lunes, 7 de diciembre de 2020

MATEO XII - Los Padecimientos del Siervo de Dios (Mt 26 a 27:15-31)

(Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos estudiados (identificados al pie de cada párrafo); los textos en cursiva son los comentarios hechos por el blogger respecto de esos textos. Los textos en café son citas bíblicas textuales, principalmente de la RVR60; si es otra versión, se especifica con las siglas correspondientes. Para ir al link de respaldo bíblico o de apoyo, hacer clic en los enlaces.)


[Empezar en Mateo Primera Parte]



LA PASCUA


Cuando Jesús terminó de hablar sobre las señales del final de los tiempos, dijo a sus discípulos: "Como ya saben, faltan dos días para la Pascua y el Hijo del hombre será entregado para que lo crucifiquen" (NVI). En ese mismo instante, los principales sacerdotes, escribas y ancianos del pueblo estaban reunidos en el patio del sumo sacerdote Caifás, para ponerse de acuerdo en cómo prender con artimañas a Jesús y matarlo, pero decidieron que no lo harían durante la fiesta; "no sea que se amotine el pueblo", decían. (26:1-5)

* En los libros del Pentateuco, aprendemos que Jehová había ordenado a Israel celebrar todos los años la pascua el día 14 del primer mes hebreo, (en el Pentateuco se habla del mes de Abib. A partir de Nehemías, se habla del mes de Nisan), que correspondería a alguna fecha entre finales de marzo y los primeros días de abril de nuestro actual calendario, ocasión en que un cordero sin manchas debía sacrificarse por familia. 
 
Pero la pascua que estaba por celebrarse ese año no iba a ser como las anteriores, porque en esa oportunidad el Cordero que iba a ser sacrificado era el Hijo Unigénito de Dios, también llamado el Hijo del Hombre, que es el Verbo de Dios encarnado. Unigénito significa único en su clase, porque no hubo ni habrá otro como Jesús, quien, por amor a sus criaturas, siendo igual al Dios, renunció a sus privilegios divinos, y tomó forma humana. Procedente de la eternidad, Él vino al mundo, y nació de una mujer, como un hombre mortal de carne y sangre, "pues, sólo como ser humano podía morir y solo mediante la muerte podía quebrantar el poder del diablo" (He 2:14: NTV). Leemos en la Escritura que "la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados" (He 10:4); y esto, debido a que las únicas criaturas hechas a imagen y semejanza de Dios son los seres humanos, de modo que, sólo la sangre de un hombre sin pecado tiene el poder de expiar los pecados perpetuamente. En consecuencia, debido a que, después del pecado de Adán, sólo el Hijo de Dios hecho hombre nació sin pecadonadie más que Jesús podía dar su vida en propiciación por los pecados de la humanidad.
 
La conmemoración de la pascua recordaba la noche en que la muerte tomó la vida de los primogénitos de Egipto, pero no pudo matar a los primogénitos hebreos, porque, para que la muerte no tocara sus hogares, a los hijos de Israel, Jehová les había dado mandato de pintar los dinteles de sus casas con la sangre de un cordero sin mancha. Ahora podemos entender que, tal ceremonia hacía referencia a la salvación que Dios tenía preparada para proveerla más de mil años después del éxodo, a través de la sangre de Su Hijo, que, como la sangre de un perfecto cordero pascual, iba a ser derramada para expiar los pecados de los escogidos de Dios; liberarlos de la condena a muerte, y darles vida eterna.

 

LA UNCIÓN 

Estando en Betania, en casa de Simón el leproso, vino una mujer con un frasco de alabastro que contenía un perfume de mucho valor, y lo derramó sobre la cabeza de Jesús, quien estaba sentado a la mesa. Los discípulos se escandalizaron, por lo que consideraban era un gran desperdicio, "porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres", decían. Entonces Jesús, entendiendo lo que hablaban, les dijo que no molestaran a la mujer, pues, ella había hecho una buena obra con él. Y les dijo: "siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis". Por otro lado, dijo: "al derramar ella este perfume sobre Mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura". Y terminó diciendo: "Les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se predique este evangelio, se contará también, en memoria de esta mujer, lo que ella hizo" (NVI). (26:6-13)

* Por el relato que hace el apóstol Juan, sabemos que este evento se llevó a cabo seis días antes de la conmemoración de la pascua. También sabemos que la mujer era María, la hermana de Lázaro, el hombre a quien Jesús resucitó, y que el discípulo que recriminó a María fue Judas Iscariote, no porque tuviera interés en los pobres, dijo Juan, "sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella" (Jn 12:6).

El relato de Juan también nos permite descubrir que Mateo no escribió cronológicamente, pues, el párrafo que precede al que estamos estudiando, comienza diciendo que faltaban dos días para la celebración de la pascua. 


LA TRAICIÓN

Entonces, uno de los doce, llamado Judas Iscariote fue hasta los principales sacerdotes, y les dijo: "¿Qué están dispuestos a darme para que yo les entregue a Jesús?" (NBLA); y ellos le asignaron treinta piezas de plata. Desde entonces, comenzó a buscar una oportunidad para entregarle. (26:14-16)

* Aquí vemos el cumplimiento de la profecía de Zacarías, donde dice: "Y les dije: Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata" (Zac 11:12 RVR).


EL APOSENTO ALTO

El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, dos discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle dónde quería que prepararan la cena de la pascua. El Señor les dijo que fueran a la ciudad, a la casa de cierto hombre, y le dijeran: "El Maestro dice: ‘Mi tiempo ha llegado y comeré la cena de Pascua con mis discípulos en tu casa". Cuando llegó la noche, mientras cenaban, el Señor les anunció: "De cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar". Entristecidos, le preguntaban "¿soy yo, Señor?". Jesús respondió: "El que mete la mano conmigo en el plato, ése me va a entregar". Luego, agregó: "Es cierto, voy a morir como está profetizado, pero pobre del hombre que me traiciona. Habría sido mejor si no hubiera nacido" (NBV). Cuando Judas, el que lo iba a traicionar, preguntó si era él, Jesús le respondió: "tú lo has dicho". (26:17-25)

* Judas Iscariote no fue una víctima en manos de Dios. Los seres humanos, en cuyos corazones aún no habita Cristo, somos personas con natural inclinación al pecado. A muchos les cuesta aceptar que ninguno de nosotros merecía el perdón que recibimos por nuestros pecados. Dicen las Escrituras que Jehová miró desde los cielos para ver si había uno que hiciera lo bueno, pero concluyó: "todos se desviaron, a una se han corrompido; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno" (Sal 14:3). Si Dios no hubiera tenido misericordia de nosotros, ninguno podría salvarse. Él soberanamente escogió a quienes salvar, cambiando nuestro corazón (el de los escogidos) por uno capaz de recibir su Palabra de vida, la cual produce en nosotros la fe que nos guía al arrepentimiento. Sin la intervención de Dios, nosotros sólo tendemos a contradecirlo y, aunque tenemos ciertos atisbos de "buenas obras", ninguna de ellas alcanza el estándar de excelencia exigido en el reino de Dios

La traición de Judas no fue una acción cometida bajo manipulación divina; él tenía plena consciencia y responsabilidad sobre sus actos. Es más, Judas tuvo la oportunidad de ser transformado, pues, no sólo participó de todas las enseñanzas que Jesús compartió con sus discípulos, las que produjeron grandes cambios en el resto de ellos; además, presenció y participó de las obras del Espíritu Santo hechas por medio de Jesús, y él mismo, junto a los otros apóstoles, recibió poder para sanar enfermos, limpiar leprosos, resucitar muertos, y echar fuera demonios. Pero, por lo visto, la palabra del Señor no tuvo cabida en el corazón de Judas, como para disuadirlo de cometer el horrendo pecado de entregar en manos de sus enemigos al Hijo de Dios. Él simplemente hizo lo que su entenebrecido corazón le dictaba hacer y, llevado por la envidia y codicia, permitió dar cumplimiento a lo que estaba profetizado: que, antes de entrar en su gloria, el Mesías debía padecer.

 

EL NUEVO PACTO

Mientras cenaban, Jesús tomó el pan, lo bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos diciendo: "Tomad, comed; esto es mi cuerpo". Luego, tomó la copa de vino y, habiendo dado gracias, la dio a sus discípulos, diciendo: "Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados". Por último, les dijo: "Ésta es la última vez que bebo de este vino con ustedes. Pero cuando estemos juntos otra vez, en el reino de mi Padre, entonces beberemos del vino nuevo" (TLA) (26:26-29).

* Como dijo Jesús, el pan simboliza su cuerpo, que iba a ser ofrendado en la cruz como propiciación por los pecados de los que ponen su fe en Dios; es decir, de los verdaderos descendientes de Abraham a quienes fue hecha la promesa, a los cuales el Hijo de Dios vino a salvar. 

En el evangelio de Juan, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo" (Jn 6:51). También dijo: "les aseguro que, si ustedes no comen mi cuerpo ni beben mi sangre, no tendrán vida eterna. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, tendrá vida eterna. Cuando llegue el fin del mundo, yo lo resucitaré. Mi cuerpo es la comida verdadera, y mi sangre es la bebida verdadera. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, vive unido a mí y yo vivo unido a él" (Jn 6:53-56 TLA).

