sábado, 2 de enero de 2021

El Día en que Cristo Hizo Expiación - Estudio de MATEO XIII - (Mt 27:32-66; 28)

(Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos estudiados (identificados al pie de cada párrafo); los textos en cursiva son los comentarios hechos por mí respecto de esos textos. Para ir al link de respaldo bíblico o de apoyo, hacer click en los enlaces.)


[Ir al principio: Mateo Parte I]


CAMINO AL ALTAR DE SACRIFICIO


Cuando iban hacia el lugar de la crucifixión, los soldados obligaron a un hombre llamado Simón, procedente de Cirene, a que llevase la cruz detrás del Señor; y cuando llegaron a Gólgota, que quiere decir "Lugar de la Calavera", dieron de beber a Jesús vinagre mezclado con hiel, quien, luego de probarlo, lo rechazó. Los que lo crucificaron, tomaron sus ropas, y echaron suerte sobre ellas para repartírselas, cumpliéndose así la profecía de David, que dice: "Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes". Luego, pusieron en la cruz, sobre su cabeza, un letrero que decía: "Éste es Jesús, el Rey de los Judíos". Junto a Jesús, crucificaron a dos ladrones, uno a la derecha y el otro, a la izquierda. Todos los que pasaban por ahí, meneaban la cabeza e injuriaban, diciendo: "Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz". Incluso los líderes judíos se burlaban, diciendo: "A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él. Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios". Aun los malhechores crucificados a su lado le injuriaban. (27:32-44)

En su versión de estos hechos, Juan no menciona a Simón de Cirene, sólo dice que Jesús "cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera". No está contradiciendo a los otros tres evangelistas (Mateo, Marcos y Lucas), sino que complementa la información. Lo que podemos inferir es que Jesús, efectivamente, salió hacia el Gólgota cargando su cruz, pero, dada su condición física, tras las duras torturas a que fue sometido, probablemente ya no tenía las fuerzas para completar el trayecto. Los soldados, viendo que esto atrasaba la procesión, y hacía que más y más personas se aglomeraran, quitaron la cruz de encima de Jesús, y la cargaron  sobre los hombros de Simón, que estaba presenciando todo esto.

** Es impresionante la cantidad de profecías que se iban cumpliendo en la medida que se acercaba el final del ministerio terrenal de Jesús: "Me pusieron además hiel por comida, y en mi sed me dieron a beber vinagre" (Sal 69:21); "Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes" (Sal 22:18); "fue contado con los pecadores" (Is 53:12); "Todos los que me ven me escarnecen; estiran la boca, menean la cabeza, diciendo: Se encomendó a Jehová; líbrele él; sálvele, puesto que en él se complacía" (Sal 22:7-8); "Yo he sido para ellos objeto de oprobio; me miraban, y burlándose meneaban su cabeza" (Sal 109:25). 


EL SACRIFICIO DEL CORDERO DE DIOS

Desde el mediodía hasta las tres de la tarde las tinieblas cubrieron toda la tierra. Alrededor de las tres, Jesús clamó con voz fuerte: "Elí, Elí, ¿lama sabactani?", lo que se traduce como "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?". Algunos pensaron que llamaba a Elías. En ese momento, uno de los que estaban allí, corrió, tomó una esponja, y la empapó de vinagre y, poniéndola en la caña, le dio de beber, mientras los otros se mofaban diciendo: "Deja, veamos si viene Elías a librarle".  Fue entonces que Jesús, luego de dar un grito desgarrador, entregó el espíritu. (27:45-50)

* Hay grupos religiosos que, al no comprender los motivos que impidieron que Dios permaneciera en comunión con el Hijo sufriente en la cruz, intentan "hacer una defensa" de Dios, y acomodan las Escrituras, argumentando que habría un error de traducción, porque Dios jamás habría abandonado al Hijo. Al respecto, lo primero que hay que decir es que Dios no necesita abogados y, lo segundo es que hay que aceptar que las Escrituras, por muy duras que nos parezcan a veces, dicen lo que quieren decir. Con todo, bien vale preguntarnos ¿Por qué Jesús se sintió desamparado?  Para entender, vayamos a las Escrituras.

