importancia, a partir del cual la historia debía dividirse en antes y después. Al fijar la fecha, el monje se equivocó en unos cuantos años, lo que lleva a concluir, erradamente, que Jesús nació cuando Herodes el Grande, el rey que mandó matar a los bebés de Belén y sus alrededores, para terminar con la vida del recién nacido rey de los judíos, llevaba cuatro años muerto. Lo concreto es que se estima que Jesús nació entre los años 4 y 7 antes de la era cristiana. De hecho, todos los eventos relacionados con el anuncio, nacimiento y circuncisión de Juan y de Jesús son hechos ocurridos antes de lo que conocemos como la era cristiana; lo que se confirma con las palabras de Lucas, que inicia su relato diciendo: "Hubo en los días de Herodes, rey de Judea...", refiriéndose a Herodes el Grande, quien gobernó en la región desde el 37 a.C. al 4 a.C, año en que murió. (Lucas se preocupa de complementar su relato con datos históricos, que pueden fácilmente corroborarse en libros de Historia, lo que nos permite saber exactamente cuándo ocurrieron varios de los eventos sobre la vida de Jesús contenidos en la Biblia, y también desechar información que la tradición nos ha hecho creer que son verdaderos, como, por ejemplo, la edad que tenía Jesús cuando fue crucificado).
  

Dios Cumple su Promesa y Envía al Salvador

Dentro de la región, había unos pastores que guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño, y se les presentó un ángel del Señor, y los rodeó la gloria de Dios. El ángel les dijo que no temieran, pues, traía nuevas de gran gozo para todo el pueblo: "os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor", y agregó que reconocerían al bebé, pues, lo hallarían en un pesebre, envuelto en pañales. Repentinamente, apareció con el ángel una multitud de huestes celestiales que alababan a Dios, diciendo: "¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!". Una vez que los ángeles volvieron al cielo, los pastores decidieron ir hasta Belén, donde hallaron a José, María y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron la visión que habían tenido, y todos los que oían se maravillaban de lo que los pastores decían. María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se retiraron maravillados, alabando a Dios, tras haber constatado con sus propios ojos todo lo que se les había dicho. (2:8-20)

* Hace poco tiempo leí que el hecho de que Jesús fuera puesto en un pesebre, envuelto en pañales, era una forma de señalar que aquel pequeño bebé estaba destinado a convertirse en el Cordero sin manchas que iba a ser sacrificado para expiación de nuestro pecado. Decía el texto que era costumbre de los judíos de antaño que, cada vez que nacía un corderito perfecto, sin manchas, era inmediatamente apartado para estas ceremonias de purificación, que periódicamente se realizaban en el templo, y se le envolvía cuidadosamente en paños, y se le ponía en una pesebrera, para evitar que sufriera cualquier daño que imposibilitara usarlo como sacrificio. Quizás por eso, la señal dada a los pastores era que hallarían al Salvador en un pesebre, envuelto en pañales; porque ¿quién más que un pastor judío podía comprender lo que eso significaba?

** Lucas expresa que María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Como ya dijimos, es muy probable que la madre de Jesús haya sido uno de los testigos más cercanos al Señor, entrevistados por Lucas. Ningún otro, sino la madre del pequeño rey, o alguien muy cercano a la familia del Redentor, podía dar detalles sobre la visita de los pastores al lugar de nacimiento, o de su relato sobre la visión del ángel que les anunció el nacimiento del Mesías, o de las huestes de seres celestiales que alaban a Dios por haber tenido misericordia para con los hombres... O sobre los hechos que siguen a continuación:


LOS PRIMEROS AÑOS DEL REDENTOR 

Cumpliendo con la ley, el niño fue circuncidado al octavo día de nacido, y lo llamaron Jesús, conforme a lo dicho por el ángel Gabriel. Asimismo, cuando llegó el día de purificación, José y María llevaron a Jesús al templo para presentarlo al Señor, conforme a la ley, que mandaba que todo varón primogénito debía ser consagrado a Jehová. En la oportunidad, ellos ofrecieron un par de tórtolas (o dos palominos) para hacer expiación. (2:21-24)

* La situación económica de José y María no era de riqueza, lo cual se puede desprender del hecho de que ofrecieron un par de tórtolas (o palominos), que era la alternativa que la ley permitía a las personas que no tuvieran recursos suficientes como para ofrecer un cordero.

