miércoles, 17 de junio de 2020

Los Misterios del Reino de Dios - Estudio de MATEO VII) - (Mt 13 y 14)

(Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos estudiados (identificados al pie de cada párrafo); los textos en cursiva son los comentarios hechos por mí respecto de esos textos. Para ir al link de respaldo bíblico o de apoyo, hacer click en los enlaces.)

[Empezar en Mateo Primera Parte]



EL REINO DE LOS CIELOS EN PARÁBOLAS


Parábola del Sembrador


Jesús vino junto al mar, y mucha gente llegó a la playa, entonces, entrando en la barca, Jesús les comenzó a hablar muchas cosas en parábolas: Contó que el sembrador salió a sembrar, y parte de la semilla cayó junto al camino, y vinieron las aves y la comieron; parte, en pedregales, donde no había mucha tierra, y brotó pronto, porque no tenía profundidad la tierra, pero al salir el sol, la quemó, porque no tenía raíz, y se secó; y parte cayó entre espinos, y los espinos crecieron y ahogaron la semilla; pero parte cayó en buena tierra y dio fruto en abundancia. Dijo Jesús: "El que tiene oídos para oír, oiga". (13:1-9)

* Una parábola es un recurso por medio del cual se narra una historia cotidiana, en la cual se esconde una enseñanza. En el caso de las parábolas que Jesús narraba, escondían misterios sobre el Reino espiritual, que sólo pueden discernirse espiritualmente.  

Entonces, ¿quiénes son los que tienen oídos para oír? La capacidad auditiva del hombre natural no es suficiente para comprender los misterios del reino de los cielos. Para poder entender las cosas espirituales, es necesario nacer espiritualmente, porque sólo por el Espíritu se pueden discernir las cosas que son del Espíritu

** Jehová, por medio de Ezequiel, dijo que cambiaría nuestro corazón de piedra por uno de carne, a fin de que andemos según su Voluntad. Si interpretamos bien sus palabras, diremos que, recibir la Palabra no depende de nosotros, sino del cambio que Jehová produjo en el corazón de los que escogió desde la fundación del mundo para llamarlos al arrepentimiento. Pero este cambio no se produce antes de ser expuestos a la Palabra, sino simultáneo con oír la Palabra. En su carta a los tesalonicenses, Pablo da gracias a Dios, por.... "que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio". Es decir, la predicación del evangelio es el medio por el cual Jehová llama.

Los discípulos preguntaron a Jesús por qué hablaba en parábolas, y Él respondió que sólo a sus discípulos les es dado saber los misterios del reino de los cielos. El resto no ha recibido ese don, y "a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado". Ellos "viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden", cumpliéndose así la profecía que dice: "De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane". Por tanto, sus discípulos debían alegrarse por tener ojos que ven y oídos que oyen, porque incluso los profetas y hombres justos desearon ver y oír lo que ellos estaban presenciando, pero no pudieron. (13:10-17)

Jesús estaba comenzando a revelar a sus discípulos los misterios del Reino. El resto de los que oían, especialmente, aquellos que estaban presentes con el único fin de encontrar algún tropiezo en el Maestro, sólo escuchaban historias, sin lograr entender más allá de la superficie de estos relatos. Las Escrituras, desde el Génesis al Apocalipsis, están llenas de misterios, sin embargo, no significa que los hechos relatados sean ficticios o sólo símbolos. En el caso del Antiguo Testamento, Dios inspiró a los escritores de la Biblia para que toda la historia de la formación y etapas de crecimiento del pueblo escogido por Jehová, con el cual entró en pacto, y les dio las promesas de vida eterna, fuera relatada de manera tal que, en sus palabras, quedaran ocultos los misterios del plan de redención de la humanidad. Si leemos la historia de Israel en cualquier otro libro, aun cuando se relaten los mismos eventos, no vamos a hallar nada que nos hable del Reino de Dios, porque ocultar misterios es un privilegio de Dios, pero extraerlos es un don que sólo por el Espíritu de Dios puede recibirse. En cuanto al Nuevo Testamento, como hemos podido verificar, cada autor fue inspirado por Dios para que en sus palabras se escondieran misterios que sólo pueden discernirse espiritualmente, y que parecen locura a los que no han sido regenerados.