Comer el pan y beber la sangre de Cristo significa creer que la ofrenda de su cuerpo en la cruz, y la sangre que Él derramó pagaron completamente nuestra deuda de justicia ante Dios. Es el bautismo de fe en la muerte y resurrección de Jesucristo, "porque por el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, para que, así como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva" (Ro 6:4 RVC). Es decir que, como Jesucristo saldó nuestra deuda de justicia, los que hemos puesto nuestra fe en Él, fuimos reconciliados para siempre con nuestro Creador

El autor de la carta a los Hebreos nos enseña que con la ofrenda que Jesús hizo de su vida en la cruz, se puso fin a los sacrificios que año tras año celebraban los hebreos, "pues la voluntad de Dios fue que el sacrificio del cuerpo de Jesucristo nos hiciera santos, una vez y para siempre" (He 10:10 NTV); de modo que, "con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los santificados" (He 10:14 RVA). Esto no quiere decir que dejaremos de pecar, pues, nuestra naturaleza adánica sigue viva en nosotros, pero ahora, con la ayuda del Espíritu de Cristo en nosotros, tenemos poder para vencer el pecado"Ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí. Y la vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a la muerte por mí" (Ga 2:20 DHH). 

Por eso, "amados hermanos, gracias a la sangre de Jesucristo podemos entrar libremente en el Lugar Santísimo. Jesús nos ha abierto un camino nuevo y vivo a través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo. Además, en él tenemos un gran sacerdote que está al frente de la familia de Dios. Y puesto que es así, acerquémonos a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, ya que en nuestro interior hemos sido purificados de una mala conciencia y exteriormente hemos sido lavados con agua pura" (He 10:19-22 NVB).

** En cuanto al nuevo pacto por el cual Jesús derramó su sangre (v.28), se refiere al pacto anunciado por Jeremías, quien dijo: "He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá".  "Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo" (Jer 31:33); luego de lo cual agregó: "perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado" (Jer 31:34). 

El pacto antiguo o primer pacto es el pacto mosaico, que se originó en el monte Sinaí, luego de que Jehová, por medio de Moisés, liberó a Israel de la esclavitud en Egipto. En esa oportunidad, Jehová les entregó sus mandamientos escritos en tablas de piedra (la ley), y les mandó cumplir cada uno de ellos. También les dijo que la obediencia a su ley los conduciría a la prosperidad en todas las áreas de sus vidas. Lo contrario, les significaría muchos dolores. No obstante, debido a que el hombrepor su naturaleza caída, tiende a rechazar todo lo que es de Dios, y es incapaz de sujetarse a su ley, en vez de salvar a Israel, la Ley lo condenaba

Sin embargo, el nuevo pacto, cuyo mediador es Jesucristo, es un regalo de misericordia de Dios, porque, junto con darnos vida eterna, no por obras que hayamos hecho, sino sólo por la fe en la sangre de Jesús que nos lava, nos da su Espíritu Santo para guiarnos en el proceso de santificación. Por eso, además de anunciar el nuevo pacto, Dios también prometió: "Pondré dentro de ustedes Mi espíritu y haré que anden en Mis estatutos, y que cumplan cuidadosamente Mis ordenanzas" (Ez 36:27 NBLA). Es decir que, por Su Espíritu, como dice la Escritura: "Dios es quien produce en ustedes (nosotros los creyentes) tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad" (Fil 2:13 NVI). Ahora bien, para que el Espíritu de Dios pueda obrar en nosotros, debemos, primeramente, estar dispuestos a someternos al Señorío de Jesucristo.

  

UN ANUNCIO QUE PASÓ INADVERTIDO

Una vez que terminaron de cantar el himno, salieron al monte de los olivos, y Jesús les dijo: "esta noche ustedes se alejarán de mí desilusionados, porque las Escrituras dicen que Dios herirá al pastor y las ovejas del rebaño se dispersarán" (NBV); pero, agregó: "después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea". Entonces Pedro se acercó al Señor, y le dijo: "aunque los demás te abandonen, yo jamás te abandonaré" (NBV), a lo que Jesús respondió: "De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces". Pedro insistió, diciendo "¡Aunque me cueste la vida, no te negaré!" (NBV). Y el resto de los discípulos dijeron lo mismo. (26:30-35)

* En el último capítulo del libro de Mateo, vemos el cumplimiento de la promesa que Jesús hizo a sus discípulos de que, una vez que resucitara, iría delante de ellos a Galilea, para encontrarlos allá (v.32). Cuando Jesús les dijo esto, ellos estaban apesadumbrados por la noticia de que estaban viviendo las últimas horas con su Maestro, que iba a ser traicionado y abandonado por ellos mismos. Al parecer, ni siquiera prestaron atención al anuncio de que su muerte no era el final, pues, como estaba profetizado, Jesús no iba a quedar cautivo de la muerte, sino que iba a resucitar (v.32). 

De hecho, es lamentable que muchos que dicen ser cristianos siguen viendo un Jesús derrotado en la cruz, sin considerar que la buena noticia (el evangelio) es que Jesús resucitó; y que en su resurrección derrotó a Satanás, quien tenía poder sobre los hombres a través de la muerte, porque el pecado se paga con la muerte, y ningún descendiente de Adán nace sin pecadoLa cruz fue el instrumento usado por Jesús para abrir el camino que conduce hacia el Trono de Dios, el cual había sido clausurado en el principio de la creación, cuando Adán y Eva se rebelaron contra Dios. "Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la Ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz. Desarmó a los poderes y a las autoridades y, por medio de Cristo, los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal" (Col 2:13-15 NVI). "Por medio de la sangre de Su cruz" (Col 1:20 NBLA), el Hijo del Hombre reconcilió con Dios a los que creen. 

* El himno a que hace referencia Mateo (v.30) se trataría de lo que conocemos como el Salmo 118, el cual nos habla de la infinita misericordia de Jehová, que oyó las oraciones del pueblo oprimido, y envió su salvación. Tradicionalmente la comunidad judía lo entona cuando se conmemora la pascua.

Es conmovedor pensar que mientras nuestro Redentor cantaba el salmo aquella noche, ya estaba cumpliéndose la profecía de este canto, que dice: "La piedra que los constructores rechazaron se ha convertido en piedra angular. ¡Esto es obra del Señor, y nos deja maravillados! Éste es el día que ha hecho el Señor; regocijémonos y alegrémonos" (Sal 118 22-24 NBV). Porque Jesús es la piedra fundamental sobre la que se edifica la Casa de Dios en la tierra: la Jerusalén del cielo, que comenzaría a levantarse con piedras vivas escogidas por el mismo Creador


LA ANGUSTIA DEL HIJO DEL HOMBRE 

Luego de esto, fueron a un lugar llamado Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos que lo esperaran sentados mientras Él iba a orar aparte. Pidió a Pedro y a los hijos de Zebedeo (Juan y Jacobo) que lo acompañaran, y les dijo: "Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo". Alejándose un poco, se postró y oró al Padre diciendo: "Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú". Volvió a donde estaban sus discípulos, y los halló durmiendo, entonces les dijo: "¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil". Nuevamente se alejó de ellos, y volvió a orar al Padre, pidiendo: "Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad". Vino otra vez hacia los discípulos, y los encontró durmiendo nuevamente, pues sus ojos se caían de sueño. Volvió a alejarse de ellos, y regresó para orar al Padre pidiendo lo mismo por tercera vez, luego de lo cual, fue de nuevo hacia sus discípulos, y los dejó dormir y descansar un poco más. Luego les dijo: "He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega". (26:36-46)

* Lucas dice que esto aconteció en el monte de los olivos. No hay contradicción, pues, Getsemaní es un Jardín ubicado a las faldas del monte de los olivos. También Lucas nos amplía los detalles sobre la gran angustia de nuestro Señor antes de ser apresado; de cómo, mientras oraba intensamente, "Su sudor se volvió como gruesas gotas de sangre, que caían sobre la tierra" (Lc 22:44 NBLA). 

La descripción de Lucas nos permite ver la humanidad de nuestro Señor. Él no era impasible como argumentan algunos, que dicen que, por su origen divino, Él podía evitar sentir dolor; sin embargo, sabemos que cuando salió de Dios, y vino al mundo, se despojó de toda su divinidad, y tomó la forma de un hombre de carne y sangre, sujeto a todos los dolores, necesidades, tentaciones, y molestias que nos produce nuestra naturaleza humana. Él debía hacerse a la semejanza de aquéllos por los cuales venía a ofrendarse. Si bien es cierto, el Espíritu de Dios estaba en toda su plenitud en Cristo, y era posible ver la gloria de Dios en Él, Él era un ser humano. Aparte de la llenura del Espíritu, la única diferencia entre Jesús y cualquiera de nosotros era que en el Hijo del Hombre nunca hubo pecado, porque no fue engendrado por simiente de hombre, sino por el Espíritu Santo.

Pero ¿por qué era necesario que padeciera tanto dolor? Porque cuando Jesús aceptó cargar nuestros pecados sobre sí, también estaba aceptando recibir la justa ira de Dios que nosotros merecíamos recibir por causa de esos pecados. Aunque sabía que iba a ser acusado injustamente, escarnecido, torturado, azotado, despreciado, escupido y crucificado, Jesús no estimó su vida en la tierra como un bien superior al cual aferrarse; más bien, sabiendo que su sacrificio significaría vida eterna para los hombres, Él se sujetó a lo que Dios le había enviado a hacer, y se entregó obedientemente como propiciación por los pecados nuestros. Habiéndose consumado todo según la perfecta voluntad del Padre, Jesús entregó su Espíritu, y murió, pero al tercer día Dios lo resucitó.