Se encontraba en el templo, un varón llamado Simeón, que había sido guiado por el Espíritu hasta allí, pues, le había revelado que no moriría sin antes ver al Ungido que iba a consolar a Israel. Cuando vio al niño Jesús, lo tomó en brazos, y bendijo a Dios, diciendo: "Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel". Ante el asombro de José y María por las cosas que se decían del niño, Simeón los bendijo, y dirigiéndose a la madre, continuó diciendo: "éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones". (2:25-35)

* Jesús fue enviado para dar esperanza a Israel, llamando a las ovejas que se habían descarriado, y para dar luz a los ojos de los gentiles, para que también pudieran ver la salvación que Jehová había preparado para todos los escogidos. Pero Jesús no sólo vino a traer salvación, también fue puesto como piedra de tropiezo para sacar a la luz lo que había en los corazones de muchos, que por fuera parecían perfectos, pero que estaban llenos de tinieblas.

** ¿Qué espada sería aquélla que traspasaría aun el alma de María? Muchos estudiosos han concluido que Simeón, probablemente, se refería a los padecimientos de Jesús, que culminaron con su crucifixión, de lo cual María fue testigo ocular. De hecho, así como los discípulos no entendieron hasta el final en qué consistía la salvación que traía Jesús, tal vez María nunca pensó que su hijo debía padecer hasta morir para redimir. A pesar de que la forma en que el Mesías terminó su vida terrenal estaba escrito en las profecías, un velo cubría ese misterio, el cual fue quitado después que los hechos fueron consumados, y revelado a los apóstoles para conocimiento del mundo entero.

Aun cuando la interpretación anterior tiene mucho sentido, no debemos perder de vista lo que Simeón continúa diciendo: "... para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones". La Bíblia se interpreta a sí misma, por lo que, para discernir el significado de la espada que iba a traspasar el alma de María, sugiero que vayamos a la epístola escrita a los Hebreos, donde leemos: "... la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta" (He 4:12-13). Si bien es cierto, en el griego las palabras que se traducen como espada son distintas en ambos textos, el significado de los dichos de Simeón y de lo escrito a los hebreos es el mismo: se trata de un instrumento cortante usado para traspasar cualquier barrera, hasta llegar a lo más profundo del ser, y extraer aquello que permanecía oculto. 

María había sido escogida por Dios para anidar en su vientre al Salvador del mundo, pero ese privilegio no la eximía de que su alma, al igual que la de todos los vivientes, debía quedar expuesta, por medio de Aquél que entonces sólo era un pequeño niño que cargaba en sus brazos, pero que era nada menos que el Logos de Dios encarnado. 

La fe, dice la Biblia, viene por exponerse a la Palabra de Dios (Ro 10:17), es decir, el instrumento usado por Dios para abrir nuestros ojos y oídos espirituales es su Palabra (la espada cortante). María, la madre de Jesús, igual que todos los seres humanos, necesitaba que el Ungido de Dios, el Logos encarnado, le hiciera ver su pecado, y la necesidad que tenía de ser salvada por Él, pues, aunque ella lo llamaba "mi hijo", Jesús era esencialmente el enviado de Dios para salvar al mundo.