Las Palabras que pronunció el Hijo de Dios en la cruz son proféticas, y las encontramos en el Sal 22:1 "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?". 

Uno de los atributos de Dios más mencionados en las Escrituras es su Santidad. Cuando Adán y Eva desobedecieron el mandato del Señor, el pecado entró en ellos separándolos del Creador, porque la sublime santidad de Dios es incompatible con el pecado. En el caso de Jesús, Él sintió la separación de su Padre no porque hubiera hecho algo contra Dios, o porque a Dios no le importara, sino porque en ese momento el Hijo del Hombre estaba cargando sobre sí los pecados de toda la humanidad, y esa carga inmunda provocó la interrupción de la preciosa comunión que siempre había existido entre el Santo Dios y su Hijo.

Pero todo ocurrió según el plan de redención que Jehová preparó desde el principio, lo que se puede confirmar al examinar todas las ceremonias que Dios había mandado celebrar a Israel, para enseñarles sobre purificación y expiación de pecados por medio de la sangre de animales puros, las cuales apuntaban a este preciso momento, en que el perfecto Cordero provisto por YHWH estaba siendo sacrificado para expiar los pecados del mundo. El justo Hijo de Dios estaba protagonizando en su humanidad todo el rito que año tras año se celebraba en Israel; fiesta conocida como el "día de la expiación", cumpliendo tanto el papel del macho cabrío, cuya sangre purifica los pecados del pueblo, como el papel del macho cabrío escogido para cargar sobre sí los pecados de los hijos de Israel, y llevarlos lejos, a lugar inhabitado, sólo que esta vez iba a ser el cumplimiento definitivo de esos sacrificios, porque Jesús se ofrendó a fin de purificar de una vez y para siempre a un pueblo dispuesto a servir a Dios en la hermosura de la santidad. Ya no se necesitan más sacrificios para ser purificados; sólo basta creer en lo que Jesús hizo por nosotros.


ENTRADA AL LUGAR SANTÍSIMO

En cuanto Jesús exhaló su último aliento, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, y las rocas se partieron. Se abrieron los sepulcros, y los cuerpos de muchos santos que habían fallecido se levantaron después de la resurrección de Jesús, y fueron hasta la santa ciudad, y muchos los vieron. El centurión y los hombres que quedaron a cargo de custodiar el cuerpo de Jesús, luego de presenciar el terremoto y todo lo ocurrido, sintiendo gran temor, comentaban entre sí: "Verdaderamente éste era Hijo de Dios". A lo lejos, había un grupo de mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle, que contemplaban todo lo que ocurría. Entre ellas, estaban María de Magdala, María  la madre de Jacobo y de José (esposa de Cleofás), y la madre de los hijos de Zebedeo. (27:51-56)

* Luego de que hizo expiación por los pecados del pueblo, ofrendándose como el perfecto Cordero de Dios, y habiendo sido nombrado Sumo Sacerdote eterno según el orden de Melquisedec, Jesucristo hizo entrada al Lugar Santísimo, no con la sangre de animales, como lo habían venido haciendo año tras año los sumo sacerdotes el día del perdón, sino con su propia sangre, con la que aseguraba de forma definitiva la redención de los llamados, para que pudieran recibir la promesa de la herencia eterna. El velo del templo rasgado en dos era señal de que Jesús había abierto el camino que nos permite la entrada al Lugar Santísimo, que es el cielo, cuyo ingreso había quedado prohibido al ser humano después que éste se rebeló contra Dios en el huerto de Edén. Ahora podemos decir que, a la diestra de Dios, está sentado un hombre con un cuerpo glorificado; el Primogénito de la creación, único mediador entre Dios y los hombres.