Por cuanto derramó su vida hasta la muerte por salvarnos, Dios lo exaltó a su diestra, haciéndolo Señor y Cristo, "y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre" (Fil 2:10-11)

** Dice la Escritura: "Dios es juez justo, y Dios está airado contra el impío todos los días" (Sal 7:11). La ira de Dios es una ira santa, que no es emocional, ni toma partido a conveniencia, como solemos hacer los seres humanos; por eso hablamos de la justa ira de Dios.

Con respecto a la justicia de Dios, éste es uno de Sus atributos que, entre otras cosas, implica "que de ningún modo tendrá por inocente al malvado" (Ex 34:7). La justicia de Dios exige que el culpable pague por lo que ha hecho; de lo contrario, Dios dejaría de ser justo, "Él no puede negarse a sí mismo(2Tim 2:13). Si Dios hubiera decidido simplemente perdonar nuestros pecados sin haber exigido propiciación, es decir, sin aceptar a cambio la ofrenda de un sustituto que pagara por nosotros, estaría faltando en uno de sus atributos, y eso es imposible que suceda, porque Dios "no cambia ni se mueve como las sombras" (Stg 1:17 NVI). Cada uno de Sus atributos es inherente a Su persona, y todos ellos conforman la integridad de Dios, por tanto, ninguno de ellos deja de ser o disminuye en intensidad o calidad. Los atributos de Dios son quien Él es: el inmutable "Yo Soy" (YHWH, Jehová, Yavéh).  

Pero Dios, además de ser justo, también es "Dios compasivo y misericordioso, lento para la ira y grande en amor y fidelidad" (Ex 34:6 NVI). Por eso, viendo que la rebelión de Adán y Eva había condenado a todos los seres humanos a padecer la muerte eterna en el lago de fuego que no se apaga, Él mismo anunció que iba a proveer el Sustituto (Su Hijo) para que pagara por nuestros pecados, y satisficiera su justicia, aplacando así Su santa ira: "Esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen. De hecho, no hay distinción (es para judíos y gentiles por igual), pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó. Dios lo ofreció como un sacrificio (propiciación) para obtener el perdón de pecados, el cual se recibe por la fe en su sangre" (Ro 3:22-25 NVI).

*** Es interesante ver que, incluso en los nombres de lugares escogidos por Dios, podemos extraer un significado en el ámbito espiritual. Por ejemplo, de acuerdo a las Escrituras, sabemos que los hijos de Dios son llamados "olivos", pues, Pablo, en su epístola a los Romanos, se refiere a los judíos como "olivo original", y a los gentiles como "olivo silvestre". Por su parte, la palabra "getsemaní" significa "prensa de aceite", es decir, donde las olivas (aceitunas) son aplastadas, presionadas para extraer de ellas el rico aceite.  

Los hijos de Dios somos comparables a las olivas, porque lo mejor de nosotros aflora en medio de las pruebas y tribulaciones. Como dijo nuestro Señor, su gracia se fortalece en nuestra debilidad. Mientras más quebrantado es nuestro ego, mayor es la gracia que nuestro Señor puede derramar sobre nosotros; en otras palabras, mientras más debilitada esté nuestra confianza en nosotros mismos para salir de las aflicciones, con mayor facilidad fluye el poder de Jesucristo para ayudarnos a transitar o liberarnos de ellas.


EL ARRESTO DE JESÚS

Mientras todavía hablaba, llegó Judas Iscariote, y con él mucha gente de parte de los principales sacerdotes y ancianos, portando espadas y palos. El traidor les había dado por señal: "Al que yo besare, ése es; prendedle". Así que se acercó a Jesús, diciendo: "¡Salve, Maestro!", y lo besó. En seguida apresaron a Jesús. Entonces uno de los apóstoles sacó su espada, y cortó la oreja a un siervo del sumo sacerdote. Mas Jesús lo reprendió diciendo: "Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán"; y agregó: "¿No sabes que podría pedirle a mi Padre que me enviara doce mil ángeles y me los enviaría al instante?" (NBV). Pero, si eso hiciera, dijo: "¿cómo se cumplirían las Escrituras que describen lo que ahora mismo está aconteciendo?" (NBV). Y dirigiéndose a los que le prendían, dijo: "¿Soy acaso un asesino tan peligroso que tienen que venir con espadas y palos a arrestarme? Todos estos días he estado enseñando en el templo y no me detuvieron" (NBV); sin embargo, agregó: "todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas". Cuando lo tomaron preso, los discípulos huyeron del lugar. (26:47-56)

* La profecía de Zacarías, quien dijo: "Hiere al pastor, y serán dispersadas las ovejas" (Zac 13:7), se estaba comenzando a cumplir en ese preciso momento, pues, los discípulos se perturbaron al ver que su Maestro, al que consideraban el Mesías, estaba siendo apresado, y entraron en pánico, olvidando la promesa que le habían hecho, pocos minutos antes, de que nunca lo abandonarían (vv.33-35).

** Aquí transcribo algunas de las Escrituras de los profetas (v.56), que Jesús conocía muy bien, que debían cumplirse para darnos salvación:

  • "fueron nuestras debilidades las que él cargó; fueron nuestros dolores los que lo agobiaron. Y pensamos que sus dificultades eran un castigo de Dios, ¡un castigo por sus propios pecados! Pero él fue traspasado por nuestras rebeliones y aplastado por nuestros pecados. Fue golpeado para que nosotros estuviéramos en paz; fue azotado para que pudiéramos ser sanados" Is 53:4-5 NTV). 
  • "Fue oprimido y tratado con crueldad; sin embargo, no dijo ni una sola palabra. Como cordero fue llevado al matadero. Y como oveja en silencio ante sus trasquiladores, no abrió su boca" (Is 53:7 NTV). 
  • "Todos los que me ven se burlan de mí; sonríen con malicia y menean la cabeza mientras dicen: «¿Este es el que confía en el Señor? Entonces ¡que el Señor lo salve!  Si el Señor lo ama tanto, ¡que el Señor lo rescate!»" (Sal 22:7-8 NTV). 
  • "Mi vida se derrama como el agua, y todos mis huesos se han dislocado. Mi corazón es como cera que se derrite dentro de mí" (Sal 22:14 NTV). 
  • "Mis enemigos me rodean como una jauría de perros; una pandilla de malvados me acorrala. Han atravesado mis manos y mis piesPuedo contar cada uno de mis huesos; mis enemigos me miran fijamente y se regodean. Se reparten mi vestimenta entre ellos y tiran los dados por mi ropa" (Sal 22:16-18 NTV). 
  • "Les ofrecí la espalda a quienes me golpeaban y las mejillas a quienes me tiraban de la barba; no escondí el rostro de las burlas y los escupitajos" (Is 50:6 NTV). 



 JESÚS ANTE LOS LÍDERES JUDÍOS

Luego que prendieron a Jesús, lo llevaron al sumo sacerdotes Caifás, que estaba con los escribas y ancianos. Pedro lo seguía de lejos, y se quedó en el patio de la casa del sumo sacerdote para ver en qué terminaba todo. Los líderes religiosos buscaban alguna prueba falsa contra Jesús para darle muerte, pero no la hallaron, hasta que finalmente vinieron dos falsos testigos que dijeron: "Este hombre dijo: “Puedo destruir el Templo de Dios y reconstruirlo en tres días”". Caifás esperaba que Jesús se defendiera de las acusaciones, mas Él guardaba silencio. Entonces, el sumo sacerdote le dijo: "Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios". Y Jesús respondió: "Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo". Al oírlo, el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, y exclamó: "«¡Blasfemia! ¿Para qué necesitamos más testigos? Todos han oído la blasfemia que dijo. ¿Cuál es el veredicto?»." (NTV); y ellos respondieron: "¡Es reo de muerte!". En seguida comenzaron a escupirle en el rostro, a darle puñetazos, y a abofetearlo, mientras le decían: "Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó". (26:57-68)

* Como podemos ver, los hechos que estaban sucediendo iban dando cumplimiento, uno tras otro, a las profecías de las Escrituras antes citadas. 

Asimismo, podemos observar que, lo que más ofendió a los líderes, es que Jesús afirmó ser el Mesías, el Hijo del Hombre del que habló Daniel (v.64), que iba a venir en las nubes, a quien Dios le dio toda autoridad, gloria, y un reino que no tendrá fin. Éstas fueron las palabras del profeta: "he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido" (Dn7:13-14).

En cuanto a la acusación de los falsos testigos, que dijeron que Jesús había amenazado con derribar el templo, se trata de una tergiversación de los hechos ocurridos el día en que Jesús expulsó del templo a los comerciantes, que hacían sus ganancias a costa de las necesidades de la gente que venía para adorar. Cuando los líderes judíos, molestos por la intervención de Jesús, quien, les recriminó haber convertido el templo de Dios en una casa de mercado, le pidieron que mostrara alguna señal que indicara que Él tenía autoridad para hacer lo que estaba haciendo, Jesús les respondió: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré" (Jn 2:19). Sin embargo, "el templo al que se refería era su propio cuerpo" (Jn 2:21 NVI), aclaró Juan en su evangelio; y agregó: "Así, pues, cuando se levantó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron de lo que había dicho, y creyeron en la Escritura y en las palabras de Jesús" (Jn 2:22 NVI).


