(Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos que se están estudiando (identificados al pie de cada párrafo); los textos en cursiva son los comentarios que surgen respecto de esos textos. Para ir al link de respaldo bíblico o de apoyo, hacer click en los enlaces.)
DICHOSOS LOS QUE CREEN
* La incredulidad de los que conocían a Jesús desde su infancia nos confirma que el Señor creció y se desarrolló como cualquier niño normal de esa generación, sólo que nadie sospechaba que, mientras crecía y se fortalecía, también se llenaba de sabiduría, porque la gracia de Dios estaba sobre él. Esa desconfianza aquejaba incluso a sus hermanos que fueron criados en el mismo hogar. Juan, en su evangelio, nos cuenta sobre el escepticismo de uno de los hermanos quien, no con buenas intenciones, dijo a Jesús que, en vez de quedarse en casa, debería salir a lugares donde más gente pudiera ver lo que él hacía, para que se diera a conocer; Juan concluye, diciendo: "Porque ni aun sus hermanos creían en él".
Pero sabemos que la incredulidad de sus hermanos no fue para siempre. De hecho, la tradición les atribuye a dos de ellos las epístolas que conocemos con sus nombres "Santiago" y "Judas". Así también, vemos que, después que Jesús ascendió al cielo, sus hermanos de sangre y su madre María se reunían con los apóstoles para orar. Es probable que dicha conversión no sucedió, sino hasta que lo vieron resucitado. Lo que sí nos consta, por los relatos que hacen Pablo y Lucas en sus escritos, es que su hermano Santiago (Jacobo) es el apóstol conocido como Santiago el Justo, líder de la iglesia en Jerusalén.
** Hay que tener cuidado en cómo se interpreta el que Jesús no haya hecho muchos milagros entre los nazarenos por causa de la incredulidad de ellos. Según los del falso evangelio de la prosperidad, Jesús no hizo muchos milagros, porque su falta de fe "impedía" que pudieran ser hechos. Eso es una herejía, porque ningún hijo de Adán tiene la capacidad de frenar el poder del Espíritu Santo para cumplir sus propósitos. Lo que aquí se está afirmando es que, al no creer en su corazón que Jesús era quien decía ser, lo despreciaron, y no recurrieron a Él para que los sacara de su condición miserable. Las Escrituras dicen que el Señor no desprecia un corazón contrito y humillado, y que sus oídos están atentos al clamor de los justos.
LOS APÓSTOLES SON ENVIADOS A EVANGELIZAR
Después Jesús llamó a sus doce discípulos más íntimos, y los envió de dos en dos a predicar a las ovejas perdidas de Israel, y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos. Les dijo que no llevaran nada para el camino: ni dinero, ni pan, ni muda de ropa, ni alforja, sólo su bordón. Si al llegar a una ciudad no eran bien recibidos, deberían sacudir el polvo de sus sandalias para demostrarles lo que sucedería con esas ciudades al final de los tiempos, porque en el día del juicio, el castigo para ellas va a ser peor que el recibido por Sodoma y Gomorra. En la casa que fueran acogidos, deberían permanecer hasta terminar. Con todas estas indicaciones, los doce iniciaron su recorrido, y predicaban a todos que se arrepintieran; echaban fuera demonios, y ungían con aceite a los enfermos, y los sanaban. (6:7-13)
* La responsabilidad de llevar el evangelio al mundo recae sobre todos los creyentes, y una forma de cumplir la comisión es por medio de la ofrenda, que permite recaudar fondos para financiar todas las obras destinadas a acercar la iglesia al pueblo. Jesús mandó a sus doce apóstoles que no llevaran nada con ellos. En el evangelio según San Mateo, dice: "porque el obrero es digno de su alimento". No es lícito cobrar por evangelizar, pero es un derecho otorgado por Dios a los hombres que dedican su vida a pastorear, percibir de las ofrendas un salario justo para el sustento de su casa; porque lo ideal es que el Pastor de la iglesia sea un hombre que dedique su vida exclusivamente a guiar, y apacentar a las ovejas que fueron puestas bajo su cuidado, y no que deba distraerse de su función por tener que trabajar para su sustento.
