jueves, 30 de diciembre de 2021

Nuestra Pascua y Nuestra Fiesta de Panes sin Levadura - Estudio de Marcos VI (Mr 14 - 16)

(Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos que se están estudiando (identificados al pie de cada párrafo); los textos en cursiva son los comentarios que surgen respecto de esos textos. Para ir al link de respaldo bíblico o de apoyo, hacer click en los enlaces.)


(Comenzar en el Estudio de Marcos I)


PREPARANDO LA PASCUA


Estaban a dos días de conmemorar la pascua y la fiesta de los panes sin levadura; y los líderes judíos buscaban la forma de prender de Jesús por medio de engaños, y matarle, pero acordaron que lo harían después de las fiestas para evitar el alboroto que eso provocaría. (14:1-2)

* La pascua era la conmemoración que recordaba el día en que Jehová liberó a Israel de la esclavitud en Egipto. En esa oportunidad, YHWH mandó a Israel sacrificar un cordero por familia, con cuya sangre debían pintar los dinteles de sus casas, a fin de que el ángel de la muerte, que mataría a todos los primogénitos de Egipto, no dañara los primogénitos de Israel. A partir de ese día, y por siete días, debían comer pan sin levadura. El que comiere pan leudado sería cortado de IsraelCada catorce del primer mes del año en el calendario hebreo (mes de nisán, que corresponde a marzo o abril en nuestro calendario), se debía conmemorar la pascua, y el inicio de la fiesta de los panes sin levadura, que duraba siete días.

Lo que ignoraban los líderes judíos, que asechaban a Jesús, era que ese año iban a llevar a cabo el último y definitivo sacrificio pascual demandado por el Señor; pues, estaban por sacrificar al perfecto Cordero que YHWH había provisto como propiciación por los pecados: Jesús el Mesías, el Hijo de Dioscon lo cual ponía fin a las ceremonias de sacrificio de animales para expiaciónporque la sangre impecable del Hijo del Hombre tiene el poder de quitar el pecado del pueblo santo de una vez y para siempre, a fin de que la muerte no tenga nada que cobrar a los que ponen su fe en la sangre

** En cuanto al significado de comer panes sin levadura, el Apóstol Pablo dijo: "Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros" (1Co 5:7). Puesto que nuestra Pascua ya fue sacrificada, ahora es tiempo de celebrar la fiesta de los panes sin levadura. Esto significa que es tiempo de despojarnos de todo peso de pecado, desvistiéndonos del viejo hombre, y revistiéndonos de Jesucristo, nuestro Señor, para comenzar a dar frutos de justicia. 


EL CORDERO SE APRESTABA PARA SU SACRIFICIO

Estando en Betania, en casa de Simón el leproso, vino a la mesa donde estaba Jesús, una mujer que traía un vaso de alabastro, con un perfume de nardo puro, carísimo. Rompiendo el vaso, derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús. Algunos de los presentes se enojaron mucho, y decían entre sí que lo que ella hacía era un derroche, pues, tal perfume podía haberse vendido por mucho dinero, el cual hubiera podido ser destinado a los pobres. Jesús les dijo que la dejaran tranquila, porque a los pobres siempre los tendrían para darles ayuda, pero que Él no iba a permanecer con ellos por siempre: y que lo que ella estaba haciendo era anticiparse a ungir su cuerpo para la sepultura. Agregó que, dondequiera que se predique este evangelio, se recordará lo que ella hizo. (14:3-9)

* Por el evangelio según san Juan (Jn 12:1-9), sabemos que la mujer es María, hermana de Marta y de Lázaro, a quien el Señor resucitó. También sabemos que Judas Iscariote era uno de los que criticaban a María por el derroche, pero Juan se encarga de aclarar que no es que Judas se preocupara por los pobres, sino que, estando a cargo de las finanzas del grupo, veía que iba a disponer de menos dinero para robar.

También sabemos que este hecho no es correlativo con lo que Marcos comenzó a narrar en este capítulo (Mr 14:1-2), pues el asedio de los líderes judíos a Jesús, que estudiamos previamente, ocurrió dos días antes de la pascua; y la unción de Jesús por María sucedió seis días antes. Pero es probable que Marcos lo haya insertado en este lugar, porque este evento es el que, quizás, provocó que Judas decidiera entregar a Jesús a los líderes judíos. Lo creemos así, porque Marcos continúa relatando:

"Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los principales sacerdotes para entregárselo." Los líderes judíos se alegraron de oír a Judas, y le prometieron dinero a cambio de entregarles a Jesús, así que, a partir de entonces, Judas comenzó a buscar el momento propicio para entregárselos. (14:10-11)


LA TRAICIÓN

El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando se mata el cordero de la pascua, Jesús dio indicaciones a dos de sus discípulos para ir a Jerusalén, y preparar la pascua en un gran aposento alto, que se había dispuesto para que Jesús comiera la cena junto a los doce. Llegada la noche, estando sentados a la mesa, Jesús les dijo: "De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar". Todos se inquietaron, y comenzaron a preguntar ¿Seré Yo? Jesús respondió: "Es uno de los doce, el que moja conmigo en el plato". Aclaró que, si bien es cierto, todo debía ocurrir así en cumplimiento a la profecía, agregó: "¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido". (14:12-21)

* Hay muchos que piensan que Judas Iscariote fue una víctima en manos de Dios, para cumplir sus propósitos; pero Judas sólo fue víctima de su propia concupiscencia. Dios siempre da una salida, y deja en nuestras manos escoger vida o muerte, bendición o maldición. Judas escogió la peor parte.