** Hay muchos que se creen sabios en las cosas de Dios, pero su sabiduría es algo intelectual. El mejor ejemplo es el de los escribas y fariseos, que tenían gran conocimiento de los escritos sagrados, pero fueron incapaces de discernir la revelación del Reino de los cielos que se estaba manifestando delante de sus ojos, por medio de Jesús. Tenían ojos, pero no vieron; tenían oídos, pero no entendieron. También están aquéllos que piensan que basta con declarar que creen en Dios, pero ignoran el Evangelio de la salvación por Gracia. Si estos no se ocupan en conocer a Dios y a Jesucristo por su Palabra, también están en riesgo de que se les quite lo poco que tienen. 

Entonces Jesús explicó a sus discípulos la parábola del sembrador, diciendo que la semilla que cayó en el camino es aquella persona que oye la palabra, y no la entiende, luego viene el malo y arrebata lo que fue sembrado en el corazón. La que cayó entre pedregales es el que oye la palabra, y la recibe con gozo, pero como no tiene raíz, es retenida por poco tiempo, pues, al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, tropieza. La que cayó entre espinos es aquél que oye la palabra, pero los afanes del mundo, el engaño y las riquezas, la ahogan, y no da fruto. Por último, la que cayó en buena tierra es el que oye la palabra, entiende y da fruto. (13:18-23)

* En algún pasaje de las Escrituras, Jesús dijo que muchos son los llamados, pero pocos los escogidos. ¿No es sorprendente que, al parecer, ninguno de los descritos por Jesús en esta parábola es ateo?, es decir, no se están perdiendo por no creer, sino porque no tienen interés en recibir. Lucas concluye la parábola del sembrador, diciendo: "Mirad, pues, cómo oís; porque a todo el que tiene, se le dará; y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará" (Lc 8:18). 
 
Es imposible perder la salvación, porque una vez que el Espíritu Santo sella al creyente para salvación, nada lo puede arrebatar de las manos del SeñorLos que se pierden son personas que, aunque al principio creyeron la Palabra que oyeron, nunca llegaron a ser salvas, porque recibieron la Palabra de manera superficial, y no con un corazón dispuesto a hacerla suya Juan habló de algunos que habían apostatado de la fe, diciendo que "salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros" (1Jn 2:19). Son los mismos de que habla Santiago en su epístola, cuando dijo que la fe sin obras es muerta, queriendo decir que la fe que salva se hace evidente por la transformación del individuo, que ahora procura hacer la Voluntad de Dios. Es lamentable tener que decir que, muchos de los que reciben la Palabra de Dios son eventuales apóstatas, y las iglesias están llenos de ellos. Eso no debe sorprendernos; las Escrituras hablan de los apóstatas. Judas Iscariote es el ejemplo más claro, pues, después de haber recibido las mismas enseñanzas que el resto de sus compañeros; de haber visto las maravillas que por el Espíritu Santo Jesús hacía, dio la espalda al Hijo de Dios, y por unas cuantas monedas, lo traicionó. Pablo, por su parte, se lamenta de Demas; alguien que lo acompañó en parte de su ministerio, que después lo desamparó, porque amó más las cosas del mundo 

Cuando Jesús inició su ministerio terrenal, en primer lugarllamó al arrepentimiento, diciendo: "El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio" (Mr 1:15). Cuando oímos la Palabra con un corazón correcto, ésta nos guía al arrepentimiento, es decir, a reconocer nuestras rebeliones contra Dios, y a manifestar un profundo deseo cambiar. El Salmo 51 de David lo expresa maravillosamente: "... yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí" (...) "borra todas mis maldadesCrea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí" (Sal 51:3-4, 9-10). 