** La ofrenda por el pecado ya había sido sacrificada, y la sangre para purificación, que ponía en vigencia el nuevo Pacto prometido por medio de los profetas, había sido derramada, lo que significaba que se estaba dando inicio a la era de la salvación por Gracia, es decir, que Dios salva por fe, no por obras, para que nadie piense que se lo merece, cayendo en pecado de orgullo, sino que  es un regalo del Señor. "Salvo por gracia" significa que, para ser salvado y tener vida eterna, Dios dispuso que sólo basta con creer la buena noticia de que Jesús murió por nosotros; arrepentirse de haber vivido toda la vida en rebelión contra Dios; y ofrendarse como sacrificio vivo para obedecer al Señorío de Jesucristo.

  

LA SEPULTURA


Cuando el día terminaba, antes de iniciar la preparación del día de reposo, vino hasta Pilato un hombre rico, procedente de Arimatea, llamado José, que se había convertido en discípulo de Jesús, para solicitar el cuerpo del Señor, a fin de darle sepultura, a lo cual el procurador accedió. Entonces, José envolvió el cuerpo en una sábana limpia, y lo puso en una tumba recién labrada en la roca, la cual cerró con una gran piedra que hizo rodar en la entrada, luego de lo cual se fue. Sentadas frente a la tumba, María Magdalena y la otra mujer de nombre María observaban todo esto. (27:57-61)

Al día siguiente, después de la preparación del Shabat, los principales sacerdotes y fariseos fueron hasta Pilato, para pedirle que asegurara el sepulcro de Jesús hasta el tercer día, pues, antes de morir, él había dicho que al tercer día iba a resucitar, de ese modo, evitarían que sus discípulos robaran el cuerpo, e intentaran hacer creer a la gente que Jesús resucitó. Pilato puso a disposición de los líderes una guardia, y les dijo que hicieran como estimaran mejor. Así que los líderes judíos fueron hasta el sepulcro, sellaron la entrada, y dejaron la guardia custodiando el lugar. (27:62-66)


LA RESURRECCIÓN


Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana [es domingo para los judíos], vinieron María Magdalena y la otra mujer llamada María, a ver el sepulcro. Entonces se produjo un gran terremoto,  porque un ángel del Señor descendió del cielo, y removió la piedra haciéndola rodar, y luego se sentó sobre ella. El ángel tenía el aspecto de un relámpago, y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Los guardias quedaron paralizados de miedo al verlo. El ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: "No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor". Luego les dijo que fueran a contarles a los discípulos que Jesús había resucitado de los muertos, y que fueran hasta Galilea para encontrarse con Él. Ellas corrieron a hacer lo que el ángel les había mandado, y cuando iban por el camino, se les apareció Jesús, quien les dijo: "¡Salve!". Entonces ellas se acercaron, abrazaron sus pies, y le adoraron. Jesús les dijo: "No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán". (28:1-10)

* Para los hebreos, cada día comienza al anochecer del día que le precede. Jesús fue apresado cuando iniciaba el viernes (últimas horas del jueves para los no judíos), y fue crucificado al rededor del mediodía de ese mismo día viernes. Ése es el día primero de la muerte del Hijo de Dios. Al anochecer de lo que para nosotros seguía siendo el viernes, para los judíos era el comienzo del sábado, el shabat, por tanto, no podían hacer ningún trabajo desde que la luz del día terminaba el viernes hasta el atardecer del sábado, porque era el día de reposo. El sábado fue el segundo día después de la muerte del Hijo de Dios. Cuando llegó el anochecer de ese día, comenzó el tercer día, es decir, el domingo, y ese tercer día (domingo), que es el primer día de la semana para los judíos, Jesús resucitó.