De hecho, Judas tuvo el privilegio de formar parte del círculo más íntimo de Jesús. Él estaba entre los doce escogidos, a quienes Jesús les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, y para sanar enfermedades. Es muy probable que el autor de Hebreos tenía en mente el pecado de Judas, cuando dijo que "es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venideroy recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento" , pues, agregó: "la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios; pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada" (He 6:4-8) Judas es el primer apóstata de la era del cristianismo.

 

LA CENA EN EL APOSENTO ALTO

Mientras comían, Jesús tomó pan, bendijo, lo partió y se lo dio a los discípulos, mientras les decía: "Tomad, esto es mi cuerpo". En seguida, tomó la copa de vino, dio gracias, y la pasó a sus discípulos para que todos bebieran, y les dijo: "Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada". También dijo que no volvería a beber del fruto de la vid hasta que lo bebiera nuevo en el reino de Dios. (14:22-25)

* Dentro de los milagros de Jesús que más se recuerdan están aquellos en que alimentó a multitudes al multiplicar por miles un par de trozos de pan. Posteriormente, la gente lo buscaba para que les diera más pan, pero él les dijo: "me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre". Cuando ellos le preguntaron qué trabajos demandaba Dios, él les respondió que creyeran en Aquél que Dios había enviado, refiriéndose a sí mismo. Luego les explicó que el verdadero pan del cielo era Él, y que el que comiera del pan enviado por YHWH nunca moriría. Y dijo: "El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él" (Jn 6:54-56). Por supuesto, ellos no entendieron el mensaje, y se escandalizaron. Hasta sus discípulos quedaron atónitos, y muchos se alejaron, porque no entendían que comer y beber significaba acatar el llamado que Jesús estaba haciendo a arrepentirse y creer que Él había venido a salvar a los que obedecen.

A pesar de considerar que sus palabras eran duras, los doce escogidos permanecieron con Jesús, porque habían entendido que nadie más tenía palabras de vida, y porque creían que Jesús era el Hijo de Dios. Ahora se encontraban en el aposento alto compartiendo la última cena con su Señor, aunque, probablemente, seguían sin entender de qué hablaba el Maestro, cuando les daba de comer y beber el pan y el vino, diciendo que eran su cuerpo y su sangre. 

** También Jesús dijo que el vino representaba la sangre del nuevo pacto. Probablemente, los discípulos tampoco imaginaban que hablaba de la sangre que, como el Cordero de Dios, estaba por derramar en la cruz, con la cual se instituía el pacto de la salvación por Gracia.

El antiguo pacto era el del Monte Sinaí, donde, por medio de Moisés, YHWH dio a Israel la ley escrita en tablas de piedra. Ese pacto, como hemos dicho, no tenía por finalidad salvar a Israel, sino guiarlo hasta su Mesías. Para que Israel fuera salvo necesitaba un pacto nuevo, uno en el cual no se les exigiera hacer las obras de la ley para estar en buena relación con Dios, porque no podían cumplirla, sino uno en que sólo bastara creer en su Mesías. YHWH anunció, por medio del profeta Jeremías, que habría un nuevo pacto, diciendo: "He aquí que vienen días... en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá" (Jer 31:31). En el nuevo pacto, la ley de Dios ya no iba a estar escrita en tablas de piedra, sino, como dijo el Señor: "daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo" (Jer 31:33). 

¿Pero cómo puede el Señor darnos su ley en nuestra mente, y escribirla en nuestro corazón? Todo es obra del Espíritu Santo. Primero, por medio de su Santo Espíritu, Jehová cambia el corazón de aquel al que está llamando, y despierta su oído para corrección. El que oye el llamado, y se arrepiente (come y bebe el cuerpo y la sangre de Cristo), recibe en su corazón el Espíritu Santo, quien lo sella para vida eterna, convirtiéndose en santo tempo del Espíritu de Dios. De este modo Jehová cumple la promesa que dijo por medio del profeta Ezequiel:  "Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra." (Ez 36:27).