** No deja de sorprender que, entre estos doce apóstoles que recibieron autoridad sobre los espíritus inmundos, que sanaban enfermos, que predicaban el evangelio, etc. estaba Judas Iscariote, el traidor que entregó a Jesús en manos de quienes le querían dar muerte. Él, igual que los otros once del círculo más íntimo de Jesús, fue iluminado y gustó del don celestial; fue hecho partícipe del Espíritu Santo, y gustó de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, sin embargo, en su caso, las cosas del mundo seguían teniendo un lugar de mayor preponderancia en su corazón que las cosas eternas, que no se ven, y la dureza de su corazón lo llevó a extraviarse hasta la condenación, llegando al punto de entregar al Hijo de Dios a sus verdugos a cambio de unas pocas monedas de plata.
MUERTE DE JUAN BAUTISTA
Herodes oyó de Jesús, porque su fama se había extendido. Algunos decían que Jesús era Elías o algún otro profeta, pero el rey Herodes creía que era Juan Bautista resucitado, a quien él había mandado decapitar. El hecho había ocurrido por causa de su mujer Herodías, quien se había divorciado de Felipe, hermano de Herodes, para casarse con él, adulterio que Juan condenaba públicamente. Herodías, muy molesta con las recriminaciones del profeta, lo acechaba, y quería darle muerte, pero Herodes lo protegía, pues le temía, convencido que Juan era un hombre justo y santo, a quien escuchaba con entusiasmo. Un día, cuando Herodes celebraba su cumpleaños, Salomé, hija de Herodías, danzó para el rey, lo que agradó grandemente al soberano, quien quiso premiarla ofreciéndole cumplir cualquier deseo de ella, incluso ofreció darle la mitad de su reino, pero Salomé antes de responder, consultó con su madre, y ésta le aconsejó que pidiera la cabeza del bautista en una bandeja. A fin de no quedar mal con los asistentes que habían sido testigos de la promesa hecha por el rey a su hijastra, y muy a su pesar, accedió a la petición, y ordenó la muerte del profeta. En cuanto los discípulos supieron que Juan estaba muerto, tomaron el cuerpo, y lo pusieron en un sepulcro. (6:14-29)
* Este era Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande, quien, a la muerte de su padre, reinó en Galilea y Perea. Su hermano Herodes Arquelao, por su parte, fue rey en Judea, Samaria e Idumea. Felipe sería Herodes Filipo I, hijo de Herodes el Grande, medio hermano de Antipas.
EL PAN DE VIDA
Habiendo regresado los apóstoles de su misión evangelizadora, contaron a Jesús todas las maravillas que habían hecho, y Jesús, viendo que estaban agotados, los invitó a ir a un lugar desierto, lejos de la multitud que los asediaba, donde pudieran descansar y alimentarse. Sin embargo, cuando llegaron al lugar, ya la gente los estaba esperando, y al verlos, Jesús sintió compasión por ellos, porque eran como ovejas sin pastor, entonces comenzó a enseñarles muchas cosas. El tiempo transcurrió, y se hizo tarde, entonces sus discípulos pidieron a Jesús que despidiera a la gente, para que fueran a los campos aledaños, y pudieran comprar alimento, pero Jesús les dijo: "Dadles vosotros de comer", pero ellos inmediatamente reaccionaron, diciendo que los denarios que tenían no les alcanzaban para ir al pueblo, y comprar pan para tan grande multitud. Jesús les preguntó cuántos panes tenían, y ellos respondieron: "Cinco, y dos peces". Les mandó, entonces, que dijeran a la multitud que se recostaran en la hierba verde. Así lo hicieron, distribuyéndose en grupos de cien y de cincuenta personas. Tomó Jesús los cinco panes y los dos peces y, mirando al cielo los bendijo y, partiendo los panes, los entregó, junto con los peces, a sus discípulos, para que los repartieran entre la gente. Todos comieron y se saciaron. Eran como cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños. Por último, con los restos que quedaron, llenaron doce canastas. (6:30-44)
* "No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". El verdadero pan es el que Jehová nos envió del cielo. Jesús dijo: "mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás" (Jn 6:32-35). Comer el pan de vida es creer en Aquél que Jehová envió del cielo. El Señor no nos pide que hagamos obras para ser salvos, sino que creamos en su obra. Todo el que cree que Jesús es el Señor tendrá vida eterna.