INTENTOS POR OCULTAR EL MÁS GRANDE MILAGRO

Mientras ellas iban a darles las buenas nuevas a los discípulos, algunos de la guardia fueron a avisar a los líderes judíos todo lo sucedido, pero éstos compraron su silencio, y les hicieron decir a los romanos que el cuerpo de Jesús había sido robado en la noche, mientras dormían. Además, los sacerdotes se comprometieron a dar testimonio a favor de ellos ante el gobernador, en caso de que éste se enterara, garantizándoles que no iban a ser castigados.  (28:11-15)

* A pesar de todas las estrategias de los líderes judíos, el maravilloso milagro de la resurrección de Jesús no pudo ser ocultado ni negado, porque no sólo las mujeres que fueron hasta la tumba y los once discípulos más íntimos de Jesús lo vieron resucitado, sino que hay testimonio en las Escrituras de que se apareció a otros dos discípulos camino de Emaús; también a su hermano Jacobo (Santiago), y a unos quinientos discípulos que estaban reunidos, y por último, cuando la persecución a los discípulos del Señor se había convertido en una pesadilla para ellos, se le apareció al líder de los perseguidores, Saulo de Tarso, quien fue apabullado ante la visión del Señor, al punto de convertirse de perseguidor de cristianos a evangelizador, cambiando su nombre a Pablo, uno de los más importantes apóstoles del cristianismo, autor de, por lo menos, trece de las epístolas que forman el Nuevo Testamento. 

Al respecto, sabias fueron las palabras del maestro fariseo Gamaliel, quien, dirigiéndose a los líderes judíos, que buscaban formas de acabar con la creciente fuerza que tomaba el movimiento de los seguidores de Jesucristo, les aconsejó: "Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá; mas si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios".

 

LA VERDAD DEBE SER ANUNCIADA

Los once discípulos fueron hasta Galilea, al monte señalado y, cuando vieron a Jesús, le adoraron, a pesar de que algunos habían dudado. Jesús se les acercó, y les dijo: "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén." (28:16-20)

* La versión RVR dice: "cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban", lo cual puede conducir al error de pensar que algunos discípulos no estaban convencidos de que aquel hombre era efectivamente Jesús resucitado. Lo que Mateo quiso decir se aclara al leer las versiones de los hechos relatadas por los otros evangelistas: Marcos dice que, cuando Jesús se les apareció, "les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado". Por su parte, Lucas lo relata así: "Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer?".

Como hemos dicho antes, todas las dudas sobre lo que está escrito en la Biblia, las mismas Escrituras se encargan de aclararlas. Entre las dudas a que se refiere Mateo, probablemente están las previamente manifestadas por Tomás, quien no se convenció de la resurrección del Señor hasta que tocó sus heridas, luego de lo cual, él mismo le adoró, llamándolo "¡Señor mío, y Dios mío!". Asimismo, del relato de Lucas, entendemos que, cuando Jesús se les apareció, no pensaron que era Él resucitado, sino su fantasma, por lo cual, Jesús les pidió que lo tocaran, para que se convencieran que era de carne y hueso.  Además, los discípulos estaban tan felices e impresionados de verlo, que no daban crédito a lo que sus ojos estaban contemplando, pero Jesús mismo les probó que había resucitado, pidiéndoles algo para comer. 

Por último, nos quedamos con las palabras que Jesús refirió al escéptico Tomás, y que están dirigidas a todas las generaciones posteriores: "no seas incrédulo, sino creyente"; "bienaventurados los que no vieron, y creyeron" (Jn 20:27, 29).

 ** En cuanto a lo que se conoce como "la gran comisión", se trata del mandato que Jesús dejó a los creyentes, de continuar la tarea que Dios inició estando en Jesús, de reconciliar consigo al mundo, perdonando nuestros pecados, a fin de restaurar la comunión que se rompió en el Edén. Antes de ascender a la diestra de la Majestad, Jesús nos encomendó llamar a los extraviados hablándoles la Verdad, para que se arrepientan de sus pecados, y se vuelvan a Dios, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, de modo que puedan disfrutar de las promesas de vida eterna en el paraíso. Cada uno de los renacidos en Cristo es un embajador, representante de Jesucristo en el mundo, para llevar las buenas nuevas de salvación por gracia

Muchos creyentes se excusan de que no tienen facilidad de palabra, sin embargo, no sólo se trata de predicar, sino de andar como Jesús anduvo, de modo que el Nombre de nuestro Dios y de su Hijo sea glorificado, y el mundo reconozca, sin mediar palabra, que somos cristianos, hijos del Altísimo. A veces las acciones convencen más que las palabras. 