 

LOS DISCÍPULOS EN PÁNICO

Luego de cantar el himno, salieron al monte de los Olivos, y Jesús anunció que todos se escandalizarían de él esa noche, porque escrito está: "Heriré al Pastor y las ovejas serán dispersadas". Con todo, les prometió que, una vez que resucitara, se les adelantaría para esperarlos en Galilea. Entonces Pedro dijo que, aun si todos se escandalizaran de él, él no lo haría. Y Jesús profetizó que, antes que el gallo cantara dos veces, Pedro lo habría negado tres veces. Pero Pedro insistió en que, si fuera preciso, él daría su vida por Jesús. Y todos afirmaron lo mismo. (14:26-31) 

* Aquí estamos ante la presencia de tres profecías anunciadas por el Señor: Primero, la dispersión de sus discípulos. Cuando capturaron al Maestro, todos temieron por sus vidas. De hecho, el único que estuvo presente en la crucifixión fue Juan. Del resto, no se dice nada en ninguno de los evangelios. Todos estaban aturdidos, pues no entendían lo que estaba pasando: aquél que se les había revelado como su Mesías, estaba siendo apresado violentamente, y ¡él no se había defendido! El pánico los embargó, y sintiéndose inseguros, y desprotegidos, huyeron a perderse.

La segunda profecía quizás pasó inadvertida por los discípulos: ¡Jesús les estaba anunciando que iba a resucitar! De hecho, Juan hace notar, en su versión del evangelio, que los discípulos no habían comprendido las Escrituras en la parte que decía que era necesario que el Mesías resucitase de los muertos

Y tercero: la negación de Pedro. Hasta ese momento, habían comprendido que algo terrible estaba por suceder, pero que después Jesús iría a Galilea, para esperarlos allá. Así que, sin importar qué iba a suceder, ellos saldrían con vida. Pero lo cierto es que estaban por vivir la peor de sus pesadillas: Aquél que creían iba a liberar a Israel estaba por ser condenado a morir de la forma más humillante, y la seguridad que tenían al lado de su Maestro iba a ser reemplazada por un gran desconcierto, y un profundo sentimiento de orfandad. La fe en que Jesús era el Mesías se desvanecía en sus corazones atribulados. Recordemos que cuando María Magdalena fue a anunciarles que Jesús había resucitado, ellos no creyeron. Tampoco creyeron a los discípulos que conversaron con Jesús resucitado cuando iban camino a EmaúsLa incredulidad perduró hasta cuando Jesús se apareció a diez de ellos el mismo día que resucitó. Tomás no se encontraba en el grupo, y no creyó hasta ocho días después, cuando el Señor volvió a aparecer ante ellos, y le hizo tocar las heridas de los clavos y la lanza en su cuerpo.

 

LA ANGUSTIA DE JESÚS

Luego se dirigieron a Getsemaní, (un jardín a los pies del Monte de los Olivos), y pidió a sus discípulos que se sentaran allí, mientras él oraba. Llevó aparte a Pedro, Jacobo y Juan, y comenzó a entristecerse y angustiarse, mientras les decía: "Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad". Él se alejó un poco, y postrándose en tierra, oró pidiendo al Padre que, si fuese posible, lo eximiera de vivir lo que estaba por acontecer, diciendo: "Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú". Cuando volvió a donde estaban los discípulos, los halló durmiendo, y les dijo: "Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil".  Nuevamente se fue para orar de la misma forma. Al volver, otra vez los halló durmiendo, porque no podían aguantarse el sueño, y ellos no sabían qué decirle. La tercera vez que regresó a ellos, les dijo que durmieran y descansaran. Llegado el momento, les dijo: "Basta, la hora ha venido; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores. Levantaos, vamos; he aquí, se acerca el que me entrega". (14:32-42)

* En estos versículos, contrario a lo que algunos afirman, podemos ver que Jesús experimentó angustia ante su inminente captura, así como profundo dolor en su cuerpo cuando fue escarnecido y crucificado, lo que confirma que, aunque salió de Dios, Él era un ser humano de carne y hueso. Antes de venir al mundo, Jesús era igual a Dios, pero se despojó de su naturaleza divina, y se convirtió en un ser humano mortal, para poder liberar a los hombres, (a cuya semejanza se hizo), del poder que los condenaba a muerte, que es el pecado, por medio del cual Satanás los tenía bajo su control. Jesús, a pesar de que como hombre había vivido una vida sin pecado, se expuso a enfrentar el menosprecio y el horrible castigo que debió caer sobre nuestras cabezas, no sin angustia, ni sufrimiento, hasta morir en la cruz; mas todo eso era necesario para llegar a ser el salvador de la humanidad. Sólo así podía convertirse en el primer hombre, hasta ahora, en resucitar en un cuerpo glorificado, para vida eterna, porque venció al mundo con sus concupiscencias. Él era el perfecto Cordero sin manchas ni defectos, ofrendado ante Dios, para liberar de la muerte a todo el que cree.

 

LA TRAICIÓN DE JUDAS

Mientras Jesús estaba hablando, llegó Judas Iscariote acompañado de mucha gente que portaba palos y espadas, de parte de los principales sacerdotes, escribas y ancianos. Judas había acordado con los captores que identificaría a aquel que debían arrestar por medio de un beso. Entonces, se acercó a Jesús, diciendo: "Maestro, Maestro", y le besó. Viendo la señal, los hombres procedieron a prender a Jesús. En ese momento, uno de sus discípulos sacó una espada y cortó la oreja del siervo del Sumo Sacerdote. Jesús les preguntó por qué venían con palos y espadas a prenderle, como si fuera un ladrón, siendo que cada día que enseñó en el templo, nunca intentaron arrestarlo; pero agregó que todo estaba aconteciendo de esa manera en cumplimiento a las Escrituras. En seguida, todos los discípulos le abandonaron, y huyeron, excepto un joven que le seguía envuelto en una sábana, al cual los hombres intentaron capturar, pero que, soltándose de la sábana, logró huir desnudo. (14:43-52)

* Las Escrituras que hablaban sobre los padecimientos del Mesías comenzaban a cumplirse: "Me han rodeado muchos toros; fuertes toros de Basán me han cercadoAbrieron sobre mí su boca como león rapaz y rugiente"; "perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos". (Sal 22:12-13, 16).

También Judas daba cumplimiento a la profecía de la traición: "Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar" (Sal 41:9) 

Así mismo, tal como el Señor había predicho, los discípulos lo abandonaron, dando cumplimiento a la profecía que dice: "Levántate, oh espada, contra el pastor, y contra el hombre compañero mío, dice Jehová de los ejércitos. Hiere al pastor, y serán dispersadas las ovejas" (Zac 13:7)

** La mayoría de los estudiosos coinciden en creer que el joven que escapó desnudo de las manos de los hombres era el mismo Juan Marcos, autor de este evangelio, y también lo creemos así, porque, si nos remitimos a los otros evangelios, cuando Mateo y Juan hablan de sí mismos, también lo hacen en tercera persona: Mateo, al relatar el llamado de Jesús a seguirle cuando estaba en el banco de los publicanos, y Juan al referirse a sí mismo como el discípulos al que Jesús amaba.

 

JESÚS ANTE LOS LÍDERES JUDÍOS

Llevaron a Jesús a la presencia del Sumo Sacerdote, y se reunieron los principales sacerdotes, ancianos y escribas, buscando testimonios contra él para condenarle, pues había muchos que atestiguaban falsamente, y caían en contradicciones. Entonces unos se levantaron, diciendo que lo había oído decir que derribaría el templo hecho a mano, y que en tres días edificaría otro hecho sin manos, pero ni aún en eso concordaban. Entonces, el sumo sacerdote preguntó a Jesús "¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti?", mas Jesús callaba. El sumo sacerdote insistió: "¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?", a lo que Jesús contestó: "Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo". Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo "¿Qué más necesidad tenemos de testigos? Habéis oído la blasfemia; ¿qué os parece?"; y todos condenaron a Jesús, declarándole digno de muerte, y algunos comenzaron a escupirle, y cubriéndole el rostro, comenzaron a darle puñetazo, y a decirle: profetiza quién te golpeó, y los alguaciles lo abofeteaban. (14:53-65)

* Según el evangelio de san Juan, lo que Jesús dijo respecto del templo fue: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré", y aunque los testigos pensaron que Jesús hablaba del templo de Herodes, Él, aclara Juan, se estaba refiriendo a su cuerpo, el cual había sido destinado, desde la eternidad, al sacrificio, a fin de llevar a los escogidos a la gloria en el reino de Dios.

Aunque había contradicciones entre los falsos testigos, no estaban lejos de la verdad, pues, efectivamente, el templo no hecho a manos, espíritu vivificante, se iba a levantar tres días después de haber sido derribado el templo de carne y sangre en que el Verbo de Dios se había encarnado, a fin de abrir para los hombres el camino que conduce al trono de Dios, que por el pecado había sido sellado en el principio.

** La indignación del sumo sacerdote se debió a que Jesús, no sólo respondió a la pregunta del sumo sacerdote "¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?", con un rotundo "Yo Soy", sino que, además, reforzó su respuesta identificándose a sí mismo con el Hijo del Hombre de la profecía de Daniel, que dice: "Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido" (Dn 7:13-14). Una vez más, Jesús les estaba diciendo que Él era el Mesías, pero ellos no tenían oídos para oír.

Aunque muchos intérpretes ubican la visión de Daniel en el futuro, (porque la confunden con el regreso de Jesús en las nubes, cuando venga a sacar su iglesia antes del derramamiento de las copas de la ira), ésta se habría cumplido poco después de la resurrección de Jesús, (probablemente después de su encuentro con María Magdalena; o quizás cuando fue arrebatado a los cielos en una nube, ante la mirada atónita de los discípulos, cuarenta días después de haber resucitado, luego de lo cual, sabemos, se sentó a la diestra de Dios). Jesús ya recibió en el cielo, de mano del que está sentado en el trono, el rollo que le da autoridad, gloria y eterno reinadopor haberse inmolado, y haber redimido con su sangre gente de todo linaje, lengua, pueblo y nación para servir a Dios en santidad. No sólo estamos citando el libro de Apocalipsis, cuando el Altísimo entrega el rollo con siete sellos a Jesús, sino que lo confirma el mismo Marcos, al final de su evangelio, cuando dice que Jesús fue recibido en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios, cumpliéndose el Salmo 110:1 que dice que desde allí pondrá a todos sus enemigos bajo sus pies, y que Pablo reafirma, diciendo que Jesús está reinando, y lo seguirá haciendo hasta que todo quede sujeto bajo sus pies, incluso la muerte, que es el último enemigo (es decir, cuando la resurrección se lleve a cabo), Y cuando todo haya sido sometido a Cristo, Él mismo se sujetará a Dios, para que Dios sea todo en todos. (1Co 15:25-28)

 

PEDRO NIEGA A JESÚS

Mientras los líderes acusaban a Jesús, Pedro se encontraba en el patio de la propiedad, calentándose al fuego junto a los alguaciles. Entonces una criada del sumo sacerdote se acercó, y reconociéndole, le dijo: "Tú también estabas con Jesús el nazareno", pero Pedro negó que le conocía, y se fue hacia la entrada. En ese momento el gallo cantó. La criada insistió en decir que Pedro era uno de los seguidores de Jesús, y él volvió a negarlo. Un rato después, los que estaban en el lugar, volvieron a decir a Pedro: "Verdaderamente tú eres de ellos; porque eres galileo, y tu manera de hablar es semejante a la de ellos", entonces, Pedro comenzó a maldecir y a jurar diciendo: "No conozco a este hombre de quien habláis", y el galló cantó por segunda vez. Fue cuando Pedro recordó las palabras de Jesús que decían: "Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces". Angustiado, Pedro comenzó a llorar. (14:66-72) 

* Pedro fue cobarde, y temió por su vida, sin embargo, no podemos juzgarlo, sino más bien preguntarnos ¿cuántas veces hemos negado nosotros mismos a Jesús, por temor a lo que opine la gente? 

En cuanto a Pedro, y a los demás discípulos que atemorizados huyeron, debemos considerar que, hasta ese momento, aún no habían sido bautizados en el Espíritu Santo, por tanto, estaban en la carne, aún luchando en sus propias fuerzas. Tanto los apóstoles, como los que esperaban en Jesús, fueron fortalecidos con el poder del Espíritu Santo el día de Pentecostés, y a partir de entonces, comenzaron a predicar el evangelio con denuedo, testificando y llamando al arrepentimiento, y a guardar las Palabras que ellos recibieron de Jesús.

 

JESÚS ANTE PILATO

A la mañana siguiente, muy temprano, luego de tener consejo, los líderes judíos llevaron a Jesús atado, y le entregaron a Pilato. (15:1) 

* El libro de Isaías registra un escrito de Ezequías, rey de Judá, a quien, luego de haber enfermado de muerte, y haber orado a Jehová para que le permitiera vivir, el Señor le concedió vivir por quince años más. Dentro de su relato, podemos ver algunos versículos que podrían estar referidos a los sufrimientos del Mesías durante esa noche de jueves a viernes: "Contaba yo hasta la mañana. Como un león molió todos mis huesos; de la mañana a la noche me acabarás. Como la grulla y como la golondrina me quejaba; gemía como la paloma; alzaba en alto mis ojos. Jehová, violencia padezco; fortaléceme. ¿Qué diré? El que me lo dijo, él mismo lo ha hecho. Andaré humildemente todos mis años, a causa de aquella amargura de mi alma. Oh, Señor, por todas estas cosas los hombres vivirán, y en todas ellas está la vida de mi espíritu; pues tú me restablecerás, y harás que viva" (Is 38:13-16 RVR). El restablecimiento de la enfermedad de Ezequías, sin dudas, fue una buena noticia para los súbditos de Judá, pero sólo en el restablecimiento de la vida del Mesías los hombres pueden vivir.

Pilato preguntó a Jesús: "¿Eres tú el Rey de los judíos?"; y Jesús le respondió: "Tú lo dices". Viendo Pilato que los principales sacerdotes le acusaban con vehemencia, le preguntó a Jesús si no tenía nada que decir respecto a esas acusaciones, pero Jesús callaba, por lo cual Pilato se maravillaba. (15:2-5

* Isaías profetizó: "Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca" (Is 53:7).

Era tradición que, durante esos días de fiesta, se dejara libre a un prisionero escogido por el pueblo. Pilato, sabiendo que Jesús había sido prendido por envidia, propuso que el pueblo escogiera si liberaban a Jesús o a Barrabás, un sedicioso culpado de homicidio en un motín. Incitados por los líderes judíos, el pueblo pidió que liberaran a Barrabás. Entonces Pilato preguntó: "¿Qué, pues, queréis que haga del que llamáis Rey de los judíos?", a lo que todos respondieron con gritos: "¡Crucifícale! ". Aunque Pilato no veía ningún delito en Jesús, queriendo congraciarse con el pueblo, soltó a Barrabás, y entregó a Jesús para que le crucificaran después de azotarle. Los soldados tomaron a Jesús, y lo llevaron al pretorio, donde lo vistieron de púrpura, y le pusieron una corona de espinas,  y le decían: "¡Salve, Rey de los judíos!", en tanto que le golpeaban la cabeza con una caña y le escupían, y se arrodillaban ante él haciendo reverencias. Luego de haberle escarnecido, le quitaron el manto púrpura, y le pusieron sus propios vestidos, luego de lo cual lo llevaron fuera para crucificarle. (15:6-20)

* Jesús estaba siendo quebrantado, y padecería hasta dar su vida, a fin de hacer expiación definitiva por los pecados del pueblo, porque Él era tanto el carnero escogido de en medio del pueblo, para hacer ofrenda al Señor por los pecados del pueblo, como el macho cabrío escogido para llevar los pecados del pueblo a lugar inhabitado. Esa corona de espinas en su cabeza estaba simbolizando las manos de Aarón puestas sobre la cabeza del chivo expiatorio, en señal de que todos los pecados de la congregación estaban siendo traspasados sobre el Hijo del Hombre

** Las profecías anunciadas más de quinientos años antes, seguían cumpliéndose una por una: "Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curadosTodos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca" (Is 53:5-7): "Me abominan, se alejan de mí, y aun de mi rostro no detuvieron su saliva" (Job 30:10). "Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos" (Is 50:6). "Rodéate ahora de muros, hija de guerreros; nos han sitiado; con vara herirán en la mejilla al juez de Israel" (Mi 5:1).

 

LA CRUCIFIXIÓN

Camino al calvario, obligaron a un hombre que venía del campo, llamado Simón, que procedía de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, a que llevase la cruz de Jesús, quien fue conducido al lugar que llamaban "Gólgota", que quiere decir "lugar de la calavera". Entonces dieron a Jesús de beber vino mezclado con mirra, pero él lo rechazó. (15:21-23) 

* Los hijos de Simón de Cirene eran conocidos en medio de la iglesia del primer siglo, lo cual se deduce por la familiaridad con que Marcos se refiere a ellos. Probablemente Rufo vivía en Roma, pues Pablo, en su epístola a los romanos, envía saludos a un escogido del Señor de nombre Rufo.

** En aquel tiempo, era común dar una mezcla de vino con mirra a los enfermos o moribundos, pues, se le atribuía un poder anestésico. El rechazo de este calmante es señal de que al Hijo de Dios nadie le quita la vida, sino que Él mismo escogió someterse a este padecimiento, por amor a los hombres, para que pudieran vivir.

Luego de crucificarlo, los soldados echaron suertes entre ellos sobre las ropas de Jesús, para ver quién se quedaría con qué prenda. La crucifixión se llevó a cabo a las nueve de la mañana (hora tercera), y titularon la causa de su condena como "EL REY DE LOS JUDÍOS". Junto a Él crucificaron a dos ladrones, uno a cada lado, cumpliéndose la Escritura que dice: "Y fue contado con los inicuos". Los que pasaban, le injuriaban y, meneando la cabeza, le decían: "¡Bah! tú que derribas el templo de Dios, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo, y desciende de la cruz". También los principales sacerdotes le escarnecían, comentando con los escribas: "A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar. El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos". Incluso los que habían sido crucificados junto a él le injuriaban. (15:24-32)

* La profecía citada por Marcos es Is 53:12, que dice: "yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores". También se estaba cumpliendo el Sal 22:18, que profetizaba: "Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes". Sin embargo, lo más admirable es que, el salmo de David, escrito unos novecientos años antes de que estos hechos se cumplieran, profetizaba que la muerte del Mesías sería por crucifixión, cuando esas prácticas recién comenzaron a hacerse unos trescientos años antes que Jesús naciera. Dice el Salmo 22:16: "Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies".

Otras profecías que se estaban cumpliendo eran: "Todos los que me ven me escarnecen; estiran la boca, menean la cabeza, diciendo: se encomendó a Jehová; líbrele él; sálvele, puesto que en él se complacía" (Sal 22:7-8); y "Yo he sido para ellos objeto de oprobio; me miraban, y burlándose meneaban su cabeza" (Sal 109:25). 

 

LA MUERTE DEL HIJO DEL HOMBRE

Las tinieblas cubrieron la tierra entre el medio día y las tres de la tarde (desde la hora sexta a la hora novena). A esa hora Jesús clamó con fuerte voz: "Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?". Al oírlo, algunos creían que Jesús estaba llamando a Elías. Entonces, vino uno que, empapando una esponja en vinagre, la puso en una caña, y la acercó a Jesús para que bebiera, mientras decía: "Dejad, veamos si viene Elías a bajarle"; pero en ese momento Jesús dio un fuerte grito, y expiró. En ese instante, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión que estaba frente a Él, viendo que había expirado, dijo: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios".  Había algunas mujeres que observaban todo desde lejos, entre las cuales, estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y Salomé, quienes seguían y habían servido a Jesús en Galilea, así como muchas otras que habían subido con Él a Jerusalén. (15:33-24)

* Jesús no estaba llamando a Elías. El Señor verdaderamente estaba declarando que no sentía la presencia de Dios en Él. Esto es porque Dios es Luz, y el pecado no tiene comunión con la luz. Nuestro amado sustituto, que se había convertido en el macho cabrío de la expiación, por primera y única vez, estaba experimentado en su humanidad el abismo que produce entre Dios y los hombres nuestro pecado, que Él ahora llevaba sobre sus hombros. Por eso clamó con angustia "Dios mío, ¿por qué me has desamparado?", dando cumplimiento a otra profecía mesiánica: el Salmo 22, que en su primer versículo dice: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?". 

* ¿Qué significaba que el velo del Lugar Santísimo se rasgara en dos de arriba abajo? La carta escrita a los hebreos nos enseña que las ordenanzas de culto que mandaba la ley, así como cada aspecto del santuario terrenal que Jehová había instruido construir, eran sombra de verdades espirituales. El tabernáculo, por ejemplo, estaba dividido en tres partes principales: el Atrio, el Lugar Santo, y el Lugar Santísimo. Este último era tan sagrado, que estaba separado del Lugar Santo por un grueso velo, pues, el Lugar Santísimo era una representación del cielo, donde está Dios sentado en su trono. Por este motivo, nadie podía entrar en Él, excepto el sumo sacerdote quien, sólo una vez al año, el día de la expiación, entraba con la sangre de animales puros, para hacer ofrendas por sus pecados y los pecados del pueblo. Cuando Jesús expiró, ese grueso velo se rasgó, en señal de que ya nada podría separar a Dios de los redimidos en Cristo, pues, la ofrenda de su cuerpo y sangre quitó el velo, y abrió el camino que permite a los que creen acceder directamente a la Majestad en las Alturas, por medio de la sangre de Jesús.  

Al acercarse la noche de ese viernes, como era la víspera y preparación del día de reposo (shabat), vino hasta Pilato José de Arimatea, miembro noble del concilio, que tenía su esperanza en el Reino de Dios, para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato, sorprendido que ya hubiese muerto, dispuso que le entregaran el cuerpo, y José lo envolvió en una sábana nueva, lo puso en un sepulcro cavado en una peña, e hizo rodar la piedra de entrada. María Magdalena y María madre de José observaban lo que sucedía. (15:42-47)


LA RESURRECCIÓN

Habiendo terminado el día de reposo, muy de mañana, ya salido el sol, el primer día de la semana, esto es,  el domingo, vinieron al sepulcro María Magdalena, María madre de Jacobo, y Salomé, con especias aromáticas para ungir el cuerpo del Señor. Al llegar, se sorprendieron al ver que la piedra que sellaba el sepulcro, que era enorme, había sido removida. Cuando entraron, se  espantaron de ver que, en el lado derecho del lugar donde había sido puesto Jesús, ahora se hallaba un joven sentado, vestido de una larga ropa blanca, quien les dijo: "No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron"; y agregó: "Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo". Ellas se fueron del lugar asustadas y temblorosas, y no comentaron esto con nadie. (16:1-8)


LA INCREDULIDAD DE LOS DISCÍPULOS

Pero María Magdalena, de quien Jesús había expulsado siete demonios, fue la primera en ver a Jesús resucitado esa misma mañana; entonces, se dirigió a donde estaban reunidos los discípulos del Señor, entristecidos y llorando, para darles la noticia de que Jesús vivía, pero ellos no le creyeronJesús también se apareció, con otro aspecto, a otros dos discípulos, que se dirigían al campo. Ellos también corrieron a contarlo al resto de los discípulos, pero tampoco les creyeron(16:9-13)

* Cuando Tomás dijo que no iba a creer, a menos que viera y tocara las heridas en las manos, pies, y costado de Jesús, probablemente estaba manifestando en voz alta lo mismo que los otros diez pensaron para sí cuando María Magdalena y los dos discípulos les dijeron que habían visto a Jesús resucitado. El día en que Tomás vio a Jesús, y constató que tenía las heridas de la crucifixión, se rindió ante Él, llamándolo: "¡Señor mío, y Dios mío!", a lo que Jesús respondió: "Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron", pues la salvación es por fe, no por vista. La fe verdadera no necesita ver, sólo le basta oír para creer, porque es "la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (He 11:1). 

 

LOS EMBAJADORES DE JESUCRISTO

Finalmente, Jesús se apareció a los once que estaban reunidos, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, "porque no habían creído a los que le habían visto resucitado". Luego, les mandó ir por todo el mundo, y predicar el evangelio a toda criatura: "El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado", dijo. Y Agregó: "estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán".  Después que Jesús les dijo esto, fue recibido en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Por su parte, los discípulos hicieron lo que el Señor les mandó, y predicaron en todas partes con la ayuda del Señor, quien confirmaba la palabra que predicaban con las señales que dijo que le seguirían. (16:14-20)

Los milagros eran para que la gente viera la gloria de Jehová manifestándose en la tierra, en señal de que el tiempo había llegado de dar cumplimiento a lo que Él había prometido a través de los profetas. Aquí Jesús estaba dirigiendo estas palabras a sus apóstoles, quienes sentarían los fundamentos de la iglesia. Aunque muchos se toman de estos versículos para afirmar que todo el que cree puede hacer los milagros que Jesús señala, no es exactamente así, pues, del contexto podemos desprender que los milagros que acompañaban la predicación de apóstoles y discípulos, principalmente tenían por objetivo dar testimonio de que los que predicaban eran embajadores del reino de los cielos, y que la palabra que anunciaban era verdadera, de modo que, mucha gente creía que Jesús era el Ungido de Dios, y la iglesia crecía. Hay muchos ejemplos en los relatos de los hechos de la iglesia naciente que muestran que, al mismo tiempo que los discípulos anunciaban las buenas nuevas, el Espíritu Santo iba haciendo grandes prodigios y milagros por medio de ellos. Pablo mismo llamó a los milagros: "señales de apóstol" (2Co 12:12).  

De hecho, aun los milagros que Jesús protagonizó estaban destinados a que la gente creyera que Él era el Ungido de Dios, pues, era sabido que nadie podría haber hecho los milagros que Jesús hizo si Dios no hubiera estado con Él (ver Jn 3:2, entre otros). Jesús dijo que los milagros que hacía testificaban que Él era el Ungido de Dios: "Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre" (Jn 10:37-38). Las Escrituras, en diversos textos, también afirman que las señales tenían ese propósito"Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él" (Hch 2:22); "cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él" (Hch10:38); "Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre" (Jn 20:30-31). 

Después de la ascensión de Jesucristo, aparte de los apóstoles, los primeros creyentes de la iglesia fueron bendecidos con llamativos dones, que confirmaban la obra del Espíritu Santo en ellos, cuya finalidad era que el evangelio se esparciera rápidamente, y alcanzara a gran número de personas. El don de lenguas, por ejemplo, era para que los extranjeros pudieran escuchar en su propio idioma, las revelaciones del Señor a la iglesia, y creyeran, porque, sin duda, el impacto de escuchar a uno, que nunca estudió idiomas extranjeros, hablando perfectamente, en una lengua que no es la suya, la Palabra de Dios, es muy diferente a escucharlo de un traductor que se preparó para hacerlo. Ellos no hablaban palabras sin sentido, como algunos afirman; eran idiomas extranjerosAlgo tan grande sólo podía venir de Dios. 

** Para que nosotros, creyentes de este tiempo, pudiéramos hacer los milagros que Jesús y los apóstoles hacían, necesitaríamos estar profundamente lavados por la Palabra de Dioscomo los primeros discípulos, de modo que nuestro entendimiento hubiera sido transformado al punto de negarnos a nosotros mismos, y no correr el riesgo de querer robar la gloria a Dios. Lamentablemente, vivimos en tiempos en que es muy difícil abstraerse del bombardeo de estímulos que el mundo ofrece a nuestra carnalidad, o escapar de la influencia de las ideas predominantes que son contrarias a la ley de Dios, lo que atenta contra nuestra vida espiritualEs evidente que, si Dios hubiera permitido que nuestra generación hiciera los grandes milagros que se hicieron en la iglesia primitiva, nos envaneceríamos, y caeríamos en la tentación de creernos tan especiales, y olvidar que todo lo bueno que podemos hacer, no proviene de nuestra naturaleza, sino de Dios en nosotros.   

Es muy pretencioso de nuestra parte esperar hacer milagros, si, habiendo sido libertados del pecadoen vez de menguar a lo que éramos, y permitir al Espíritu de Dios dominar en nuestro corazón, seguimos dejándonos esclavizar por el mal residual que aún vive en nuestro cuerpo carnal Es cierto, estamos en proceso de santificación, y sólo seremos perfectos cuando Jesús se manifieste, sin embargo, nuestra esperanza es que, cada día, paso a paso, avanzamos un poco más, con la ayuda del Espíritu Santo, quien nos transforma por medio de las Escrituras, pero es nuestra responsabilidad comer diariamente el pan de vida que es la Palabra de Dios, para que la transformación se lleve a cabo.

En estos tiempos, la figura y obra de Jesucristo, a excepción de unos pocos pueblos que viven aislados, son conocidos en prácticamente todo el orbe, por tanto, más que hacer milagros, los creyentes de hoy necesitamos enseñar todas las maravillas que están escritas en la Biblia sobre el reino de los cielos, profundizando en la verdad del evangelio, de modo que muchos más sean salvos.

 

 CONCLUSIONES

Así como el evangelio según san Mateo enfatiza en la realeza de Jesús, el León de Judá; el evangelio de san Marcos nos muestra al Hijo de Dios hecho siervo, porque Él no vino para ser servido, sino para servir, dando su vida por aquellos que había venido a redimir.

Jesús, siendo de la misma sustancia que Dios, no se aferró a su origen divino, sino que salió de Dios, como una piedra que se desprende del monte principaldespojándose a sí mismo de toda esa riqueza, para venir a este mundo, nacer de una mujer, como nacemos los seres humanos, y ser hecho mortal, de carne y sangre como los hombres, a fin de poder dar su vida a cambio de la vida de los escogidos de Dios para vida eterna.

Jesús es nuestro sumo sacerdote, ahora sentado a la diestra de la Majestad en las Alturas, quien sigue trabajando, reuniendo todo lo creado en sí mismo, intercediendo por los hijos de los hombres llamados al reino, preparando morada eterna para ellos, para cuando llegue la hora de restaurar todo.

 


(Comenzar estudio del Evangelio según San Lucas



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