PEDRO NIEGA CONOCER A JESÚS

Estando Pedro sentado en el patio, se le acercó una criada que reconoció haberlo visto con Jesús, a lo que Pedro respondió: "No sé lo que dices". Yendo hacia la puerta, otra criada lo reconoció, y les dijo a los presentes que había visto a Pedro junto a Jesús; y Pedro respondió: "No conozco al hombre". No pasó mucho tiempo después, cuando un grupo de hombres lo intimidaron diciendo que efectivamente era uno de los discípulos de Jesús, pues incluso su forma de hablar lo delataba. Esta vez, Pedro empezó a maldecir y a jurar, diciendo: "No conozco al hombre". En seguida, el galló cantó, y Pedro recordó las palabras del Maestro cuando le dijo: "Antes que cante el gallo, me negarás tres veces", y saliendo, lloró amargamente. (26:69-75)

* Al parecer, desde donde Pedro se encontraba, podía ver a Jesús, pues Lucas, en su versión de estos hechos, dice que cuando el gallo cantó, "vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces" (Lc 22:61).

 

JESÚS ES LLEVADO ANTE PILATO

Cuando amanecía, los principales sacerdotes y ancianos se reunieron para deliberar sobre la mejor manera de lograr que las autoridades romanas condenaran a muerte a Jesús. Finalmente, lo condujeron atado hasta el gobernador Poncio Pilato, y lo pusieron a su disposición. (27:1-2)

* El evangelio según san Juan nos da un poco más de información sobre cómo ocurrieron los hechos, diciendo que los líderes judíos llevaron a Jesús al pretorio, pero no entraron para evitar contaminarse y así poder comer la Pascua. ¡Qué lamentable contradicción!, porque justamente estaban conduciendo al Cordero de Dios hacia el altar para ser sacrificado. Ya había empezado la verdadera Pascua, y ellos, cegados por Satanás, eran los protagonistas que, movidos por el odio, estaban dando cumplimiento a las Escrituras que hablaban de los padecimientos que el Mesías debía sufrir para llevar a la gloria a los descendientes de Abraham según la fe.

Juan también se encarga de dejar muy en claro que la intención de los líderes judíos era matar a Jesús, pues, cuando Pilato les dijo que juzgaran a Jesús según sus leyes, ellos respondieron: "A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie" (Jn 18:31).


REMORDIMIENTO Y MUERTE DE JUDAS


Cuando Judas vio que Jesús era condenado a muerte, sintió gran remordimiento, y fue a devolver las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y ancianos, diciendo: "Yo he pecado entregando sangre inocente", pero a los líderes judíos no les importó. Y arrojando las monedas dentro del templo, Judas salió de allí y se ahorcó. Entonces los sacerdotes recogieron las monedas, diciendo: "La ley no permite echar esto al tesoro, porque es dinero pagado para derramar sangre" (NVI), así que resolvieron usarlo para financiar la compra del campo del alfarero, el cual destinaron como cementerio para los extranjeros, motivo por el cual ese terreno es conocido como "campo de sangre". Esto ocurrió para que se cumpliera la profecía que dice: "Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, según precio puesto por los hijos de Israel; y las dieron para el campo del alfarero, como me ordenó el Señor". (27:3-10)

 * La profecía de Zacarías, que citó Mateo, según la versión Reina Valera 1960, dice: "...Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata. Y me dijo Jehová: Échalo al tesoro; ¡hermoso precio con que me han apreciado! Y tomé las treinta piezas de plata, y las eché en la casa de Jehová al tesoro" (Zac 11:12-13).  

La palabra hebrea "yatsar" (yô∙ṣēr), que la RVR60 tradujo como "tesoro", también puede traducirse como "alfarero". Otra traducción del mismo versículo dice: "...Y pesaron como mi salario treinta monedas de plata. Entonces el Señor me dijo: «Arrójalo al alfarero (ese magnífico precio con que me valoraron)». Tomé pues, las treinta monedas de plata y las arrojé al alfarero en la casa del Señor" (Zac 11:12-13 NBLA).

Los sacerdotes pagaron por Jesús treinta piezas de plata, la misma cantidad de monedas en que, según la ley, se tasaba el valor de un esclavo, queriendo el Señor mostrar con esto que Jesús, no obstante tener origen divino, para poder ofrendar su vida por nosotros, y reconciliarnos con nuestro Creador, se despojó de su divinidad, "tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y, estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Fil 2:7-8). 

Porque en su primera venida, Jesús no vino como rey, sino como el siervo de Dios. Así habló Jehová de Su Ungido por medio del profeta: "Este es mi siervo, a quien sostengo, mi escogido, en quien me deleito; sobre él he puesto mi Espíritu y llevará justicia a las naciones" (Is 42:1 NVI). También David, inspirado por el Espíritu, dijo "Sacrificio y ofrenda no te agrada; has abierto mis oídos..." (Sal 40:6). El salmista estaba hablando del Mesías como el siervo de Dios, que se ofreció voluntariamente para venir a rescatar a los escogidos, cumpliendo la perfecta voluntad de su Dios y PadreLa traducción correcta debiera ser "has horadado mi oreja", porque el Salmo está haciendo referencia a la ordenanza que decía que los esclavos hebreos debían ser dejados en libertad al séptimo año, sin embargo, si el siervo decidía seguir sirviendo a su Señor de forma voluntaria, "su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a la puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lesna, y será su siervo para siempre" (Ex 21:6). 

Para que la ofrenda de la vida de Jesús como sustituto nuestro fuera válida, como siervo fiel, Jesús debía mantenerse obediente a Dios hasta el final. A eso se refiere el autor del libro a los Hebreos, cuando dice: "Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia..." (He 5:8). No significa que Jesús haya sido desobediente, y que haya sido necesario corregirlo para que aprendiera a obedecer; sino que su obediencia debía ser probada, manteniéndose en la Voluntad de su Padre hasta llegar a morir por ello. Isaías lo había anunciado: "Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento" (...) "Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos"; (...) "por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos" (Is 53:10-12)

** En cuanto al "campo de Sangre", en el libro de los Hechos, Lucas relata que Judas Iscariote había comprado ese terreno con el dinero recibido por traicionar a Jesús, y que fue allí donde se suicidó, y su cuerpo (probablemente después de ahorcarse, se soltó de donde colgaba) cayó con fuerza a tierra, desangrándose, noticia que se esparció por toda Jerusalén, y por eso lo llamaron "campo de sangre". Mateo dice que los sacerdotes compraron el terreno, Lucas, que fue Judas quien lo adquirió. Quizás se trate de un error de interpretación, y lo que estos versículos quieren decir es que el dinero que recibió Judas por traicionar a Jesús, y que devolvió a los judíos, fue el que se usó para adquirir el campo del Alfarero, y que aquél era el mismo lugar donde Judas se ahorcó posteriormente, y luego se desangró, motivo por el cual se conocía el lugar con el nombre de "Campo de Sangre".

 

EL HIJO DE DIOS ES SENTENCIDO A MUERTE

Estando Jesús en pie delante de Pilato, éste le preguntó: "¿Eres tú el Rey de los judíos?", y Jesús le respondió: "Tú lo dices". Pilato se extrañaba de ver que Jesús no respondía a las acusaciones de los líderes judíos, y le preguntó si entendía los cargos que se levantaban contra él; pero Jesús seguía sin responder. (27:11-14)

 * Aquí vemos cumpliéndose la profecía de Is 53:7, que dice: "Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca".

Era tradición que, durante esas fiestas, el gobernador liberara a un prisionero escogido por el pueblo. En aquella ocasión, se encontraba en prisión Barrabás, un ladrón acusado de sedición y homicidio. Mientras Pilato estaba sentado en el tribunal reunido con el pueblo para que eligieran a quien liberar, si a Jesús, a quien sabía que lo habían llevado por envidia, o a Barrabás, su esposa le hizo llegar un mensaje diciendo: "No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él". Antes de que Pilato preguntara al pueblo a quién iban a escoger para liberar, ya los líderes judíos habían convencido a la gente que debían escoger a Barrabás, y que pidieran la crucifixión para Jesús. Viendo Pilato que nada podía hacer contra la determinación de esa multitud alborotada, tomó agua, y se lavó las manos, diciendo: "Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros", y el pueblo respondió: "Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos". Entonces Pilato liberó a Barrabás, mandó azotar a Jesús, y lo entregó para ser crucificado. De allí lo llevaron al pretorio, y reunieron ante él a toda la compañía de soldados, y desnudándole, pusieron sobre él un manto color escarlata, y sobre su cabeza, una corona de espinas. También pusieron en su mano derecha una caña; e hincando la rodilla ante él, le decían "¡Salve, Rey de los judíos!". Y escupiéndole, tomaban la caña, y le golpeaban en la cabeza. Después de haberlo torturado, le volvieron a poner sus ropas, y lo llevaron para crucificarlo. (27:15-31)

* Todo el Antiguo Testamento, y las ceremonias que la Ley ordenaba celebrar de forma periódica siempre hablaron de Jesús, el Mesías que iba a ser enviado a salvar al Israel de Dios. Porque, además de ser el Cordero cuya sangre expía nuestros pecados, y nos libera de la esclavitud del pecado y de la muerte (que es consecuencia del pecado), Jesús es también el macho cabrío, sobre cuya cabeza el sumo sacerdote ponía sus manos en el día de la expiación, en señal de estar traspasando todos los pecados y rebeliones de Israel sobre el animal, luego de lo cual, éste era conducido al desierto, para que llevara todas esas inmundicias a tierra inhabitadaLa dolorosa corona de espinas que fue puesta sobre la cabeza de Jesús (v.29) equivalen a esas manos que el sumo sacerdote ponía sobre la cabeza del animal, como señal de que Jesús estaba llevando sobre sí la carga despreciable de nuestras iniquidades, quitándolas de nosotros, para arrojarlas al fondo del mar

 


(Continuar en Mateo Parte Final)




jueves, 22 de octubre de 2020

MATEO XI - Señales del Fin del Mundo (Mt 24 y 25)

(Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos estudiados (identificados al pie de cada párrafo); los textos en cursiva son los comentarios hechos por el blogger respecto de esos textos. Los textos en café son citas bíblicas textuales, principalmente de la RVR60; si es otra versión, se especifica con las siglas correspondientes. Para ir al link de respaldo bíblico o de apoyo, hacer click en los enlaces.)