No se debe confundir arrepentimiento con remordimiento. El remordimiento es el sentimiento de culpa, pero no necesariamente implica arrepentimiento y deseos de cambiar. Para que una persona sea sellada con el Espíritu Santo para salvación y vida eterna debe arrepentirse primeramente, y predisponerse a no ceder a sus inclinaciones pecaminosas. Una persona que siente culpa, pero no se arrepiente, va a seguir pecando; en consecuencia, aunque cree, su fe es muerta, y corre el riesgo de que se le quite lo poco que tiene, y vaya a condenación. 

Dicho de otra manera, Jehová llama, da la fe, y guía al arrepentimiento por medio del evangelio de Jesucristo, pero la responsabilidad de arrepentirse para salvación es del que oye.


Parábola del Trigo y la Cizaña


Luego, Jesús relató otra parábola, diciendo que el reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo, pero vino su enemigo, y sembró cizaña entre el trigo. Cuando creció el trigo, y dio fruto, también creció la cizaña. Entonces los siervos del sembrador preguntaron a su amo si quería que quitaran la cizaña, pero el sembrador dijo: "No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo", y les dijo que había que permitir que crecieran juntos lo uno y lo otro hasta que llegue el momento de la siega. Entonces Él dirá a sus segadores: "Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero". (13:24-30)

* La iglesia, lamentablemente, cuenta entre los suyos con personas que no son salvas. Incluso, es evidente que muchos líderes de iglesias no son salvos, y es fácil reconocerlos por los frutos que dan. Jesús dijo que no todo el que le llame Señor entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la Voluntad del Padre. El día del juicio habrá muchos sorprendidos. Será un día de muchas lamentaciones. 

Jesús siguió hablando en parábolas, diciendo que el reino de los cielos es semejante al grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. Es la más pequeñas de las semillas, pero cuando crece se convierte en la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, y las aves del cielo hacen nido en sus ramas. También dijo que el reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado. (13:31-33)

* La Palabra de Dios nunca vuelve vacía, y tiene el poder de transformar el almaCuando un creyente con un corazón recto recibe la Palabra, va a sentir hambre por saber más, porque el Espíritu le guiará a buscar. Es el síntoma más claro de que la salvación eterna ha tomado lugar, pues, el Espíritu, que ha venido a hacer morada en el creyente, es el que le guía a obedecer la Voluntad de Dios, y a anhelar la santidad. Muchas veces tropezaremos, porque lo cierto es que la perfección sólo la conseguiremos cuando nuestros cuerpos sean glorificados, pero mientras vamos por el camino, tenemos la tranquilidad de que nuestro Sumo Sacerdote Jesucristo, que está sentado a la diestra de Dios, intercede por nosotros ante la Majestad cuando, al equivocarnos, venimos a Él con un corazón arrepentido. Así, la santificación se va perfeccionando día tras día. Como dice la parábola, el reino de los cielos es como una semilla pequeñita, que crece y crece hasta convertirse en un gran árbol; o es como la levadura, que se esconde en una pequeña porción en el corazón, pero que se multiplica para el resto de las áreas del individuo. 

No sentir hambre por las cosas de Dios, es motivo de que dudemos si efectivamente hemos sido regenerados, y entonces, tenemos que preguntarnos qué estamos cargando aún, que deba ser confesado al Señor, para que lo quitemos de nuestra conciencia. El renacimiento espiritual se produce cuando el Espíritu viene a tomar posesión del creyente y sucede juntamente con recibir la Palabra con un corazón recto. Si el Espíritu de Cristo no se ha recibido, no podemos decir que somos hijos de Dios

No es lo mismo recibir el Espíritu Santo que ser llenos del Espíritu Santo. La llenura del Espíritu es algo que se va produciendo de forma paulatina, juntamente con la santificación del individuo, en la medida que éste se va despojando de su naturaleza adánica, y se va revistiendo de Cristo. Dicho de otra manera, es el proceso de menguar a lo que somos naturalmente, mientras que la imagen de Cristo se va formando en nosotros, lo que se facilita con el  conocimiento de la Palabra. Un creyente que no escudriña la Palabra, va a ser un creyente desnutrido, con una débil armadura para enfrentar la guerra espiritual que a diario se desencadena. La llenura del Espíritu no es una experiencia mágica; es el crecimiento espiritual que viene de la mano del conocimiento del reino de los cielos.