COMENTARIOS FINALES 


 I.    La Autoridad de Jesucristo y la Redención Final

Cada vez que escudriño un libro de la Biblia, (ya tengo un estudio preliminar de cada uno de los libros del Nuevo Testamento, que también espero publicar en este blog. Así como también inicié un estudio en los libros del Antiguo Testamento), lo hago con la convicción de que las Escrituras son como un gran puzle que no puede ser resuelto trabajando con una sola pieza. Se necesita tener todas las piezas a la vista, de manera de armar el cuadro completo. Si nos dedicamos a estudiar un libro separado de los demás, vamos a tener una visión sesgada de la Verdad, y las conclusiones a las que arribaremos no serán correctas. No podemos, por ejemplo, tratar de entender Apocalipsis, sin tener a la vista 2 Tesalonicenses 2, Mateo 24 y 25, 1 Co 15 o las profecías del Antiguo Testamento, por citar algunos. 

Al estudiar el Evangelio según San Mateo he seguido la misma regla, y cada comentario fue hecho teniendo a la vista el mayor número de textos bíblicos referidos al tema analizado, y, en los casos más complejos, consultando distintas traducciones (RVR60, NBLA, NTV, RVA-2015, NVI, y LXX ó Septuaginta son las que uso habitualmente). Por tanto, considerando que muchas veces no coincido con otros comentaristas, sostendré lo que aquí está escrito, a menos que la misma Palabra me convenza de algo distinto.

Algunas de esas diferencias se evidencian en cómo entendemos la autoridad de Jesús en relación a Dios, así como la secuencia de los eventos escatológicos, (lo que consta en el estudio de los capítulos 24 y 25 de Mateo). 

En lo que se refiere a la autoridad de Jesús, aunque es evidente en las Escrituras que Jesús es Dios sobre todas las cosas, también queda claro que Dios es la cabeza de Cristo. Antes de ascender para sentarse a la diestra del Padre, Jesús dijo que había sido investido de toda autoridad en los cielos y en la tierraTodos conocemos la historia de José, hijo de Jacob, a quien faraón exaltó sobre toda la tierra de Egipto, y lo puso como la máxima autoridad, diciendo: "Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú". A mi parecer, ésa es la forma correcta de entender la autoridad del Señor. Jehová no abdicó para entregar su reinado al Hijo, porque lo cierto es que Dios siempre ha estado en su trono, pero ahora reina por medio de su Hijo, el Verbo Divino, quien está sentado a su diestra como único mediador entre Dios y las criaturas, porque es el Hijo del Hombre, el primogénito de los muertos y soberano de los reyes de la tierra.

Dicen las Escrituras que Dios se propuso "reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra" (Ef 1:9-11). Es decir, Dios dispuso que todo debe quedar sujeto al dominio del Hijo del Hombre, quien reinará hasta que haya destruido a todos sus enemigos (todo dominio, autoridad y potencia), y que el último enemigo que será destruido es la muerte. No obstante, Pablo, quien escribe sobre esto, aclara que el único que no quedará sujeto a Jesucristo es el Dios y Padre  

Con todo, hay cosas del Espíritu Divino que a nuestra mente finita le cuesta procesar, y una de esas es que, aun siendo el Padre mayor que el Hijo, el Padre y el Hijo son Uno.

En cuanto a la forma en que Pablo se refiere al reinado de Cristo, podemos desprender que es un reinado que está en curso en el tiempo que transcurre entre la primera y segunda venida del Señor. Lo anterior, se deduce de la expresión usada por el Apóstol: "preciso es que él reine hasta…", lo que, además, sugiere que se trata de un reinado por un tiempo limitado, sin embargo, sabemos que al Mesías le fue dado dominio, gloria y reino y que su "dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido". 