[Empezar en Mateo Primera Parte]


LAS SEÑALES DEL FIN


Cuando salían del templo, los discípulos señalaron a Jesús los edificios del templo; entonces Jesús les dijo: "¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada". Luego, habiéndose sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron, y le preguntaron: "¿cuándo sucederá todo esto, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?"  (24:1-3)

* Para no confundir la sucesión de eventos que Jesús comenzará a exponer, es importante poner atención en que los discípulos hicieron tres preguntas: 1) ¿cuándo sucederá la destrucción del templo?; 2) ¿qué señal habrá de Su segunda venida?; y 3) ¿qué señal marcará el fin del mundo?

Jesús comenzó a responder, advirtiéndoles que no se dejaran engañar, porque "vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán". Dijo también que habrá guerras y rumores de guerra, pero, les dijo: "no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin", porque, agregó, "se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores". También les advirtió: "entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre". Dijo también que muchos tropezarán, y comenzarán a entregarse unos a otros, y se aborrecerán unos a otros. Asimismo, dijo: "muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos", y que "por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará", mas, dijo: "el que persevere hasta el fin, este será salvo". Por último, les dijo "se predicará la Buena Noticia acerca del reino por todo el mundo, de manera que todas las naciones la oirán; y entonces vendrá el fin" (NTV)(24:4-14)

* En estas primeras palabras, Jesús entrega una visión general de lo que estaba por suceder, pero todavía no responde específicamente a cada pregunta. Todos estos eventos profetizados por el Señor comenzaron a suceder tan pronto Jesucristo ascendió a los cielos, y han seguido ocurriendo, y seguirán pasando durante todo el tiempo que transcurra entre la primera y segunda venida del Señor: persecución a la iglesia, con mayor o menor grado de agresividad; desastres naturales, falsos profetas, enfermedades (pestes, pandemias), hambrunas, maldad creciente, guerras, etc.

Los hijos de Dios, es decir, los que hemos renacidos del Espíritu Santo por la fe en Jesucristo, no estamos exentos de sufrir todo lo que Jesús anunció que sucederá antes de Su venida; sin embargo, "seremos salvos de la ira de Dios porque él nos aprobó por medio de la muerte de Cristo" (Ro 5:9 PDT), por cuanto Jesús ya pagó por nuestros pecados en la cruz, y nos limpió con su sangre. Por Su misericordia, la iglesia ya no estará en el mundo cuando empiecen a suceder los eventos terribles descritos en Apocalipsis 16, que habla de las copas que contienen las plagas de la ira de Dios, las cuales serán derramadas sobre todos los que no se arrepintieron de su rebelión contra el Creador. Estos son los que no recibieron el sello del Espíritu Santo, que es nuestra garantía de salvación y vida eterna, porque rechazaron la salvación que Dios proveyó en Cristo Jesús.

** ¿Por qué es necesario que ocurran todas estas cosas que nos producen tanta inquietud? Creo que Dios permite que estas cosas sucedan, para llamar la atención de los que no han renacido espiritualmente, a ver si reconocen su pequeñez, y buscan a Dios. 

En cuanto a los hijos del reino, Dios no nos libera de sufrirlas, porque a través de las pruebas y tribulaciones es que desarrollamos el fruto del Espíritu, que es "amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio" (Ga 5:22-23 PDT). Como dijo el Apóstol Pablo: "Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios(Hch 14:22). Esto no debe extrañarnos, ya que, desde los tiempos antiguos se anuncia que Jehová "es como fuego purificador, y como jabón de lavadores" (Mal 3:2), para quitar la inmundicia de los escogidos, para sacar a la luz toda la belleza que procede de la transformación que Cristo produce en nosotros. Además, las Escrituras dicen que Jehová disciplina a todo al que recibe como hijo"Ciertamente, ningún castigo es agradable en el momento de recibirlo, sino que duele; pero si uno aprende la lección, el resultado es una vida de paz y rectitud" (He 12:11 DHH).

Lo anterior, no debe ser motivo de temor en los que están recién comenzando a caminar en Cristo, porque a la verdad, sin Cristo los sufrimientos son aún más profundos, porque no sólo pueden matar el cuerpo, sino también el alma; en cambio, los padecimientos en los hijos de Dios siempre obrarán para bien, porque ayudan a crecer espiritualmente, y a madurar en la fe. En el Sal 34:19, leemos que "Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová". Dijo el Señor, por medio del salmista: "Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador..." (Sal 43:2-3). Con seguridad, cuando la vida eterna sea una realidad, y miremos atrás, daremos gracias a nuestro Señor, porque conoceremos que, tras cada sufrimiento, Dios cumplió un propósito superior

*** Jesús dijo que el fin vendrá cuando se haya predicado el evangelio del reino en todo el mundo (v.14). Pues, no podemos desconocer que los avances tecnológicos han hecho posible, como nunca antes, poder llegar masivamente con el evangelio a casi todos los rincones del mundo. Muchos de nosotros hemos compartido en nuestras redes las transmisiones que se hacen en nuestras congregaciones, y hemos sido bendecidos recibiendo enseñanzas desde el extranjero. Si bien es cierto que hay quienes las siguen ignorando, o las rechazan abiertamente, lo importante es que ninguno de ellos podrá decir que nunca fue expuesto a la posibilidad de alcanzar salvación.

 

LA DESTRUCCIÓN DEL TEMPLO

Continuó Jesús su respuesta, diciendo que, por tanto, cuando vean "en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel", "el que esté en Judea, que huya a los montes. El que esté en la azotea, que no baje a hacer las maletas, y el que esté en el campo, que no regrese a buscar la capa" (NBV). También Jesús expresó su dolor por aquéllas que estén encinta o estén criando cuando esto ocurra, y exhortó a todos a orar para que esto no suceda en invierno, ni en un día de reposo. (24:15-20)

* Estas palabras de Jesús están dando respuesta a la pregunta de cuándo será la destrucción del templo. Tenemos esa convicción gracias al relato que Lucas hace de los hechos, quien, en vez de hablar de la "abominación desoladora", que suele confundirnos, dice: "cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado" (Lc 21:20), luego de lo cual, continúa con el mismo relato que hace Mateo de los eventos que estamos estudiando.

Según la profecía de Daniel, escrita alrededor del año 535 a.C., la abominación desoladora viene después de que se quita la vida al Mesías. Entonces el pueblo de un príncipe, que aún no nacía cuando la profecía fue dicha, vendría a destruir la ciudad y el santuario. La destrucción del segundo templo, anunciada por Jesús, ocurrió entre los meses de abril y septiembre del año 70 d.C., casi cuarenta años después de su muerte, cuando el santuario y la fortaleza fueron profanados y destruidos por el ejército romano, al mando del comandante Tito Flavio Vespasiano, hijo del emperador Vespasiano, en respuesta a la sublevación de los judíos, lo que culminó con el templo saqueado y destruido, la ciudad incendiada, y los judíos dispersos por todo el mundo.


LA GRAN TRIBULACIÓN  

El Señor continúa su respuesta, diciendo que "habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados". Luego, Jesús vuelve a decir que no hay que creer si alguien dice que Cristo vino, y que está en tal o cual lugar, "porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos". Sin embargo, cuando el Hijo del Hombre venga, no habrá aviso, "porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre". Por último, dijo: "así como los buitres, cuando se juntan, indican que hay un cadáver cerca, de la misma manera, esas señales revelan que el fin está cerca" (NTV).  (24:21-28)

* No es fácil llegar a acuerdo respecto a qué eventos y tiempos se refiere Jesús cuando dice que habrá gran tribulación; de si está hablando de los hechos ocurridos en torno a la destrucción del segundo templo, o si habla de eventos que sucederán antes del fin del mundo. Hay quienes piensan (como Agustín de Hipona - Epístola, 80. Fuente: Biblia de Estudio Patrística) que la gran tribulación aquí mencionada corresponde a la vivida por los judíos pocas décadas después de la muerte y resurrección de Jesús, cuando sus constantes revueltas internas, además de manifestaciones de rebelión contra el imperio, que fueron contenidas por los romanos con asedio a Jerusalén y gran violencia durante un largo tiempo, culminaron con la destrucción del santuario en el 70 d.C. No les falta razón a los que piensan así, pues, no se puede menos que llamar "una gran tribulación" a los acontecimientos descritos por el historiador judío Josefo en su obra "Las Guerras de los Judíos", donde es imposible no conmoverse con las atrocidades sufridas por los habitantes de Jerusalén y sus alrededores en aquel tiempo, donde miles de hombres, mujeres y niños, si no morían por la espada, morían de hambre, y a causa de otras tantas terribles formas de tormento. 