También estaba presente en esa hora en templo, Ana, una profetiza de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, que había enviudado hacía ochenta y siete años, y que no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día, con oración y ayuno. Ella daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén. Una vez que dieron cumplimiento a todo lo mandado por la ley, José, María y Jesús retornaron a Galilea en Nazaret, donde "el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él". (2:36-40)

Jesús a los Doce Años

Cada año, en la fiesta de la Pascua, José y María iban a Jerusalén. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron como de costumbre, y ocurrió que, terminada la fiesta, todos emprendieron el regreso a Galilea, creyendo que Jesús se encontraba en medio de los viajeros. Pero habiendo transcurrido un día, se dieron cuenta de que no había salido con ellos, así que se devolvieron a Jerusalén. Al tercer día, lo encontraron sentado en medio de los doctores de la ley, quienes se maravillaban de su inteligencia, y de lo que preguntaba y respondía. Su madre, al verlo, le llamó la atención por la angustia que les había hecho pasar, y el niño respondió: "¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?". José y María no comprendieron sus palabras, y lo llevaron con ellos a Nazaret, y Jesús se sujetaba a su autoridad. María guardaba todas estas cosas en su corazón. Así fue Jesús creciendo en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres. (2:41-52)

* Hasta aquí llega la única información que las Escrituras revelan sobre la niñez de Jesús. Como dijimos anteriormente, es muy probable, que estos detalles Lucas los haya obtenido de la propia madre del Salvador, pues, nuevamente, el autor comenta que María guardaba todas estas cosas en su corazón

** Podemos ver que, a los doce años, Jesús ya sabía que había salido de Dios;  pues, es claro que no se estaba refiriendo a José al decir: "en los negocios de mi Padre me es necesario estar". Además, es seguro que, desde niño, sus padres terrenales le habían transmitido las enseñanzas de la Torá, y, habiendo llegado a la edad en que, según la tradición judía, estaba por alcanzar la madurez (13 años), él comenzó a inmiscuirse en los negocios de su Padre, por lo cual, ahora se encontraba en medio de los eruditos de la ley, oyéndoles, y haciendo preguntas, para aprender de ellos, o quizás, midiendo cuánto entendían los doctores de la ley sobre las Escrituras. Con todo, aunque sabía que de Dios había salido, mientras crecía, no sólo en estatura, sino en sabiduría y gracia para con Dios y los hombres, él se sometía a la autoridad de aquéllos que Dios había señalado como responsables de su cuidado en la tierra.


INICIO DEL MINISTERIO DE JUAN BAUTISTA 

Cuando Tiberio César llevaba quince años como emperador de Roma; Poncio Pilato era gobernador de Judea; Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, y siendo sumo sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto, y comenzó a predicar, por toda la región contigua al Jordán, el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados, según estaba escrito en la profecía de Isaías, que dice: "Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas. Todo valle se rellenará, y se bajará todo monte y collado; los caminos torcidos serán enderezados, y los caminos ásperos allanados; y verá toda carne la salvación de Dios". La gente preguntaba a Juan qué debían hacer, y él les respondía que debían comenzar a dar frutos dignos de arrepentimiento, pues, si pensaban que su salvación estaba garantizada por ser descendientes de Abraham, lo cierto era que Dios podía levantar hijos a Abraham aun de las piedras. En consecuencia, ya que el hacha estaba lista para derribar todo árbol que no diera buen fruto, exhortaba a todos a hacer el bien, a preocuparse de los necesitados, y a compartir de lo que tenían. A unos publicanos que venían a bautizarse, los llamó a no cobrar más de lo debido; a unos soldados, a no extorsionar, ni calumniar, y a estar agradecidos con su remuneración.  (3:1-14)

* Tiberio César asumió en el año 14 d.C., por tanto, si Juan Bautista fue llamado por Dios a iniciar su ministerio quince años más tarde, esto habría ocurrido alrededor del año 29 d.C. 

** Ser descendiente de Abraham no es garantía de salvación, pues, la promesa que Jehová le hizo, de que en su simiente serían benditas todas las naciones, sólo está referida a la simiente de la cual nació su hijo Isaac, y cuya promesa se concretó en su descendiente Jesús. Además, no debemos olvidar que Abraham no sólo engendró a Ismael, el hijo que tuvo con la sierva de Sara, y a Isaac, el hijo de la promesa (padre de Jacob, quien fue después Israel), sino que, después que Sara murió, tuvo otra mujer, de nombre Cetura, con quien tuvo varios hijos. Tanto de Ismael, como de los hijos de Cetura salieron grandes pueblos, de los cuales no sabemos si algunos habrán vivido según la fe del patriarca, pero sí se sabe que muchos de ellos se volvieron politeístas. 