** En otro sentido, también podemos interpretar esta parábola diciendo que, muchas veces la semilla que se planta no da resultados inmediatos, pero cuando llega la hora, esa pequeña semilla que quedó anidada en el corazón, germinará, y crecerá, y dará mucho fruto. En cuanto a la levadura, también puede decirse que, cuando un miembro de la casa se convierte a Jesús, altas son las probabilidades de que aquellos que le rodean también lo hagan


Jesús se dirigía a la gente sólo en parábolas. No les hablaba de otra manera, cumpliéndose así la profecía que dice: "Abriré en parábolas mi boca; declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo"Después que despidió a la gente, Jesús entró a la casa con sus discípulos, y éstos le pidieron que les explicara la parábola del trigo y la cizaña, y Él dijo que el que siembra el campo es el Hijo del Hombre; que el campo es el mundo; que la buena semilla son los hijos del Reino, y la cizaña, los hijos de Satanás. La siega es el fin del mundo, y los segadores, los ángeles, quienes serán enviados a recoger a todos los que sirven de tropiezo y hacen iniquidad, para ser echados al horno de fuego, donde se lamentarán grandemente. "Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre". Concluyó diciendo: "El que tiene oídos para oír, oiga". (13:34-43)

* No estamos para juzgar dentro de la congregación quiénes son salvos y quiénes no, porque eso sólo Dios lo sabe. Nuestro papel es seguir exhortándonos unos a otros para crecer en el conocimiento de Dios y de Jesucristo, a quién el Padre dio toda autoridad, y a quien sujetó todas las cosas hasta el tiempo de restauración. La Palabra dice que Jesucristo mismo enviará a sus ángeles a llamar a sus escogidos para vida eterna, y separar a los que nunca conoció, para que vayan a condenación.


Parábola del Tesoro Escondido


Jesús compara el reino de los cielos con un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello, va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo. (13:44)

* Creo que esta parábola se abre ante nuestros ojos a la luz de la profecía de Isaías: "A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David" (Is 55:1-3). Isaías habla de "comprar sin dinero", lo que podemos interpretar como "intercambiar" o "transar". Cuando reconocemos cuán grande tesoro es el Evangelio, se produce una transacción: entregamos todas nuestras cargas de pecado, y recibimos a cambio la justicia de Cristo; el hombre terrenal que éramos, quien buscaba satisfacción en las cosas del mundo, es llevado a la cruz, y nace el espiritual, que tiene hambre del pan del cielo, que es vida para el alma.

** El reino de los cielos se nos revela en las Escrituras, y lo podemos comparar con un gran cofre de tesoro, del cual no terminamos nunca de extraer riquezas. La llave que permite abrir ese tesoro es el Espíritu Santo, quien nos guía y permite que nuestros ojos vean, nuestros oídos oigan y nuestro corazón entienda. Cuando empezamos a escudriñar la Palabra de Dios, se nos empieza a revelar ante nuestros ojos la Verdad del Reino celestial. Decir que el hombre vendió todo para comprar el campo, significa que buscar el reino y su justicia se convierte en nuestra prioridad, y lo demás pasa a ser accesorio. 