No cabe duda de que una "abominación desoladora" tomó lugar en aquel tiempo y lugar, pero no podemos asegurar que no haya sucedido algo peor unos siglos más tarde, por ejemplo, en el siglo XX, donde nuevamente dos guerras mundiales tomaron lugar, o la persecución que padeció la población judía, esta vez, bajo el régimen nazi, durante la Segunda Guerra Mundial. Tampoco vamos a ignorar las persecuciones a los cristianos, tanto a la iglesia naciente de los primeros siglos de la era cristiana, protagonistas de horribles tipos de muertes en los circos romanos o las que están padeciendo hermanos en la fe, en los últimos tiempos, en lugares donde el cristianismo está prohibido. Mucho menos podemos afirmar que algo peor no vaya a suceder en los tiempos que quedan por venir antes del fin, ya sea en formas de pandemias, como la recientemente vivida; contaminación del medio ambiente, con sus múltiples consecuencias; aumento de la violencia por doquier; guerras y amenazas de guerras con armas de destrucción masiva, etc.

Lo que sí es evidente es que los hechos que Jesús estaba profetizando iban a suceder en los "últimos tiempos" o "tiempos postreros", los cuales, según Juan, comenzaron a vivirse luego que Jesucristo ascendió a los cielos resucitado. Así dijo el Apóstol: "ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo" (1Jn 2:18).

Con todo, debido a que, después de hablar de la gran tribulación de aquellos días, el Señor comienza a hacer mención de Su segunda venida, no carece de sentido pensar que una gran tribulación, "cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá" (v.21), está por vivirse; es decir, que debemos esperar padecer cosas peores a los eventos antes mencionados. Tampoco hay que ignorar que, conforme a las palabras de Jesús, los hijos de Dios aún estaremos en el mundo cuando esta gran tribulación suceda, pues, dijo que, por causa de los escogidos, esos días serán acortados. De hecho, en el Apocalipsis, se describe a los hijos de la fe como "los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero" (Ap 7:13-14).

Es necesario aclarar esta confusión que ha hecho que muchos estudiosos saquen conclusiones erradas en cuanto a los tiempos escatológicos: la gran tribulación de que hablan las Escrituras no es lo mismo que la ira de Dios que se derramará sobre el mundo. De acuerdo al relato de Jesús en este capítulo, es claro que el primer evento, es decir, la gran tribulación, es antes de la resurrección de los muertos, y de lo que se conoce como "el arrebatamiento" o "el rapto". En cambio, como ya dijimos, las siete copas de la ira de Dios, destinadas a castigar la maldad en el mundo, se derramarán después que la iglesia sea sacada. 

Ahora bien, debido a los preocupantes eventos que han estado sucediendo de un tiempo a esta parte, no podemos descartar que ya estemos viviendo los primeros zarandeos que desencadenarán en la gran tribulación. Basta con mirar cuánta convulsión hay en todo el mundo en estos últimos años. No ha pasado mucho tiempo desde que, de un momento a otro, nos vimos golpeados por una pandemia que paralizó al mundo entero, la cual no sólo causó miles de muertes, sino que trajo como consecuencia una gran desestabilización económica a nivel global. En medio de todo, han estado sucediendo grandes desastres naturales, y otros provocados por el hombre, en tanto que día tras día se siguen desatando todo tipo de protestas y manifestaciones, donde se aprecia mucha violencia y odio; todo esto agravado por guerras y amenazas de guerra en todo el orbe. Como consecuencia, la ansiedad, la tensión y la incertidumbre están apoderándose de muchos, provocando grandes trastornos que están elevando los índices de enfermedades mentales en la población de la tierra. Y esto es sólo el comienzo.

** En cuanto a la proliferación de falsos mesías y engañadores (vv.24-26), en este tiempo es mucho más fácil para ellos llegar a gran cantidad de personas, debido a las crecientes novedades en tecnología que, en el ámbito de las comunicaciones de masas, se siguen desarrollando. En consecuencia, los que estamos siendo llamados al reino debemos velar y alimentarnos adecuadamente, cada día, de la Palabra de Dios, de modo de no ser arrastrados por los vientos huracanados de todo tipo de falsas doctrinas que se están desatando, que pueden poner en riesgo la salvación que Dios nos ofrece en Cristo, en caso de que alguno no haya aún recibido el Espíritu Santo que nos sella y preserva para vida eterna

 

LA PARUSÍA DEL SEÑOR

Jesús continuó diciendo que "inmediatamente después de la tribulación de aquellos días", el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. "Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria" y, al toque de la gran trompeta, enviará a sus ángeles para juntar a sus escogidos desde todos los rincones de la tierra. (24:29-31).

* Las palabras de Jesús "después de la tribulación de aquellos días" confirman lo que afirmábamos unos párrafos más arriba: la iglesia se salva de la ira de Dios, pero aún está en la tierra durante la gran tribulaciónAhora bien, una serie de eventos anormalesdonde habrá señales en el cielo y el mar, empezará a suceder inmediatamente después de la tribulación, que no sabemos cuánto durará (quizás días; quizás las mismas tres horas que duraron las tinieblas cuando Jesús fue crucificado; o quizás sólo minutos, no sabemos), y precederá a la parusía del Señor. Tal vez esa oscuridad, en que no brillan ni el sol ni la luna, signifique que la gran tribulación termina con un evento catastrófico, en que los cielos quedan cubiertos de humo y la atmósfera contaminada, comprometiéndose la calidad de vida en la tierra, como sería el resultado de una guerra nuclear. 

Lucas, en su versión de este pasaje, lo dice de esta manera: "habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria." (Lc 21:25-27). Luego, en el siguiente versículo, para tranquilidad de los escogidos, Lucas agrega: "Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca". (Lc 21:28). Por tanto, cuando veamos todas estas señales en el cielo (el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo), y se oiga el bramido del mar y las olas (podría tratarse del bullicio y alboroto que producen grandes multitudes de personas, que en las Escrituras a veces son comparadas con muchas aguas), los hijos de Dios, en vez de angustiarnos por el temor de lo que sobrevendrá, debemos estar tranquilos, porque ellas anuncian que Jesús está por llegar para rescatar a su novia, la iglesia, "antes que venga el día grande y espantoso de Jehová" (Jl 2:31); "Cruel, con furia y ardiente ira, para convertir en desolación la tierra y exterminar de ella a sus pecadores." (Is 13:9-10 NBLA). 

Como dijimos, no sabemos cuánto tiempo durarán estas señales en los cielos, lo que sí sabemos es que, "así como el relámpago que sale del oriente se ve hasta en el occidente, así será la venida del Hijo del hombre" (Mt 24:27 NVI).

** Con respecto a la lamentación de todas las tribus de la tierra (v.30), parece poco probable que esté hablando de la lamentación de los hijos de Israel profetizada por Zacarías; más bien se refiere al "lloro y crujir de dientes" de todos los incrédulos (gentiles y judíos), quienes, viendo al Señor venir en las nubes, sabrán que efectivamente Jesucristo es el Señor, al cual rechazaron mientras era tiempo, por lo cual ya no les queda más que recibir la paga por su pecado. Porque nadie podrá decir que no oyó hablar de la buena noticia de la salvación por la fe en Jesucristo; mas se negaron a escuchar. 

Con todo, aún es tiempo, porque el Señor sigue llamando, por medio de la predicación del Evangelio, a que se arrepientan y sean salvos de la ira de Dios. 

En cuanto a la lamentación de los hijos de Israel, se trata de un lloro de arrepentimiento y dolor, pero no de desesperanza. De hecho, podemos ver en la Escritura que los judíos comenzaron a manifestar tales sentimientos a partir del mismo día de Pentecostés, cuando Pedro, lleno del Espíritu, se dirigió a los hijos de Israel, que atónitos observaban a los discípulos hablar en lenguas extranjeras la Palabra de Dios, a fin de que comprendieran cómo en Jesús se habían cumplido las Escrituras sobre el Mesías que Jehová había prometido enviar, pero a quien ellos habían matado en una cruz; luego de oír lo cual, éstos "se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?", a lo que Pedro respondió: "Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hch 2:37-38). Hechos como éstos están sucediendo todos los díasjudíos que, al enfrentarse a la Verdad, quedan devastados al reconocer que dieron muerte al Hijo de Dios, entonces se arrepienten para salvación; y seguirán sucediendo, hasta que entre la plenitud de los gentiles, pues, Jehová prometió que el Redentor vendrá a los que de Jacob se volvieren de la iniquidad.

Recordemos que, luego que Israel rechazó una y otra vez la buena noticia de que Jesús era el Mesías, fueron endurecidos y desechados parcialmente, y entonces se comenzó a predicar el evangelio a los gentiles para que también fueran salvos. Ahora es tiempo para que los gentiles entren al reino, pero, mientras entra la plenitud de ellos, muchos hijos de Israel también están oyendo que en Jesús se cumplieron las profecías sobre el Mesías; y es así cómo todo Israel (el Israel de la promesa) será salvoLa exclusión del reino de los endurecidos hijos de Israel no permanecerá si ellos se arrepienten de su incredulidad, pues, si se humillan y buscan a Jesús el Mesías, también son sellados para vida eterna.


Que no nos Tome por Sorpresa

Jesús dijo que hay que aprender a discernir los tiempos, pues, del mismo modo en que, al ver la higuera con sus ramas tiernas y sus primeras hojas, sabemos que el verano está por llegar, cuando veamos el cumplimiento de todas estas cosas significa que la venida del Señor está cerca. Incluso, advirtió que "no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca", y que podrán desaparecer el cielo y la tierra, pero sus palabras no dejarán de cumplirse.  También dijo que "del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre", y que la venida del Hijo del Hombre será como en los tiempos de Noé, en que, antes del diluvio, todos estaban comiendo, bebiendo, casándose y dándose en casamiento, hasta cuando Noé entró al arca, "y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos", "así será también la venida del Hijo del Hombre", dijo el Señor. (24:32-39)

* La palabra generación debe entenderse como un grupo de personas que, habiendo nacido en un tiempo específico, comparten cosas en común, y se comportan de manera afín. 

El versículo que la RVR60 traduce: "no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca" (v.34), la Nueva Biblia Viva lo traduce: "Sólo entonces terminará esta era de maldad" (Mt 24:34 NBV); en otras palabras, el fin del mundo no llegará sin que todo lo que Jesús estaba anunciando se cumpla.

 

El Arrebatamiento

Entonces Jesús comenzó a decir: "estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada". Por tanto, advirtió: "Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor". Dijo que, si el padre de familia supiera que el ladrón va a venir, se mantendría despierto; así mismo, dijo: "ustedes deben estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen" (NVI). Como ejemplo, contó una historia sobre un siervo fiel, a quien su amo puso al cuidado de su casa durante su ausencia, para que se encargara de que sus sirvientes recibieran su alimento a tiempo. "Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así", dijo. Pero, continuó diciendo, si el siervo no es leal, y creyendo que el amo tarda mucho en volver, comienza a maltratar a los que estaban a su cuidado, y él mismo se entrega a una vida desenfrenada, cuando su amo llegue sin previo aviso, lo castigará severamente y le impondrá la condena que reciben los hipócritas. "Allí será el lloro y el crujir de dientes" sentenció el Señor(24:40-51)

En Mr 24:32, Jesús dice "Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre". Es decir, ni Jesús, en su humanidad, sabía cuándo será el fin de los tiempos. Por eso, el Señor nos manda velar; y no sólo debemos velar por que ese día no nos sorprenda, sino porque perseverando en hacer el bien, el fruto del Espíritu se desarrollará en nosotros, y cuando el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la amabilidad, la bondad, la fe, la mansedumbre, y el dominio propio están en nosotros, estamos completos, por tanto, no necesitamos entretenernos con los banales distractores que el mundo nos ofrece.

** Con respecto al arrebatamiento, Pablo, en sus epístolas a las iglesias de Corinto y Tesalónica, nos da una visión más detallada:

El Apóstol explicó que, debido a que "la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción(1Co 15:50), "no todos moriremos, pero todos seremos transformados" (1Co 15:51 NVI). Esto, dijo, ocurrirá "en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque final de la trompeta" (1Co 15:52 (NVI) (probablemente esté hablando de la séptima trompeta del Apocalipsis). Entonces Jesús vendrá en las nubes, con sus arcángeles, y "descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que aún vivamos y hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes, para recibir en el aire al Señor, y así estaremos con el Señor siempre" (1Ts 4:16-17 RVC). 


¡Sed Llenos del Espíritu Santo!

Jesús continuó diciendo que el reino de los cielos será semejante a la historia de las diez damas de honor que, tomando sus lámparas, salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran prudentes, y cinco eran insensatas; "las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas". El novio se demoró en regresar, entonces las jóvenes comenzaron a cabecear y a quedarse dormidas. A medianoche se oyó un clamor, anunciando que el prometido había llegado, y todas salieron a recibirle, pero las insensatas, al ver que sus lámparas se apagaban, pidieron aceite a las prudentes, pero éstas les dijeron que, si les daban, no tendrían suficiente para mantener sus propias lámparas encendidas, así que les dijeron que fueran a comprar. Mientras éstas iban a comprar, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas, y se cerró la puerta. "Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco". Jesús concluyó su parábola, diciendo: "Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir". (25:1-13)

* En las Escrituras, vemos que la prudencia es sinónimo de sabiduría, entendimiento, conocimiento, cordura. El hombre natural no posee ninguna de estas cualidades de manera correcta; al menos no con el verdadero significado que cada uno de estos atributos tiene en el reino de los cielos; por tanto, para llegar a ser prudentes, sabios, entendidos, tener juicio y conocimiento es necesario que el Espíritu Santo obre en el corazón del hombreConsecuentemente, el aceite de las lámparas podemos relacionarlo con ser llenos del Espíritu Santo, o crecer espiritualmente, lo que se hace evidente en el fruto de santificación que cada creyente desarrolla

La salvación no se puede perder, por tanto, las que quedaron fuera de la fiesta de bodas simbolizan a aquéllos que, aunque dicen creer, nunca han sido sellados con el Espíritu Santo, pues, una vez que se recibe el sello del Espíritu como garantía de salvaciónnada puede romperlo

Para entenderlo mejor, diremos que las vírgenes insensatas son como los que oyen la Palabra, la reciben, se sienten entusiasmados al principio, pero los afanes del mundo, las riquezas, las aflicciones, etc., los distraen; y como no dedican tiempo a buscar el reino de Dios y su justicia, quedan sin entendimiento, por tanto, no llegan a comprender que les sobran motivos para arrepentirse. Luego, al no haber arrepentimientoel Espíritu Santo no puede morar en ellos; y si el Espíritu no está en ellos, no son de Cristo, sino que siguen siendo hijos de las tinieblas, por lo cual siguen haciendo, sin incomodarse, las obras de las tinieblas. De hecho, un símbolo inequívoco de que la regeneración no se ha producido es cuando el pecado no incomoda. 

** En cambio, el verdadero cristiano aguarda con entusiasmo y temor reverente la segunda venida del Señor. Es una promesa que nos da gran esperanza, pero también nos hace estar alerta para no resbalarCuando un verdadero creyente, un hijo de Dios, peca, no tarda mucho en sentirse incómodo, y se arrepiente, porque el Espíritu Santo que mora dentro de él es el que lo constriñe para hacerlo volver al camino

La Palabra de Dios es espíritu; por eso, si queremos ser fuertes espiritualmente, debemos comerla a diario, y procurarla más que cualquier otra cosa en esta vida, porque es palabra viva. A través de ella el Espíritu Santo, que mora en cada creyente, va renovando nuestro entendimiento, y nos hace comprender la anchura, longitud, profundidad y altura del amor de Cristo que sobrepasa nuestro conocimiento, y nos llena de la plenitud de Dios.


Al que Tiene, se le Dará Más

También Jesús compara el reino de los cielos con un hombre que, yéndose lejos, entregó a sus siervos sus bienes para que los administraran.  A uno dio cinco talentos; a otro, dos; y a otro, uno, conforme a la capacidad de cada uno. El que recibió cinco, negoció y ganó cinco más; el que recibió dos, también ganó dos más; pero el que recibió uno, lo tomó, y lo escondió bajo tierra. Después de mucho tiempo, volvió su Señor, y quiso ver qué habían hecho con los talentos. El que recibió cinco, tenía cinco más, por tanto, fue felicitado por su Señor, quien le dijo: "Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor".  Lo mismo dijo a aquel que había ganado dos talentos sobre los dos recibidos. Llegando el turno del que había recibido un talento, éste le dijo: "Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo".  El señor se enojó, y le dijo que al menos debió darlo a los banqueros para haber recibido los intereses; así que hizo que le quitaran el único talento que tenía, y se lo diesen al que tenía diez, porque "al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado". El siervo inútil fue echado fuera a las tinieblas, donde será el lloro y crujir de dientes. (25:14-30)

* Cuando Jesús ascendió a la diestra del Padre, nos envió su Espíritu Santo por medio del cual repartió dones a los miembros de la iglesia, con el fin de perfeccionar a los santos para llevar a cabo la obra de Dios, y así edificar la casa de Dios en la tierra, la iglesia, el cuerpo de Cristo. "Ese proceso continuará hasta que todos alcancemos tal unidad en nuestra fe y conocimiento del Hijo de Dios, que seamos maduros en el Señor, es decir, hasta que lleguemos a la plena y completa medida de Cristo" (Ef 4:13 NTV), el primogénito de la creación. Cada miembro de la iglesia es un importante eslabón en la cadena de formación y crecimiento de los hijos de Dios, y sólo trabajando unidos, unos por otros, según el don que cada uno ha recibido, lograremos crecer como un solo cuerpo, "así dejaremos de ser como niños que cambian de creencias cada vez que alguien les dice algo diferente o logra astutamente que sus mentiras parezcan verdades. Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos y cada vez seremos más semejantes en todo a Cristo, que es nuestra Cabeza" (Ef 4:14-15 NBV). 

Cuando el Señor nos dio nueva vida, todos los creyentes recibimos dones para el perfecto funcionamiento del cuerpo de Cristo, y es nuestro deber ponerlos al servicio de la edificación de la iglesiano quedarnos con ellos como si fueran sólo para beneficio personal, sino ministrarlo con amor, para que cumpla el objetivo por el cual lo recibimosQuizá estimamos que nuestro don es muy insignificante, sin embargo, todo don es importante para el buen funcionamiento de todo el cuerpo. Haciendo esto, estamos dando gloria al Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Dijo el Señor que al que tiene, se le dará más, si lo administra correctamente (v.29). No menospreciemos lo que podemos hacer con nuestros dones. Cuando Pablo dijo que procuremos los dones mejores, probablemente, quiso decir que, en la medida que hagamos buen uso del don que nos fue dado, seguiremos recibiendo más gracia para administrar otros dones que parecen de mayor relevancia.