** Si bien es cierto este milagro hecho por Jesús permitió alimentar de pan de trigo a miles de personas, el mensaje es que cada creyente tiene el don y la misión de alimentar del pan espiritual a muchos otros. Nunca debemos menospreciar el poder que tiene un pequeño mensaje sobre el evangelio en un corazón hambriento de vida espiritual. Un solo mensajero del evangelio basta para que muchos reciban alimento para vida eterna. Tenemos el caso del primer discurso de Pedro luego de recibir el Espíritu Santo en Pentecostés. Dicen las Escrituras que, cuando Pedro anunció a los judíos que estaban reunidos, que Jesús era el Ungido de Dios prometido a Israel, del cual hablaron los profetas, al cual ellos habían crucificado, pero que, habiendo resucitado al tercer día, YHWH lo hizo Señor, para que en su Nombre todos sus pecados fueran perdonados, y pudieran ser salvos para vida eterna, muchos creyeron, y fueron añadidas unas tres mil personas a la congregación de los santos.
El Señor nos manda a continuar su ministerio, y hacer discípulos en todo el mundo, poniendo a disposición de todos, sin discriminación, la buena noticia de la salvación por gracia.
*** Cuando Jesús vio a la muchedumbre, se compadeció, porque eran como ovejas sin pastor. En la profecía de Zacarías leemos: "Porque los terafines han dado vanos oráculos, y los adivinos han visto mentira, han hablado sueños vanos, y vano es su consuelo; por lo cual el pueblo vaga como ovejas, y sufre porque no tiene pastor" (Zac 10:2). Las palabras del profeta siguen vigentes. En estos tiempos se han levantado todo tipo de gurúes y engañadores que envuelven a la gente con falsas creencias; que tergiversan las Escrituras, y la acomodan a sus falsas doctrinas para obtener ganancias. Muchos con vidas espirituales vacías, con tal de escapar de la ansiedad que les consume, reciben cualquier palabra que les endulce los oídos, y terminan divagando, apartándose de la verdadera sabiduría, extraviados como oveja sin pastor. Peor aún, no quieren escuchar del único Pastor en quien pueden encontrar la paz que tanto anhelan; y el único que tiene la autoridad y el poder para guiarlos a la vida eterna.
JESÚS ANDA SOBRE LAS AGUAS
Jesús mandó a sus discípulos subir a la barca, y que se adelantaran a Él, camino a Betsaida, que estaba en la otra orilla, pues Él se iba a quedar despidiendo a la multitud, para luego subir al monte a orar. Siendo alrededor de las tres de la mañana, desde la playa vio la barca en medio del mar, y a sus discípulos remar con gran dificultad, porque el viento les era contrario. Entonces, fue hasta ellos andando sobre las aguas. Cuando lo vieron, los discípulos pensaron que se trataba de un fantasma, y gritaron turbados, pero Él les dijo: "¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!", y subió a la barca, y los vientos se calmaron. Los discípulos no podían creer lo que sus ojos veían. De hecho, aún no lograban asimilar la experiencia de la multiplicación de los panes, por cuanto sus corazones estaban endurecidos. (6:45-52)
* En el libro de Job, hay un versículo que, creemos, se relaciona mucho con este pasaje del evangelio de Marcos, que habla sobre la magnificencia de Jehová, quien tiene total control sobre su creación. Al respecto, Job dice: "Él solo extendió los cielos, y anda sobre las olas del mar" (Job 9:8). Además de decir que Jehová anda sobre las olas del mar, dice que Jehová "solo extendió los cielos,...", de lo cual concluimos que no hay otro, aparte de Él, que haya creado todo.
En el mismo sentido, es muy interesante la forma en que Jesús se identifica para tranquilizar a los que estaban en la barca: "Yo Soy, no temáis"... "Yo Soy" es el nombre con que Jehová se presentó ante Moisés, y con el cual dijo que será recordado por siempre. No es el único lugar donde Jesús usa el nombre "Yo Soy" para referirse a quién Él era. Lo vemos diciendo: "Yo Soy la resurrección y la vida"; "Yo Soy la luz del mundo"; "Yo Soy el buen Pastor"; "Yo soy el camino, la verdad y la vida", entre otros.