La gente estaba expectante sobre la venida del Mesías, y se preguntaba si Juan sería el Ungido, pero él aclaraba: "Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará".  (3:15-17)

* El bautismo de Juan consistía en hacer ver a los judíos su pecado, y llamarlos al arrepentimiento. De esa forma, Juan estaba preparando al pueblo de Israel para recibir a su Mesías, el cual bautizaría, ya no en agua, sino en Espíritu Santo y fuego. Si bien es cierto, el bautismo de Juan no era para salvación, el sumergirse en las aguas del río era una forma de dar testimonio público de que la persona que había oído el llamado, tenía una real aspiración de presentarse lavado, con una buena conciencia ante Dios

El bautismo en Espíritu Santo es el renacimiento del hombre que reconoce que Jesús es el enviado de Dios para redimir y, por la fe, lo recibe como Señor en su corazón, para que comience a enmendar sus caminos antes torcidos por el pecado. El fuego sería el fuego purificador, necesario para quitar las impurezas, y permitir que se manifieste la imagen y semejanza del creador en la criatura.

Juan anunciaba las buenas nuevas a Israel con todo tipo de exhortaciones. Entre aquellos a los que llamó al arrepentimiento, estaba Herodes el tetrarca, a quien, entre otros pecados, Juan le recriminaba el haber tomado a la mujer de su hermano Felipe como esposa. El rey añadió otra maldad a su larga lista: encarceló a Juan. (3:18-20)


El Bautismo del Hijo del Hombre

Un día en que Juan bautizaba en el Jordán, llegó Jesús. Mientras oraba, de pronto se abrió el cielo, y descendió el Espíritu Santo en forma de paloma sobre Él, y se oyó una voz desde el cielo, que le dijo: "Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia". (3:21-22) 

* Jehová estaba confirmando que Jesús era su Ungido, al que había enviado para traer justicia al mundo, conforme a la profecía de Isaías, que dice: "He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones" (Is 42:1). Jesús, habiéndose mantenido fiel a su Dios y Padre, fue lleno de su Espíritu Santo, para dar inicio a su ministerio terrenal. Pero antes iba a ser probado...


LA GENEALOGÍA DE JESUS SEGÚN LUCAS

En medio del relato sobre la unción y las pruebas de Jesús, Lucas inserta la genealogía del Hijo del Hombre; diciendo que, cuando inició su ministerio, Jesús tenía unos treinta años; que era hijo, "según se creía" de José, hijo de Elí. Y, haciendo un recorrido ascendente a través de las generaciones, señala que es descendiente de Natán, hijo de David, quien desciende de Judá, hijo de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abraham, y subiendo a través de las primeras generaciones, llega hasta Adán, a quien señala como "hijo de Dios". (3:23-38)

* Las genealogías presentadas por Mateo y Lucas tienen importantes diferencias. Mateo, al parecer, se centra en el árbol genealógico del cual procedía José, el padre adoptivo de Jesús, de quien el Hijo del Hombre hereda todos los derechos de primogenitura, como hijo mayor legalmente adoptado; en consecuencia, también el linaje de una larga lista de reyes que descendían de David a través de su hijo Salomón. Lucas, en cambio, estaría describiendo la genealogía de Jesús como hijo de María, descendiente de David, a través de su hijo Natán. 

Sin importar si las genealogías presentadas corresponden a José o María, en ambas se cumple la promesa de que el Mesías sería un descendiente de David. Sin embargo, lo que más llama la atención es que Mateo señala como el primero de la genealogía a Abraham, y Lucas, a Adán, hijo de Dios. 