Lo que parece una contradicción sería simplemente Pablo refiriéndose al reino de los mil años, (que no serían mil años como nosotros los contamos, pues, para el Señor un día son como mil años), en que Jesucristo reina junto a sus santos, señalados en Apocalipsis como los que tienen "parte en la primera resurrección" (Ap 20:6), la cual estaría haciendo referencia al renacimiento espiritual, pues, dicen las Escrituras que, junto con "resucitarnos", (está hablando del nuevo nacimiento), Cristo nos hizo sentar con Él en los lugares celestiales (Él es cabeza de la iglesia, por tanto, nosotros, como su cuerpo, estamos unidos a Él). Este reinado permanecerá hasta que todos los reinos del mundo queden sujetos a nuestro Señor Jesucristo. 

Dice la profecía de Apocalipsis que el sonido de la séptima trompeta indicará que "los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos" (Ap 11:15). Por su parte, Pablo dice que, cuando suene la última trompeta (sería la séptima trompeta de que habla el Apocalipsis) Jesús sacará su iglesia del mundo, resucitando a los muertos en Cristo, y transformando los cuerpos corruptibles de los que viven en Cristo, en cuerpos de gloria, lo que será señal de que se ha destruido al último enemigo: la muerte 

Concluimos entonces, que los mil años se cumplirían cuando la iglesia sea sacada del mundo, (la iglesia sería la entidad que detiene en este tiempo el avance del misterio de la iniquidad, por la influencia del Espíritu Santo en ella). Cuando salga la iglesia, Satanás será libre para hacer y deshacer. Entonces, se derramarán las copas de la ira sobre los condenados, pero ninguno mostrará arrepentimiento. Será el tiempo en que se manifestará el inicuo, quien obrará con el poder de Satanás, y engañará con señales y prodigios mentirosos a los que queden, que son los que no recibieron el amor de la Verdad para ser salvos (2 Ts 2:10), y los organizará para pelear contra el Cordero, quien vendrá con sus ejércitos celestiales, y los destruirá con el resplandor de su venida y la espada de su bocaEntonces comenzará el reinado eterno, cuando Jesús mismo se sujete a Dios, y Dios sea todo en todos. 


II.   Conclusión


Estos comentarios que hoy concluyo, expuestos en trece capítulos, son el fruto de un irresistible y placentero anhelo de indagar en los tesoros escondidos en la Palabra de Dios, empezando por el Evangelio según San Mateo, de cuyas profundidades, al escudriñarlo a la luz del del resto de las Escrituras, he extraído una riqueza que no esperaba encontrar.
 
He tenido cuidado de respaldar todas mis afirmaciones con los versículos extraídos de los libros de la Biblia, a los cuales se accede clickeando en los enlaces que están en el mismo texto. Asimismo, me he cuidado de no usar afirmaciones en aquellas situaciones en las que no hay total claridad, o en las que difiero de las conclusiones a las que estudiosos con mayor experiencia han arribado. Cuando eso ha sucedido, he optado por escribir mis comentarios usando expresiones en tono condicional como "es probable que", o "podría ser que", entre otras; porque no quisiera ser rebelde a lo que los más connotados estudiosos han afirmado, pero tampoco quiero ser complaciente con lo que afirma la tradición y, por respeto a mi convicción de que la principal fuente de información es la Palabra escrita por hombres inspirados por Dios, no voy a dejar de expresar lo que me resulta evidente al ahondar en el libro Sagrado. 
 
Estudiar las Escrituras es responsabilidad de cada creyente. Si no nos ocupamos en hacerlo, sólo estaremos repitiendo lo que otros concluyeron, y no siempre será la verdad. Al final, estaremos llenándonos de interpretaciones erradas que, por haber sido repetidas por un predicador tras otro, han causado que malas versiones sobre ciertos temas complejos hayan terminado siendo aceptadas como verdaderas. 
 
Mi oración es para que este estudio sea una contribución que estimule a otros a dejar la pasividad, y comiencen a estudiar las Escrituras, para que conozcan la Verdad Divina, porque si bien es cierto que el crecimiento espiritual lo da Dios, nadie va a crecer si no come diariamente del alimento que Él mismo Padre proveyó: su Palabra.

¡¡Maranata!!



(Continuar con Estudio del Evangelio Según San Marcos)


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