La explicación es que Jesús y Dios son Uno. Dios es espíritu, y todos sus atributos son Espíritu. Cuando Jehová creó el universo lo hizo por medio de su Logos: Jehová habló, y todo lo que Él se propuso hacer fue hecho; sin el Logos nada hubiese sido lo que es. Las Escrituras señalan a Jesús como el Logos (el Verbo o la Palabra de Dios), que existía en el principio, el cual estaba con Dios y era Dios. Cuando Jehová prometió la redención de su pueblo, dijo que Él mismo vendría a rescatar a las ovejas de Israel. Pues, bien, para cumplir su promesa el Logos de Dios se hizo carne; es decir, tomó la forma humana, en un cuerpo mortal, pero no afectado por el pecado heredado de Adán, porque no nació de simiente de hombre, sino de la simiente de Dios. Él vino como el Hijo de Dios nacido de mujer, para ofrecerse en nuestro lugar, y recibir sobre sí el castigo que nuestra rebelión merece, y morir por ello, a fin de saldar la deuda que habíamos acumulado contra YHWH. Para que la muerte vicaria de Jesús cumpliera el objetivo de redimirnos del pecado, no sólo debía ofrecerse como sustituto para exculparnos, sino que debía derrotar la muerte, que es el pago por el pecado, y de la cual no podíamos escapar. Pero al no haber pecado en Jesús, la muerte no tuvo nada que cobrar en Él, por tanto, no lo pudo retener en el sepulcro, y Jesús resucitó. La buena noticia es que, habiendo sido cancelada nuestra deuda por el pecado, todo el que cree en su corazón que Jesús murió en su lugar, no podrá ser retenido por la muerte, sino que resucitará para vida eterna cuando Jesús retorne en gloria y majestad, y el plan de redención se complete.
** Job dijo que Jehová anda sobre las olas del mar. En los versículos que estamos estudiando, es Jesús quien anda sobre las aguas. Cuando se habla de aguas en la Biblia, en ocasiones se refiere a pueblos, naciones, etc. Aquí no sólo está demostrando que Jesús es Dios con nosotros, sino que su presencia divina nunca nos abandona, y desde el principio ha estado velando por su creación, y tiene control sobre ella.
Antes de partir, Jesús prometió que estaría con nosotros hasta el fin del mundo. Aunque muchas veces parece que luchamos solos contra las tempestades que se nos presentan, nunca estamos solos, porque su Espíritu Santo, que mora en nosotros, nos guía y aconseja. El sabio consejo de Dios está en su Palabra; por tanto, si queremos escucharlo claramente, necesitamos estar llenos de su Palabra. Un creyente conocedor de la Palabra de Dios es un creyente que va a encontrar respuestas a cada una de sus aflicciones, porque será el Espíritu quien le recordará la porción apropiada de las Escrituras que dará respuesta a su inquietud, y le traerá sosiego en medio de la aflicción. La Sabiduría es un bien que se recibe cuando lo buscamos con esmero, y la fuente donde hallamos este preciado bien es la Biblia.
LO QUE CONTAMINA AL HOMBRE
* Hay tantas cosas que las religiones han exaltado por sobre la Verdad. Muchos ponen más énfasis en las formas, en cómo te vistes, peinas, cuánto ofrendas, etc., pero no se preocupan de estimular la búsqueda del conocimiento de las cosas espirituales en los miembros de la congregación; otros interpretan a su antojo las Escrituras, y fomentan el amor a las cosas del mundo, en vez de guiar al rebaño a la santidad, a amar las cosas de Dios. Si bien es cierto, siempre es aconsejable guardar el decoro, y promover la excelencia en todo lo que hacemos cuando nos congregamos ante el Señor, lo que a Dios le importa es ver cuánto del fruto del Espíritu se está manifestando en cada creyente en la medida que pasan los días desde su conversión. La voluntad de Dios es nuestra santificación, y no lo que hacemos para agradar a los hombres.
* "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida" (Pr 4:23). El corazón es el núcleo central en el hombre, donde yacen la voluntad, el intelecto y los sentimientos. Si el corazón no se ha rendido a Jesucristo es un corazón duro que, incluso cuando pretende hacer el bien, lo hace con fines egoístas, para quedar bien consigo y con el mundo. Antes de venir a Cristo, esa era la condición de nuestro corazón, hasta que el Señor despertó nuestro oído para que escucháramos su Palabra, y comenzáramos a creer. Así nuestro corazón fue convencido de pecado, y se rindió para salvación. Y el Señor, que es rico en misericordia, nos acogió, y cambió ese corazón endurecido por uno moldeable, capaz de amarle en espíritu y en verdad, y nos dio nueva vida en Cristo Jesús, porque cuando nuestro corazón se rinde al Señor, el Espíritu de Dios viene a morar dentro de él, y nos guía hacia la santidad. Es lo que se conoce como regeneración.