Sabemos que el primer hombre fue Adán, y pecó, trayendo condenación a toda la humanidad, maldición que seguiría afectando a todos, si no fuera por la promesa que Jehová hizo a Abraham, de que en su simiente, es decir, Jesús, serían benditas todas las naciones.

Por tanto, mientras que la genealogía de Lucas se centra en Adán, el padre de los terrenales, que es lo primero, Mateo se centra en Abraham, el padre de la fe, porque por la fe nacen los espiritualesJesús es hijo de ambos, porque, aunque era igual a Dios, se despojó de su divinidad para nacer en carne y sangre, como aquéllos a los que venía a salvar, pero sin pecado. El Hijo de Dios se hizo siervo del Dios y Padre, a quien obedeció hasta la muerte, la cual no pudo retenerlo, y fue resucitado por el Espíritu Santo. Jesús es el primer ser humano en vencer al mundo, y ser glorificado, y ése es el destino de los hijos de la fe, que estamos siguiendo sus pasos, hasta que lleguemos a ser como Él.

** Lucas señala que Jesús "era como de treinta años" cuando inició su ministerio (nótese que no dice que tenía 30 años, sino alrededor de treinta). De acuerdo a lo que hemos estudiado, si Juan recibió el llamado a bautizar alrededor del año 29 d.C., y que hay un error al datar el año 1 d.C., como el nacimiento del Señor, podemos estimar que Jesús debe haber tenido unos 35 ó 36 años al iniciar su ministerio. La tradición dice que Jesús murió a los 33 años, información que no es bíblica. Es probable que se haya arribado a esa conclusión al interpretar erróneamente la estimación de Lucas de que "era como de treinta años", como una afirmación de que tenía treinta años, y tomar ese dato falso, y ponerlo junto a la información contenida en el evangelio de Juan, que registra la celebración de tres fiestas de pascua, o sea tres años, durante el ministerio terrenal de Jesús. Con todo, definitivamente, en ninguna parte de las Escrituras se afirma que Jesús tenía treinta años cuando comenzó a anunciar el evangelio, o que murió a los treinta y tres. Probablemente dio su vida antes de cumplir cuarenta.


SATANÁS TIENTA A JESÚS

Habiendo recibido el bautismo de Juan, Jesús, lleno del Espíritu Santo, es conducido por el Espíritu al desierto, donde permaneció cuarenta días y cuarenta noches sin probar alimento. Pasados esos días, sintió hambre, entonces vino Satanás para tentarlo, diciendo: "Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan", a lo que Jesús respondió: "Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios". Luego, el diablo lo llevó a un alto monte, y le mostró todos los reinos de la tierra, y le dijo: "A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos". Jesús le respondió: "Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás". Luego, el diablo lo llevó a Jerusalén, al pináculo del templo, y le dijo: "Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; porque escrito está: a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden; y, en las manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra". Entonces, Jesús le dijo: "Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios". Habiendo acabado  con toda tentación, el diablo se apartó de Jesús por un tiempo. (4:1-13)

* Jesús fue tentado en todo, como nosotros cada día, pero él no pecó, por eso, cuando llegó la hora de dar su vida, sabiendo que Satanás no tenía nada que cobrarle, confiaba en que su ofrenda iba a ser aceptada, y consecuentemente, sería resucitado y glorificado por Dios, y llevaría a multitudes a la gloria con Él.

** El conocimiento de la Palabra de Dios es un arma muy poderosa contra el enemigo. Jesús, ante toda tentación, citó las Escrituras, y el diablo, al no conseguir engañarlo, se fue. Satanás también es un hábil conocedor de las Escrituras, como podemos ver en las tentaciones, pero las usa a su favor, siempre pervirtiendo su sentido y significado. Jehová dijo: "Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento..." (Os 4:6). Por tanto, el llamado es a llenarse de la Palabra de Dios para tener argumentos que nos ayuden a resistir al tentador.



(Continuar estudio Lucas Segunda Parte)




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