Parábola de la Perla Preciosa



También dijo Jesús que, el reino de los cielos es como un mercader que  busca buenas perlas, y que, habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró. (13:45-46)

* La perla preciosa creo que es la sabiduría del Reino de Dios. Muchos son los que han tratado de desentrañar los misterios de la vida del hombre: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?. Un ejemplo es Justino Mártir, autor del "Diálogo con Trifón", un apologeta que vivió en el segundo siglo quien, tratando de responder a las preguntas esenciales, pasó por distintas escuelas filosóficas, sin encontrar respuesta a sus inquietudes, hasta que conoció el cristianismo, y supo de inmediato que todas las respuestas estaban en la Palabra de Dios, y dedicó su vida a tratar de convencer que el cristianismo era la verdadera filosofía. Justino no es el único que buscó sabiduría en la Palabra de Dios, y la encontró. Muchos hombres, incluso sin tanta preparación, se convirtieron en grandes referentes del cristianismo después que empezaron a escudriñar las Escrituras, porque habiendo comprendido que ningún tesoro terrenal es comparable al mayor tesoro que es conocer la Palabra de Dios, se sumergieron en ella, y se llenaron de sabiduría. Los Proverbios de Salomón comienzan exhortando al creyente a llenarse de sabiduría, señalando que "el principio de la sabiduría es el temor de Jehová", y que "los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza". En el capítulo 8 de Proverbios, la sabiduría habla a los hijos de esta manera:

"Recibid mi enseñanza, y no plata; y ciencia antes que el oro escogido.
Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas;
y todo cuanto se puede desear, no es de compararse con ella.
Yo, la sabiduría, habito con la cordura, y hallo la ciencia de los consejos.
El temor de Jehová es aborrecer el mal; 
La soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco.
Conmigo está el consejo y el buen juicio; 
Yo soy la inteligencia; mío es el poder.
Por mí reinan los reyes, y los príncipes determinan justicia.
Por mí dominan los príncipes, y todos los gobernadores juzgan la tierra.
Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan.
Las riquezas y la honra están conmigo; riquezas duraderas, y justicia.
Mejor es mi fruto que el oro, y que el oro refinado;
Y mi rédito mejor que la plata escogida.
Por vereda de justicia guiaré, por en medio de sendas de juicio,
Para hacer que los que me aman tengan su heredad, y que yo llene sus tesoros"...

..."Ahora, pues, hijos, oídme, y bienaventurados los que guardan mis caminos.
Atended el consejo, y sed sabios, y no lo menospreciéis.
Bienaventurado el hombre que me escucha,
Velando a mis puertas cada día, aguardando a los postes de mis puertas.
Porque el que me halle, hallará la vida, y alcanzará el favor de Jehová.
Mas el que peca contra mí, defrauda su alma;
Todos los que me aborrecen aman la muerte".
(Pr 8:1-36 RVR)



Parábola de la Red y los Peces


También Jesús comparó al reino de los cielos con una red que recoge todo tipo de peces y, al sacarla, se junta lo bueno en cestas y lo malo se echa fuera. El Maestro explicó que así será al final: los ángeles apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán al horno de fuego, donde será el lloro y crujir de dientes. (13:47-50)

* Hay grupos que se autodenominan cristianos que niegan la existencia del infierno, a pesar de que en las Escrituras mucho se habla de aquello. El Apocalipsis lo llama "la segunda muerte", es decir, la condenación en el lago de fuego, que vendrá luego del juicio final. La primera muerte es la muerte del cuerpo terrenal, y todos, excepto aquellos que a la venida del Señor aún estén con vida, la sufriremos. Cuando Jesús haya puesto a todos sus enemigos bajo sus pies, se producirá la resurrección de los muertos, pues el último enemigo que será destruido será la muerte.  Todos los muertos que habían sido sellados por el Espíritu Santo por la fe en Jesucristo, resucitarán para vida eterna, y los de Cristo que aún estén con vida, serán arrebatados al cielo, junto con sus hermanos resucitados, en cuerpos glorificados. Pero los que rechazaron a Jesucristo, y siguieron haciendo las obras de Satanás, recibirán las copas de la ira de Dios, y serán arrojados al lago de fuego. Ellos desearán morir, pero ya nadie podrá morir la muerte como la conocemos, porque la muerte y el Hades habrán sido lanzados al lago de fuego también, así como Satanás, el falso profeta, y la bestia. Esa es la segunda muerte, un padecimiento sin fin, donde el fuego es inextinguible.