A partir de ese momento, se inicia una lucha dentro de nosotros, porque el pecado residual, que aún mora en nuestra carne, intentará seguir dominando, pero debemos ignorarlo y, a cambio, debemos escoger oír a Dios. Si escogemos seguir viviendo según nuestro viejo corazón, el camino a la eternidad será de mucho dolor. En cambio, cuando el corazón escoge obedecer a Dios, es fortalecido, saciado en todo, y la paz que sobrepasa todo entendimiento comienza a reinar, a pesar de las aflicciones que el mundo nos presenta.
LUZ EN TIERRA DE GENTILES
* Como vemos, las palabras de la mujer mostraron cuánta fe tenía ella en que Jesús escucharía sus ruegos, y sanaría a su hija. En el evangelio según san Mateo, leemos que ella lo llama "Hijo de David", nombre con el cual se identificaba al Mesías que esperaba el pueblo judío. Ella sin ser judía, creía en su corazón que Aquel era el enviado de Dios.
** Nuevamente, Jesús deja ver que la salvación por gracia debía ser anunciada primeramente a los hijos de Israel. Sin embargo, muchos de los que no eran del pueblo de Dios, esto es, los gentiles, igual tuvieron el privilegio de recibir el mensaje que Jesús predicaba y, apreciando las maravillas que el Hijo de Dios hacía, comenzaron a buscarle. Esta mujer no es la única gentil en recibir respuesta a su fe durante el ministerio de Jesús en la tierra. También conocemos al centurión, cuya fe fue alabada por Jesús, pues dijo que no había visto tanta fe entre los de su pueblo. Lo cierto es que siempre estuvo en los planes de Jehová salvar a los no judíos. Jesús dijo que debía atraer las ovejas de otro redil, de modo de formar un solo rebaño entre judíos y gentiles, para que fueran conducidos por Él, como único Pastor. La evangelización a los gentiles se inició después de la glorificación de Jesucristo tras la resurrección, y fue un mandato entregado, primeramente, a Pablo, a quien Dios nombró Apóstol de Jesucristo para las naciones. Más adelante, el Señor le mostraría a Pedro, apóstol los judíos, que no debía hacer excepción con los gentiles, los cuales también serían santificados y hechos pueblo suyo por la fe.
* Jesús estaba dando cumplimiento a las profecías que hablaban de que el Mesías vendría para dar vista a los ciegos, para que los sordos oyeran, para que los mudos hablaran, para que los inválidos caminaran, etc. Si bien es cierto, aquí vemos a Jesús operando milagros de sanidad en enfermos físicamente afectados, su verdadero propósito era venir a revelar la Verdad al mundo, para lo cual efectivamente él abre nuestros oídos espirituales, antes imposibilitados de comprender y de recibir el mensaje de Dios; quita el velo que impedía a los ojos de nuestro corazón ver la luz verdadera que transforma nuestra visión del mundo; suelta nuestra lengua para que hablemos de conformidad a esa nueva cosmovisión; afirma nuestros pies para que comencemos a caminar por sendas de justicia; y da fuerza a nuestras manos para que empecemos a hacer obras de amor piadoso, etc.
JESÚS ALIMENTA A LOS HAMBRIENTOS
En esos días, se juntó una gran multitud en torno a Jesús, y no tenían qué comer, entonces, llamando a sus discípulos, les dijo que sentía compasión por la gente, pues llevaban tres días con él, sin tener qué comer, y si les mandaba volverse a sus casas, podrían desmayar en el camino, pues muchos habían venido de lejos. Sus discípulos le dijeron: "¿De dónde podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto?". Jesús les preguntó cuántos panes tenían, y respondieron que siete. Entonces mandó a la multitud que se recostara en tierra, y tomando los panes, dio gracias, y los dio a sus discípulos para que los ofrecieran a la multitud. También bendijo unos pececillos que tenían, y les mandó que los pusieran a disposición de la gente. Todos comieron y se saciaron, y recogieron siete canastas de lo que sobró. Los que se alimentaron en esa ocasión fueron unos cuatro mil hombres. Luego de despedir a la gente, subieron a la barca, y partieron a la región de Dalmanuta. (8:1-10)
* Tanto en el milagro donde más de cinco mil personas recibieron pan y peces para alimentarse, así como en este milagro, Jesús mandó que la gente se tendiese en la hierba, para tomar el alimento que hizo disponible para ellos. Ninguno de los miles de reunidos movió un dedo para ganarse el alimento, lo que nos enseña que recibir la bendición de la salvación no depende de esfuerzos personales, sino que es un regalo que recibimos de pura gracia: pues, es Dios quien abre nuestros oídos para que seamos receptivos a su Palabra, y es por oír su Palabra que viene la fe, y es por fe que somos convencidos de pecado, para que nos arrepintamos y nos rindamos a los pies de Cristo. Todo proviene de Dios por medio de su Hijo.