El Juicio

Jesús continuó diciendo a sus discípulos que, "cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él", se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones, y apartará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. A las ovejas las pondrá a su derecha, y a los cabritos a su izquierda. Entonces el rey dirá a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo", y les dirá: "Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí". Y los justos se preguntarán cuándo hicieron todo aquello por el Señor, y el Rey les dirá: "De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis". Luego, dirigiéndose a los de su izquierda, les dirá: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles", y argumentará: "Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis". Y los impíos preguntarán, ¿cuándo no te servimos?; y el rey responderá: "De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis". Estos últimos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna. (25:31-46)

* Los hijos del reino no estamos en la tierra para juzgar, ni para rechazar a nadie, porque si lo hacemos, estamos rechazando a Jesús. El Señor dijo que no debemos menospreciar a los pequeños, "Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido" (Mt 18:11), y, después de su resurrección, "nos ha encomendado a nosotros la palabra de la reconciliaciónPor tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros, en nombre de Cristo les rogamos: ¡Reconcíliense con Dios!" (2Co 5:19-20 NBLA). Como ya hemos dicho, Jesús llama "pequeños" a los más necesitados; entre ellos, las personas que son nuevas en la fe, porque, al tener poco conocimiento, pueden ser fácilmente desviadas del camino; también se considera pequeños a los adictos, los rechazados y condenados por la sociedad; los despojados, los pobres, los enfermos, etc. Todos ellos, sin excepción, necesitan oír y conocer en profundidad el Evangelio de la salvación

** Jesús compara el día del juicio con el ejercicio que hace un pastor de separar las ovejas de los cabritos (vv.31-33). A las primeras las pondrá a su derecha, y a los otros, a su izquierda. A las ovejas dirá: ""Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo" (v.34); en cambio, a los cabritos, dirá: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles" (v.41).

Al respecto, en el capítulo 34 de Ezequiel, donde Jehová anuncia castigo a los pastores que abusan de las ovejas, según la versión Dios Habla Hoy (DHH), también hace diferencia entre ovejas y cabritos, y dedica algunas palabras a estos últimos, diciendo: "Yo, el Señor, digo: Escuchen, ovejas mías: Voy a hacer justicia entre los corderos y los cabritos. ¿No les basta con comerse el mejor pasto, sino que tienen que pisotear el que queda? Beben el agua clara, y la demás la enturbian con las patas. Y mis ovejas tienen que comer el pasto que ustedes han pisoteado y beber el agua que ustedes han enturbiado. Por eso yo, el Señor, les digo: Voy a hacer justicia entre las ovejas gordas y las flacas. Ustedes han alejado a empujones a las débiles, las han atacado a cornadas y las han hecho huir. Pero yo voy a salvar a mis ovejas. No dejaré que las sigan robando. Voy a hacer justicia entre las ovejas" (Ez 34:17-22 DHH).

*** En una ocasión, alguien me preguntó: ¿qué va a pasar con aquellos que nunca oyeron el evangelio? (como podría ser el caso de tribus que viven en condiciones muy primitivas, escondidas en medio de la nada, o esos pueblos cuyas autoridades les restringen absolutamente qué deben ver u oír), ¿se perderán sus almas por no haber estado expuestos a la Palabra de Dios? 

Lo primero que podemos decir es que, si Jesús dijo que, antes del fin, el evangelio será predicado en todas partes del mundo, así será, porque para Dios nada es imposible. Con todo, en el caso de que alguien no reciba la buena noticia (la promesa es que será predicado "en todo el mundo", no "a cada individuo"), esa persona será juzgada igual que aquéllos que perecieron antes de que Jesucristo se convirtiera en nuestro único Salvador, de lo cual nos da testimonio el capítulo 11 de la carta a los Hebreos: es decir, serán juzgados por su fe.

El argumento para que afirmemos esto, lo da el Apóstol Pablo, quien enseña que, "cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres" (Ro 2:14-16). Si a estas palabras agregamos las dichas por el mismo Apóstol, en el sentido de que, "lo que se puede conocer de Dios, ellos lo conocen, pues Dios mismo se los ha revelado", pues, "desde que el mundo fue creado, la humanidad ha contemplado toda la creación que le muestra el eterno poder de Dios y el hecho de que él es verdaderamente Dios". "Así, lo invisible de Dios se deja ver por medio de la creación visible, por lo que nadie podrá excusarse diciendo que no sabía si Dios existía o no" (Ro 1:19-21 NBV). En otras palabras, aquéllos que, contemplando la creación, y todo lo que sus ojos puedan ver, creen que es la obra de un Dios Todopoderoso, y no lo atribuyen a falsos ídolos, y además, por reverencia y temor a ese Dios, hacen por naturaleza lo que es conforme a la Voluntad perfecta del Creador, serán salvos, porque su fe en el Dios Omnipotente les hace andar en temor y reverencia, de acuerdo a lo que la ley escrita en sus corazones les dicta. 

Distinto será para aquellos que, habiendo oído el evangelio, lo rechazan, porque aman más las tinieblas que la luz, y no quieren venir a Jesús para que sus obras no sean cuestionadas. 

**** En los capítulos 24 y 25, que estamos estudiando, Jesús no ha mencionado la palabra "resurrección", sin embargo, por las palabras de Pablo en su epístola a los de Tesalónica, sabemos que los que serán arrebatados al cielo no precederán a los que resucitarán de la muerte; es decir, primero será la resurrección, y luego el arrebatamiento. En cuanto a la resurrección, la profecía de Daniel dice que, "muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua" (Dn 12:2). Por su parte, según el evangelio de Juan, Jesús dijo que "todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación" (Jn 5:28-29). Es decir que habrá resurrección de todos los muertos, pero sólo los que murieron teniendo fe, lo harán para vida eterna, y ascenderán a la nube, donde está Cristo llamando; en cambio, los que rechazaron creer, irán a condenación perpetua. 

Poniendo todos los argumentos sobre la mesa: lo que dice Jesús en los versículos que estamos estudiando; las palabras del apóstol Pablo sobre el tema; la profecía de Daniel, y lo dicho por Jesús en el evangelio según san Juan, entendemos que la secuencia de estos eventos sería: primero, desde las nubessentado en su trono de gloria, el Señor hará oír su voz a los que están en los sepulcros, para resurrección; y apartará las ovejas de los cabritos; luego, llamará a sus escogidos que resucitaron en cuerpos de gloria, a reunirse con Él en el cielo, y enviará al resto (los cabritos) a condenación eterna. Luego, los que hayan quedado sin haber probado la muerte, serán arrebatados y transformados sus cuerpos en cuerpos celestiales, mientras ascienden a reunirse con Cristo. Es interesante que Daniel, cuando habla de la resurrección, dice que los escogidos, a los que llama "los sabios", "resplandecerán con el brillo del cielo; los que guían a muchos en el camino de la justicia brillarán como las estrellas por toda la eternidad" (Dn 12:3 NVI). Es maravilloso imaginar cómo será ver esas resplandecientes luminarias ascendiendo a reunirse con su Señor en el cielo.

En cuanto al juicio sobre los que no fueron sacados de la tierra, el primer evento será el derramamiento de las siete copas de la ira de Dios. Éstos, a pesar del gran tormento que recibirán al derramarse las copas, dice la Escritura que no se arrepentirán de su pecado, y continuarán blasfemando el Nombre de Dios. En medio de este atroz escenario, bajo el gobierno de la bestia, engañados por un falso profeta, se organizarán para pelear contra el Cordero, quien vendrá con sus miríadas de ángeles para herir a las naciones, y pisar el lagar del vino del furor de la ira de Dios sobre los inicuos. Esa batalla final será ganada por el Cordero, quien los vencerá con la espada que sale de su boca (la Palabra de Dios), y serán echados al lago de fuego que arde con azufre, donde padecerán tormento eterno. 

Así será el fin, la destrucción total del mundo como lo conocemos hoy; un día en que "los cielos desaparecerán con un estruendo espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego; y la tierra, con todo lo que hay en ella, será quemada" (2Pe 3:10 NVI). Entonces será el comienzo de la vida nueva, donde habrá "un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, lo mismo que el mar" (Ap 21:1), y se verá descender desde el cielo, la ciudad santa, la nueva Jerusalén, la esposa del Cordero, "procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido" (Ap 21:2 NVI), teniendo la gloria de Dios; y se oirá una potente voz decir: «¡Aquí, entre los seres humanos, está el santuario de Dios! Él habitará en medio de ellos y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Él enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte ni llanto, tampoco lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir», (Ap 21:3-4 NVI). Entonces Dios será todo en todos. 


EXHORTACIÓN FINAL:


Esto es cosa de vida o muerte eterna, por eso, tú que lees, detente unos segundos, porque este mensaje es para ti

Si Cristo aún no está en tu corazón, no pierdas más el tiempo, y aprovecha la oportunidad que Jesucristo te está dando; pídele, en arrepentimiento y fe, que perdone tus pecados, y dile que lo reconoces como Señor de tu vida, y Él enviará Su Espíritu a morar en tu corazón, sellándote para vida eterna, porque Él no rechaza al que lo reconoce como su Salvador.

"La noche está muy avanzada y ya se acerca el día
Por eso, dejemos a un lado las obras de la oscuridad y pongámonos la armadura de la luz
Vivamos decentemente, como a la luz del día, no en orgías y borracheras, 
ni en inmoralidad sexual y libertinaje, ni en desacuerdos y envidias. 
Más bien, revístanse ustedes del Señor Jesucristo 
y no se preocupen por satisfacer los deseos de la carne.
(Ro 13:12-14 NVI)

¡Maranata!, el Señor viene.