Tesoros Antiguos y Nuevos


Jesús les preguntó si habían comprendido, a lo que los discípulos respondieron afirmativamente; entonces dijo: "Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas". (13:51-52)

* Si entendemos bien, Jesús está diciendo que todo el que busca saber más sobre el reino, debe escudriñar tanto los antiguos escritos sagrados como los nuevos. En el tiempo que Jesús dijo estas cosas, solo existían los textos sagrados antiguos, escritos en arameo y hebreo, además de la Septuaginta, que era la primera traducción al griego de esos textos antiguos. Los hechos narrados en el Nuevo Testamento estaban gestándose en ese tiempo con la venida de Jesús, y todas las enseñanzas que les estaba transmitiendo eran lo nuevo que habría de complementar lo antiguo. Ahora que contamos con los textos antiguos y los que se generaron después de la venida de Jesús, no podríamos comprender la Verdad del reino de los cielos sin consultar ambos libros, porque todas las promesas de Jehová registradas en el Antiguo Testamento, en el Nuevo Testamento aprendemos que son sí y amén en Jesucristo.

** Profecías en cumplimiento:
  • Is 6:9-10 Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad.
  • Sal 69:23 Sean oscurecidos sus ojos para que no vean, y haz temblar continuamente sus lomos.
  • Sal 78:2 Abriré mi boca en proverbios; hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos,
  • Is 29:14 por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos.
  • Is 44:18 No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender.


JESÚS EN NAZARET


Mateo cuenta que, cuando terminó de hablarles estas parábolas, Jesús fue a Nazaret, y comenzó a enseñar en la sinagoga local, y estaban todos maravillados de la sabiduría que había en sus palabras, y de que hiciera milagros; y comenzaron a preguntarse unos a otros: "¿No es éste el hijo del carpintero?", y recordaban que su madre era María, y que conocían a sus hermanos y hermanas. Jesús, al ver sus reacciones, les dijo que nunca un profeta ha sido reconocido en su propia tierra. Debido a la falta de fe de ellos, no hizo muchos milagros en Nazaret. (13:53-58)

* Jesús estaba reunido con aquellos que le habían visto crecer, y sabían que era hijo de María y de José el carpintero, y conocían a sus hermanos y hermanas. Probablemente la familia terrenal de Jesús era una familia común, que en nada se diferenciaba de todas las familias del vecindario. El prejuicio de los miembros de la sinagoga local les impidió creer que Jesús era quién decía ser, y lo rechazaron sin querer indagar más.
 
Los que predican el falso evangelio de la prosperidad interpretan estos versos diciendo que Jesús no pudo hacer milagros en Nazaret, por causa de la fe incorrecta de ellos, que "bloqueaba" la posibilidad de recibir los milagros ("creencia negativa", contraria a la "creencia positiva", como argumentan ellos), como si los hombres tuviéramos poder para restringir el Poder del Espíritu SantoDicen las Escrituras que sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se le acerca, crea en Él; entonces Él recompensará al que le busca. Jesús no hizo muchos milagros en Nazaret, no porque la gente no tuviera una fe "correcta", sino porque no había mucha gente que creyera que Él era el Mesías con poder para sanarlos.

 

EL INTERÉS DE HERODES EN JESÚS


En ese tiempo, Herodes Antipas gobernaba en Galilea quien, al saber de la fama de Jesús, creía que era Juan Bautista resucitado, y que por eso tenía esos poderes. Juan había sido ejecutado por orden de Herodes, obedeciendo a la solicitud de Salomé, hija de Herodías, la esposa de su hermano Felipe, a quien hizo su mujer. Juan Bautista condenaba a Herodes por haber incurrido en adulterio, lo que incomodaba al rey, por lo que Juan fue apresado, y estando en la cárcel, un día Salomé bailó para Herodes, y como premio, ella, aconsejada por su madre, pidió la cabeza de Juan, a lo que Herodes accedió, aun cuando no quería matarlo, pues temía a los seguidores del profeta. Los discípulos de Juan tomaron el cuerpo, y lo enterraron, e informaron a Jesús. Cuando Jesús supo (que Herodes tenía interés en verle), se fue en una barca a un lugar desierto, pero al enterarse la gente, una multitud lo siguió a pie desde las ciudades. Al verlos, Jesús tuvo compasión de ellos, y sanó a todos los enfermos que le trajeron. (14:1-14)

* Herodes Antipas era hijo de Herodes el Grande, el malvado rey que, al oír que el rey de los judíos había nacido, mandó matar a todos los niños menores de dos años nacidos en Belén y sus alrededores, en un intento por terminar con la vida de Aquél que amenazaba su trono, pero Jesús había sido llevado a Egipto por sus padres, quienes habían sido avisados por un ángel sobre la cruel decisión que había tomado Herodes. Pocos años después, Herodes el Grande murió, y le sucedieron sus hijos Herodes Arquelao, como rey de Judea, Samaria e Idumea; Herodes Filipo I (Felipe), quien gobernó Batanea, Gaulanitis, Trachonitis y Auranitis, y Herodes Antipas, conocido como Herodes el Tetrarca, quien reinó sobre Galilea y Perea durante todo el tiempo en que Jesús estuvo ejerciendo su ministerio terrenal. 


MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES Y PECES

 
Al anochecer, sus discípulos le aconsejaron despedir a la multitud, pues estaban en el desierto, y no había cómo alimentarlos. Jesús les dijo que no era necesario despedirlos, y mandó a sus discípulos proveerles alimento. Pero los discípulos le respondieron que sólo tenían cinco panes y dos peces. Jesús mandó que se los trajeran, y ordenó que la gente se recostara en la hierba. Tomó los panes, y los peces, y mirando al cielo, los bendijo y, partiéndolos, se los dio a sus discípulos para que los repartieran entre la gente. Todos comieron, y se saciaron, e incluso al recoger de los pedazos sobrantes, llenaron doce cestas. Los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños. (14:15-21)

* Como hemos dicho, el Nuevo Testamento no sólo registra lo que Jesús habló en parábolas, sino que muchos de los eventos que Él protagonizó, el Espíritu Santo dispuso que quedaran registrados, porque hay misterios espirituales encerrados en ellos. Juan dice que Jesús hizo tantas cosas que, si se hubieran escrito una por una, en el mundo no cabrían los libros que resultaran de eso. Sin dudas el milagro de la multiplicación de los panes y peces debe haber sido una experiencia abrumadora, ya que, a partir de esa pequeña cantidad, Jesús alimentó a un número probablemente cercano a las diez mil personas, pues dice que eran cinco mil, sin contar mujeres y niños. Ahora bien, si nos sumergimos en la profundidad del evento registrado, éste simbolizaría el poder que tiene la Palabra de Dios, que es nuestro pan del cielo, para saciar las necesidades espirituales de multitudes. Hay registros en el libro de los Hechos de cómo una predicación tenía el poder de conducir a miles al arrepentimiento y salvación. Una pequeña porción de la Palabra puede salvar miles de almas en un solo evento, sin ningún esfuerzo por  parte de lo que han de ser salvos, lo que se ilustra con el mandato de Jesús de que se recostaran en la hierba mientras el milagro se producía. En cuanto a los peces, podemos decir que cada pez, (es decir, cada nuevo creyente), que entra en la red del Señor, eventualmente tiene la capacidad de llevar a muchos más a la red para salvación, por medio de anunciar el evangelio de la salvación por gracia.

** No podemos dejar de destacar que Jesús ordenó a sus discípulos: "dadles vosotros de comer". Él hizo el milagro por la Gracia de Dios, pero luego "dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud". La misión de llevar el alimento espiritual a las multitudes es dada a los discípulos. Jesús hizo la obra, y dejó en nuestras manos la tarea de evangelizar. Su cuerpo fue el pan que se ofrendó; y su sangre la que se derramó para darnos vida eterna, pero somos los hijos quienes debemos anunciar al resto esa buena noticia.


JESÚS SOBRE LA AGUAS



Jesús mandó a sus discípulos que se le adelantaran, y entraran a la barca, y fueran a la otra orilla, mientras Él despedía a la multitud, luego de lo cual, subió a orar al monte, donde permaneció solo hasta que cayó la noche. Para entonces la barca se encontraba en medio del mar, y comenzó a ser azotada por las olas, ya que el viento era contrario. Cuando eran como las tres de la madrugada, en medio de esta situación, Jesús vino hasta ellos andando sobre las aguas, y los discípulos se asustaron, creyendo que era un fantasma, pero Jesús les dijo: "¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!". Entonces Pedro le pidió a Jesús: "Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas". Y Jesús le mandó caminar hacia Él, y Pedro pudo caminar sobre las aguas, pero al ver el fuerte viento, sintió miedo, y comenzó a hundirse, y a gritar: "¡Señor, sálvame!", y Jesús extendió su mano y lo acercó hacia Él, diciendo: "¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?". En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó, y todos en la barca le adoraron, diciendo: "Verdaderamente eres Hijo de Dios". (14:22-33).

Si vamos a la profundidad de estos relatos, los eventos se desarrollaron de noche, lo que podemos interpretar como las tinieblas que dominan al mundo. Los discípulos estaban en la barca, simbolizando con ello la seguridad que tenemos de estar en Cristo, sin embargo, Jesús, que es la luz del mundo, no estaba con ellos físicamente en ese momento, lo que podemos asociar a la partida de Jesús de este mundo, por lo cual, temieron. La tormenta son las aflicciones que no terminarán para los hijos de Dios, como dijo Jesús, pero nos llamó a estar tranquilos, porque Él venció al mundo. Aunque no lo podemos ver, Él camina sobre las aguas, que simbolizan a todos los pueblos y naciones. Jesús no abandonó a sus ovejas, y sólo espera que tengamos fe en que Él no nos soltará, ni nadie puede arrebatarnos de su mano. Por muy duras que parezcan las pruebas y tribulaciones que debamos enfrentar en este mundo, Dios envió a su Hijo para que ninguno de nosotros se pierda, sino que tengamos vida eterna, por medio de la fe en Él. "Bienaventurados los que no vieron, y creyeron", dijo el Señor.

** Con este milagro, efectivamente Jesús estaba demostrando que Dios estaba en Él. En el libro de Job, hablando de Jehová dice: "El solo extendió los cielos, y anda sobre las olas del mar". Además, resulta interesante ver cómo Jesús se identifica; Él no dice "Soy Jesús", sino "no teman, YO SOY...", haciéndoles ver que, quien estaba con ellos, era Dios, pues, recordemos que cuando Moisés preguntó a Dios su nombre, Él contestó: "YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros".


Terminada la travesía, llegaron a Genesaret y, cuando los habitantes de lugar le reconocieron, se extendió la noticia de su venida, y le llevaron todos los enfermos, y le rogaban que les dejase tocar sólo el borde su manto, y los que le tocaban, sanaban. (14:34-36)

* Genesaret es una planicie fértil en la ribera noroeste del lago de Galilea. El historiador Josefo la describe como una zona "rica en nogales, palmeras, higueras, olivos y vides". Los árboles descritos por Josefo son árboles que dan mucho fruto. Como vemos, los habitantes de esta tierra estaban deseosos de conocer a Jesús y aprender de Él. Quizá podríamos establecer una relación entre esta tierra rica en árboles que dan mucho fruto con sus habitantes que recibieron y creyeron en Jesús, donde la cantidad de milagros que Jesús pudo hacer evidenciaron que la fe de ellos era extraordinaria, al punto que sólo bastaba que tocaran el manto del Señor para recibir sanación. De una fe tan grande sólo pueden esperarse muchos frutos espirituales.

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