** A Jesús le preocupaba que, aquellos que habían recibido la buena Palabra, se devolvieran y desmayaran en el camino por no tener qué comer. Lo mismo sucede con cada nuevo creyente. Así como un niño necesita de la leche materna para sobrevivir, si el nuevo hijo de Dios no se alimenta de la Palabra de Dios, podría sucumbir fácilmente ante cualquier prueba que enfrente, y sufrirá mucho, porque no tendrá de dónde asirse ante las tormentas que la vida le presente. Peor aún, si alguien escucha la Palabra con entusiasmo, pero no llega al punto de arrepiente para salvación, difícilmente tendrá las fuerzas para perseverar ante las dificultades que le presente la vida, y podría terminar apostatando.
LA MENTE EN LAS COSAS DEL ESPÍRITU
Vinieron los fariseos y comenzaron a discutir con Jesús y, para tentarle, le pidieron que les diera una señal del cielo, ante lo cual, gimiendo Jesús se preguntaba cómo era posible que esa generación demandara señal del cielo, y dijo: "De cierto os digo que no se dará señal a esta generación", luego de lo cual, subió a la barca con rumbo a la otra orilla. (8:11-13)
* Todas las cosas Jesús las hizo públicamente, y en todas las ocasiones había fariseos, saduceos y escribas, que lo seguían para encontrar algún motivo para condenarle, pero, a pesar de los milagros y de las prédicas, sus corazones endurecidos no les permitían ver el cumplimiento de las profecías en Jesús. La única señal reservada para ellos iba a ser la resurrección de Jesús, sin embargo, luego de la resurrección, perseveraron en negar lo innegable, e hicieron todo lo posible para ocultar las evidencias.
* Jesús hablaba a los discípulos en términos espirituales, pero ellos seguían pensando terrenalmente, y prueba de ello era que estaban inquietos por haber olvidado llevar pan, siendo que, junto a ellos, estaba el Señor de la tierra y su plenitud, lo cual debieron haber entendido al presenciar los milagros de la multiplicación de los panes y peces.
Llevaban tanto tiempo conviviendo y compartiendo con el Hijo de Dios, sin embargo, la inmadurez de sus corazones era evidente, pues, en vez de ver las cosas desde una óptica más elevada, eterna, en sus pensamientos seguían predominando las cosas de la vida cotidiana. En resumidas cuentas, debiendo ser maestros, aún pensaban como niños espirituales, necesitando cada día que se les volviera a instruir sobre los rudimentos de las cosas de celestiales. Les faltaba fe. Es lo mismo que ocurre con muchos de los creyentes: si bien es cierto que el crecimiento espiritual no depende de nosotros, sino de Dios, cada uno de los que ha rendido su vida al Señor debe procurar vivir proveyendo para el espíritu y no para la carne, de manera de hacer morir las cosas de la carne por la ejercitación en las cosas del Espíritu. La fe es un don que aumenta cuando nuestro corazón se llena del conocimiento del Señor.
* En su versión del evangelio, Lucas aclara que Jesús, cuando habla de la levadura de los fariseos, se refiere a su hipocresía. Ellos hablaban la palabra de Dios, pero sus acciones eran contrarias a lo que predicaban. No eran más que hombres pretenciosos, que sólo buscaban ser venerados, pero que por dentro estaban corrompidos. Con su actuar, cerraban el reino de los cielos a los hombres, y no entraban ellos, ni dejaban entrar a los demás.
DA VISTA A UN CIEGO
* Tanto en el milagro del tartamudo como en el de este hombre ciego, Jesús hizo el milagro por medio de su saliva, un elemento que sale de su boca. Probablemente es para mostrarnos, de una manera muy visual y concreta, que Él era Dios con nosotros, porque, en el mundo invisible, lo que sale de la boca de Dios es lo que despierta el oído, da luz a los ojos espirituales, suelta nuestra lengua para hablar las cosas de arriba, da firmeza a nuestros pies para andar por sendas de justicia y a nuestras manos para hacer obras santas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario